lunes, 16 de diciembre de 2013

El clan del oso cavernario

Hace ya bastante tiempo, casi en los albores de este blog (así que no me juzguéis), os hablaba de las dos primeras partes de la serie Los Hijos de la Tierra, de Jean M. Auel: El clan del oso cavernario El valle de los caballos.
Baste decir, para ir entrando en materia, que El clan del oso cavernario me gustó mucho; El valle de los caballos, no tanto, así que la emoción por estos libros se fue enfriando. De hecho, ni siquiera leí el tercer libro todavía. El caso es que me enteré el otro día de que habían adaptado la primera al cine y me picó la curiosidad. 
Es cierto que hace más de dos años que leí El clan del oso cavernario pero aún tengo una idea bastante clara de lo que ocurría. Desde luego recuerdo el efecto que me iba produciendo la lectura y la gran emoción del final, cuando no me quería creer lo que leía aunque ahí estaba, impasible, rotundo.
Todo eso se debe en buena medida a su protagonista, Ayla, un personaje que se configura con las novelas, una niña a la que vemos crecer y aprender y superar obstáculos. Un lector puede llegar a conocerla y hasta a cogerle cariño. El problema es: ¿cómo se puede trasladar una relación así al cine? Personalmente, dudo que algo así se pueda lograr. Algunas películas se acercan mucho, no digo que no, pero no creo que consigan reproducir la intensidad de la literatura.
En esta línea se mueve mi gran problema con esta película: la encuentro fría y desapasionada, más preocupada por producir un documental que por contar una historia, que de eso va el asunto. 
A lo mejor uno de sus grandes errores (aunque repito que esta es una valoración completamente subjetiva) es precisamente intentar ser más fieles a la Historia que a la historia, es decir, al relato: los personajes que en la novela se adaptan a un habla que podemos comprender, que se traducen, son alejados del espectador en la película porque su lenguaje, aunque comprensible en lo esencial, nos resulta opaco. Entiendo la intención, de verdad que la entiendo, y hasta la valoro, pero no me gusta. Creo que se ha perdido mucho y no se ha sabido compensar del todo. A lo mejor influye que no me gustan las voces en off, todo hay que reconocerlo. Es que no me gusta que sea alguien ajeno a la historia el que me tenga que ir guiando: para mí una película debe desarrollarse por sí misma, trabajar con sus propios recursos.
Ahora bien, dejando al margen estas cuestiones, que no dejan de ser una pura opinión personal, hay algo que me tiene un poco alerta. Yo juraría que no se daba en la novela la visión legendaria que intentan colar en esta película. Yo diría que Ayla no era la heroína estoica y tempranamente sabia que aparece con los títulos de crédito. Pero claro, cuando te desvinculan de un personaje, es normal que estas cosas ocurran. Por eso muchas veces las "películas de personaje" desmerecen sus orígenes literarios.

viernes, 13 de diciembre de 2013

La vida de los otros

Creo que tenía doce o trece años la primera vez que vi esta película. Por supuesto, entonces no fui capaz de entender todo lo que suponía: qué iba a saber yo sobre el Muro de Berlín o sobre lo que era ser artista o sobre las personas en general. Pero en defensa de mi adolescente yo tengo que decir que, aunque sabía que se me escapaban cosas, ya notaba (más que sabía, todo hay que reconocerlo) que era una buena película.
La semana pasada, como por casualidad, me di de bruces una vez más con La vida de los otros. Por suerte, el tiempo ha hecho su trabajo y esta vez pude meterme de lleno en la película. 
No recuerdo muy bien cómo sería en aquella ocasión, pero en esta me sentí pequeña, más que entonces, de eso estoy segura; pequeña y confusa porque no sabía dónde podía encajar yo en el puzzle que es el mundo ni si realmente puede llegar a encajar a alguien. 
No quiero adelantaros cosas. Sólo me gustaría dejar claro que esta es una película que hay que ver porque, entre otras cosas, es pura humanidad, tanto en lo bueno (que lo hay) como en lo malo (que a veces apodera). No es que tenga un mensaje optimista o pesimista; el asunto no va por ahí. Es que en La vida de los otros esa vida se hace esférica: el mundo va girando, nosotros con él, y todo se descalabra aunque no seamos conscientes o no queramos serlo. ¿Qué sentido tiene, entonces, esa distinción entre "nosotros" y "los otros"? 
Sé que esa no es la única lectura posible de La vida de los otros pero eso es lo bueno de esta película: hay muchas posibilidades para abordarla, tantas que no parece que lleguen a agotarse. Lo que está claro es que ofrece mucho más de lo que muestra.

martes, 10 de diciembre de 2013

Super 8

Cuando no parecía posible recuperar la abrumadora esencia del cine de los ochenta, llegó Super 8 para demostrarnos que estábamos equivocados. Por lo menos yo lo estaba.
Sea como sea, el caso es que esta película te atrapa desde el primer minuto. No es que no sepas qué va a ocurrir (porque, no nos engañemos, no tenía tanto margen para actuar) sino que te mueres por saber cómo. El interés de Super 8 es, por así decir, más inmediato: es el momento en sí lo que cuenta, y no tanto lo que vendrá después. Recuerdo, por ejemplo, haber comentado esta película nada más verla y sólo poder hablar de escenas muy concretas y aisladas del resto.
Y sin embargo, Super 8 funciona como conjunto, y lo hace extraordinariamente bien. No sé cuándo fue la última vez que una película me fascinó hasta este punto y, lo que es más, todavía no sé por qué. Sé que Super 8 está bien hecha, que está bien contada, que saca un partido inmenso a unos recursos que ya estaban allí (que siempre habían estado allí) sin llegar a ser nunca cansina, pero aún queda algo por descifrar.
A lo mejor esa es la cuestión. A lo mejor innovar no hacía tanta falta como pensábamos; puede que sólo nos hiciese falta esta espectacular retrospectiva para volver a valorar los misterios del cine, el gran protagonista de esta película. 

