lunes, 29 de diciembre de 2014

El Hobbit. La batalla de los cinco ejércitos


Aquí estamos, un año más y con el "firme propósito" de releer El hobbit aún por cumplir. Abandonar planes se va a convertir en una tradición más, al paso que voy. Pero, si os digo la verdad, no lo veo como algo negativo ahora mismo. Es cierto que la fidelidad a la novela es una neurosis que vengo arrastrando desde Un viaje inesperado y que se hizo más evidente todavía en mi post sobre La desolación de Smaug. Fue precisamente en aquella entrada cuando un comentario de Nienor (Voces en el Viento) empezó a suavizar el problema, y lo remató otra amiga mía cuando explicó que decidía no leer El hobbit hasta terminar todas las películas para no interferir con su tono.
Qué ciega estuve. Tenía delante unas películas estupendas y me dejé llevar por posibles problemas en la adaptación. Pero no os preocupéis: he tenido mucho tiempo para verlas todas unas cuantas veces y, de hecho, este post llega después de la segunda vez que veo La batalla de los cinco ejércitos.
Doy la neurosis por terminada, que no cunda el pánico: los problemas con esta película fueron otros. Para empezar, problemas con el sonido (que muy amablemente en el cine compensaron con una entrada gratis) y, poco después, la sensación de que todo estaba yendo demasiado rápido. No entraré en detalles para evitar posibles spoilers, así que baste decir que en La batalla de los cinco ejércitos no hay un momento en descanso. Si en las dos películas anteriores se nos daba una especie de prólogo o algunos escenarios que pausaban un poco la acción, La batalla de los cinco ejércitos emerge del cliffhanger que daba fin a La desolación de Smaug y arrasa con todo. No creo que se pueda decir con otras palabras.
Es que ocurren tantas cosas al mismo tiempo que resulta difícil centrarse en una sola línea, no digamos ir procesando toda la información que surge de pronto y se enreda delante de nuestras narices. Por lo menos yo estaba tan apabullada después de esos primeros minutos tan explosivos que tardé bastante en situarme. Todo fue más sencillo la segunda vez que vi la película. La verdad es que en general la disfruté más.
Lo único que me sigue reconcomiendo, aun ahora, es que en La batalla de los cinco ejércitos casi parece desaparecer la Compañía que hemos ido viendo a lo largo de estos años. Salvo Richard Armitage (absolutamente espectacular) y unos pocos más, son muchos los enanos que apenas tienen diálogo en esta película. Será que soy una sentimental, pero es un detalle que me entristece un poco. 
Supongo que, de todas formas, esta no es una sensación que desentone del todo con el final de La batalla de los cinco ejércitos. Y no me refiero al final de la historia (ese es un tema que espero que se solucione en la versión extendida), sino al hecho de que parece que esto se acaba. Aún no me he hecho a la idea y creo que no lo haré nunca; una parte de mí seguirá creyendo que nos llegarán sagas nuevas de la Tierra Media. Mientras tanto, rever y releer es lo único que queda. 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Aranmanoth, de Ana María Matute

Será por tener Olvidado Rey Gudú tan reciente, pero Aranmanoth no me ha impresionado tanto. Es también una historia estupenda, encantadora como la que más, no me entendáis mal. Lo que pasa es que le falta la grandilocuencia de Olvidado Rey Gudú. En fin, aquella era una de esas historias que dan sensación de abismo, de infinito; esas que podrían absorberte como un agujero negro. Aranmanoth está hecha a una escala más pequeña. 
De momento parece una valoración casi negativa y, podéis creerme, soy la más sorprendida ahora mismo. Seguiré diciendo que Aranmanoth me gustó, pero es que al lado de una novela que me impactó tanto como Olvidado Rey Gudú es difícil volver a sonar tan entusiasta. 
Me planteaba cuando terminé Aranmanoth que a lo mejor el problema era haber leído estas dos novelas tan seguidas (asuntos de calendario ajenos a mi control, por otra parte) pero, según avanzo este post, me voy dando cuenta de que la situación no cambiaría nada pasara el tiempo que pasase. Tengo que asumir que hay libros que no se pueden separar de otros y que acababan viviendo en su sombra. Son cosas que pasan. Por lo menos, esa es la sensación que yo he tenido con Aranmanoth: no está en absoluto relacionada con Olvidado Rey Gudú salvo por esa atmósfera a su manera fantástica, y sin embargo aquí estoy, intentando escribir un post sobre Aranmanoth y fracasando miserablemente. 

martes, 23 de diciembre de 2014

¡Rompe Ralph!

