lunes, 29 de diciembre de 2014

El Hobbit. La batalla de los cinco ejércitos


Aquí estamos, un año más y con el "firme propósito" de releer El hobbit aún por cumplir. Abandonar planes se va a convertir en una tradición más, al paso que voy. Pero, si os digo la verdad, no lo veo como algo negativo ahora mismo. Es cierto que la fidelidad a la novela es una neurosis que vengo arrastrando desde Un viaje inesperado y que se hizo más evidente todavía en mi post sobre La desolación de Smaug. Fue precisamente en aquella entrada cuando un comentario de Nienor (Voces en el Viento) empezó a suavizar el problema, y lo remató otra amiga mía cuando explicó que decidía no leer El hobbit hasta terminar todas las películas para no interferir con su tono.
Qué ciega estuve. Tenía delante unas películas estupendas y me dejé llevar por posibles problemas en la adaptación. Pero no os preocupéis: he tenido mucho tiempo para verlas todas unas cuantas veces y, de hecho, este post llega después de la segunda vez que veo La batalla de los cinco ejércitos.
Doy la neurosis por terminada, que no cunda el pánico: los problemas con esta película fueron otros. Para empezar, problemas con el sonido (que muy amablemente en el cine compensaron con una entrada gratis) y, poco después, la sensación de que todo estaba yendo demasiado rápido. No entraré en detalles para evitar posibles spoilers, así que baste decir que en La batalla de los cinco ejércitos no hay un momento en descanso. Si en las dos películas anteriores se nos daba una especie de prólogo o algunos escenarios que pausaban un poco la acción, La batalla de los cinco ejércitos emerge del cliffhanger que daba fin a La desolación de Smaug y arrasa con todo. No creo que se pueda decir con otras palabras.
Es que ocurren tantas cosas al mismo tiempo que resulta difícil centrarse en una sola línea, no digamos ir procesando toda la información que surge de pronto y se enreda delante de nuestras narices. Por lo menos yo estaba tan apabullada después de esos primeros minutos tan explosivos que tardé bastante en situarme. Todo fue más sencillo la segunda vez que vi la película. La verdad es que en general la disfruté más.
Lo único que me sigue reconcomiendo, aun ahora, es que en La batalla de los cinco ejércitos casi parece desaparecer la Compañía que hemos ido viendo a lo largo de estos años. Salvo Richard Armitage (absolutamente espectacular) y unos pocos más, son muchos los enanos que apenas tienen diálogo en esta película. Será que soy una sentimental, pero es un detalle que me entristece un poco. 
Supongo que, de todas formas, esta no es una sensación que desentone del todo con el final de La batalla de los cinco ejércitos. Y no me refiero al final de la historia (ese es un tema que espero que se solucione en la versión extendida), sino al hecho de que parece que esto se acaba. Aún no me he hecho a la idea y creo que no lo haré nunca; una parte de mí seguirá creyendo que nos llegarán sagas nuevas de la Tierra Media. Mientras tanto, rever y releer es lo único que queda. 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Aranmanoth, de Ana María Matute

Será por tener Olvidado Rey Gudú tan reciente, pero Aranmanoth no me ha impresionado tanto. Es también una historia estupenda, encantadora como la que más, no me entendáis mal. Lo que pasa es que le falta la grandilocuencia de Olvidado Rey Gudú. En fin, aquella era una de esas historias que dan sensación de abismo, de infinito; esas que podrían absorberte como un agujero negro. Aranmanoth está hecha a una escala más pequeña. 
De momento parece una valoración casi negativa y, podéis creerme, soy la más sorprendida ahora mismo. Seguiré diciendo que Aranmanoth me gustó, pero es que al lado de una novela que me impactó tanto como Olvidado Rey Gudú es difícil volver a sonar tan entusiasta. 
Me planteaba cuando terminé Aranmanoth que a lo mejor el problema era haber leído estas dos novelas tan seguidas (asuntos de calendario ajenos a mi control, por otra parte) pero, según avanzo este post, me voy dando cuenta de que la situación no cambiaría nada pasara el tiempo que pasase. Tengo que asumir que hay libros que no se pueden separar de otros y que acababan viviendo en su sombra. Son cosas que pasan. Por lo menos, esa es la sensación que yo he tenido con Aranmanoth: no está en absoluto relacionada con Olvidado Rey Gudú salvo por esa atmósfera a su manera fantástica, y sin embargo aquí estoy, intentando escribir un post sobre Aranmanoth y fracasando miserablemente. 

martes, 23 de diciembre de 2014

¡Rompe Ralph!

Todo el mundo hablaba muy bien de ¡Rompe Ralph!. Tanto que al final era difícil no contagiarse del entusiasmo general. Lo que pasa es que yo me tomo las cosas con calma, ya se sabe, y hasta que no apareció por televisión no me puse a verla. Es una pena que pasase tanto tiempo, la verdad, pero que conste que no estuve precisamente ociosa. 
En fin, que ¡Rompe Ralph! es una película preciosa. Me lo habían dicho ya, lo pregonaba todo el mundo, no paraban de repetirlo, y aun así la realidad todavía les quedaba un poco lejos. 
A lo mejor en este impacto influye que, a pesar de todo, no esperaba tantísimo de esta película. Sí, yo tenía muchas ganas de verla, mucha fe en ella y estaba muy dispuesta pero también me quedé corta. 
Supongo que es porque no siempre las películas que podríamos llamar "preciosas" pasan de ahí. ¡Rompe Ralph!, sin embargo, abre su propia ventanita hacia algo nuevo y único, un espacio en el que un héroe no necesita dejar nada detrás de sí mismo para convertirse en el héroe que quería ser desde el principio.