Puesto #136 de las 200 de Cinemanía.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Notting Hill

Tengo un gran dilema con esta película. Bueno, no es realmente un gran dilema: tengo claro que este no es el género que me va y que, aunque no la voy a desterrar a lo más profundo del abismo de las malas películas, no me apetece volver a verla. 
Esta especie de dilema pasa por el hecho de que Notting Hill está bien hecha. Los espacios en los que se desenvuelve la trama son tan elaborados que resulta imposible pasarlos por alto, desde el barrio homónimo a un jardín prohibido y, por supuesto, la librería. Tengo que reconocer que son mi debilidad: me metería en algunas películas sólo por visitar las librerías que aparecen en ellas. Una vez lo conseguí, de hecho, pero esa es otra historia. 
El problema que le veo a Notting Hill es que no le encuentro sentido a esta historia de amor. Bien es cierto, sin embargo, que sin toda la parafernalia que la distingue de una historia cualquiera, presenta uno de esos romances tan tórridos, apasionados y a veces autodestructivos. Creo que eso es lo que no me puede gustar de Notting Hill. Desde luego, no es buen síntoma pasar una película entera pensando "Él se merece algo mejor", por muy cierto que sea. 

domingo, 24 de noviembre de 2013

El cuaderno rojo, de Paul Auster

Ya sabéis que a mí el argumento me importa poco y que, de hecho, la mayor parte de las veces me sumerjo en un libro o en una película sin saber apenas de qué va y, lo que es mejor todavía, sin tener ni idea de qué me voy a encontrar. 
A veces, sin embargo, ni siquiera leer la sinopsis es un impedimento para eso porque en algunas grandes ocasiones no hay argumento que contar. Ese es, efectivamente, el caso de El cuaderno rojo, de Paul Auster, traducido por Justo Navarro (también autor del prólogo).
Lo que yo sabía antes de leer esta novela es que Paul Auster recogía en ella algunas anécdotas, algunos acontecimientos que, a lo largo de su vida, le habían marcado en mayor o menor medida. Justo Navarro, por su parte, completaba la serie con el reflejo de Auster en sí mismo, por decirlo de alguna manera. El resultado es simplemente extraordinario, mucho más que sorprendente y, sinceramente, memorable.
Es posible que algunos de vosotros lo encontréis pobre y poco interesante pero a mí, creo que ya os lo he dicho en alguna ocasión, lo que me gusta es que me cuenten cosas. 

martes, 19 de noviembre de 2013

Blue Jasmine


Recuerdo que uno de los problemas que suelo tener con las películas de Woody Allen es que sus protagonistas me resultan demasiado cargantes. Con Blue Jasmine debería pasarme lo mismo caso (y en cierto modo así es) pero, a diferencia de ocasiones anteriores, me ha encantado de principio a fin.
Esta película te planta en el peor momento de la vida de Jasmine, justo cuando ha tocado fondo, y va recuperando las circunstancias que la han llevado a ese punto. Creo que es una de las pocas veces en que esta combinación no resulta agobiante ni se desarrolla más una de las líneas a expensas de la otra: ambas se combinan perfectamente a lo largo de toda la cinta. Ni siquiera hacen falta transiciones, sólo Cate Blanchett: no hay más que mirarla unos segundos a la cara para saber si es millonaria o está en números rojos. Por esos detalles, esta es mi interpretación favorita de la actriz hasta el momento.
El caso, y aquí está la miga de la película, es que Jasmine nunca llega a cambiar. Es un personaje redondo: gira sin poder llegar a detenerse, siempre con el mismo centro, siempre con el mismo objetivo. Como todos, en el fondo.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Ser o no ser

Va a ser cierto eso de que se puede hacer comedia con cualquier tema. Incluso con el nazismo. Es posible que suene extraño así dicho, casi cruel, pero nada más lejos de la realidad: Ser o no ser es una de las películas más divertidas que he visto nunca. 
Para vuestra tranquilidad, os voy a comentar un poco de qué va el asunto si, como yo, no habíais oído hablar de ella. Ser o no ser se sitúa en Polonia, en los momentos inmediatamente anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Los protagonistas son los miembros de una compañía teatral polaca, que deben decir adiós a la obra sobre Hitler que habían preparado aunque sí podrán darle buen uso al vestuario. 
El caso es que estos actores se proponen dinamitar la ocupación nazi desde dentro, aunque no en sentido literal y desde luego no de la forma convencional. Y es que esta trama tan seria a veces parece más un telón de fondo que otra cosa. Pero, la verdad, apenas se echa en falta: es una película brillante que no tiene miedo a elevar al nivel de arte la más ácida crítica. Sinceramente, este tipo de ejercicios siempre me parecieron las más grandes muestras de valentía, sobre todo en el momento en que apareció Ser o no ser.
Eso no significa, sin embargo, que esta película se haya quedado obsoleta: no dejó de ser relevante pasado su tiempo, sino que todavía hoy podemos encontrar algunos detalles que nos son cercanos y, lo que es más, podemos reconocer en Ser o no ser al predecesor de uno de los géneros más populares y extendidos hoy. Ya veréis cuál.

Puesto #150 de las 200 de Cinemanía.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Encuentros en la tercera fase

Probablemente el de los alienígenas sea uno de los temas más tratados del cine. No soy una experta en el asunto, ni mucho menos, y realmente son muy pocas las películas de extraterrestres que he visto (la mayoría por culpa de la misma amiga) pero esta es, sin duda, mi favorita de todas ellas. 
Encuentros en la tercera fase es Spielberg en estado puro. Tiene ese planteamiento tan casual, tan de pasada, que hace la transición hacia lo demás más sutil y sencilla. Es como si cualquier cosa pudiese pasarle a cualquiera; te hace sentir potencialmente importante. 
La amiga que me recomienda estas películas me decía que una de las cosas que más le gustaban de estas películas de Spielberg es que los humanos también eran muy entrañables. Me hizo pensar que realmente en estos temas los malos solemos ser nosotros: somos los que tememos a lo desconocido, los que huimos de él y, de paso, intentamos hacer el mayor daño posible. La verdad, no nos dejan en muy buen lugar. Pero bueno, aquí está Encuentros en la tercera fase para enmendarlos y devolvernos un poquito de fe en el ser humano.

El resplandor

Hace no mucho hablábamos aquí del cine de terror. A propósito de este tema a mí se me planteaba una duda que a día de hoy sigue sin estar del todo resuelta: ¿ha cambiado el miedo desde estas películas hasta ahora?
De todas formas, lo que sí podemos afirmar es que El resplandor escapa a cualquier categoría. Hay algunas películas, unas pocas a lo largo de la historia del cine, que sobreviven a su propio momento y se convierten en clásicos atemporales, a veces incluso imposibles de clasificar, como es el caso.
Vale, se suele decir que El resplandor es una de las mejores películas de terror de todos los tiempos, si no simplemente la mejor. Aunque, sinceramente, yo a estas alturas prefiero prescindir de ese tipo de etiquetas y quedarme con que, sí, El resplandor es terrorífica, y sí, es una de las mejores películas que he visto.

