lunes, 12 de junio de 2017

El círculo

Nunca entenderé cómo ni por qué internet se ha convertido en el nuevo super villano de moda. No deja de ser una herramienta como cualquier otra: se le puede dar un uso terrible, sí, pero no por ello han de obviarse sus grandes ventajas.
El círculo me hizo pensar en todo esto, no porque abra una nueva puerta en el debate, sino porque parece recorrer todo el desarrollo de la discusión de siempre: empieza como la gran utopía de la información y la inmediatez y, estirando el concepto de transparencia, acaba corrompiéndolo sin remedio. 
A partir de este punto me va a resultar un poco complicado hablar de mis problemas con El círculo sin entrar en spoilers.
Para empezar, no entiendo la razón de ser de la protagonista. Sé que en este tipo de historias es necesario un observador ajeno para que el espectador pueda ir entrando en el nuevo sistema, pero me pregunto si en un caso como este no habría sido más interesante adoptar la perspectiva del creador de la red que se maneja en El círculo: es el personaje de John Boyega quien vive en primera persona la caída que siempre se sugiere cuando se habla de internet; el de Emma Watson, en cambio, se mantiene como consumidora, consciente de lo que ocurre y cómo sólo hasta cierto punto.
En otras circunstancias podría conceder que se tratase de una manía personal (porque tampoco a la toma de conciencia de la protagonista le falta interés), pero no en El círculo: la historia opta en el último segundo por una especie de término medio que a lo largo de la película parecía imposible y, lo que es peor, anuncia ese nuevo estado de las cosas sin explicar cómo se ha llegado ahí: si el conflicto se resuelve recuperando un sistema corrupto, lo suyo será explicar cómo se hace.
Tendré que echarle un ojo a la novela de Dave Eggers; podría ser todo una cuestión de adaptación.

domingo, 11 de junio de 2017

Las chicas Gilmore (T3)


Sí, es la imagen más tópica que podría escoger, no tengo excusa. La tercera temporada de Las chicas Gilmore tiene sensación de cierre, y no hay nada que pueda hacer para obviarlo.
Sin embargo, bien parece que la serie misma se resiste a asimilar el cambio: fijaos de qué manera se prolonga la tradicional cena de los viernes en casa de los Gilmore. Supongo que la intención era establecer una especie de paralelismo entre Lorelai y Rory, o quizás hacer que la hija recogiese el testigo (por no decir la deuda) de su madre. A mí no me termina de convencer, si os digo la verdad, no tanto por el detalle en sí sino por la manera tan desesperada y casi chapucera con que se aferra al pasado: después de todo este tiempo estaba tan claro que Rory disfrutaba esas cenas que convertirlas en un nuevo pago resulta gratuito.
Pero me estoy dejando llevar por mis neurosis; en realidad lo que más me resquemó de esta temporada fue la relación entre Rory y Jess. Tengo una relación de amor-odio con el personaje de Jess: su historia me parece tremendamente interesante, un (agradecido) paso más allá del típico "chico malo"; y los momentos más entrañables con Luke surgen con tanta naturalidad que resulta imposible no tenerlos en cuenta. El problema es que la mayor parte del tiempo Jess se comporta como el "chico malo" de manual, y eso me crispa bastante. Menos mal que Rory no se deja llevar por gilipolleces. 
Estoy avanzando muy tranquilamente por esta serie para no ser yo una forofa de los dramas y romances. 

lunes, 22 de mayo de 2017

La gran belleza

Hace no mucho se me veía comentar que no soy ninguna esteta. Y sin embargo aquí estoy: rendida como todos ante La gran belleza.
Esta fue la insistente recomendación de una amiga (préstamo incluido), que además tuvo el buen instinto de no explicarme de qué iba. Ella tiene buena mano para las sinopsis, pero quizá esta sea la mejor manera de acercarse a La gran belleza: sin palabras. 
Aunque mi primer impulso siempre es describir La gran belleza como una película para recrear la vista, creo que eso no le hace ninguna justicia: la estética de La gran belleza tiene sentido siempre y cuando se le dé un significado último; de otra forma no sería más que un espectáculo de fuegos artificiales. 
Me pregunto si no estaré cayendo en el más profundo snobismo con comentarios como ese. Quiero decir: ¿tan malo sería que una película se basase en la imagen? Al fin y al cabo ese es su medio ¿no? No me lo tengáis demasiado en cuenta: soy una persona de palabras, como quien dice, y hay poco que pueda hacer para remediarlo. A estas alturas lo único que sé a ciencia cierta es que para mí fue tan importante el debate post película como la película en sí; en mi caso fue eso lo que completó la experiencia de La gran belleza
Creo que voy a seguir el ejemplo de mi amiga y parar el post aquí. Vuestros coloquios, si los necesitáis, deben ser vuestros. 

miércoles, 17 de mayo de 2017

Mr. Fox, de Helen Oyeyemi

Mr. Fox empieza como la historia de Mary Foxe, una musa que se venga de su autor, el señor Fox, por ser tan cruel y despiadado con sus personajes femeninos. ¿Hacía falta algo más para zambullirme en esta novela? No, realmente no. 
Sin embargo, es posible que estuviese demasiado inmersa en esta idea como para disfrutar lo que Mr. Fox es en realidad: una colección de cuentos. Y son unos cuentos maravillosos, quiero dejar eso claro. Tienen ese levísimo toque de fantasía que adoro (aunque no lo sabía hasta ahora), y un encanto personal que jamás podré olvidar. Todavía se ve algo de la lucha entre personaje y autor que comentaba al principio, pero sólo si se observa con mucha atención. 
Y volvemos a mi dilema: ¿me quedo con unos relatos fantásticos y olvido la primera idea, o realmente estoy en lo cierto si digo que el relato marco de Mr. Fox no está bien rematado? A mí me sigue sonando raro, por más vueltas que le doy, pero es que no encuentro resuelto aquel conflicto original. Aunque me encantó que Daphne se desarrollase como algo más que "la mujer del escritor", no dejo de pensar que la línea que se abrió con ella no acabó de cuajar en el conjunto porque, a la hora de la verdad, las que evolucionan son ella y Mary, no el señor Fox. Quizás en un sentido metaliterario este es el mejor giro posible pero, no sé, sigue sin parecerme el empate que Mary merecía. Claro que siempre estuve de su parte; el señor Fox nunca tuvo la más mínima oportunidad.