domingo, 14 de diciembre de 2014

The Fall. El sueño de Alexandria

Y de pronto una nueva película favorita; una de las grandes maravillas de los viernes particularmente agotadores.
Hace tiempo que quería ver The Fall. No sé, me entró por los ojos, como suele decirse, así que cuando por fin la vi estaba muy motivada. Tanto quería que me gustase que llegó un momento en que empecé a preocuparme. Se me pasó por la cabeza que tanta emoción no siempre es buena. En fin, no sería la primera vez que unas expectativas excesivas me juegan una mala pasada, y estoy segura de que no soy la única. Por suerte aquí está The Fall para devolverme la fe en esos primeros instintos. 
Lo que me encanta de esta película es que permite al espectador que se sienta como uno más. Al fin y al cabo, a nosotros también se nos está contando una historia, igual que a Alexandria. Además, Alexandria vive esa historia, se integra en ella, y nosotros no podemos evitar seguirla. Yo desde luego no recuerdo haber vivido una película con tanta angustia como The Fall. Como le pasó a Alexandria, yo también deseaba intervenir porque no podía soportar el rumbo que estaba tomando la historia. Será mejor no entrar en detalles, por si acaso.
En fin, me faltan palabras para explicar lo mucho que me ha gustado The Fall. Por su encanto, por su intensidad, por sus proezas narrativas, por ser un cuento de los de siempre como nunca lo habían vivido. 

jueves, 11 de diciembre de 2014

El truco final (El prestigio)

No sé muy bien por dónde empezar. Es que, como suele ocurrir con las películas de Nolan, el más mínimo desliz podría estropear El truco final para quien no la haya visto todavía. No estoy hablando de spoilers; esto está a otro nivel. En fin, procuraré andar con cuidado.
El truco final me recordó mucho a Memento por la forma de contar la historia. Aunque también es verdad que en Memento simplemente se seguía el camino inverso, desandando la tradición. En El truco final, en cambio, lo que tenemos son una serie de momentos entremezclados, distintas líneas de pasado y presente que se enredan en la trama hasta el último segundo. 
Lo curioso es que nunca llega a resultar difícil de seguir. Bueno, puede que al principio sí, hasta que uno se hace a la dinámica, pero con un poco de atención siempre es posible encontrar pistas visuales para ubicarse en el relato. Nolan es bastante generoso en ese sentido. 
Supongo que la explicación del final no convencerá a todo el mundo. Puede que la película te vaya conduciendo en una dirección opuesta a lo que resulta al final, no lo sé. A mí sí me gustó, aunque a lo mejor es porque sigo sin tener en cuenta esas sutilezas de los géneros.
Igual ya he hablado demasiado. 

lunes, 8 de diciembre de 2014

Olvidado Rey Gudú, de Ana María Matute

Creo que una de las cosas que siempre recordaré de esta novela es lo descolocada que me dejaba a cada momento. Pero, a estas alturas, pasado todo, creo que esa es precisamente una de las mayores virtudes de Olvidado Rey Gudú.
El caso es que al principio te engaña. Parece una genealogía. Una muy extensa, breve donde debe serlo y exhaustiva cuando conviene, pero una genealogía al fin y al cabo. Sin más sorpresas. 
De pronto el tiempo deja de tener interés, y el espacio se convierte también en tema baladí. Y sin embargo la historia nunca deja de tener sentido. Sé que puede sonar extraño y que para creerlo no queda sino leerlo, pero os prometo que es así: llega un momento en que en Olvidado Rey Gudú confluye lo que está ocurriendo en ese momento con lo que ha ocurrido antes y "lo que siempre ocurrirá". Aún no sé muy bien cómo pero al final todo encaja a la perfección.
Ana María Matute consigue crear ese efecto como de mito, de eternidad. Realmente es algo que te acaba superando. Lo único malo es que a veces, por la misma razón, la historia resulta algo distante. Aunque seguimos la vida entera de unos cuantos personajes (y hasta conocemos a varias generaciones de su familia), no son tantos los que llegamos a conocer de verdad, como a personas de carne y hueso. Creo que es porque a veces la historia de Olvidado Rey Gudú se detiene para contarse a sí misma y se convierte en información de segunda mano, por decirlo de alguna manera. Ojo, sigo creyendo que es parte de su encanto, sólo que a veces no resulta tan práctico. 

sábado, 29 de noviembre de 2014

El Señor de los Anillos. El retorno del rey


A mí que no me digan que esto son sólo tres películas de viaje hacia un volcán. 
Que El retorno del rey es, de lejos, la película más épica de toda la saga es una verdad universal. No hay discusión posible a ese respecto. 
Lo que me he encontrado en esta ocasión es que, a pesar de las grandiosas batallas y los finales exultantes, El retorno del rey no se despega de un absoluto horror. En este momento llegamos al culmen de la tensión, a todos los niveles: las fuerzas a las que se enfrentan los protagonistas avanzan desde todos los flancos, arrinconando cualquier esperanza posible. No todo el mundo puede afrontar una situación así con la misma entereza. 
Creo que esta es la primera vez que veo con claridad hasta qué punto está trabajada esta parte de la trama. Hay reyes nobles, por supuesto, pero también otros tantos personajes menos honorables. Pienso en Denethor, por ejemplo, que ofrece desde el principio una imagen bastante lamentable: es el miedo y la locura llevados al extremo, a la inmovilidad, al desastre y la decadencia irreversible. 
El retorno del rey reúne, en fin, todo lo que ya podíamos ir suponiendo a lo largo de La comunidad del anillo y Las dos torres, todos aquellos claroscuros en su máximo esplendor, que no pueden conducir sino a una nueva era.
Os dejo con una de mis escenas favoritas de esta película que, además, resume bastante bien lo que hemos comentado.