Puesto #25 de las 200 de Cinemanía.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Las vírgenes suicidas

Aún no leí la novela en la que se basa esta película pero, si ya tenía ganas antes de verla, ahora casi no quepo en mí de la emoción. 
Lo más curioso de Las vírgenes suicidas es que no te llega a contar una historia entera: en realidad se trata de cómo una historia queda incompleta y, lo que es más, de la imposibilidad de completarla. 
Sin embargo, nunca da la sensación de ser una película a medias ni tiene demasiadas lagunas como para no seguir la trama. Todo lo contrario. Consigue fascinar al espectador con las cosas que no cuenta, que se equilibran perfectamente con las que sí se dicen.
La cubre una atmósfera de cierta irrealidad, que no es más que el mejor reflejo posible de la fascinación que despiertan las protagonistas en los chicos que relatan su historia. Es simplemente embriagadora pero, sorprendentemente, no por ello delicada: Las vírgenes suicidas no tiene ningún problema para lanzarte una cruda verdad a la cara.
Por cierto, esta es la película que me reconcilió con Sofia Coppola

domingo, 10 de noviembre de 2013

Lawrence de Arabia

La de Lawrence de Arabia es una gran historia. Da igual que esté basada en un personaje real (o que se supone que lo esté, ya sabéis que nunca me tomo demasiado en serio esas cosas) o que esté extraordinariamente bien hecha. No es nada de eso lo que hace de esta una gran película.
Recuerdo que hace mucho años mi abuelo estaba viéndola en la televisión. De aquella veíamos muchas películas juntos y, como sabía que no podía oponerme a una película que ya hubiese empezado, me quedé a verla un rato. Debí de durar como cinco minutos y el trauma, unos diez años.
La semana pasada apareció en la Batalla de Películas de Paramount Channel y, claro, tuve que sobreponerme y verla. Aquella vez, cuando era pequeña, no podía aguantar una película tan larga; pero ahora, con lo curtida como estoy en maratones...
De todas formas, no creo que fuese eso lo que entonces me echó para atrás. Creo que, sencillamente, la historia de Lawrence de Arabia me iba grande. Ahora, sin embargo, ya tengo edad para apreciar que, a pesar de tratarse de una de esas películas "basadas en hechos reales", Lawrence de Arabia es perfectamente verosímil: está muy bien ambientada (o eso creo; la verdad es que el tema que trata no es precisamente mi especialidad) y, sobre todo, el protagonista es una persona real en todos los sentidos. Me encanta que en la película no intenten venderlo como líder, sino que muestren todos y cada uno de sus resquicios porque, realmente, no está mal tenerlos. Creo que es precisamente esa una de las cosas que hacen tan genial a Lawrence de Arabia: que nadie es perfecto y nada es lo que parece. 

Puesto #167 de las 200 de Cinemanía.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Psicosis

Psicosis tiene todo lo bueno de las películas de su época: un argumento sencillo, unos buenos actores que lo sacan adelante y, sobre todo, mucha imaginación. 
Ahora mismo, en una época en la que se utilizan efectos especiales prácticamente para todo, puede resultar extraño ver una película en la que no hay nada de eso pero todos los posibles obstáculos se salvan en Psicosis con soluciones muy creativas que, de hecho, han hecho que la película llegue a ocupar un lugar propio en la historia del cine. A mí eso me encanta. 
A veces tengo la sensación de que la calidad de una película se liga a la pericia de su técnica y, la verdad, creo que son dos cosas muy distintas. ¿O no habéis visto grandes imágenes y efectos especiales apabullantes sin ningún fondo detrás?
Pues en Psicosis ocurre todo lo contrario: se nos cuenta una historia tan bien armada y tan aprovechada que todas esas pequeñas lagunas (que a fin de cuentas son insignificantes) se quedan en nada: sólo importa lo que ocurrirá después y cómo. 
Porque Psicosis podrá ser el gran clásico de las películas de misterio pero desde luego no es típica. Al menos yo no llegué a adivinarlo todo con las pistas que se me iban dando. Desde luego no me esperaba este final, uno de los más escalofriantes que he visto en mi vida, si no el que más. Eso sí, es una secuencia brillante que nunca podré sacarme de la cabeza.

Puesto #20 de las 200 de Cinemanía. 

miércoles, 30 de octubre de 2013

El diario de Noa

Al final van a tener razón mis amigas cuando me dicen que soy una insensible. 
En mi defensa alegaré que lo malo de este tipo de películas es que son hiper predecibles y El diario de Noa es la reina de todas ellas: desde la primerísima escena ya puedes saber qué va a pasar en cada momento (menos al final, todo hay decirlo). Y claro, a mí me entra la risa. 
Sinceramente, aún no consigo entender cómo me pudo hacer tanta gracia todo. Supongo que será el efecto domingo-noche porque, si no, no me explico esos ataques de risa tonta que me daban a cada momento. Me consuela pensar que no puedo ser la única a la que le pasan estas cosas. Aunque sólo sea por estadística. 
El caso es, que ya me estoy desviando del asunto, que no hay prácticamente nada sorprendente en El diario de Noa. Es que, no contentos con eso, encima se recrean en los tópicos: desde el romance chica rica-chico pobre hasta las cartas de amor que no llegan, pasando por, cómo no, la muerte en combate del amigo. Y otras muchas muchas cosas...
Supongo que habrá quien diga que estas historias son clásicas por sí mismas, no manidas ni repetitivas ni predecibles ni desgastadas. Y en cierto modo tienen razón: películas como El diario de Noa son clásicos de domingo, manta y palomitas en el sofá. Aunque yo, sinceramente, tengo otros planes.