Necesito tanto comentar Mr. Fox con alguien más que verla traducida me emociona profundamente. 

sábado, 13 de mayo de 2017

Balada de Caín, de Manuel Vicent

A lo mejor estoy un poco gruñona con Balada de Caín porque es un libro que tenía metido entre ceja y ceja desde que era pequeña y cogía lo primero que pillaba y me sentaba ahí mismo a leer un poco, aunque sólo fuese el principio (y mis pobres padres intentando pasar por encima). 
Balada de Caín tiene un comienzo precioso, tal como recordaba. Y un desarrollo precioso. Y un final, a su manera, precioso también. Lo que pasa es que, a lo mejor, las cosas así de preciosas ya no me encajan. Quién me iba a decir a mí que con el paso del tiempo mi ya de por sí escaso sentido de la estética se iría atrofiando más todavía. 
En fin, yo sólo sé que me faltaba historia en Balada de Caín. Anécdota, si queréis. Pero, sobre todo, eché de menos un desarrollo de personajes más profundo: me importa poco que la acción no sea precisamente trepidante si tengo la oportunidad de ver el mundo a través de los ojos de un personaje interesante. 
Ya no sabría decir en qué hace énfasis Balada de Caín, pero tengo claro que no es en eso. Diría que el conjunto se parece más a una especie de síndrome de Stendhal. Vicent se centra tanto en la imagen que todo lo demás acaba en un segundo plano, incluido Caín: la novela se va construyendo sobre el momento en que Caín se convierte en Caín pero cuando llega es apenas un accidente. ¿De qué sirve recrearse en tanta pintura si al final sólo se usa un color?

jueves, 4 de mayo de 2017

Legión (T1)

Estaba tan eufórica por el estreno de Legión que hasta leí un artículo sobre el tema en Quinta Temporada. Y mirad que yo soy muy mía para estas cosas, que intento proteger las primeras impresiones como si fuesen de cristal. Pero, no sé, había algo en Legión que me atraía como un imán. 
Al final, leer ese artículo fue lo mejor que me pudo pasar. No sólo prescinde de spoilers (que es uno de mis mayores miedos), sino que da la idea clave para ver Legión: la subjetividad. 
En el fondo esta temporada no deja de ser la clásica historia del nacimiento de un héroe pero, si algo la hace única y personal, es precisamente que se rige por la perspectiva de su protagonista: lo que David ve es justo lo que Legión nos da. 
A cambio de una división firme entre realidad y sueño, Legión ofrece una de las estéticas más cuidadas que he visto en muchísimo tiempo. Estoy lejos de ser una entendida, pero tengo la sensación de que no hay nada al azar en esta serie: el color, las luces, el vestuario de aire anacrónico, la música... Legión es sencillamente deslumbrante. Casi me daba miedo parpadear mientras la veía, porque hasta el más nimio detalle podía acabar siendo crucial.
Si le tengo que poner una pega, por poner una, diría que en un par de capítulos (2 y 3, si no recuerdo mal) la acción se detiene demasiado. Entiendo que había mucho que explicar pero, personalmente, soy más partidaria de aclaraciones breves y espaciadas; creo que el ritmo general no se resiente tanto. Ojo, de ninguna manera esto quiere decir que Legión deje de ser interesante: nada de lo que se cuenta es gratuito. De todas formas, si lo peor que se puede decir de una serie es esto, es que estamos ante algo de calidad. 
Cuando lleguéis al final de la temporada, esperad a que acaben los créditos: hay una pequeña escena que, aunque duele como una patada en el estómago, es necesaria para la segunda temporada. Se estrenará, por cierto, en 2018. Intentad sufrir la espera en compañía.

domingo, 30 de abril de 2017

The Sudden Appearance of Hope, de Claire North

No sabéis cuánto lamento decir que The Sudden Appearance of Hope, con la pinta tan interesante que tiene, no me ha impactado ni la décima parte que The First Fifteen Lives of Harry August. Incluso Touch, con todas las pegas que aún le pondría, me pareció más redonda como novela. Es posible que yo misma, al espaciar tan poco estos libros, haya acabado quemando el fenómeno. Me acongoja pensar que podría llegar el día en que Claire North deje de emocionarme.
Es que, duele decirlo, pero The Sudden Appearance of Hope sigue exactamente la misma estructura que las otras obras de Claire North. Algo pasa cuando el lector puede saber si aún es demasiado pronto para el Giro Argumental o si ya toca que el falso amigo se revele como lo que realmente es. Es una auténtica pena acabar con el suspense de esa manera. 
Eso sí, hay que reconocer que los personajes de The Sudden Appearance of Hope están mejor dibujados que los de Touch. Si en su momento dije que el antagonista de Touch parecía bastante gratuito, en The Sudden Appearance of Hope se ofrece un clarísimo y detallado recorrido por todo su desarrollo. Lo que más me fascina de este personaje es que nunca abandona el idealismo como marca de su identidad, incluso cuando es consciente de que lo que hace es horrible. De hecho, siempre que pienso en esta novela vuelvo a este personaje, no a Hope, la protagonista. Con lo convencional que soy yo para estas cosas... 
No me entendáis mal: Hope es tremendamente interesante también, pero se define por su papel como espectadora. Su particularidad es que todo el mundo la olvida en cuanto la pierden de vista, de modo que no es capaz de establecer relaciones significativas con nadie: a todos los ve y los juzga desde fuera. Por tanto, el lugar de Hope en su historia se basa en el pensamiento más que en la acción.
Ahora bien, no creo que sea esta la causa del ritmo tan irregular de The Sudden Appearance of Hope. Que Hope sea un personaje profundamente introspectivo no tiene nada que ver con que la secuencia investigación-persecución-confrontación se repita a lo largo de toda la novela. Llega un punto en que algo sabe a final aunque en realidad no lo es y, lo que es peor, el auténtico desenlace no tiene el impacto que debiera porque el lector ya se ha despedido emocionalmente de la historia. 
Es una lástima porque el concepto era apasionante, como siempre en las novelas de Claire North. En este caso, además, la historia parte de algo tan cercano y tan cotidiano como las redes sociales. Puede que el resultado final no sea el mejor, pero no puedo dejar de decir que The Sudden Appearance of Hope dibuja un genial retrato de la vida en pleno auge de internet, y lo hace sin caricaturas condescendientes ni acusaciones obtusas. Sólo por eso ya merece la pena darle una oportunidad a esta novela. 

jueves, 27 de abril de 2017

Cuento español contemporáneo

Creo que nunca hasta Cuento español contemporáneo había leído una antología como debe leerse. Toda una vida me ha costado asimilar que el universo de un cuento acaba cuando acaba, y que seguir pasando páginas no lo traerá de vuelta.
Ahora mismo mi reto es otro: ¿cómo se habla de una antología en un post único? No parece lógico hablar de cada cuento; no podrían tener menos que ver unos con otros. Encima Cuento español contemporáneo no pretende formar un grupo de ningún tipo; si acaso, su tono se acerca más a la llamada de atención: intenta que se reconozca la trayectoria de la narrativa breve en España, aunque nunca se acercase a la envergadura de la tradición cuentística hispanoamericana. 
Cada relato de Cuento español contemporáneo va precedido por un pequeño texto en el que cada autor comparte su visión sobre el género y, a veces, sobre su situación y futuro. Ese es el detalle que más valoro de Cuento español contemporáneo como edición. De otra forma, el prólogo es simplemente pasable: muy general para ser académico, muy académico para ser divulgativo. Las biografías de los autores tampoco aportan gran cosa, en mi opinión. ¿De qué sirven esos datos si, a la hora de la verdad, no se les da ningún significado?
Y ahora, por fin, los cuentos. Ay los cuentos... Era imposible que me gustasen todos, aunque sólo sea por una cuestión de estadística, pero nunca imaginé que tantos me fuesen a impactar de esta manera. Sólo por mencionar algunos: "En busca de un retrato", de Paloma Díaz Mas, habla con tanto amor que casi se puede tocar; "Tres documentos sobre la locura de J. L. B.", de José María Merino, le dio la vuelta al mundo que conozco; "Entonces empezó a olvidar", de Marina Mayoral, es todo lo que siempre quise escribir; y "Orquesta de verano", de Esther Tusquets, me rompió el corazón en mil pedazos. 