 

Puesto #4 de las 200 de Cinemanía.

martes, 25 de noviembre de 2014

Interstellar

Estas cosas hay que pensárselas con un poco de calma.
Sigue gustándome mucho eso de meterme en una película sin saber de qué va. Me diréis que a lo mejor Interstellar no deja mucho espacio para la duda pero, amigos, lo que tiene Nolan es que hace lo que le da la gana. Y encima lo hace bien, que es lo mejor. En fin, que uno puede entrar en Interstellar esperando encontrarse una peli de naves espaciales y salir trastocado del todo. 
Quizá el que todavía no haya visto Interstellar quiera replantearse leer un post sobre ella. Aún estás a tiempo: puedes cerrar esta ventana ahora y buscar la cartelera del cine más cercano. No es que vaya a poner spoilers, pero sí que seguramente le quitaré algo de encanto. El que avisa no es traidor.
Recuerdo que al salir de la sala, terminada la película, por un segundo tuve la ligera sensación de no saber dónde estaba ni en qué momento. Fue un debate muy intenso, por cierto. Sin embargo, lo más importante es que la respuesta no tiene importancia y, además, no es una cuestión que surja sólo al final de la película: la indeterminación se apodera de Interstellar desde el primer minuto. No es una historia que llegue a resultar ajena, porque no lo es; sí es, en cambio, lo bastante familiar como para que la más mínima desviación nos dé escalofríos por lo probable, lo lógico, lo coherente. De Interstellar me quedo con eso: que podría pasar.
Las cosas raras llegan un poco más tarde. Y las incongruencias también, aunque mucho más tarde. Y con ellas, mi dilema. A ver, a mí me gustó mucho Interstellar. Me cautivó desde el principio y no se me llegó a hacer pesada en ningún momento. Busqué los fallos de los que me habían hablado y aún así caí en la trampa. Es más, ahora mismo, después de haber visto la película, después de haber reflexionado sobre ella, sigo tan metida en la red como antes. Sé que no es una película perfecta, sé que no es lo mejor de Nolan. Pero quiero verla otra vez. Además, creo que necesito verla otra vez. 

domingo, 16 de noviembre de 2014

Spider-Man

Sí, la de Tobey Maguire. Sí, a estas alturas. Yo a mi ritmo.
Será por el maratón veraniego que ahora soy más receptiva con este tipo de películas. También es verdad que Spider-Man va un poco aparte porque a estas alturas todos conocemos más o menos la historia; es una de esas películas que la cultura popular se encarga de estropear. 
Por suerte siempre quedan cosas fuera o, lo que es todavía más frecuente, se tergiversan algunos elementos o se obvian convenientemente.  De esta forma, aunque en Spider-Man ya quedaba poco sitio para lo desconocido, la sorpresa no desapareció del todo. 
Como con las otras películas de Marvel, lo que más me llamó la atención fue el villano. Sí, es un científico al que el experimento le sale mal, hasta ahí nada nuevo. A continuación vendrán spoilers, así que el que lo necesite debería dejar de leer ahora mismo. 
Me pasé la mitad de la película preguntándome quién era en realidad el Duende Verde. ¿Es el resultado del experimento o ya estaba en alguna parte del señor Osborn? ¿Quién se aprovechó de quién? ¿Cómo es posible que un antagonista tan claro sea, sin embargo, uno de los mejores padres de estas películas (a pesar de que lo demuestre pronto y mal, todo sea dicho)? No me encuentro con estas cuestiones tan a menudo; la verdad es que me encantó, aunque aún no tenga respuesta para ninguna.
Spider-Man, por otra parte, parece menos aprovechado como personaje. Creo que podría haberse hecho mucho a propósito del sentimiento de culpa y de esa súbita responsabilidad, pero en lugar de eso apenas se supera lo del adolescente con poderes. También es cierto que de otra forma la historia no habría salido adelante.
El final me gustó más. No es que sea perfecto; quizá es demasiado precipitado y abrupto, pero por lo menos a mí me pareció adecuado, por decirlo en una sola palabra. Lo encontré extremadamente coherente. Ahora a ver qué pasa en las siguientes. Sí, de esas sé todavía menos.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Lilo & Stitch

Esta era una de mis películas favoritas cuando era pequeña, así que siempre que la ponen en televisión acabó viéndola. Y tan contenta, oye.
Lo que pasa es que hay algo a lo que no dejo de darle vueltas. No puedo saber por qué me impactó tanto en su momento porque no recuerdo qué entendía y qué no. 
Sé que, como en todas las películas para niños, siempre hay detalles dirigidos a los adultos y que muchas veces son lo que le dan una profundidad de otro tipo a la historia. Pero, ¿en qué queda la historia sin esos detalles? No es menos intensa ni menos personal, eso desde luego, aun cuando se te escapen muchos. Supongo que eso es gracias a que entonces te acercas más a la mirada de Lilo. 
Afortunadamente, hay algunas películas que pueden resistir así de bien el paso del tiempo: aún son capaces de acceder a ese rinconcito de ti, como las primeras veces, aunque ya estés muy lejos de lo que eras entonces. No creo que sean tantas las que pueden presumir de eso. Aunque a lo mejor yo estoy siendo muy poco objetiva, tampoco lo descarto. Eso sí, nadie puede negar que Lilo & Stitch tiene una de las mejores bandas sonoras de todo Disney.