Tirano Banderas, de Valle-Inclán

Tirano Banderas cuenta una historia parecida a El Señor Presidente. Sin embargo, el efecto que produce es muy distinto.
El Señor Presidente contaba la historia desde dentro de una manera muy peculiar, además: tomaba distintas líneas argumentales y las fusionaba y entremezclaba, formando un mosaico que, contemplado en conjunto, simplemente sobrecogía.
Tirano Banderas, en cambio, parece más limitado. Supongo que influye el hecho de que el autor no está tan íntimamente ligado a la historia que cuenta. Eso no significa que escriba un relato frívolo y superficial, por supuesto; es sólo que le falta algo de aquella intensidad.
A ver, las comparaciones son odiosas, ya lo sé, pero en este caso no puedo evitarlo (entre otras cosas porque estoy haciendo un trabajo para clase sobre este tema). Es que Tirano Banderas y El Señor Presidente son, en cierto modo, las dos caras de la misma moneda: uno representa la visión del extraño (aunque no por ello menos apasionada); otro incorpora la más pura y sincera reivindicación de la propia identidad.

martes, 29 de octubre de 2013

Desayuno con diamantes


Una película se convierte en clásico cuando es capaz de sobrevivir a su propio momento. No son pocas las veces que es un protagonista carismático el que abre este camino, como ocurre en Desayuno con diamantes, seguramente una de las cintas más homenajeadas de la historia. 
Audrey Hepburn interpreta, dulce e impecablemente, a una pobre infeliz con muchos o ningún nombre, según se mire, capaz de llenar una escena por sí sola y de cautivar al espectador en un tiempo record. La acompaña un excelentísimo George Peppard que, aunque personaje secundario, no se queda atrás en ningún momento. Además, será él quien guíe la visión fascinada de la protagonista. 
En ese sentido Desayuno con diamantes es muy curiosa porque, aunque parece presentar al personaje tal cual es, alterna la perspectiva interna con la externa de forma que se le va revelando muy poco a poco, casi como si ella misma marcase el ritmo.
Probablemente esa sea la mejor parte de la película y la que la haya distinguido de otras tantas: porque retrata a un personaje sólido como pocos, muchas veces más que su propia historia, todo hay que decirlo. Por lo menos yo, terminada la película, a la que recuerdo es a Holly Golightly. 

Puesto #70 de las 200 de Cinemanía.

domingo, 27 de octubre de 2013

El mayordomo

Partamos de la base de que no me creo eso de "Basado en hechos reales". Tengo la sensación de que lo que menos interesa en este tipo de películas es la realidad. 
El mayordomo sigue los larguísimos años de servicio de un hombre negro en la Casa Blanca. Supongo que en la película intentaban dignificar el trabajo y de paso mostrar los muchos avances conseguidos por la comunidad negra en Estados Unidos. Y de paso enseñar lo buenísimos que son todos los Presidentes (los que salen en la película, claro).
El caso es que la historia del protagonista acaba reducida a la mínima expresión. Llega un punto en que no parece el protagonista de su historia, sino la excusa perfecta para todo lo demás.
Pero bueno, no es una película mala. A veces es insultantemente propagandística pero lleva un buen ritmo, asequible, dinámico. Pasa de largo algunas etapas aunque nunca llega a centrarse demasiado en otras así que el desequilibrio no está demasiado acentuado. Además, Forest Whitaker es simplemente brillante. Gracias a él la película se hace más llevadera. 

El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias

Esta es una de esas novelas que hay que leer por lo menos una vez en la vida. Es imprescindible y, más que eso, es necesaria. 
Es posible que seamos lo bastante afortunados como para no vivir una situación como la que se describe en El Señor Presidente pero eso no significa que no debamos tomarnos un tiempo para considerarla porque su esencia sirve, básicamente, para prevenir o, mejor dicho, para abrirnos los ojos.
Es una historia dura, de eso podéis estar seguros. Es violenta porque, a fin de cuentas, la situación que la enmarca lo es, y mucho. Con todo, lo más sobrecogedor del asunto es que El Señor Presidente es la versión novelada y, en consecuencia, dulcificada de la realidad.
Además, en El Señor Presidente pesan mucho los mitos. Por eso a veces parece un relato fantástico y más imaginado que otra cosa. Sin embargo, no debemos olvidar que, aunque es verdad que la realidad supera a la ficción, no es menos cierto que la ficción es real como la vida misma. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Una cuestión de tiempo

Con Love Actually el listón estaba muy alto. A lo mejor por eso salí tan decepcionada de Una cuestión de tiempo.
Los que hayáis visto el trailer probablemente entenderéis la trampa: te repiten mil veces quién es el director y, como siempre, te ponen algunas de las mejores escenas de la película. Claro, picas. El problema es que la historia de la película se agota en el trailer.
Os cuento: tenemos a Tim, un chico normal y corriente. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. Cuando cumple 21 años su padre le revela que los hombres de la familia pueden viajar en el tiempo. Y ya está. Le dice que se meta en el armario y se concentre en un momento al que le gustaría volver. Tim lo hace y retrocede lo justo para no hacer demasiado el ridículo en Nochevieja.
El resto de la película es más o menos así: lo único que hace Tim es arreglar las últimas horas (a veces sólo minutos) para conquistar a la chica de sus sueños. Lo consigue, son felices y comen perdices.
Sólo hay un momento de cierta tensión que no revelaré porque, no nos engañemos, probablemente sea el de mayor intriga de toda la película. Tampoco os contaré el final, aunque no es por falta de ganas. Sólo os diré que antes de una hora de película ya me gustaba más lo que me iba imaginando yo. Y cuando eso pasa... Mala señal.
Eso sí, los primeros diez minutos eran estupendos. Como en un cuento, la voz en off de Tim iba presentando a su familia y la pequeña historia de cada uno de sus miembros, a cual mejor. Tenían la magia de lo simple y esa promesa de un misterio que yo me esperaba.

lunes, 21 de octubre de 2013

Primos

Algo tiene el cine de Daniel Sánchez Arévalo. Creo que es esa simplicidad de doble fondo que hace que sus historias, tan sencillas, nunca lleguen a ser planas. Todo lo contrario: a cada momento se van descubriendo nuevas facetas, algunas esperables; otras, no tanto.
Primos empieza con una boda. O una preboda. O postboda. O casiboda. Como queráis llamarlo. A lo mejor es un evento demasiado particular como para ponerle un nombre tan típico. 
El caso es que estos tres primos acaban volviendo al pueblo en el que veraneaban todos los años. Es un momento de reencuentros, de abrazar el pasado, quizás con desesperación.
Cuántas películas se habrán hecho ya sobre este tipo de regresos, de todo menos triunfales, de todo menos originales. Pero aquí está Sánchez Arévalo para darle una vuelta de tuerca y convertir esta escapada en una aventura.
Lo mejor es que no podemos saber en ningún momento cómo van a terminar las cosas. Podemos hacernos una idea pero, ya se sabe, probablemente estemos equivocados. Hay un punto muy concreto en el que todo se desvía, cruza el punto de no retorno y ya no sabemos qué pensar. 
Por eso me gustó tanto el final de Primos: es muy digno de su historia y para conseguirlo, como en el fondo es lógico, se salta las normas que hagan falta: chico conoce a chica y no se enamoran, hombre y niño como una misma cosa, un chico que asume que los mitos no duran para siempre y no pasa nada.
Lo más gracioso es que parece fácil pero en realidad ni siquiera desayunar lo es tanto.