miércoles, 19 de abril de 2017

Las chicas Gilmore (T2)


Me gustaba la idea de hacer una pequeña actualización sobre mi progreso con Las chicas Gilmore pero en realidad, es justo decirlo, esta segunda temporada no es muy distinta de la primera. Se lo oigo comentar a mucha gente: Las chicas Gilmore no cambia realmente hasta que Rory termina el instituto. Hoy por hoy (sin darme cuenta estoy acabando ya la tercera temporada) coincido plenamente; veremos qué pasa en adelante. 
Sólo hay un detalle que sí merecería la pena comentar. Me temo que no puedo hacerlo sin entrar en spoilers así que, si alguien quiere evitarlos, este es el momento para cerrar la página. 
Siempre consideré que Lorelai era un poco más protagonista que Rory, no sé muy bien por qué. Sin embargo, comparando estas temporadas, parece que en realidad todo giró siempre en torno a Rory. No discuto que seguramente soy la última en enterarme, pero nunca negué que a todo voy a mi ritmo. El caso, volviendo al asunto, es que es la vida amorosa de Rory lo que va marcando la serie, y sólo ahora me doy cuenta de hasta qué punto: si la primera temporada ocupa todas las fases de su relación con Dean, la segunda llega marcada por las dudas y los celos. 
Sinceramente, eso es todo lo que saco en claro de esta temporada. Puede que suene como decepcionada, pero no se trata de eso. ¿Cómo podría estar decepcionada si devoré la temporada? Sólo me sorprende un poco porque a mí las tramas románticas no me interesan, menos aún cuando siguen esta línea. Como mucho me puedo dejar llevar por el inevitable y delicioso shippeo Luke/Lorelai, que no sé cómo se llama pero me está matando.
En fin, lo que quiero decir con todo esto es que, aunque Las chicas Gilmore se sustente sobre un romance, siempre quedan muchísimos detalles que lo complementan. Me remito, como siempre, a sus secundarios. Puede que ellos sean el último y definitivo toque Gilmore. 

viernes, 14 de abril de 2017

La Bella y la Bestia

Sinceramente, nunca tuve muy claro hasta qué punto era necesaria una nueva versión de La Bella y la Bestia, sobre todo cuando la promoción insistía tanto en que era un calco de la versión animada. Aunque, todo hay que decirlo, también estaba segura de que iría al cine a verla; nunca fui del todo inmune al fenómeno de masas. 
¿Sabéis qué es lo más curioso? Que por una vez mis expectativas se acercaron bastante a la realidad. Me doy cuenta de que suena fatal dicho así pero dejad que me explique: creo que, efectivamente, esta versión de La Bella y la Bestia no intentaba más que adaptar la original a los tiempos modernos. Nunca se trató de renovar, sino de añadir algún detalle aquí y allá para resolver las lagunas que de pequeños habíamos aceptado. 
Tengo que reconocer que, de entrada, me habría gustado un concepto algo distinto pero no queda otra que apreciar La Bella y la Bestia por lo que es. Y, sinceramente, esto lo digo por mí misma, que parece que aún me cuesta reconocer que caí sin remedio en el encanto de la historia. Pero, insisto, lo que más valoro son sus pequeños añadidos. Me encanta, para empezar, que Bella no sea un caso clínico, y que ella y su padre tengan un pasado que realmente explica algo; y también valoré (aunque sufrí) el distinto matiz de la maldición de esta historia. En el fondo debería sentirme más que satisfecha por haberme involucrado tanto y con tanta intensidad en una trama que ya no podía sorprenderme. 
Ojalá pudiese terminar este post con tan buen sabor de boca pero hay algo que aún me reconcome, y viene precisamente de la mano de esta supuesta modernidad. A ver si consigo resumirlo. ¿Por qué Le Fou no podía acabar la película besando a ese chico tan guapo, como todas las parejas heterosexuales de la historia? ¿Por qué La Bella y la Bestia sigue perpetuando los mismos estereotipos de los años noventa? ¿Por qué aún parece que la homosexualidad debe ceñirse al subtexto o arriesgarse a ser una parodia? Si somos tan modernos, ¿no deberíamos serlo para todo?

domingo, 19 de marzo de 2017

Las chicas Gilmore (T1)

Para mí esto es tan revival que no se me ocurrió hasta la sexta o séptima reescritura del post que existe gente en el mundo que nunca ha visto Las chicas Gilmore
Así dicho parece que la posibilidad me escandaliza, pero no se trata de eso. Es sólo que a veces, qué queréis que os diga, una está tan integrada en su universo particular que tiene que forzarse a descubrir que el mundo tiene fronteras. En mi defensa sólo puedo alegar que, a estas alturas, ya no recuerdo cómo fue descubrir Las chicas Gilmore. Se estrenó en el año 2000, así con la tontería. Quiero creer que no soy la única que piensa que, cuando una serie lleva tanto tiempo en marcha, todo el mundo la ha oído mencionar al menos una vez. Eso sí, siempre tuve muy claro que Las chicas Gilmore era una serie muy particular, dirigida a un público muy concreto. Reconocerlo es sencillo; describirlo, no tanto. 
Por los nuevos que me tuve que recordar, supongo que es justo decir que hay drama en la base de Las chicas Gilmore. Al fin y al cabo, no deja de ser la historia de una madre soltera y su hija adolescente que, por una serie de circunstancias, deben retomar el contacto con la familia materna. Sin embargo, lo que siempre me llevé de Las chicas Gilmore fue su sentido del humor. Para entendernos: el tono es parecido al de Chandler de Friends, pero con un fondo profundamente tierno. 
Como siempre, me reservo la sinopsis porque dudo mucho que pudiese hacerle justicia a la realidad. En ningún resumen de Las chicas Gilmore os hablarán de los gloriosos secundarios que pueblan las calles de Stars Hollow ni de sus diálogos, siempre ingeniosos e increíblemente ágiles. De verdad creo que sólo por eso merece toda la pena darle al menos una oportunidad a Las chicas Gilmore

