lunes, 28 de noviembre de 2016

Doctor Strange

Como ya comenté en otras ocasiones, en realidad no sé nada sobre super héroes. Desde que empecé a ver este tipo de películas tuve claro que nunca podría ponerme al día con los cómics (no sabría ni por dónde empezar) así que me conformé felizmente con las adaptaciones. Claro, ahora me sacas de los Vengadores y un poco de X-Men y ya no sé qué hacer. 
Ahora bien, el tramo resbaladizo de la cuestión empieza en el momento en que, independientemente de mis lagunas, Doctor Strange es igual que cualquier película sobre el nacimiento del héroe, punto por punto: es un profesional de éxito de moral ambigua y gesto carismático que pasa por una experiencia traumática y, en el fondo de la desesperación, topa con una solución que hasta entonces había despreciado. Dominar sus nuevas habilidades no le lleva más que un par de meses, por supuesto, porque su talento natural no conoce límites. Al final hace cosas de "elegido-portento-heroico" y todos contentos. Y ya.
La base de Doctor Strange me resulta un poco cargante porque, a juzgar por sus personajes, podría haber hecho algo distinto y propio. Después de desarrollar una personalidad tan característica, incluso en un protagonista de rasgos tan sobrexplotados, es una pena que el mayor reclamo de la película sea su estética. 
Esa es otra. Desde un punto de vista estrictamente técnico, Doctor Strange es un ejercicio incuestionable. Lo que no me convence es ese empeño por plantearlo todo como algo extraordinario y ajeno. Se introducen tantas explicaciones que la acción sólo avanza a trompicones, y encima al terminar la película aún quedan preguntas sin respuesta e incluso algunos detalles que parecen contradecirse.
El desenlace de la película me pareció más interesante. A nadie le podría haber sorprendido que el héroe saliese victorioso; lo que me gustó fue ver en su hazaña una manera muy propia de actuar. Ahí sí da la sensación de ser un retrato acabado. 
Por todo esto, me temo que para mí Doctor Strange funciona como mera presentación, apenas una precuela. Tengo ganas de ver cómo evoluciona pero, hoy por hoy, las novedades que ofrece me parecen escasas: he vista tantas veces esta historia que una cara nueva ya no me basta.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Animales fantásticos y dónde encontrarlos

Amar algo a veces es odiarlo también.
Mi "relación" con Animales fantásticos y dónde encontrarlos fue complicada desde el principio. Como cualquier potterhead, había leído este libro en aquellos tiempos en que ni siquiera había terminado de publicarse la saga. Entre libro y libro, teníamos que ir abriendo boca con estas obritas. A Animales fantásticos y dónde encontrarlos no le falta encanto, sobre todo gracias a las notas "manuscritas" de los personajes de siempre, pero no dejemos de tener en cuenta que no es una novela: es un manual escolar, y su naturaleza estuvo clara desde el principio. 
Imaginad oír de pronto que de ahí van a salir, no una, sino cinco películas. Recuerdo la indignación primera, cuando sólo podía pensar en Newt Scamander recorriendo el mundo en busca de criaturas fantásticas, como una suerte de entrenador pokemon. Estoy mayor para estos sustos. 
Por suerte, hasta las franquicias más rentables dan de vez en cuando algunas sorpresas más que agradables. Los últimos tráilers de Animales fantásticos y dónde encontrarlos hablaban por fin de una auténtica trama más allá del manual que ya conocíamos. Ahí me empecé a relajar. Entonces oí la que para mí sigue siendo palabra clave de esta nueva saga: "Grindelwald". Este personaje quedó reducido a cameo en las películas de Harry Potter y, si bien en los libros está bastante claro quién es este mago, ni siquiera ahí terminaba de contarse su historia más allá de algunas referencias, unas más elaboradas que otras. No sabéis las ganas que tenía de ver por fin algo así. Ahí me uní a la euforia generalizada.
Animales fantásticos y dónde encontrarlos aún no profundiza en la historia de Grindelwald pero, de momento, la promesa basta y sobra. Me quedo con que esta nueva entrega cae muy lejos del autoplagio: sin prescindir de las familiares reminiscencias a la saga original, esta película es capaz de aportar una personalidad propia. 
Aunque la persecución de criaturas que me temía sí aparece en esta película, es más que capaz de conducir al meollo de la cuestión: se convierte en la excusa perfecta para introducir ambientes diferentes y nuevos personajes. La variedad asegura el dinamismo que una historia así, tan peligrosamente cerca de lo lineal, podría necesitar. Sin quitarle mérito al encanto personal de este Newt Scamander, creo que esta frescura la logra, en buena medida, el personaje de Jacob Kowalski. Es él, como outsider necesario en estos casos, quien siente todo nuestro asombro. 
Ahora bien, tengo que reconocer que el desenlace de Animales fantásticos es algo escaso. Si a lo largo de toda la película se había hecho un gran hincapié en lo estrictamente personal, en la resolución del conflicto parece imponerse el sentimiento de espectáculo. Me faltó que los personajes experimentasen el mismo choque emocional que nosotros como espectadores. A mí aún me puede la pena pero en pantalla apenas vi reacción.
Con todo, en general estoy muy satisfecha con Animales fantásticos y dónde encontrarlos. Estoy dispuesta a creer que de aquí pueden salir otras cuatro películas estupendas. 