domingo, 20 de octubre de 2013

El Padrino. Parte II

Vale, es una muy digna sucesora de El Padrino pero, en mi opinión está muy lejos de superarla.
Lo mejor de El Padrino es que era una historia perfecta, sólida, sin fisuras. No necesitaba muchas tramas para llenar un argumento contundente. Esta segunda parte, sin embargo, no parece tener un centro definido.
La verdad es que me gustaron más las partes del joven Vito, esa especie de precuela, que las de Michael. Tenían esa riqueza esencial de la primera parte, esa integridad, que en esta película aparece más diluida.
El Padrino. Parte II permite conocer mejor al mítico Don Vito. Es una pena que el mero recuerdo del padre llegue a eclipsar al hijo:  si en El Padrino Michael era un personaje a tener en cuenta, complejo, a veces informe pero siempre de interés, en esta película apenas se incide en su figura. Es como si la luz nunca lo iluminase directamente y sólo pudiese mostrar las sombras que lo rodean. Que no está mal, es cierto, pero desde luego no tan bien; el listón estaba muy alto.
En el fondo, Michael funciona en esta película como un nexo entre el abuelo y el nieto. El paralelismo casi poético que se establece entre ambos es la mejor muestra de la evolución de esta histórica familia y del paso mismo del tiempo, a veces más aparente que real. Pero es que a mí, es cierto, siempre me han gustado las historias así.

Puesto #5 de las 200 de Cinemanía.

El Padrino

Seguramente esta es la película sobre la que más se ha escrito en toda la historia del cine. Y no es de extrañar: su estilo impecable, esos intensos diálogos que no eclipsan lo que no se dice, y sus personajes, perfectos, reales, hacen de El Padrino una película redonda.
Impresiona ver cómo la trama se complica por sí sola, desde el principio, sin llegar a ser difícil de seguir para el espectador. Está tan rematadamente bien contada que no hay ningún desequilibrio entre lo que se cuenta y lo que se tiene que deducir; es más, es una de las combinaciones más elegantes que he visto nunca. Es, en suma, una gran historia narrada de un modo magistral.
Y qué decir del reparto: cada segundo que Marlon Brando está en pantalla es una obra de arte, y Al Pacino sabe estar a la altura. Claro que una película no puede llegar a estos niveles sin unos secundarios tan carismáticos como los que aparecen en El PadrinoNo en vano es la experiencia cinematográfica por excelencia.

Puesto #1 de las 200 de Cinemanía.

viernes, 18 de octubre de 2013

La pianista

Aprovechando los Premios Príncipe de Asturias, se están organizando por aquí algunas exposiciones, coloquios, proyecciones y otros eventos sobre Haneke. Este jueves, por ejemplo, fui a ver La pianista al Filarmónica, gratis y con música en directo antes de la película. Porque aquí, de vez en cuando, sabemos hacer las cosas más que bien.
Claro que todo habría sido mejor si me gustase Haneke. Ojo, no creo que sea un mal cineasta, ni mucho menos. Sé que sus películas son buenas; no se puede negar lo innegable. Pero no me gustan. Las encuentro violentas, incómodas, incompresibles y normalmente poco resueltas. No me entendáis mal, no busco un final de cuento, sólo algo en lo que apoyarme. 
En el caso de La pianista, por ejemplo, uno puede pasarse media película intentando seguir los acontecimientos para luego acabar preguntándose hasta qué punto era real lo que estaba viendo. Es un juego muy interesante, sí, pero el final no sigue ninguno de los caminos que parecían posibles. Es más, no parece un final en absoluto. Haneke no cierra el telón: lo tira y prende fuego al teatro.

domingo, 13 de octubre de 2013

An Education

Esta película me produce sentimientos encontrados. Por una parte, la encuentro necesaria por lo que implica; por otra, me siento ofendida por lo que cuenta.
Hoy sí voy a contaros de qué va la historia. An Education empieza con Jenny: buena estudiante, culta, con planes de futuro. Un día, como por casualidad, conoce a un hombre mayor, David, que la lleva a conciertos, a las ciudades que se moría por conocer; que le da muchas cosas bonitas y que se lo promete todo. Una de las historias más viejas del mundo, vaya.
Lo que me descoloca totalmente es que no pasa nada: a los padres de ella les parece estupendo. A fin de cuentas, David es para ellos la solución a la carísima educación de Jenny: ya no necesitará ir a la universidad porque tendrá un marido que la mantenga antes de cumplir dieciocho. Qué bien ¿no?
Ese es el meollo de la cuestión: la educación. Jenny era toda una experta en Jane Eyre pero nadie le había enseñado a ser crítica y se dejó deslumbrar por las luces de un coche bonito. 
Porque a Jenny le habían enseñado que eso era lo importante y que la educación era sólo una vía para conseguir lo que sus padres querían, un fruto que había que exprimir, no un fin por sí misma. En estas condiciones había muchas chicas y, lamentablemente, las sigue habiendo.

Gravity

Algunas veces parece que la ciencia ficción se centra tanto en la aventura que tiene que contar que deja de lado a sus personajes. Es como si no pudiesen ser más que una carcasa del relato o una marioneta de la acción.
Sin embargo, otras veces tengo la sensación de que la ciencia ficción trabaja con cuentos abstractos y sus personajes son sólo el ejemplo que permite contarlos. 
Ayer Sandra Bullock era una astronauta a la deriva en el espacio que debía sobreponerse a sí misma para sobrevivir. Ahora bien, ¿realmente hace falta poner a una astronauta en el espacio para transmitir el mismo mensaje de superación? Realmente no, pero es una historia que merece ser contada de una y mil maneras. Además, cuando se hace tan bien como en Gravity poco importa lo demás.
Os recomiendo que vayáis a verla al cine porque esta película es un espectáculo más que digno de ver. Es más, incluso diría que es una de las pocas ocasiones en que el 3D está más que justificado.
Por supuesto, no creo que eso sea lo más importante de todo; está claro que la técnica, por impecable que sea, no salva una película entera por sí sola. Lo mejor de Gravity realmente es que te mantiene pegado a tu asiento, inmóvil, en tensión y ajeno a tu cuerpo durante hora y media. Eso es cine: una conexión completa entre la pantalla y el espectador. 