viernes, 14 de noviembre de 2014

El diablo viste de Prada

Yo llegué a El diablo viste de Prada más o menos como lo hace su protagonista. Bueno, realmente no. Mis condiciones eran mejores, aunque sólo sea porque tengo una fe ciega en Anne Hathaway y Meryl Streep.
Al principio pensaba que la mejor manera de acercarse a esta película era compartiendo esa pasión por la moda; era la opción más obvia ¿no? Sin embargo, ahora mismo me lo estoy replanteando. Al fin y al cabo, ese gusto situaría al espectador muy lejos de la posición del personaje de Anne Hathaway y se acabarían perdiendo muchos matices, quizá demasiados.
Es posible que la situación ideal sea simplemente el respeto. Da igual que tu campo, tu historia personal o tus propios intereses parezcan alejarte de El diablo viste de Prada. Lo importante es que seas capaz, en un momento dado, de ver el mundo desde otra perspectiva y descubrir así que detrás de todo siempre hay un trabajo enorme, demasiadas veces ignorado e infravalorado. 
Parece que hoy me estoy desviando del tema más que de costumbre. Es que, cuanto más lo pienso, más me atrapan un par de detalles muy curiosos de esta película, más aún que el conjunto. Recuerdo, por ejemplo, que en un momento dado la protagonista defiende a capa y espada a su despiadada jefa (una Meryl Streep estelar como siempre). Que nadie se preocuparía por su vida privada si fuese un hombre, dice; que sólo se fijarían en el buen trabajo que hace. Y tiene razón. Tiene mucha razón.
En fin, creo que El diablo viste de Prada tiene muchos detalles, como este, en los que merece la pena detenerse, si bien es cierto que el conjunto se acaba perdiendo. No porque la historia resulte aburrida ni nada; es que son esos detalles los que le dan auténtico interés.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Perdida

Como a muchos otros, lo primero que se me vino a la cabeza cuando oí hablar de Perdida fueron las clásicas películas de antena3 de sábado por la tarde. Y me costó dejar atrás esa idea, la verdad, pero la gente hablaba tan bien de ella que al final decidí darle una oportunidad.
Me habían comentado que Perdida no abandonaba los elementos propios de aquellos típicos thrillers, sino que los reorganizaba hasta dejarlos casi irreconocibles. Esa es seguramente la definición más clara de esta película, así que por ese camino a mí me queda muy poco que hacer. 
Todavía más que este hábil reciclaje, al principio me descolocó un poco el tratamiento del tiempo en Perdida. No es que los flashbacks resulten complicados (a estas alturas ya estamos más que acostumbrados a ellos); lo que pasa es que en Perdida nunca queda claro qué ha pasado realmente porque todo depende de los ojos que miran al pasado. Creo que en esta película aprovecharon al máximo esta cuestión y consiguieron darle una nueva dimensión a este tipo de historias. No me detendré mucho más en ello porque Perdida es una de esas películas a las que es mejor acercarse con poca información.
A pesar de este genial dominio, es cierto que acabaron quedando algunos cabos sueltos, como qué es lo que realmente impulsa a la protagonista, qué significa el final, qué pasó con las grabaciones de la casa del lago... Espero no haber soltado ningún spoiler.
En fin, de todas formas no te das cuenta de esto hasta que sales del cine y te paras a pensarlo. A mí me parece que eso ya tiene su mérito: implica que la historia te ha atrapado tantísimo que no has podido pensar en otra cosa, ni siquiera en el tiempo, y eso que es una película de dos horas y media.

jueves, 30 de octubre de 2014

Stardust

Hace ya unos cuantos años que vi El Imaginario del Doctor Parnassus. Ya no recuerdo de qué iba exactamente ni cómo terminaba, mucho menos por qué me fascinó tanto. Sólo sé que siempre acabo comparando otras películas con ella, como Stardust el otro día. Y salió perdiendo, por cierto. Ya sé que las comparaciones son odiosas pero a veces son inevitables.
El Imaginario del Doctor Parnassus tenía ese estilo como de cuento retorcido y trasnochado que tanto me gusta y que muy pocas veces he vuelto a ver. Por lo menos no recuerdo ninguna ahora mismo. Supongo que a estas alturas debería ir planteándome que a lo mejor el tiempo ha ido adornando el recuerdo y que, en el fondo, de aquella era aún más impresionable que ahora.
Mientras tanto no puedo librarme de esta sensación como de decepción. Es que Stardust empezaba de una manera muy similar a El Imaginario del Doctor Parnassus; la atmósfera era muy parecida y tenía toda la pinta de seguir el mismo camino. Os podéis imaginar que no fue así.
Tampoco quiero echar por tierra la película completa, entre otras cosas porque sí es cierto que me entretuvo bastante y, además, hubo algunos puntos sencillamente geniales. Lo que hacía en esos momentos era tomar elementos más que tradicionales y darles un punto inesperado y bastante absurdo, pero estupendo en conjunto.
Es una pena que hacia el final de la película acelerasen tanto los acontecimientos. Llegados a este punto, el problema no es ya no contar una historia más o menos original, sino no poder contar bien una historia, sin más. Quedaron demasiadas cuestiones sin resolver y muchos asuntos mal rematados y, además, parece que ya no había sitio para lo sorprendente, ni lo más mínimo. La verdad es que me desilusionó bastante encontrar en el final de Stardust lo mismo de siempre.