sábado, 26 de noviembre de 2016

La llegada

He tenido que reescribir este post las veces suficientes como para darme cuenta, por fin, de que cualquier gesto mudo sería más elocuente así que, a modo de resumen: La llegada se ha convertido en una de mis películas favoritas, no del año, sino en general. No exagero si os digo que sigo tan en shock como cuando salía del cine. Desde luego, esta no es una película que se acabe en los créditos.
Estuve mucho tiempo esperando La llegada; desde su primer tráiler, creo. Me bastó la combinación "alienígenas" y "lingüística" para marcar el estreno en el calendario. Sin embargo, siempre pensé que se iba a mover en torno a los enfoques clásicos del género. Quizá fue una suerte caer en la tentación de ver algunas reseñas antes de ir al cine porque así, al menos, sabía de antemano que iba a encontrar algo completamente distinto. 
Aquí es donde me quedo sin palabras. Sólo puedo animaros a que vayáis al cine ahora que sigue en cartelera porque no os podéis perder La llegada. Algunas películas hay que experimentarlas así, en completa inmersión. 
Esta historia es mucho más personal de lo que creo que estoy dando a entender. Cuando hablo de "inmersión" no pretendo que os imaginéis explosiones y trepidantes secuencias de acción. Alguna hay, claro, pero ocupan un segundo plano: lo importante en La llegada es el desarrollo del lenguaje como idea, como frontera que se borra con la mano. 
Me estoy mordiendo mucho la lengua porque no querría, bajo ningún concepto, estropearos el gusto del descubrimiento. Sólo me atrevo a decir que aún siento mariposas en el estómago cuando recuerdo de qué forma tan vertiginosa se solapan realidad y lenguaje en La llegada. Ni siquiera el tiempo sobrevive al impacto.
Escribo esto con el mismo temblor que sentí cuando se encendieron las luces en la sala y con los ojos tan abiertos como todas las veces que hablé de La llegada. De un momento a otro se me podría salir el corazón del pecho. Para que os hagáis una idea.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Touch, de Claire North

Después de The First Fifteen Lives of Harry August, ¿cómo no iba a seguir leyendo a Claire North? Imaginadme suspirando amorosamente. 
Ahora bien, tengo que reconocer desde un principio que Touch no me gustó tanto como The First Fifteen Lives of Harry August. No por nada, como suele decirse, sino porque sigue la misma pauta que aquella primera novela: la voz de Touch es tan parecida que la frescura del primer contacto se pierde. Eso no significa, sin embargo, que Touch deje de tener su propio interés. 
Claire North vuelve a sustentar la novela sobre el rasgo más peculiar de su protagonista, en este caso, que se trata de una entidad sin cuerpo. Igual que en The First Fifteen Lives of Harry August, la idea no es exactamente nueva pero Claire North la lleva hasta el último extremo, con el riguroso método que la caracteriza. Aunque es la segunda vez que veo cómo lo hace, sigue sorprendiéndome lo bien pensado que está todo, lo lógico que puede resultar sin dejar de ser "ciencia ficción". Sólo un detalle para intentar explicarlo: el protagonista de la historia no es el único de su especie, ni mucho menos, así que hay ocasión de ver relaciones entre este tipo de criaturas, así como el delicado sistema inmobiliario que acaban creando. No voy a negar que es escalofriante a ratos pero está tan bien diseñado...
Lo único que no me terminó de convencer de Touch fue su villano, precisamente porque es sólo eso: un villano. Aunque las comparaciones son odiosas, tengo que remitirme una vez más a The First Fifteen Lives of Harry August: el antagonista de entonces tenía unos motivos claros y firmes para hacer lo que hacía así que se podía llegar a empatizar con él. Ese sí es un conflicto jugoso. En Touch, sin embargo, se intuye algún tipo de trastorno mental y ya: como el foco de atención nunca se acerca a la psicología de este personaje, sus acciones parecen gratuitas. En algún punto sus impulsos más primarios tocan con los del protagonista y se forma una especie de espejo entre ambos pero, con todo, creo que habría sido necesaria una vueltina más.