sábado, 18 de marzo de 2017

Sueños de piedra, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual

En la biblioteca de mi colegio había una especie de cartel o pancarta, no recuerdo bien, que decía: "No hay libro tan malo que no tenga algo bueno". Difícilmente iba a saber entonces que aquello era una cita del Quijote; lo importante es que es una máxima que sigo teniendo muy en cuenta como lectora. 
Sin embargo, echo la vista atrás y no encuentro ningún interés en Sueños de piedra. No sabéis cuantísimo siento decirlo porque tenía muchas esperanzas puestas en esta novela. La amiga que me la prestó me había dicho que seguramente no sería de mi estilo pero, no sé, lo que más interioricé de todo lo que contó de Sueños de piedra fue que era una vuelta de tuerca feminista a la clásica historia de caballerías. 
Para ser justos, mi primer problema con Sueños de piedra es sólo mío: esperaba una historia de aventuras y resultó ser fundamentalmente un romance. Hacia la mitad de la novela queda claro que la trama inicial es la excusa que pone en marcha la relación entre los protagonistas. No tengo nada en contra de este tipo de historias, pero sé que no son para mí. Lo único que puedo señalar al respecto en Sueños de piedra es que el romance se fue comiendo todo lo demás y, al final, esta fue la única línea que tuvo un desenlace propiamente dicho; el resto casi parecía un accidente.
El asunto que ya me preocupa más es el aire feminista de Sueños de piedra. Vayamos por partes: es maravilloso que la protagonista tenga tan claro que lo que quiere, por encima de todo, es ser una gran comerciante. Me encanta que sea su ambición y su fuerza de voluntad lo que la pone en movimiento, no su pasado como prostituta. Ahora bien, me preocupa un poco que en un momento dado este mismo personaje diga: "Quizá él podría curarme". No insinúo que el feminismo sea incompatible con una relación romántica, pero no puedo dejar de pensar que tal vez esta no era la mejor forma de plantearlo: es demasiado fácil que este planteamiento derive en la jerarquía de siempre. 
Camino con pies de plomo por este post porque sé que las autoras escribieron Sueños de piedra con la mejor de las intenciones. Por desgracia, a veces eso no basta. Pienso sobre todo en la caracterización de los protagonistas: se nota que intentaron darles dimensión, complejos, claroscuros..., pero nunca fueron capaces de desarrollar sus dilemas de una forma realmente orgánica. Creo que el problema es que tenían demasiado miedo a que esos matices se perdieran, y por eso hicieron que los propios personajes explicitasen sus preocupaciones en lugar de dejar que sus acciones hablaran por ellos. 
Con todo, lo que más me resquema es que no hay nada gris en estos personajes. Sueños de piedra se empeña en plantear escenarios muy sórdidos, pero no deja que nada de eso cale en los protagonistas: están diseñados como algo tan intrínsecamente heroico que nunca jamás podrían caer en nada siquiera medio censurable. Puede que fuese aquí donde Sueños de piedra me perdió definitivamente porque, a diferencia de todo lo demás, esto estaba definido desde el principio. 

miércoles, 15 de marzo de 2017

Pioneros, de Willa Cather

Pioneros prometía ser la historia de una mujer contra el statu quo. Imaginaos: por una vez es la hija de la familia la que saca adelante el sueño de su padre. Ella, y no cualquiera de sus hermanos. Ni siquiera hoy hay tantas historias así, ¿cómo no me iba a animar con esta lectura del Club Pickwick?
Por desgracia, Alexandra pasa muy pronto a un segundo plano: Pioneros toma su progreso como una medida temporal para ubicar y desarrollar otra historia diferente. Intento no aferrarme a estos "lo que pudo haber sido y no fue" pero Alexandra me parecía tan interesante que no pude evitar pasarme todo Pioneros echándola de menos. Tampoco ayuda que las historias de amor me interesen más bien poco, aunque es cierto que la de Pioneros no es excesiva ni rimbombante. Nunca será lo que esperaba de la novela, pero no puedo decir que no llegase a disfrutarla. Era imposible no hacerlo, con unos personajes tan bien dibujados que se podían tocar.  
Al final toda esta pataleta se reduce a una cuestión de expectativas; son cosas que pasan. Yo quería ver cómo Alexandra conseguía hacerse oír por encima de los prejuicios de sus hermanos y vecinos, no que me contasen que ya lo había conseguido. 

domingo, 12 de marzo de 2017

Logan

A veces la gente que más aprecias es la primera que hace añicos tu emoción por una película. 
A grandes rasgos, Logan me gustó. Disfruté mucho esta nueva atmósfera, más oscura y decadente, y hasta aprecié que los todopoderosos Xavier y Logan pareciesen vulnerables por una vez (aunque dolió).  
¿Que Logan es básicamente una persecución? Bueno, sí. Pero una persecución muy entretenida. No debo dejar de valorar que en ningún momento sentí el impulso de mirar el reloj en las dos horas largas que dura Logan. Bien es verdad que a mí el modelo road trip me gusta. Siempre me llamó mucho la atención cómo un personaje debe apañárselas en entornos desconocidos y, las más de las veces, con recursos muy limitados. Claro, esto funciona cuando los personajes te interesan: Logan no tendría sentido si no hubiese conseguido que el público simpatizase con Xavier, Logan y Laura. De verdad que jamás hubiese imaginado que podrían hacérmelo pasar tan mal. 
Tan sobrecogida estaba yo con todo esto que no me di cuenta de los problemas que tiene Logan hasta que me lo dijeron mis amigas. Ellas comentaban que Logan plantea más preguntas de las que responde, y eso en principio no sería un problema si no fuese porque esta película se anunció como la conclusión de la historia. Yo me niego a creer que esto acaba aquí pero, quién sabe, a lo mejor se trata un ejercicio extremo de autonegación. Me explico: estoy conforme con el desenlace de Logan siempre y cuando funcione como transición a otra historia. 
Ahora bien, sí debo darles la razón en una cosa: Logan insinúa un nuevo paradigma pero en ningún momento llega a desarrollarlo. Algo ocurrió para que sólo queden los mutantes que aparecen en esta película, ¿por qué no nos lo cuentan? Parto de la base de que algo así, tan trascendental para todo el universo de X-Men, no se cuenta en las anteriores películas de Lobezno pero puedo estar equivocándome.
Cada vez tengo más claro que este comentario no podrá estar completo hasta que vea lo que me falta de la saga de Lobezno. En mi defensa sólo puedo decir que vi la primera parte cuando se estrenó en cines y no me gustó, así que decidí no continuar. Logan parecía tan interesante y tan distinta que no pude resistirme. Quizás cometí un error enorme al lanzarme sin más; os lo diré cuando lo averigüe. De momento sólo puedo repetir que, a pesar de esta crisis que se me acaba de venir encima, disfruté mucho viendo Logan: me ganó su personalidad y carisma.