miércoles, 29 de octubre de 2014

La Regenta

Siempre se me hace muy raro hablar de grandes clásicos como este. En fin, a estas alturas ya no necesitan ningún tipo de presentación. Se ha dicho y escrito tanto sobre ellos que es prácticamente imposible añadir algo nuevo. Y, desde luego, cualquier comentario que yo pueda hacer en este blog (que ya no tiene un objetivo tan claro) parece casi fuera de lugar. Pero bueno, se hará lo que se pueda. 
Yo empecé a leer La Regenta con mucho entusiasmo. Es prácticamente un libro de referencia en mi casa y, en general, un nombre que flota por mi querida ciudad. Un título imprescindible, en suma.
Lo que pasa es que yo soy una lectora muy de mi siglo; esa es la conclusión a la que llegué. Tardé bastante en darme cuenta de que en La Regenta hay algo que me resultaría siempre incómodo: un conocimiento absoluto de todo lo que pasa en cualquier parte y todo lo que pueden pensar los personajes. Fueron un par de clases recientes las que me dieron el empujón que necesitaba, por cierto, no llegó la inspiración de pronto a resolver todos mis problemas. Ya me gustaría algo así.
Tengo claro que La Regenta es una obra maestra de la literatura de su tiempo, eso por descontado, pero el hecho es que me costó un triunfo terminarla. Lo hice porque tenía fe en que me acabaría gustando, supongo, y sobre todo porque soy totalmente incapaz de dejar un libro a medias. Lo bueno es que al final sí le cogí el punto y llegué a disfrutar La Regenta tal y como es. Me llevó unas 700 páginas pero, oye, ni tan mal.

viernes, 24 de octubre de 2014

Orange Is The New Black


Yo empecé a ver Orange Is The New Black casi sin querer. Y creo que seguí de la misma manera. A ver, quería saber cómo evolucionaba la historia, de verdad que quería, pero siempre tuve la sensación de que realmente no había una historia como tal: no hay un argumento único que englobe estas dos temporadas, y las que queden. No me vale "Piper va a la cárcel, la serie va de cómo trata de sobrevivir ahí" porque muy pronto Piper se convierte en un personaje más de este inmensísimo mural. Además, tengo que reconocer que le tengo un poco de manía.
El caso es que Orange Is The New Black funciona. Aunque falte esa cohesión global, esta serie es capaz de desarrollar unos personajes lo bastante interesantes como para captar la atención del público. En ese sentido viene muy bien que de vez en cuando un capítulo se centre en uno solo de esos personajes y se aborde su historia. Unas veces es más sutil que otras pero siempre se consigue entenderlos un poco mejor. Es una manera genial de recordarnos que todos tenemos pasado, fondo y cargas.
Por supuesto, no podemos pasar por alto la descarnada crítica que esta serie hace del sistema que representa. Yo no podría expresarlo con palabras, la verdad; creo que algo así es mejor verlo. Sólo puedo decir que casi me resulta increíble que algunas personas, en alguna parte, se vean tan desprotegidas, tan ignoradas y tan olvidadas.

Las normas de la casa de la sidra

Las normas de la casa de la sidra se desarrolla de una forma tan orgánica, tan casi-sin-querer, que es imposible no seguir su curso.
Así que cuanto más lo pienso más gracia me hace que los protagonistas pasen tanto tiempo reflexionando y se angustien de aquella manera cuando al final es muy poco lo que ellos hacen por cambiar las cosas: son lo que son sin que nadie tenga que hacer nada.
Esto es lo que me chirría tanto de Las normas de la casa de la sidra. No es que la historia no te absorba, que lo hace. Lo veo y me lo creo, me intereso y me muero por saber cómo acaba. Pero echo en falta algo más de actividad. Prefiero que un personaje tenga que abrir su propio camino, no que baste con dejarse llevar.
Supongo que no será más que una cuestión de gustos. Al fin y al cabo, parece que lo mismo que yo "reprocho" es seguramente lo mejor de la película o, como poco, lo más distintivo. Pero es que a mí las cosas tan naturales y tan determinadas por la lógica me dejan bastante fría, la verdad.

domingo, 12 de octubre de 2014

Eduardo Manostijeras

"Todos los monstruos son humanos". No sé dónde lo oí ni cuándo, pero cada día estoy más convencida de que es cierto. 
Aunque esta es una verdad muy presente en Eduardo Manostijeras, no es lo que más me llamó la atención mientras la veía. Debe de ser porque fue El hombre elefante la película que me grabó a fuego esa idea. 
Lo que hace a Eduardo Manostijeras tan especial es la naturalidad con que se presenta el tema. Es una forma de tratar lo extraordinario que no me esperaba, si he de ser sincera. En fin, Edward tiene un aspecto tan particular que no esperas que reciba una bienvenida tan afectuosa. Y sin embargo sus vecinos lo acogen con cariño, lo celebran, lo cuidan. Pero se vuelven codiciosos y ahí es donde empiezan los problemas.
Reconozco que, aunque debí habérmelo imaginado, para mí fue un poco descorazonador ver el proceso. Caí en la trampa que la película tendía con ese comienzo tan amable y me perdí. Todas las señales estaban ahí pero no las vi hasta que fue tarde. Es un despiste perfecto.
En fin, Eduardo Manostijeras me ha cautivado. Me encanta la forma en que se combinan lo grotesco y lo pastel, y cómo todo se agita y gira dramáticamente. Y eso que no me entusiasma Tim Burton; su sello se me hace tan reconocible que me cansa. Con todo, creo que hizo un trabajo extraordinario con esta película.