Parece que Touch aún no se ha traducido al castellano. Supongo que Las primeras quince vidas de Harry August estará teniendo una acogida lo bastante interesante como para que sigan traduciendo a Claire North pero esto no son más que especulaciones, no me hagáis ningún caso. Si me entero de algo os aviso.

Kokoro, de Natsume Sōseki

Me encanta decir que "procuro leer de todo", pero la verdad es que tengo abandonadísimos los clásicos; por mucho que me apasione la contemporánea, no debería marcarme unos límites tan estrechos. Para ir poniéndole remedio, por fin me uní al Club Pickwick. Fijaos si llevo retraso con el blog que Kokoro fue la lectura de septiembre. Pero eso mejor lo dejamos a un lado. 
Os pongo en situación: no conozco especialmente la literatura de principios de siglo, menos aún la literatura japonesa de esa época. En cierto modo sentí Kokoro como una caída libre. Sin paracaídas. 
El caso es que Kokoro empieza muy suave. Es el protagonista, un joven estudiante, quien narra la historia así que el libro se desarrolla de una manera muy natural, bastante espontánea; tiene la familiaridad de las anécdotas propias. Recuerdo que hablaba con una amiga que también lo estaba leyendo y las dos nos sorprendíamos de lo fluida que resultaba la lectura. Hasta ahí todo muy bien.
Sin embargo, algo me resquemó durante toda la novela, incluso entonces. Kokoro es una obra muy introspectiva así que la vida interior de los personajes y sus reflexiones tienen mucho más peso que sus acciones. Disfruto mucho ese tipo de lecturas pero, cuando una novela se sustenta sobre el sentimiento, la escritura debe hacerte sentir algo. ¿De qué sirve que el personaje te cuente todos sus dilemas? ¿Dónde está la duda, dónde está el caos? Es un desarrollo que a mí se me hace frío y desapasionado.
Cuando terminé Kokoro tenía una visión bastante clara de los protagonistas y sus circunstancias porque había leído unas 300 páginas de explicaciones, y ese es el punto que me incomoda: la duda racionalizada da una visión privilegiada de la psicología de un personaje, pero mantiene al lector siempre lejos de la obra. Yo quiero viajar también, no ver el foto-reportaje después. 

viernes, 18 de noviembre de 2016

El origen de los guardianes

Hay que ver lo que da de sí un viaje en autobús. 
Veo que suena como a justificación, aunque nunca tuve ningún problema en reconocer que sigo disfrutando del cine de animación. 
"Sigo", como si fuese una fase. La verdad es que cuanto más lo pienso menos claro lo tengo (como todo, en realidad). 
Es evidente que algunas películas "resisten mejor el paso del tiempo" que otras. El origen de los guardianes parte con una ligera desventaja en ese sentido porque se sustenta sobre una fe que sí desaparece con la edad. Me puede parecer interesantísima la adaptación del mito que aparece en El origen de los guardianes pero ya no le puedo dar a la idea el mismo alcance que cuando era pequeña. Aunque me guste poco, voy a tener que ir tragando eso de que hay un momento para cada cosa...
Con todo, creo que es de valorar el esfuerzo que hace esta película por darle dimensión a las clásicas historias de siempre. Los grandes enfrentamientos de El origen de los guardianes pueden ser interpretados en una clave poderosamente actual porque tratan, a fin de cuentas, conflictos muy cercanos a la esencia del ser humano: la identidad, el miedo, la esperanza... Para eso no hay fases. 
Es una pena que el desenlace de la película no acabe de aprovechar este particular giro; al final cae en un heroísmo más simplón. Me resisto a decir "infantil" porque no creo que los niños sean incapaces de entender ideas más profundas. Creo que fue Roald Dahl quien dijo que a los niños había que tratarlos con respeto, no como un público menos desarrollado. Por eso sus historias aún pueden removernos de adultos, porque siempre tuvieron hondura suficiente para trascender el momento. 