Múltiple

Sé que las comparaciones son odiosas pero no soy capaz de evitarlas ahora mismo. La sombra de El bosque es alargada. 
Lo curioso es que en su momento no tuve tanto en cuenta que Múltiple la dirigía Shyamalan. Este pobre hombre tiene una trayectoria tan irregular que su nombre, más que altas expectativas, genera una curiosidad casi malsana. Y sin embargo aquí estoy: repitiéndome que en El bosque esto, en El bosque aquello... En fin. 
En defensa de Múltiple debo decir que esto sólo empecé a pensarlo cuando salí del cine: mientras la veía, la película me tenía totalmente atrapada. Es cierto que el desenlace, a grandes rasgos, se ve venir pero en realidad no es eso lo magnético de Múltiple, al menos no lo fue para mí. Lo que me fascinó fue el retrato de las muchas personalidades del personaje de James McAvoy. Cada una de ellas tiene una definición propia, diseñada al milímetro: sus gestos, su manera de andar, de mirar..., y sus miedos y pasiones. Me pregunto qué habría sido de todo esto sin James McAvoy, que puede pasar de una a otra en mitad de un giro de la cabeza, en una transición tan sutil como rotunda. Magistral es quedarse corto. 
Lo único que no me termina de encajar es la trama de la protagonista, no por el personaje en sí, sino porque su incorporación a la historia es demasiado perfecta: todo lo que esa chica ha pasado antes de llegar a esto le ha dado justo lo que necesitaba para afrontar la situación. Estaba tan calculado como la historia de McAvoy, y sin embargo su encuentro se plantea como una casualidad. Mira que Múltiple tiene toques de ciencia ficción pero, curiosamente, ese es el momento que no me pude creer del todo. 

domingo, 12 de febrero de 2017

Sing Street

Me muero por ver Sing Street otra vez. ¿No es ese el mejor comentario que se puede hacer de una película? Desde luego es el más honesto que se me ocurre; la película lo merece. 
Sing Street es, ante todo, una película profundamente humana: su gran virtud es su poder para generar empatía. Hoy más que nunca me niego a contaros de qué va porque la línea más básica de esta historia es tan conocida que podría daros una idea equivocada de lo que es Sing Street. Un único apunte sobre el tema: me importa muy poco que no renueve el género porque Sing Street nunca deja de hacer las cosas a su manera. 
Viví el final de Sing Street al borde del asiento y con el corazón en un puño, pero en realidad las que aún me acompañan son unas escenas muy concretas: tres hermanos bailando en el desván, lanzarse al agua sin saber nadar, dos amigos en el parque, un matón que no lo es tanto. Lo importante en esta historia nunca fue ver el amor correspondido ni llegar a lo más alto (que también), sino el nacimiento de esos deseos. En ese sentido, Sing Street es arrolladoramente única.
Os dejo con "Riddle of the model". Creo que, como carta de presentación, funciona mejor que todo lo que yo haya podido escribir. 

jueves, 9 de febrero de 2017

Filmish, de Edward Ross

A veces es una auténtica suerte equivocarse. 
Me hice con Filmish pensando que sería lo que dice en la portada: un recorrido gráfico a través del cine. Ya me emocionaba bastante la idea pero, mira tú por dónde, resulta que Filmish obvia la cronología y hace una revisión temática, a la luz de la crítica del siglo XXI. Con eso me ganó totalmente. 
Tengo que reconocer que para mí Filmish es algo nuevo. No me atrevo a hablar de frescura, como pensaba hacer en un primer momento, porque a lo mejor ya existen miles de trabajos como este y soy yo la que no los conoce. Si es así, estaría eternamente agradecida a quien tuviese a bien recomendarme alguno (ya que estamos).
En fin, como ahora mismo eso no tiene remedio, vamos a entrar un poco en materia. La verdad es que Filmish es un libro complicado de comentar porque depende muchísimo de la experiencia del lector. Os cuento mi situación: a mí el cine me encanta pero en realidad no he visto tanto y tampoco leí nunca teoría sobre ello. Filmish funciona para alguien como yo porque su tono tiende a lo divulgativo. 
Ahora bien, recordemos que Filmish es más crítico que cronológico. La exposición genérica enseguida da paso al desarrollo de temas como la representación del género y la raza en el cine, por citar sólo algunos de los que más me impactaron. Es sobre todo en este punto donde me veo capaz de apreciar el trabajo que hay detrás de Filmish porque, aunque no sé gran cosa sobre cine, sí voy aprendiendo a reconocer una buena investigación cuando la veo. Estoy ahora mismo tras la pista de algunos de los libros que cita Ross, pero esto seguramente dice más de mí como público que de Filmish
Sólo querría hacer una pequeña advertencia antes de cerrar el post: en un par de ocasiones, Edward Ross comenta películas casi completas. A mí me sigue apeteciendo muchísimo verlas pero, claro, todo depende de cómo lleve cada uno el tema spoilers

Por cierto, Filmish se publicó aquí en España a finales de enero.

viernes, 3 de febrero de 2017

Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke

Jonathan Strange y el señor Norrell me costó un triunfo. ¿Y por qué? Pues, sinceramente, ahora mismo no tengo ni idea. Lo ideal sería aclararme según escribo este post; eso suele funcionarme bien.
Pero vayamos por partes. Creo que hoy sí compensa hablar un poco del argumento: el señor Norrell y su discípulo, Jonathan Strange, son los únicos magos prácticos de toda Gran Bretaña. Ojo a la puntualización: "mago práctico". Susanna Clarke plantea una Gran Bretaña en la que la magia es una realidad perfectamente integrada en la historia común, y las asociaciones de teóricos y estudiosos de la magia no son extrañas ni denostadas. Me encanta esta fantasía "porsupuestoquesícómono" pero en esta novela llegó un momento en que todo era tan ordinario que apenas quedaba emoción a la que aferrarse. El estilo costumbrista no me va nada, por lo que veo.
Mi mayor problema con Jonathan Strange y el señor Norrell, sin embargo, es que el detallado recorrido por este panorama deja de lado el que en teoría es el conflicto principal de la novela: el enfrentamiento de los magos con el caballero del pelo como el vilano del cardo (un duende trasteando con lo que le apetece entre nuestro mundo y Tierra de Duendes, para entendernos). La resolución de todo esto me encantó pero ocupa sólo las últimas ¿qué, 100 páginas? de las 800 que tenía mi edición. Lo encuentro un poco descompensado, sobre todo porque casi me quedo por el camino. 
Es la primera vez en mi vida que me planteo que quizá un libro habría funcionado mejor dividido en más partes. Al menos yo llegué a perder de vista el auténtico nudo de Jonathan Strange y el señor Norrell: a lo largo de toda la novela fueron surgiendo distintos conflictos, cada uno con su propio desenlace, y se hacía raro seguir adelante porque no parecía haber más objetivos.
Bueno, ahora tengo las cosas un poco más claras. Espero que vosotros también.