Puesto #69 de las 200 de Cinemanía.

jueves, 9 de octubre de 2014

El reino de este mundo, de Alejo Carpentier

Yo sólo me iba a leer los primeros capítulos para entender un poco mejor un texto de clase. De verdad que era esa mi idea. Lo que pasa es que no pude parar.
Esta es la primera novela de Alejo Carpentier que leo. Los comienzos con un autor nuevo siempre son algo complicados. Supongo que sin saberlo nos habituamos a ciertos escritores, a sus manías y costumbres, y de pronto algo distinto chirría, para bien o para mal. No sé si fue eso lo que me retuvo en El reino de este mundo; no lo descarto.
Sea como fuere, esta es una novela que hay que leer. Y punto. No sólo por lo magníficamente bien escrita que está y por su frescura, que aún se mantiene, sino porque abre la puerta a una realidad que se olvida demasiado a menudo. El desconocimiento más absoluto ha hecho mucho daño en casos como este.
Hay muy poco más que pueda comentar sobre El reino de este mundo sin destripar las partes más importantes, la verdad. Es una novela que merece la pena leer, dejémoslo así. Una de las más impactantes que he leído en mucho tiempo.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Hermano Oso

Las mañanas de mis domingos son un poco raras. Me entusiasmo con el desayuno y, claro, la cosa se va alargando. Encima hay veces que de pronto aparece en televisión una peli apenas empezada. 
Ya me habían hablado de Hermano Oso. No me habían dicho gran cosa pero hace falta bien poco para que me pique la curiosidad. En fin, domingos que pasan.
Recuerdo que comenté en casa lo potencialmente traumática que me parecía esta película. Como Bambi, dije, o hasta peor. Pero mejor eso lo dejamos a un lado; mejor no remover aquellos tiempos tan cruentos.
No sabría decir qué fue lo que hizo que me quedase a ver Hermano Oso entera. Supongo que algunas películas simplemente te llegan, sin más, aunque pases buena parte de tu vida sin saber por qué. Tendrá que ver con que en su momento me censuraron Bambi en casa (me enteré el otro día, por cierto) y este tipo de impactos son necesarios para madurar. 
Pero, aunque Hermano Oso sea el Bambi de mis veinte, creo que Disney da un salto cualitativo en este caso, aunque sólo sea por una cuestión de coherencia. El final de esta película era realmente el único posible, por mucho que pases la mitad del tiempo elucubrando y deseando que sea de otra manera. No es malo, no es un nuevo trauma ni la resurrección de uno antiguo: es lo que tiene que ser, y a lo mejor eso es lo más impactante. 

martes, 7 de octubre de 2014

Boyhood

A veces el cine puede funcionar como una ventana. A otros mundos, otras realidades, otras vidas; lo que queráis. El caso es que pocas veces se hace tan obvio como en Boyhood.
Esta es seguramente una de las películas más fieles a su concepto que he visto en mucho tiempo. Aquí en España se le añadió al título un paréntesis muy ilustrativo: momentos de una vida. Aunque no me gusta eso de los títulos bilingües, tengo que reconocer que en este caso resume a la perfección lo que es esta película. Yo por lo menos no me lo he podido sacar de la cabeza desde que la vi. 
Boyhood nos permite ver una serie de episodios a lo largo de la vida de este niño que mira las nubes desde el póster. Es posible que no sean los momentos clave, o los más emblemáticos, pero gracias a ellos podemos hacernos una idea de lo que será ese niño cuando crezca, de lo que serán las personas que lo rodean y, lo que es más importante, podremos interesarnos y preocuparnos por todos ellos. 
Boyhood rezuma humanidad. A lo mejor la suya no es una trama absolutamente absorbente por sí sola, pero el hecho es que Boyhood interesa porque Mason interesa, no ya como personaje o por su historia, sino como persona. No al estilo de Frances o Nancy (por suerte); Mason interesa como lo puede hacer un vecino de siempre o un amigo de toda la vida. Ese es el mayor triunfo de Boyhood: es vida hecha cine.

domingo, 5 de octubre de 2014

El Señor de los Anillos. Las dos torres


Ser segunda parte no es fácil. No ya por aquello de "segundas partes nunca fueron buenas"; esa cuestión queda muy lejos de El Señor de los Anillos. Es que Las dos torres tiene que lidiar con un absoluto sentimiento de pérdida y desolación, muy oportunamente recordado al comienzo de la película, y al mismo tiempo sentar las bases de lo que ha de venir a continuación. 
La verdad es que se me hace muy raro hablar de Las dos torres como si fuese algo nuevo o como si no la hubiese visto nunca. También es verdad que me pasó más o menos lo mismo que cuando vi La comunidad del anillo: había tantas cosas que nunca me habían llamado la atención o que casi se me habían olvidado que fue como encontrarse con una película desconocida.
Otro detalle de Las dos torres que valoro más ahora que ha pasado el tiempo es que aparecen muchos personajes nuevos que extienden la historia. La trama no avanza tantísimo en Las dos torres, sino que hunde sus raíces en la tierra para crecer firme y fuerte. Como Festín de cuervos en Canción de hielo y fuego
De lo que se trata, en fin, es de darse cuenta por fin que la historia de El Señor de los Anillos no es ir dando un paseo hasta los confines del mundo. 