sábado, 5 de octubre de 2013

Señales

Vale que yo no soy una persona especialmente valiente pero creo que lo de Señales ya es pasarse. En serio, que alguien me explique cómo es posible que una película dé tantísimo miedo.
A ver, no es que se vean cosas terroríficas. Ocurre precisamente todo lo contrario: apenas se ve nada pero siempre estás a la expectativa, que es aún peor. Y claro, como te vas sugestionando tú solo, como te vas imaginando lo que puede estar pasando, cualquier cosa te hace saltar del sitio. Lo mejor de todo, sin embargo, es que nunca terminas de estar preparado para lo que sí se ve. 
También os digo que, terminada la película y con las luces encendidas, hay que reconocer que Señales está muy bien hecha. Es coherente, entretenida, cuenta con unos actores geniales y no deja fuera algunos momentos que se podrían llamar cómicos, bien situados y repartidos.
Ahora bien, si tuviese que destacar una sola cosa de las que me impresionaron de Señales, tendría que ser su magnífica dosificación de la información y el genial juego de suspense que supone.
Pero no la veáis solos. Aunque, bien pensado, ¿lo estamos realmente?

lunes, 30 de septiembre de 2013

La sonrisa de Mona Lisa

Me gusta pararme de vez en cuando a mirar lo que está ocurriendo a mi alrededor; creo que es uno de los pocos momentos en los que se puede tener perspectiva y formar una idea clara de cómo están las cosas. Claro que también ayudan películas tan acertadas como La sonrisa de Mona Lisa
Para que os hagáis una idea, la historia tiene lugar en la Nueva Inglaterra de los años cincuenta, un tiempo en el que las mujeres nacían y crecían para convertirse en esposas y madres; ¿para qué más? Eso sí, ya entonces existía un cierto decoro: había que cambiar un poco de imagen para que el atraso pareciese menos escandaloso.
Es más o menos lo mismo que lo que se nos presenta ahora. A ver, no me entendáis mal: no creo que ser ama de casa sea menos digno que trabajar fuera; es una cuestión de opciones. Lo que me molesta es que se nieguen esas opciones y se intente imponer un único camino.
La sonrisa de Mona Lisa es el más perfecto retrato de las dos caras de esta moneda. Es una mirada no siempre amable aunque sí certera y, sobre todo, fiel al tiempo que recrea, igual que sus personajes. Puedo no estar de acuerdo con algunos de ellos pero eso no impide que llegue a entenderlos y hasta a cogerles cariño. Cada vez que veo esta película intento llevar un poco de eso a mi vida. Y progreso.

domingo, 29 de septiembre de 2013

La gran familia española

A mí no me emociona el fútbol. Tampoco me gustan particularmente las bodas. Ni tengo una gran familia. Sin embargo, nunca podré llegar a explicar lo mucho que me encantó La gran familia española.
Eso es lo bonito del cine: consigue conectarte a algo que en principio te era ajeno. Y algo tiene esta película que logra atraparte desde el primer minuto. Es una historia tan bien contada que siempre parece sencilla aunque, cuando todo acaba, no es difícil darse cuenta del largo camino que se ha recorrido desde aquel inocente comienzo hasta un final agridulce y genial. De alguna manera, uno puede crecer en esta película.
La verdad es que no tengo nada negativo que decir de La gran familia española. De hecho, y esto es aún más raro, no hay nada que no quisiera destacar, absolutamente nada. Sólo quiero insistir, antes de irme, en que no os la perdáis: esta película realmente merece la pena.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Las ventajas de ser un marginado

No sé exactamente por qué pero tuve muchas ganas de ver esta película desde el primer momento en que oí hablar de ella. Supongo que sería por eso y por el tiempo que pasó entre entonces y el día que por fin pude verla por lo que mis expectativas eran altísimas, probablemente demasiado.
Me imaginaba Las ventajas de ser un marginado como una reinvención de las películas de adolescentes, pero no de la manera que vimos el otro día con Rumores y mentiras, sino más sutil, más delicada y menos inclinada a la comedia. 
Las ventajas de ser un marginado intenta ser una reflexión profunda (en el sentido más superficial de la palabra) sobre las relaciones humanas pero se acaba quedando en una mera recopilación de escenas apenas conectadas entre sí. Parece que se apoya demasiado en un guión que no es tan potente como les gustaría. Y no sé por qué ocurre así, la verdad, no sé qué ha podido pasar. No he leído la novela en la que se basa esta película pero tengo la sensación de que el problema no está en ella, sino en el proceso de adaptación. Voy a tardar bastante en poder averiguarlo pero podéis estar seguros de que no se me va a olvidar. 
De momento lo único que puedo saber a ciencia cierta es que el relato de esta película resulta impermeable, completamente ajeno al espectador. No es sólo que no haya nada con lo que identificarse, sino que apenas hay hilos de los que tirar: nunca se llega a conocer a ningún personaje, ni siquiera al protagonista. Este es un buen ejemplo de que una voz en off y un relato pretendidamente intimista no siempre producen una historia auténtica.

domingo, 8 de septiembre de 2013

El graduado

Había oído hablar mucho de esta película (y también había escuchado Mrs Robinson, de Simon & Garfunkel) pero nunca tuve muy claro de qué iba hasta que me decidí a verla. 
De entrada no parece una historia muy complicada: el protagonista es un joven recién licenciado que se encuentra de nuevo en la casa familiar, sin nada que hacer y convertido en el foco de las atenciones de una amiga de sus padres.
Lo más interesante de todo es que nunca llega a ser nada tórrido y, además, no centra la atención en la aventura entre ambos. Porque El graduado acaba siendo un relato sobre el fin de la juventud, el siempre difícil comienzo de la edad adulta.
Podemos ver cómo Benjamin, un notable Dustin Hoffman, no acaba de hacerse a su nueva situación y cómo se mezclan sus costumbres y maneras de niño con su recién adquirido rol de adulto. Pero Benjamin no es un adulto todavía ni pretende ser Peter Pan: sólo es un niño perdido.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Rumores y mentiras (Easy A)