Divergente

Sentía mucha curiosidad por la historia de Divergente aunque, sinceramente, no tanta como para leer toda la saga. Puede que ese fuese mi primer error.
Lo que me llamaba la atención de Divergente era todo eso de las facciones. Me parecía muy interesante ese concepto de sociedad; se daba un aire a Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Ahora bien, seguramente el recuerdo de Huxley me perjudicó más que otra cosa porque nunca fui capaz de aceptar del todo lo que aparece en Divergente
El esquema general es curioso pero tengo la sensación de que fallan los detalles. No veo la forma de encajar unas divisiones tan rígidas con toda la vitalidad humana. Me resultaría más fácil creerme Divergente si hablase de personas que desempeñan un determinado trabajo dentro de la sociedad. El punto en que la historia me pierde es precisamente cuando se acerca a su marca personal: el supuesto carácter de una determinada facción. Es que, a ver, la personalidad no es una mutación. Tiene demasiado que ver con el entorno y con la educación que uno recibe.
De otra forma, bueno, la historia es entretenida. Todo esto que a mí me tiene tan pillada se trata sólo al principio de la película, y enseguida sigue el progreso de la protagonista dentro de su nueva facción. Esa parte me gustó bastante; parecía más humana, más personal. Me estorbó un poco la subtrama romántica, eso sí: no me interesa una historia que parece imposible no tratar, aunque en realidad no alimente la trama principal. (Cuando lo releo suena a valoración despiadada pero sé que es una cuestión de gustos, sin más).
En fin, Divergente no era para mí. Reconozco que es entretenida, que el ritmo es eficaz... Pero tiene algo que no me encaja. No creo que siga adelante con la historia.

lunes, 30 de enero de 2017

La La Land

Cuando vi La La Land salí del cine casi flotando. Sin embargo, ahora que han pasado unos días me está resultando un poco complicado recuperar aquella sensación.
No es la primera vez que me pasa algo así. La única diferencia es que en esas otras ocasiones escribía el post casi en cuanto llegaba a casa, sin tiempo de haber digerido la película. Es un buen momento para sincerarme: hay entradas en este blog con las que ya no estoy de acuerdo. Con La La Land pretendo hacer las cosas un poco mejor. 
Siempre me parecerá prácticamente magia que una película consiga despertar reacciones tan viscerales pero, ahora que soy un poco más mayor, valoro también que la película en cuestión se quede un tiempo conmigo. La La Land sigue ahí, aunque no de la misma manera. La ingravidez del final ha desaparecido y me ha dejado un poco más triste y un poco más vacía. Ha desaparecido la promesa del sueño en tecnicolor.
La La Land recupera el airín de las películas antiguas sobre una chica que conoce a un chico, y juntos luchan por alcanzar sus objetivos, y todo lo que necesitas es amor, y si te lo propones puedes conseguirlo todo. Pero no es verdad. La La Land lo sabe y pone encima de la mesa que a veces el idilio se tuerce, no porque el destino conspire, sino porque hay cosas que pasan. Sin más. La grandiosidad no era tan grande como nos gustaba imaginar. 
No sabéis lo mucho que agradezco a La La Land su sinceridad. Esta pequeña espera me ha servido para retomar con un poco de criterio aquella inconsciente salida del cine. Creo que ahora, por fin, podría mirar esta película a los ojos, con los pies en la tierra.

sábado, 28 de enero de 2017

Seguridad no garantizada

Tengamos claro desde el principio que Seguridad no garantizada es una película bien rara. Tanto, que hasta me voy a atrever con una pequeña sinopsis. Imaginaos: un reportero y dos becarios investigan el anuncio de un tío que busca un compañero para viajar en el tiempo.
Lo curioso de esta historia es que, mientras la ves, no tienes muy claro en qué género te estás moviendo: el reportaje pretende descubrir la psicosis detrás del anuncio y, al mismo tiempo, el viajero está tan seguro de lo que hace (más que los reporteros) que no te queda otra que creerlo. A mí este juego me encantó; es el encanto inconfundible de la película. Ahora bien, reconozco que antes de conseguir entrar en él la historia se me estaba haciendo un poco pesada. Que eso no os desanime: la espera no es larga y merece toda la pena del mundo. 
Por otra parte, una película que deja lo espectacular en segundo plano sólo se sostiene si los personajes tienen su propio interés. Supongo que me tendría que haber cautivado el desarrollo de la protagonista y el viajero porque, a fin de cuentas, es en sus traumas en lo que profundiza Seguridad no garantizada. Me encantó ver en qué medida toda su personalidad quedaba resumida en la gran pregunta "Si pudieses retroceder en el tiempo, ¿qué cambiarías?" pero en realidad el viaje que me ganó fue el del reportero. Soy la primera sorprendida, de verdad. Jamás habría imaginado que el gilipollas del principio de la película llegaría a partirme del corazón del modo en que lo hizo: en una escena sin palabras, sin mirar a cámara; sólo una distracción y ruido de fondo. A lo mejor es ahí, en ese hacer las cosas hacia la tangente, donde está la esencia de Seguridad no garantizada.

lunes, 23 de enero de 2017

The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender, de Leslye Walton

Algunos libros saben convertirse en viejos amigos; es cuestión de conseguir que sea algo personal. 
The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender es un libro indescriptible. Una experiencia casi inexplicable. La primera vez que oí hablar de esta novela decían de ella que, al final, no estaba claro si la protagonista tenía alas o no. Una sonrisa confundida acompañaba aquel comentario; esa sí es una reseña elocuente de The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender. Me lancé a leer este libro porque, además de que me cuenten historias, en el fondo también me gusta que me confundan. Por eso, hoy más que nunca esquivo cualquier sinopsis; no me veo capaz de hacerle justicia con etiquetas.
Ojo, The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender no es una lectura complicada. Juega con los límites de la realidad, sí, pero siempre se mantiene coherente en sus idas y venidas. Leslye Walton escribe maravillosamente bien; parece que le resulta bien sencillo llevar a sus lectores por donde ella decide y hacerlos imaginar justo lo que tiene en mente. 
Ahora bien, con todo el dolor de mi corazón, tengo que reconocer que lo que empezó siendo un relato encantador, único y personal va derivando hacia la clásica historia de fantasmas. El desenlace no sorprende porque una larguísima tradición ya tenía dispuesto el orden de las piezas. Walton le da su toque porque, como digo, sabe muy bien lo que hace pero eso no la salva de haber caído en tantos lugares comunes. Siempre valoraré, sin embargo, que hasta para ser típica The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender mantenga su característica esencia. Esta novela fue un absoluto gustazo; eso nada lo puede negar.