Puesto #112 de las 200 de Cinemanía.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Memento

Esta película es perfecta. Sin más.
En general me impresionan mucho las historias bien contadas (no son tan habituales como cabría esperar), pero cuando además una película consigue experimentar de esta manera y mantener la atención a lo largo de dos horas pierdo la cabeza.
Ya me habían dicho que Memento cuenta una historia al revés. Lo que no sabía, en serio, es que tenía que tomármelo en sentido literal. Y claro, empieza Memento y ya te llevas la primera en la frente: la imagen de un asesinato, clara, obvia, real, desapareciendo lentamente ante tus ojos. De pronto un movimiento extraño. "Ah vale, lo está soñando", pensé. Luego me acordé de lo que me habían dicho y empecé a pensar con más claridad, lo prometo. Este primer momento de confusión determina la dinámica de la película; a partir de aquí es más fácil desentrañar su funcionamiento. Sólo hay que estar un poco atento.
Me encantó que, a pesar de tanto experimento en lo narrativo, Memento se mantuviese canónica en la base de la historia. Al fin y al cabo, no deja de ser una historia de detectives ¿no? Salvando las distancias, claro. Por lo menos sí permite que el espectador indague por su cuenta y aún así se sorprenda al final. Aunque curiosamente llega a la misma conclusión que el protagonista y, además, los primeros minutos de la película adelantan este final tan arrollador. Tengo que morderme la lengua para no contaros más. 

Puesto #66 de las 200 de Cinemanía.

martes, 23 de septiembre de 2014

El cuento número trece, de Diane Setterfield

El cuento número trece es uno de los libros que más veces he releído en toda mi vida. Procuro hacerlo al menos una vez al año porque, por decirlo de alguna manera, me reconcilia con el mundo. No es que su mensaje sea optimista (aunque tampoco es pesimista) o que la suya sea una historia alegre (aunque cruda en ocasiones, tampoco se puede decir que sea amarga). Lo que siempre me maravilló de esta novela fue su pureza. 
El cuento número trece tiene una manera de acercarse a la literatura que rezuma entusiasmo infantil. Infantil por lo absoluto, por lo desbordante. Creo que pocas veces en la vida disfrutamos de las cosas con tanta intensidad como cuando somos niños. Por suerte, a veces se puede recuperar una parte de todo aquello, por mínima que sea. El cuento número trece siempre fue para mí una buena manera de conseguirlo.
No sé si contaros de qué trata. Me da un poco de rabia reducir de esa manera tan absurda los libros, sobre todo cuando es uno tan especial para mí. Mejor lo dejamos en que es una historia de libros, de lectores, de familias y hasta de fantasmas. Pero sobre todo es una historia de amor por la literatura.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Capitán América. El soldado de invierno

No sé si llegará el día en que por fin supere el trauma que me ha supuesto esta película. No entraré en detalles por lo mismo de siempre, pero tengo la sensación de que cualquier cosa que diga podrá suponer un spoiler. Lo siento, pero es que lo de El soldado de invierno es muy fuerte. 
Esta segunda parte tiene todo lo que echaba de menos en Capitán América. Recuerdo que el propio Capitán me sacaba de quicio, con esa mentalidad tan de soldado y esa falta total de pensamiento crítico que se podía ver también en Los vengadores. Lo bueno de El soldado de invierno es que se retrata a Steve Rogers, no como un símbolo de la patria y la guerra (tan irónicamente unidas), sino como un soldado fuera del campo de batalla. Ni siquiera se puede decir que esté de vuelta en casa porque apenas puede reconocer el mundo que lo rodea. A lo mejor sólo estaba intentando recomponer los pedazos de la vida que recordaba. A lo mejor por eso estaba tan metido en S.H.I.E.L.D. Es posible que haya sido muy injusta con el Capitán.
Pero S.H.I.E.L.D... Esa es otra. A su sombra crece la trama más brillante que he visto en todas estas películas. Si desde el principio lo mejor de la saga era detenerse a contemplar quién y cómo era el villano, en El soldado de invierno no hace falta desviar mucho la vista para contemplarlo. Tira del hilo que ya despuntaba en Capitán América y lo convierte en un tapiz rico y de tinte añejo, en uno de esos giros que son inesperados porque no quisiste contemplar esa posibilidad en su momento.
¿Qué va a pasar a partir de ahora? Es lo único que puedo preguntarme; acabo de darme cuenta de que la próxima película no se estrenará hasta dentro de seis meses.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Frances Ha

Con Frances Ha cubro el cupo de relaciones complicadas con películas para una temporada larga. Es que, para empezar, aún no sé si me gustó o no. A lo mejor al final del post me aclaro; os lo digo para que os hagáis una idea del punto de partida de hoy.
Frances Ha empieza bien. Tiene un aire como de cuento urbano que a mí, personalmente, me pierde. Pero Frances no tarda mucho en entrar en una delirante espiral de autodestrucción que aún no consigo entender. Es como si no fuese capaz de continuar con su vida fuera de los límites que ella misma se ha impuesto. No os daré muchos detalles porque lo interesante es verlo sin más.
Supongo que se le puede perdonar porque cae bien. Frances es una chica especial y se entiende que todo lo que hace, por absurdo que sea, es parte de su idiosincrasia. Es como Nancy medio siglo después y con los pies más cerca del suelo. Bueno, Nancy no me gustaba, no sé si os acordáis, pero Frances me recuerda a ella porque las dos acaban pareciendo de carne y hueso. La diferencia es, como digo, que a Frances le cogí hasta cariño. No sé muy bien cómo pasó pero ahí está.
Sigo sin estar del todo segura de si esta película me gustó o no. Creo que "gusto" no es la palabra más adecuada para esta ocasión. "Reconfortante", "fascinante", "magnética" seguramente funcionen mejor. 
Ahora me apetece volver a verla.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Don Jon