Todo el mundo hablaba muy bien de ¡Rompe Ralph!. Tanto que al final era difícil no contagiarse del entusiasmo general. Lo que pasa es que yo me tomo las cosas con calma, ya se sabe, y hasta que no apareció por televisión no me puse a verla. Es una pena que pasase tanto tiempo, la verdad, pero que conste que no estuve precisamente ociosa. 
En fin, que ¡Rompe Ralph! es una película preciosa. Me lo habían dicho ya, lo pregonaba todo el mundo, no paraban de repetirlo, y aun así la realidad todavía les quedaba un poco lejos. 
A lo mejor en este impacto influye que, a pesar de todo, no esperaba tantísimo de esta película. Sí, yo tenía muchas ganas de verla, mucha fe en ella y estaba muy dispuesta pero también me quedé corta. 
Supongo que es porque no siempre las películas que podríamos llamar "preciosas" pasan de ahí. ¡Rompe Ralph!, sin embargo, abre su propia ventanita hacia algo nuevo y único, un espacio en el que un héroe no necesita dejar nada detrás de sí mismo para convertirse en el héroe que quería ser desde el principio.

domingo, 14 de diciembre de 2014

The Fall. El sueño de Alexandria

Y de pronto una nueva película favorita; una de las grandes maravillas de los viernes particularmente agotadores.
Hace tiempo que quería ver The Fall. No sé, me entró por los ojos, como suele decirse, así que cuando por fin la vi estaba muy motivada. Tanto quería que me gustase que llegó un momento en que empecé a preocuparme. Se me pasó por la cabeza que tanta emoción no siempre es buena. En fin, no sería la primera vez que unas expectativas excesivas me juegan una mala pasada, y estoy segura de que no soy la única. Por suerte aquí está The Fall para devolverme la fe en esos primeros instintos. 
Lo que me encanta de esta película es que permite al espectador que se sienta como uno más. Al fin y al cabo, a nosotros también se nos está contando una historia, igual que a Alexandria. Además, Alexandria vive esa historia, se integra en ella, y nosotros no podemos evitar seguirla. Yo desde luego no recuerdo haber vivido una película con tanta angustia como The Fall. Como le pasó a Alexandria, yo también deseaba intervenir porque no podía soportar el rumbo que estaba tomando la historia. Será mejor no entrar en detalles, por si acaso.
En fin, me faltan palabras para explicar lo mucho que me ha gustado The Fall. Por su encanto, por su intensidad, por sus proezas narrativas, por ser un cuento de los de siempre como nunca lo habían vivido. 

jueves, 11 de diciembre de 2014

El truco final (El prestigio)

No sé muy bien por dónde empezar. Es que, como suele ocurrir con las películas de Nolan, el más mínimo desliz podría estropear El truco final para quien no la haya visto todavía. No estoy hablando de spoilers; esto está a otro nivel. En fin, procuraré andar con cuidado.
El truco final me recordó mucho a Memento por la forma de contar la historia. Aunque también es verdad que en Memento simplemente se seguía el camino inverso, desandando la tradición. En El truco final, en cambio, lo que tenemos son una serie de momentos entremezclados, distintas líneas de pasado y presente que se enredan en la trama hasta el último segundo. 
Lo curioso es que nunca llega a resultar difícil de seguir. Bueno, puede que al principio sí, hasta que uno se hace a la dinámica, pero con un poco de atención siempre es posible encontrar pistas visuales para ubicarse en el relato. Nolan es bastante generoso en ese sentido. 
Supongo que la explicación del final no convencerá a todo el mundo. Puede que la película te vaya conduciendo en una dirección opuesta a lo que resulta al final, no lo sé. A mí sí me gustó, aunque a lo mejor es porque sigo sin tener en cuenta esas sutilezas de los géneros.
Igual ya he hablado demasiado. 

lunes, 8 de diciembre de 2014

Olvidado Rey Gudú, de Ana María Matute

Creo que una de las cosas que siempre recordaré de esta novela es lo descolocada que me dejaba a cada momento. Pero, a estas alturas, pasado todo, creo que esa es precisamente una de las mayores virtudes de Olvidado Rey Gudú.
El caso es que al principio te engaña. Parece una genealogía. Una muy extensa, breve donde debe serlo y exhaustiva cuando conviene, pero una genealogía al fin y al cabo. Sin más sorpresas. 
De pronto el tiempo deja de tener interés, y el espacio se convierte también en tema baladí. Y sin embargo la historia nunca deja de tener sentido. Sé que puede sonar extraño y que para creerlo no queda sino leerlo, pero os prometo que es así: llega un momento en que en Olvidado Rey Gudú confluye lo que está ocurriendo en ese momento con lo que ha ocurrido antes y "lo que siempre ocurrirá". Aún no sé muy bien cómo pero al final todo encaja a la perfección.
Ana María Matute consigue crear ese efecto como de mito, de eternidad. Realmente es algo que te acaba superando. Lo único malo es que a veces, por la misma razón, la historia resulta algo distante. Aunque seguimos la vida entera de unos cuantos personajes (y hasta conocemos a varias generaciones de su familia), no son tantos los que llegamos a conocer de verdad, como a personas de carne y hueso. Creo que es porque a veces la historia de Olvidado Rey Gudú se detiene para contarse a sí misma y se convierte en información de segunda mano, por decirlo de alguna manera. Ojo, sigo creyendo que es parte de su encanto, sólo que a veces no resulta tan práctico.