The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender está ya traducida al castellano como La extraordinaria historia de Ava Lavender pero, por alguna extraña razón, sólo se puede conseguir en papel a través del Círculo de Lectores. Por lo menos yo nunca lo vi en librerías físicas (también es verdad que apenas recuerdo cómo funciona el Círculo de Lectores).

jueves, 19 de enero de 2017

El caballero oscuro

Salí incómoda de Batman Begins pero, antes de que el susto fuese a más, me metí en El caballero oscuro. Fijaos qué viaje emocional están suponiendo estas películas para mí, que me reconcilio con Batman cuando aún estoy rumiando el disgusto.
El caballero oscuro me dio todo lo que había echado en falta en Batman Begins. Es curioso que en buena medida fuese esta película lo que me ayudó a darme cuenta de que Batman Begins me había dejado muy fría. 
No dejo de darle vueltas a una cosa: si no apreciar Batman Begins fue culpa de ya conocer el género, ¿cómo es que nunca pude anticipar nada de lo que ocurría en El caballero oscuro? Pero mejor dejamos el pasado atrás, que de poco sirve lamentarse y además, como suele decirse, las comparaciones son odiosas.
Entramos en materia. Estoy fascinadísima con el conflicto principal de El caballero oscuro o, más exactamente, con la idea que late bajo su superficie. Aunque el Joker de Heath Ledger es aún más brillante de lo que jamás hubiese podido imaginar, lo que más me intriga de esta historia es de qué manera todo se pone al servicio de una idea en principio tan simple como la lucha del bien contra el mal. Sólo Nolan podía contar una historia tan de siempre y conseguir que pareciese personal y totalmente nueva. Y es que El caballero oscuro parte del punto donde se abre la infinita gama de grises que separa el bien del mal. De verdad, la forma en que la historia se enreda sobre sí misma hasta que la tradición apenas es un recuerdo me pareció un golpe de auténtica maestría. 
Tengo muchísimas ganas de ver cómo se resuelve la última entrega de la trilogía. No verla en cuanto acabé esta es una de las muchas maneras que tiene mi subconsciente de volverse contra mí, me temo.

miércoles, 18 de enero de 2017

Batman Begins

Mi amiga del maratón-Marvel me va a matar: cuando por fin le hago un poco de caso y me pongo con la trilogía de Batman de Nolan, resulta que entro con el pie torcido, como quien dice. 
También es verdad -ella misma me lo dijo- que lo malo de haber empezado por todas las películas de Marvel es que ya no puedo valorar Batman Begins como la revolución que supuso en su momento sencillamente porque, a estas alturas, esta historia del nacimiento del héroe la he visto muchas veces (y me empieza a cansar, todo sea dicho). 
En fin, no sirve de nada lamentarse a estas alturas. Vamos al meollo del asunto: si Batman Begins no me dio más es porque sabe a precuela. Entiendo que el objetivo era sentar las bases del héroe, con todas sus luces y sombras, pero con esta película nunca dejé de tener la sensación de que faltaba un conflicto de verdad. Un conflicto que fuese a más, quiero decir: el "villano" de Batman Begins sólo sirve para impulsar al protagonista, como una pincelada más en su carácter. El juego de despiste de los antagonistas del héroe no tuvo (al menos para mí) la fuerza que cabía esperar: uno de ellos queda en agua de borrajas y el otro, no sé, no me pareció tan espectacular. Cuando pienso en este personaje no soy capaz de separarlo de la identidad misma de Batman y, con tan poca autonomía, difícilmente podía impactar por sí solo. 
Además, tanto que estoy hablando del carácter de Batman, lo cierto es que al final de la película él mismo contradice la que en teoría es su máxima. 
En fin, el jugo que le saco a Batman Begins es poco: ni la acción me motiva especialmente ni encuentro a ningún personaje tan bien dibujado como para que me compense. Eso sí, me alegro mucho de haber seguido con la saga. Luego os cuento.

domingo, 15 de enero de 2017

Es un decir, de Jenn Díaz

En su momento me hablaron de Jenn Díaz como una nueva Ana María Matute y, claro, ni me lo pensé. La vida del fan es así.
Era verdad que Es un decir recuerda mucho a la obra de Matute. Jenn Díaz consigue recuperar esa voz infantil, tan inocente como dolida, y darle vida al texto. Leer Es un decir fue como tener a sus protagonistas al lado, contando su historia como en una comida familiar. 
Valoro, no sabéis cuánto, ese aire natural y desenfadado pero no puedo dejar de pensar que, al final, daba la sensación de que todo había ocurrido demasiado rápido. Ojo, soy consciente de que cuando uno cuenta una anécdota lo hace así, como resumiendo y de pasada. En ese sentido, Jenn Díaz hizo un trabajo asombroso en Es un decir. Sólo digo que ir por esa vía supuso adelgazar la trama en cuanto al contenido. 
Ahora bien, en ningún caso se puede decir que Jenn Díaz no intentase contar una historia completa. Recuerdo que me impactó mucho que en la segunda parte de la novela fuese la abuela de la protagonista quien tomase la palabra. Su texto arranca de un pequeño misterio y sirve para contestar a todas las preguntas que nos habíamos ido planteando los lectores y su nieta Mariela. Reconozco que siento debilidad por los textos que, por así decirlo, se justifican a sí mismos. Además, me gustó especialmente porque supuse que Es un decir haría un recorrido por las tres generaciones de la familia para así llegar a dar alguna respuesta al conflicto que abre la novela. Sin embargo, la tercera y última parte recupera la voz infantil del comienzo. El discurso está demasiado logrado como para ser una decepción en sí, pero sí me dio un poco de pena no haber llegado a conocer a la madre de Mariela. 
Recapitulemos esta "reseña" tan extraña, que hasta yo me estoy perdiendo: me gustó lo que leí en Es un decir. El problema, no sé si mío o de quién, es que me sigue pesando lo que no llegué a leer. Creo que es cosa de la estructura, que cuando me pongo cabalística no hay quien me aguante: sólo un ángulo más y me habría quedado satisfecha. Mi dilema ahora es que no sé hasta qué punto tengo derecho a poner en duda las decisiones de otra autora.

sábado, 14 de enero de 2017

El bosque

Empecé a ver El bosque con una idea completamente equivocada y al final el accidente me salió hasta bien. 
Os pongo en situación: estaba convencida de que El bosque era una película de terror. Pensé que había monstruos que atacaban desde los árboles, que lo que iba a ver era persecución, sangre, lucha... El salón de mi casa está en un ángulo muy extraño, muy vulnerable a cualquier artimaña de una imaginación activa, así que sólo me atrevo a pasar miedo si hay luz natural. Siempre dije que era una cagada para estas cosas; sé que aún necesito esta pequeña red de seguridad. 
Como veis, lo tenía todo perfectamente calculado. Total, para que oscureciese sin darme cuenta de nada. Quedé tan atrapada en la atmósfera de El bosque que todo lo demás desapareció; bien alegre le decía yo adiós. 
Es aquí donde se me complica el post. Lo último que quiero es estropearle a nadie la experiencia de esta película, así que no puedo entrar en detalles. Sí podría aclarar que El bosque no es una película de terror. Hay algo inquietante en ella, sí, pero no va en la dirección que yo misma suponía al principio. Los monstruos nunca estuvieron donde imaginábamos. Donde queríamos que estuvieran. 
El giro final me dejó de piedra. Nunca más podré moverme como antes de ver El bosque.