He aquí un homenaje a las clásicas películas de adolescentes de los ochenta y, para variar, uno de los buenos.
Lo que más me gusta de Rumores y mentiras es precisamente lo claro que tiene su origen. La propia protagonista lo dice al principio de la película: queda encima de la mesa que se parte de una base conocida y casi sobreexplotada. Y da igual: a partir de ahí esta película hace las cosas a su propia manera.
La verdad es que poco se puede comentar de su argumento; conociendo su espíritu ochentero, poco margen queda. De todas formas, esta es una de esas películas en las que no importa tanto la historia como la forma en que se desarrolla. Te lleva por donde debe llevarte y, de vez en cuando, te obliga a detenerte y reflexionar sobre el camino recorrido. Hacía falta en la película y no estaría mal hacerlo también en la vida real, para qué engañarnos. 
Reconozco que yo al principio no tenía ninguna fe en Rumores y mentiras. Como ya hemos comentado, un primerísimo vistazo desde fuera no da a entender nada novedoso ni interesante. Creo que yo me decidí gracias a Emma Stone, una actriz a la que le estoy cogiendo el gusto. No sé, la encuentro versátil (recordad que protagonizó, entre otras, Criadas y señoras) y, sobre todo, muy carismática. Además, se junta con Patricia Clarkson y Stanley Tucci, dos caras más que míticas. Ellos tres ofrecen los mejores momentos de Rumores y mentiras; merecería la pena verla aunque sólo fuera por esas escenas.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Elysium

No, si la idea de Elysium era buena. Como su trailer. ¿Lo habéis visto? Si lo habéis hecho, podéis parar ahí: es lo mejor que puede ofrecer. 
Mis amigas y yo, ingenuas de nosotras, nos dejamos cautivar por el impactante trailer de esta película y fuimos el otro día a verla al cine. Según ellas, la mejor palabra que puede resumir el efecto que nos causó Elysium es "ilogiqueces".
Porque nada más terminar el prólogo que da comienzo a la película (que aunque no podría ser más típico por lo menos es pasable), las cosas se desmadran y acaban siguiendo el rumbo opuesto al que debieran: en lugar de descubrir una realidad más profunda y clara conforme se desarrollan los acontecimientos, Elysium se transforma en la más típica película de acción, en la que priman los disparos y las explosiones sobre el diálogo y la trama. Es una pena, y lo digo sinceramente, porque prometía ser algo diferente. Ya lo habréis visto en el trailer. 
Quisiera mencionar también el injusto trato dado al personaje de Jodie Foster, seguramente el más carismático y realista de todos. No es sólo que Jodie Foster pueda hacer temblar la pantalla con una simple mirada, sino que era el único villano decente, la única parte de la trama que podía resultar un poco interesante y, de hecho, quizás la base misma del conflicto. Y desaparece de pronto, sin más. ¿Hay alguna película que pueda sobreponerse a algo así? Porque Elysium, desde luego, no lo hace.

lunes, 2 de septiembre de 2013

El viaje de Chihiro

El otro día leí que El viaje de Chihiro podía considerarse la versión japonesa de Alicia en el país de las maravillas. A lo mejor porque arrastro desde la infancia un trauma con esta historia (incluso la película de Disney), no he podido quitarme esa idea de la cabeza. A mí El viaje de Chihiro me gustó tanto como me horroriza Alicia; por eso no entendía semejante comparación. Ahora... Es posible que le dé otra oportunidad pero no estoy dispuesta a prometer nada.
Recuerdo que vi empezar El viaje de Chihiro hace años, cuando me gustaba particularmente quedarme en el sofá hasta las tantas, disfrutando de ser la única despierta en casa. Creo que no hay condiciones mejores para ver una película así: a oscuras, a solas y con el sueño ya cerca. Lamentablemente, tuve que marcharme antes de que terminase por miedo, sinceramente, a quedarme dormida en el sofá. 
El caso es que llevo desde entonces arrastrando esta película, como los restos de un sueño recurrente. Ayer, por fin, pude verla entera. 
Es posible que para disfrutarla haya que verla con ojos de niño (de niño dormido, además). Yo recurrí a aquella primera toma de contacto que, al poco, acabó derivando en mi perenne gusto por los cuentos. Creo sinceramente, y cada día estoy más convencida de ello, que no hay mejor forma que un cuento para contar una historia.
Pero lo bueno de El viaje de Chihiro no es sólo eso, sino que deja claro desde el principio que hay mucho más detrás de la historia que plantea y de las poderosas imágenes que la complementan. Así que, al final, se desarrollan paralelamente El viaje de Chihiro y la historia del propio espectador, única para cada uno, lo cual hace de esta película una maravilla aún mayor: no por ser variable deja de ser universal.

Puesto #119 de las 200 de Cinemanía.

sábado, 31 de agosto de 2013

Mala leche

Mala leche es una película con la que te puedes echar unas risas y ya. No tiene más fondo ni más truco. 
Ojo, eso no es nada malo; ya les gustaría a muchas otras películas poder llegar a algo así. Es que a veces parece que debe haber un fondo ultra trascendental para que una película sea buena o, por el contrario, que una comedia ligera debe ser tan absurda que hasta le falte el argumento. Pues nada de eso, señores. Aquí está Mala leche para demostrarlo. 
Hoy, para variar, os voy a contar de qué va porque me decidí a verla en cuanto lo oí: ese bebé que aparece en el cartel es la reencarnación de un arquitecto muerto de pronto y de mala manera cuando iba a recuperar el proyecto de su vida. Él, Simon, cree que el responsable es Vincent Porell, que resulta ser precisamente el padre de su reencarnación. Os podéis imaginar su reacción: desde el mismo momento de su nuevo nacimiento, Simon hace todo lo posible por desquiciar a su "padre".
Sin embargo, su comienzo no es tan limpio como cabría suponer. La película no olvida la vida pasada de Simon, esto es, a su novia y el amante de ésta, el mejor amigo del propio Simon, por si las cosas no eran ya bastante complicadas. 
No os cuento más, no vaya a ser que os estropee la película. 
Insisto en lo que dije al comienzo del post, pero tampoco quisiera dejar de decir que me reí con Mala leche y que incluso me sorprendió, muy gratamente, además. Podía tener más o menos una idea de qué iba a ocurrir a continuación (y no siempre) aunque nunca fui capaz de imaginar cómo. A mí, personalmente, eso me parece todo un mérito.