jueves, 17 de noviembre de 2016

Stranger Things (T1)

A partir de un determinado momento, ver Stranger Things casi parecía una obligación. Y yo encantada porque siempre me recordó un montón a Super 8. Aprovecho para advertir que quizá ese no es el mejor camino para adentrarse en esta serie: aunque sus protagonistas son sobre todo niños y adolescentes, el tono es muchísimo más oscuro. 
Está claro que Stranger Things aprovecha aquella oleada de nostalgia de Super 8 y el eterno encanto del cine de los ochenta pero no está aquí para ser una más: Stranger Things desarrolla ya en esta primera temporada una personalidad única que la diferencia de cualquier historia similar. 
No deja de ser curioso, porque en el fondo Stranger Things es la suma de una serie de historias de sobra conocidas: la desaparición de un niño, los experimentos secretos de un laboratorio, un primer amor... Precisamente la confluencia de tópicos provoca el giro distintivo y sorprendente de Stranger Things
Digo "sorprendente" y a lo mejor es sólo que yo vivo en la inopia. Bueno, quizá es más adecuado decir que me quedo tan atrapada en el momento que sólo puedo negar que eso tan terrible que parece que va a ocurrir acabará pasando. Por supuesto, esto es gracias a un cuidado desarrollo de personajes. Si Stranger Things no tuviese unos protagonistas tan humanos e interesantes, uno no podría implicarse de esa forma en la trama: la historia no puede ser la de siempre porque ellos no lo son.
Me quedé muy a gusto con el final de la temporada, aunque agradezco infinitamente que ahora mismo se esté rodando la segunda. Que la historia tenga ahora mismo su propia conclusión no significa que no esté desesperada por saber algo más. Yo también soy humana, oye.

The Imitation Game

Oye, en serio, ¿veo muchos biopics o es cosa mía? Es que parece que no veo otra cosa desde que confesé que les tengo manía. 
No sé si lo dije en su momento, pero de este tipo de películas me revienta que, cuando realmente tocan la verdad en que se basan, dan muchas cosas por sentadas o bien obvian ciertos detalles incómodos (muchas veces de sobra conocidos). El resultado final es una verdad a medias y, sobre todo, una historia con lagunas. The Imitation Game, sin embargo, consigue bastante autonomía. 
No se trata de que lo histórico pase a un segundo plano, sino de que la realidad no interfiera con la ficción, y viceversa. Aquí habla el desencanto, claro; hace mucho que renuncié a que un biopic fuese completamente sincero así que sólo pido que, al menos, la historia esté bien contada. 
En ese sentido, me pareció muy interesante que The Imitation Game empezase con un flashback. Sé que ese no es un recurso novedoso, menos aún en una historia como esta, pero se introduce de una manera tan descaradamente peliculera que sólo me queda adorarlo. Creo que merece la pena contarlo porque enlaza dos momentos muy importantes en la vida de Alan Turing: la gran proeza por la que hoy lo conocemos y las acusaciones de homosexualidad que aceleraron su muerte. Recordemos que por aquel entonces la homosexualidad se consideraba una enfermedad, casi un delito, y por ello muchos como Turing se vieron sometidos a despiadados tratamientos "para suprimir sus deseos antinaturales".
Estos dos acontecimientos funcionan como los grandes pilares del Alan Turing que aparece en The Imitation Game; de esta forma se concilia el relato de su trabajo con el de su vida personal. La agilidad de la película se debe, precisamente, a que intercala fragmentos de tres épocas diferentes: el presente del que se parte al comienzo, el trabajo de Turing durante la Segunda Guerra Mundial, y la infancia del propio Turing. 
Esto es lo que más aprecio de The Imitation Game: no llega a ser invasiva ni morbosa, pero tampoco deja de contar lo que merece ser contado, y además sabe muy bien cómo hacerlo.

