Hace ya bastante tiempo, casi en los albores de este blog (así que no me juzguéis), os hablaba de las dos primeras partes de la serie Los Hijos de la Tierra, de Jean M. Auel: El clan del oso cavernario y El valle de los caballos.
Baste decir, para ir entrando en materia, que El clan del oso cavernario me gustó mucho; El valle de los caballos, no tanto, así que la emoción por estos libros se fue enfriando. De hecho, ni siquiera leí el tercer libro todavía. El caso es que me enteré el otro día de que habían adaptado la primera al cine y me picó la curiosidad.
Es cierto que hace más de dos años que leí El clan del oso cavernario pero aún tengo una idea bastante clara de lo que ocurría. Desde luego recuerdo el efecto que me iba produciendo la lectura y la gran emoción del final, cuando no me quería creer lo que leía aunque ahí estaba, impasible, rotundo.
Todo eso se debe en buena medida a su protagonista, Ayla, un personaje que se configura con las novelas, una niña a la que vemos crecer y aprender y superar obstáculos. Un lector puede llegar a conocerla y hasta a cogerle cariño. El problema es: ¿cómo se puede trasladar una relación así al cine? Personalmente, dudo que algo así se pueda lograr. Algunas películas se acercan mucho, no digo que no, pero no creo que consigan reproducir la intensidad de la literatura.
En esta línea se mueve mi gran problema con esta película: la encuentro fría y desapasionada, más preocupada por producir un documental que por contar una historia, que de eso va el asunto.
A lo mejor uno de sus grandes errores (aunque repito que esta es una valoración completamente subjetiva) es precisamente intentar ser más fieles a la Historia que a la historia, es decir, al relato: los personajes que en la novela se adaptan a un habla que podemos comprender, que se traducen, son alejados del espectador en la película porque su lenguaje, aunque comprensible en lo esencial, nos resulta opaco. Entiendo la intención, de verdad que la entiendo, y hasta la valoro, pero no me gusta. Creo que se ha perdido mucho y no se ha sabido compensar del todo. A lo mejor influye que no me gustan las voces en off, todo hay que reconocerlo. Es que no me gusta que sea alguien ajeno a la historia el que me tenga que ir guiando: para mí una película debe desarrollarse por sí misma, trabajar con sus propios recursos.
Ahora bien, dejando al margen estas cuestiones, que no dejan de ser una pura opinión personal, hay algo que me tiene un poco alerta. Yo juraría que no se daba en la novela la visión legendaria que intentan colar en esta película. Yo diría que Ayla no era la heroína estoica y tempranamente sabia que aparece con los títulos de crédito. Pero claro, cuando te desvinculan de un personaje, es normal que estas cosas ocurran. Por eso muchas veces las "películas de personaje" desmerecen sus orígenes literarios.
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