viernes, 30 de agosto de 2013

Harry Potter


Literalmente crecí con Harry Potter y, lo que es mejor aún, Harry Potter fue creciendo con mi generación. ¿Os acordáis? Pudimos ver cómo los cuentos de niños se transformaban en algo más grande, revelando lo que desde el principio estuvo detrás de ellos. 
Los detalles que de pequeños tanto nos maravillaron tuvieron siempre una razón de ser, que no se descubrió hasta el ultimísimo momento. Una labor titánica, diría yo, muy digna de la mejor novela de detectives: todo estuvo siempre ahí, delante de nuestras narices; sólo había que atar los cabos. 
Por eso me ha gustado tanto leer los siete libros del tirón, porque por primera vez he podido verlos de forma global, como lo que siempre fueron: una única historia, honda, magistralmente planeada y sin fisuras. 
Pero claro, pasa lo de siempre: es difícil (por no decir imposible) plasmar todos esos elementos en una película (o en ocho). Esta vez, con la lectura tan reciente, he podido darme cuenta de cuánto se quedó fuera, perdido como el espectador que no conociese la historia completa. 
Es cierto, todo sea dicho, que la mayoría de las películas de Harry Potter realmente llegan a funcionar como tales pero, nunca me cansaré de repetirlo, no dejan de ser resúmenes de las novelas. No es de extrañar, pues, que muchas (muchísimas) veces queden tramas incompletas o mal resueltas y, sobre todo, grandes descubrimientos reducidos a meras casualidades. Recuerdo que en Harry Potter y la Orden del Fénix se hacía incluso necesario recurrir a la novela para poder entender lo que ocurría en pantalla. De ahí que la considere el más estrepitoso fracaso de esta franquicia cinematográfica.
Ahora bien, tampoco debería pasar por alto que no son precisamente pocas las veces que se alteran ciertos detalles y se consigue un muy buen resultado que, si bien distinto del original, es muy digno de su premisa. Tengo que reconocer que me costó más o menos seis películas llegar a esta conclusión (o tregua).
Con todo, el recorrido ha sido más que satisfactorio. Así doy por terminado el maratón Harry Potter, que me ha devuelto lugares que creía olvidados y recuerdos que parecían perdidos.

Harry Potter y la piedra filosofal: Puesto #149 de las 200 de Cinemanía.
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte II: Puesto #171 de las 200 de Cinemanía.

jueves, 29 de agosto de 2013

Love Actually

Lo que más me gusta de Love Actually es que en cierto modo constituye una parodia de su propio género pero, y eso es lo más sorprendente, de una forma perfectamente seria. 
La premisa de la que parte esta película es la misma que la de cualquier comedia romántica. Sin embargo, en algún punto imposible de concretar Love Actually se sale de la senda prefijada; a partir de ahí no hay vuelta atrás (por suerte).
Hombre, el hecho de que la película esté compuesta por pequeñas tramas entrelazadas ayuda. Creo que de esta forma se aprovecha lo mejor de un buen relato corto: un único y breve impacto capaz de abarcarlo todo.
Claro que tampoco hay que descuidar el efecto global. No estoy muy segura pero tengo la sensación de que la emoción del final de cada una se condensa, se fusiona y, de esta inspiradora manera, da lugar a un final simplemente grandioso (que no perfecto; otro soplo de aire fresco) en el que todas las emociones acumuladas se desbordan de pronto como una cascada incontrolable.
Y el reparto... Pocas veces se puede ver a tantos grandes actores reunidos. Ya sólo por eso valdría la pena hacerle un buen hueco a esta película.
Antes de irme os dejo con una de mis escenas favoritas; es quizá el mejor ejemplo del sentido paródico del que os hablaba al principio. 


Puesto #148 de las 200 de Cinemanía.

viernes, 23 de agosto de 2013

Carrie

¿Alguna vez os ha pasado que, haciendo zapping sin rumbo fijo, de pronto dais con una película que está empezando? Hay pocas cosas que puedan superar lo grandioso de ese momento. 
El caso, entrando en materia, es que anoche di de bruces con la primerísima escena de Carrie. Fue algo tremendamente curioso, no sólo por lo poco probable que es encontrar una película en estas condiciones, sino porque tenía esa imagen grabada en la mente desde hace años y no supe hasta hace poco que pertenecía a CarrieAsí que por fin pude saciar mi creciente curiosidad y comprobar que esta película tiene aún más escenas memorables. 
Ahora la cuestión es (sobre todo después de contemplar este inquietante cartel) si Carrie da miedo. Estuve mucho tiempo dándole vueltas y, sinceramente, no soy capaz de dar con una respuesta. Está claro que este es un tema muy subjetivo y, además, el cine y el miedo han cambiado desde 1976. Como posible (y muy vaga) medida quizá os sea útil saber que no me considero capaz de ver películas "de miedo" sola y en serio y, sin embargo, no tuve ningún problema viendo Carrie; hasta me gustó, aunque no puedo obviar la inquietud que siento de fondo desde que acabó. Porque ese final... Vaya final.

sábado, 3 de agosto de 2013

50/50

Os pongo en situación: al protagonista de esta película acaban de diagnosticarle cáncer y tiene un 50% de probabilidades de sobrevivir. 
Pero, curiosamente, 50/50 trata de cualquier cosa menos del cáncer mismo. Obviamente, la enfermedad está presente pero no de la forma tan absoluta ni lastimera que abunda en estos casos. 
Es posible que algunos consideren que lo que se hace en 50/50 es frivolizar el tema pero, a mi modo de verlo, lo que se consigue en esta película es ahondar en la persona, no en el enfermo: pone de manifiesto que, a pesar de lo devastador de esta situación, todavía hay más cosas en la vida que merecen atención. 
Puede que suene extraño, pero flota en el ambiente de 50/50 un cierto sentido del humor que lo empapa todo y nunca te deja caer en la lástima ni en la pena, aunque esto no implica que falten los momentos duros: los hay, estad seguros de que los hay.
Pero no os preocupéis: al acabar 50/50 estaréis tranquilos. 

Ahora me ves...

Probablemente el verano es la época más floja en lo que se refiere al cine. En estos meses se aprovecha para lanzar los llamados "blockbusters", que no tienen más objetivo que reventar las taquillas para luego marcharse por donde han venido. Sin embargo, de vez en cuando aparecen algunas cintas capaces de salvar las vacaciones. 
Poco más os puedo decir de Ahora me ves... sin desvelar nada. Porque precisamente ahí está la cuestión: esta es una de esas películas en las que vale más entrar sin saber nada. Sólo así, sin prejuicios, es como podréis acercaros al enigma que la rodea y, con suerte, resolverlo. 
Ahora me ves... es un poco como esas clásicas películas de misterio: te van dejando pistas, pequeñas y fugaces, cuya relación se descubre en el último momento. Y no sobra ninguna, que es lo mejor de todo. No hay una sola nota discordante en este espectacular filme. Ahí es nada.