sábado, 12 de noviembre de 2016

12 años de esclavitud

No conozco la historia de Solomon Northup así que no me es posible saber hasta qué punto 12 años de esclavitud es fiel a la realidad. Parto de la base de que, en tanto que biopic, esta película se toma algunas "licencias" pero, manías aparte, se impone el hecho de que este tipo de cosas pasaron de verdad. Puede que cambien los detalles pero eso, si queréis, es lo de menos. Me quedo con el que seguramente es uno de los mayores logros de 12 años de esclavitud: no deja espacio para disquisiciones sobre lo que será ficción y lo que no porque pesa una verdad más profunda que los detalles. 
Esta película es un trabajo absolutamente impecable en todos los sentidos y, sin embargo, tengo que reconocer que no me causó el hondo impacto que esperaba. No creo que sea una cuestión de expectativas porque esta película es tan buena como me habían dicho que era, si no mejor. 
Creo que el "problema" es que tengo en mente el eco de El color púrpura, aunque han pasado muchos años desde que la vi. Guardo de ella una profunda impresión pero, a la vista está, no un recuerdo demasiado nítido; no creo que la temática tenga tanto que ver con 12 años de esclavitud. Y aun así no soy capaz de verme igual de implicada ahora que entonces, no sé por qué. 
Me preocupa un poco que la concienciación se haya convertido en espectáculo, como si para entender que el racismo es malo y que por él se han cometido auténticas atrocidades necesitásemos que nos contasen una historia nueva, original, llamativa. Dice mucho (nada bueno) de nosotros. 

Morgan

Yo no suelo ver este tipo de películas porque soy una cagada, no por otra cosa. El tráiler de Morgan me dio miedo pero, al mismo tiempo, tenía la sensación de que en esta película podía encontrar algo interesante.
Para empezar, con Morgan descubrí que confundo el género de "terror" con el de "suspense". Aviso para que no os fiéis nunca de mis suposiciones en estos asuntos, ni en el caso de Morgan ni en ningún otro.
Lo que me preocupa ahora es que, como nunca vi películas de este estilo, no sé hasta qué punto Morgan es típica y dónde empieza a aportar algo propio, si en verdad lo hace. Mi única guía es la cultura popular, y eso funciona hasta donde funciona. Sé que la premisa de Morgan no es nada especialmente nuevo porque ya en el tráiler me sonaba aquello de "criatura se vuelve demasiado poderosa y sus creadores no pueden controlarla" pero, ya en la película, me pilló totalmente desprevenida poder empatizar con la criatura en cuestión, una niña llamada Morgan. Justo ahí debe de estar la clave: Morgan es retratada como una niña que ha cometido un error, como todos, como cualquier niño. Ella, que empieza siendo el problema, se acaba convirtiendo en lo único defendible de la historia. 
El recorrido de su antagonista, por otra parte, no tiene menos interés. Aquí debo andar con pies de plomo porque un paso en falso me lanzaría de cabeza a un spoiler hasta cruel. Sólo diré que Morgan va dejando pistas hacia el descubrimiento desde el mismo principio de la película, al estilo de un juego de detectives. Se podía adivinar pero tengo la sensación de que todo estaba preparado con ese propósito; Morgan está hecha con el suficiente mimo como para creerlo.