viernes, 13 de enero de 2017

The Handmaid´s Tale, de Margaret Atwood

A ver, respiremos hondo. 
Siempre supe que The Handmaid´s Tale iba a ser una lectura incómoda. Antes de meterme de lleno en esta novela sólo sabía que la protagonista era una mujer "obligada" a tener hijos. Una especie de incubadora, ni siquiera una madre de alquiler. En esa idea, escasa y casi equivocada, ya intuía la atmósfera cargada y angustiosa que, efectivamente, acabaría dominando The Handmaid´s Tale 
Evidentemente, lo que se cuenta en esta novela no es real. Pero podría serlo. En sus ratos de soledad, la protagonista recuerda cómo era la vida que ella conoció antes de ser criada: piensa en su marido, su hija, su trabajo..., y todo lo que ha desaparecido. Sin embargo, no ocurrió todo de pronto: aunque muchas veces piensa en ello e intenta reconstruirlo, el personaje no es capaz de ubicar un "cataclismo" que torciese todo, sólo algunos detalles que lo fueron anunciando. Lo que más me impactó de todo eso, más que la descripción de este nuevo mundo y todo lo que supone (especialmente para las mujeres), fue que nadie quiso darle importancia a todo lo que empezaba a torcerse. "Vaya, qué contrariedad. No te preocupes, yo cuidaré de vosotras". Y se quedaron ahí quietos, esperando a que todo se arreglase solo. 
El cataclismo de The Handmaid´s Tale somos nosotros. Podemos elegir leer esta novela como una distopía de ciencia ficción pero, no lo olvidéis, en un momento dado nos enfrenta con nuestro propio retrato y se transforma en una historia de terror.

Un detalle que me intriga: The Handmaid´s Tale está traducida al español como El cuento de la criada pero lleva años descatalogada. Sólo encontré ediciones españolas a un precio absolutamente desorbitado. ¿Alguien sabe por qué? Por lo menos en bibliotecas es fácil de encontrar, eso sí.
Por cierto, hace unos días se publicó el teaser de la serie que Hulu produce basada en The Handmaid´s Tale. Se estrenará el 26 de abril. De momento tiene una pinta estupenda. 

ACTUALIZACIÓN (30/04/2017). Estaba terriblemente mal informada cuando escribí este post: no tenía ni idea de que Salamandra iba a reeditar El cuento de la criada (aprovechando, imagino, el estreno de la serie). Ahora sí podéis encontrar esta novela en cualquier librería. Qué emoción verla convertirse en un fenómeno de masas. 

jueves, 12 de enero de 2017

William Goldman y La princesa prometida


Claro que me habría encantado ser una persona ordenada y razonable para haber escrito sobre La princesa prometida con calma, sin influencias ni presiones añadidas (como si hablar de un clásico contemporáneo no fuese complicado de por sí). El "problema" es que después de ver La princesa prometida entré en un bucle de fenómeno fan tal que, cuando me quise dar cuenta, llevaba media novela. Mi intención era hablar de película y libro por separado pero hace tiempo que eso dejó de ser posible. Aunque, bien mirado, el siniestro total de mi calendario me da la oportunidad de hablar de lo maravillosa que es La princesa prometida como adaptación. 
Lo digo muy convencida, y me mantengo firme, pero debo reconocer que todo depende de las prioridades de cada lector. Para mí es primordial que se mantenga la esencia, aun a costa de los detalles, y que la película pueda independizarse del texto. ¿De qué sirve repetir exactamente lo mismo? El cine ofrece recursos que la literatura no tiene, y al revés; no veo por qué una adaptación no debería beneficiarse de ello. 
Y eso que, curiosamente, la mecánica de la novela de William Goldman no es tan distinta de la de su película: en el texto también aparece un niño enfermo al que leen un cuento, sólo que se trata del propio escritor. Es saber que el cuento de su infancia no se corresponde con "La princesa prometida de S. Morgenstern" lo que empuja a Goldman a reconstruir la versión de su feliz memoria. Ese texto, con los cortes de Goldman, sus explicaciones y otras anécdotas, es el que leemos en La princesa prometida. Qué gozada poder ser Goldman-niño, Goldman-adulto y el niño de la película al mismo tiempo. Qué experiencia.
En cuanto a la historia de Westley y Buttercup, poco queda por decir. Soy consciente de que la película deja algunas pequeñas lagunas, sobre todo en lo que respecta a las relaciones entre personajes, pero el encanto de La princesa prometida no se resiente. Aunque no estoy muy orgullosa de ello, reconozco que siempre lo atribuí a su propio carácter de cuento de hadas. Luego me llevé una gratísima sorpresa cuando me lo encontré todo explicado en la novela; ahí aprendí a no subestimar a Goldman.
Sin embargo, nunca llegaré a entender hasta qué punto compensaba incluir esa especie de epílogo en La princesa prometida. Fue muy divertido seguir la historia con los incisos del autor pero es una pena romper el encanto del desenlace tan de cuento de la trama de Morgenstern. En ese sentido, la película logra un final más redondo, más satisfactorio. No siempre hace falta saberlo todo. 

Vaiana

Ya no sé qué fue pero algo en Vaiana (que tristemente resuena un poco menos que Moana) me cautivó por completo. No sé si fue el primer teaser, el argumento cuando al fin se supo... De poco sirve darle vueltas porque lo más seguro es que fuese el mar. 
Imaginaos lo que es para una niña como yo lo fui que una princesa Disney vaya y se haga a la mar. Ojalá pudiese volver un momento a los noventa y hablarle de los maravillosos personajes que llegaría a ver algún día. Por suerte, de eso todavía me puedo alegrar, incluso a mi edad.
Es que, cuanto más lo pienso, más agradezco una protagonista como Vaiana. Recuerdo que una de las primeras críticas sobre esta película decía que Vaiana no ofrecía una historia nueva, ni mucho menos, pero sí un personaje diferente: Vaiana es una heroína que duda. Y eso, que parece su momento menos ilustre, sostiene el punto de inflexión que supone Vaiana. No estoy hablando de la clásica escena pesimista justo antes de que todo se resuelva, sino de que Vaiana se reconoce superada por las circunstancias y tiene la opción de retirarse. Vaiana no es una adolescente con el  peso del mundo sobre los hombros: ella asume una responsabilidad y, en un momento dado, decide seguir adelante hasta sus últimas consecuencias. No la guía un destino suicida, sino un madurísimo sentido del deber. Sólo por esa escena ya merecería la pena ver Vaiana
Estoy haciendo que parezca una película tremendamente seria, y no fue esa la sensación que saqué de la sala. La verdad es que Vaiana como película es mucho más equilibrada que esta reseña (o lo que sea; nunca tendré claro a qué me dedico en este blog) y deja tiempo para todo: para reír, para llorar, para tener miedo... Su maravillosa banda sonora ilustra a la perfección esta variedad de registros pero no soy capaz de decantarme por una sola canción y no quiero sobrecargar este post. Si os pica la curiosidad procurad evitar clips de la película porque podríais destripar unos cuantos giros de la historia. No se me ocurre mejor excusa para verla en cines, por otra parte.