jueves, 10 de noviembre de 2016

El diario de Bridget Jones

Soy consciente de que llego tardísimo al fenómeno Bridget Jones. Y mira que hace años que me recomiendan esta película. Reconozco que, aparte del hecho de que soy un desastre para todo, me dejé llevar por los prejuicios y repetí una y mil veces que este tipo de comedia romántica no es para mí.  "Este tipo", como si Tienes un e-mail y Cuando Harry encontró a Sally, por decir sólo dos, no fuesen comedias románticas de manual y no las hubiese disfrutado. 
En mi defensa sólo puedo decir que creía que El diario de Bridget Jones era una larga lamentación sobre la soltería. Es verdad que parte de ahí pero, más pronto de lo que esperaba, la protagonista da un giro hacia sí misma y antepone el crecimiento personal a la supuesta necesidad de tener pareja. Ahí es, para mí, donde la cosa se empieza a poner interesante. Vamos, que las comedias románticas me llaman la atención precisamente cuando el romance pasa a un segundo plano. Qué le vamos a hacer. 
A estas alturas no creo que sea un spoiler para nadie decir que Bridget consigue el final de cuento que anhelaba al principio de la película. Sin embargo, lo más valioso es que llega a él en unas circunstancias completamente diferentes sin dejar de ser ella misma. Pocas veces aparecen en el cine personajes tan coherentes y tan redondos como Bridget Jones. Lo que pasa a un segundo plano en El diario de Bridget Jones no es el romance, sino la anécdota en general: Bridget podría protagonizar cualquier tipo de historia y siempre lograría hacerla suya. Su voz, su personalidad, su irreverencia es su auténtica marca. 

Maldita tesis, de Tiphaine Rivière

Casi me parecía demasiado masoquista echarle el ojo a Maldita tesis nada más entregar el tfm pero parece que la salida del mundo académico me sentó mucho peor de lo que jamás habría imaginado. 
Este es tiempo de incertidumbre, no puedo decirlo de otra manera. Como no tengo ni idea de cuánto me va a durar (bastante optimista me parece suponer que se acabará algún día) y tampoco es realmente importante para el post, mejor nos centramos en Maldita tesis.
Es verdad que empecé este cómic arrastrando el miedo del que os estoy hablando pero enseguida la protagonista, Jeanne, lo eclipsó. Será porque Rivière vivió una experiencia parecida y, de hecho, hay bastante de autobiográfico en esta historia. Lo que me encantó es que fuese capaz de transmitirlo de una manera tan limpia, divertida, honesta y realista. Como dato curioso, es la primera vez que un personaje de ficción plantea un trabajo de investigación como yo misma los imagino cuando los hago. En realidad no es un dato importante; lo comparto porque me encantó verlo.
Hay muchos detalles en Maldita tesis que entroncan con la experiencia de cualquier estudiante pero, si tengo que señalar algo como su punto fuerte, me decanto por la visión menos romántica de lo que debe de ser (imagino) una tesis doctoral. Aunque nunca hay duda de que Jeanne disfruta con su trabajo, Maldita tesis no omite lo amargo de la investigación. Esta historia dice adiós a las falsas promesas y, en su lugar, acoge la realidad más cruda, con todos sus sinsabores. No sé si es irónico o no, pero eso es lo que más me tranquilizó.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff

Recomendé este libro nada más terminarlo. No me preocupé por la hora ni por si mi pobre víctima tenía el móvil encendido y a todo volumen. La parte de mí que se lanzó a recomendar debió considerar que cualquier momento es bueno si el libro merece la pena. 
84, Charing Cross Road es una recopilación de cartas entre la escritora americana Helene Hanff y Frank Doel, de la librería londinense Marks & Co. Su correspondencia, que empezó con una mera compra casi a la desesperada, fue evolucionando hacia una sincera amistad a lo largo de las siguientes décadas. Fue una maravilla leer algo así. 
Tengo claro que me encantó 84, Charing Cross Road pero estoy teniendo auténticos problemas para explicar por qué en este post. Me dije a mí misma en su momento que me había fascinado lo genuino de Helene y Frank, como si alguien los hubiese construido y su voz fuese prestada. Quizá estoy demasiado acostumbrada a leer novela y esta es una señal de que debería ampliar mis horizontes. 
Sin embargo, no creo que sea la novedad lo que hace de 84, Charing Cross Road una lectura tan especial. Independientemente de mi experiencia limitada, Helene Hanff tenía una voz personalísima y de vibrante expresividad, y nadie en esta colección se le queda atrás. Parece que leer demasiada ficción me llevó a pensar que en la realidad no había textos así ni personas como estas. No es la primera vez que un libro me hace sentir tan acompañada pero entonces tenía la certeza de que todo era, básicamente, una mentira. A lo mejor era cierto aquello de que la realidad supera a la ficción.