Me pregunto si Don Jon cuenta como comedia romántica. No es que me preocupen mucho los géneros (creo que eso ya quedó claro en ocasiones anteriores); es que me parece curioso que se pueda llamar "romántica" a una historia en la que el amor es, como mucho, un fondo.
En una historia al uso, el chico se enamoraría de la chica y viceversa. En historias menos corrientes las cosas ocurren de otra manera. Acabarán mejor o peor pero eso es lo de menos. En Don Jon, sin embargo, no se puede hablar de amor como en cualquiera de estas historias, canónicas o no, porque lo que Jon ama de verdad es su porno. Sin más. Con la carina de buenín que tiene...
Lo interesante es que este asunto, que a fin de cuentas es el eje central de la historia, no se trata de una forma sórdida, ni mucho menos. Por mucho que lo de "romántica" sea cuestionable, Don Jon no deja de ser una comedia. Es como Shame si entonces se hubiesen tomado la cosas con un poco de humor. No recuerdo muy bien cómo terminaba esa película, por cierto, pero juraría que era muchísimo más ambigua que Don Jon.
Aún así, el problema de las dos es más o menos el mismo: las anécdotas se acaban convirtiendo en el principal sustento de la historia. Aunque se puede valorar que en Don Jon se esforzaron mucho por dar significado a los detalles, la auténtica esencia del personaje y la película acabó diluida. La repetición se generalizó, la rutina se impuso, los árboles ocultaron el bosque.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Chicago

Aún no me explico cómo es posible que esta película pase tan desapercibida. No es que no tuviese éxito en su momento: no sólo era popular, también consiguió unos cuantos premios. Sin embargo, lo que la gente recuerda más de estos primeros años 2000 es Moulin Rouge. Será una película muy cuca y todo lo que queráis, pero no pasa de ahí. Es puro espectáculo, una fachada con poco fondo. Nada que ver con Chicago
Hace ya unos cuantos años que la vi por primera vez. Y segunda, tercera y seguramente unas cuantas más. Lo malo de esto es que el reencuentro suele ser menos espectacular de lo esperado. En ese sentido Chicago se queda en un punto intermedio: no me ha decepcionado (ni mucho menos) pero tampoco he sacado nada nuevo de ella, ahora que lo pienso. Al fin y al cabo, han pasado muchos años. Yo noto que he cambiado en ese tiempo, ¿cómo es posible que una película signifique lo mismo ahora que entonces? Vaya misterios de pronto. 
En fin, dejemos eso a un lado de momento. Lo que siempre me encantó de Chicago (y para mí la sitúa a años luz de Moulin Rouge) es la inmensa carga crítica que tiene: pone encima de la mesa un sistema que no funciona más que como circo. Es muy cínico, poco discreto, pero genial y hasta divertido. Qué mejor ejemplo que este:

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Amigos de más

Es probable que este post también contenga spoilers. Era inevitable.
Hablando de cosas inevitables: que estos dos acaben juntos no lo parecía todo el tiempo. Es cierto que viendo el trailer de esta película, viendo los primeros minutos y viendo cómo se desarrolla la historia un final feliz es lo único que se le puede pasar por la cabeza a cualquiera. Reconozco que ese no es el mayor interés de Amigos de más. Pero, como os digo, la duda se impone en un momento determinado. Amigos de más se sobrepone al sino inevitable de toda comedia romántica para convertirse en un fiel reflejo de la vida misma: sin buenos ni malos ni destino que valga, sin fuegos artificiales en el momento que algunos llamarían culmen, sin soluciones únicas, sin caminos únicos.
Se la compara mucho con (500) días juntos. Supongo que eso también era inevitable. Aunque no podrían ser más diferentes, en general coinciden en el punto que las distingue y las hace tan geniales a su manera: consiguen que la misma historia de siempre no lo sea tanto, que aunque el final se vea claro al final del camino el recorrido no sea aburrido. Y no lo es.

domingo, 31 de agosto de 2014

Fahrenheit 451


Es probable que este post contenga spoilers.
Hace algunos años mi madre me regaló Fahrenheit 451, la novela de Ray Bradbury en la que se basa esta película. Recuerdo que se la veía entusiasmada. Según me dijo, esta historia le había impactado muchísimo cuando tenía mi edad y creía que podía tener el mismo efecto en mí. Recuerdo también que, si bien me impresionaba lo que leía, no cumplía las expectativas que me había formado. Ahora me planteo que quizá era cosa del momento más que del libro en sí. En fin, el caso es que esta película sí logró el efecto esperado entonces. 
No deja de ser curioso, porque nunca se me había pasado por la cabeza que se pudiese adaptar al cine una novela de este corte, de las que llaman distópicas. Que pudiese hacerse bien, quiero decir. Para mí lo mejor de estos libros es que lo grotesco va calando poco a poco, filtrándose en lo que de otra forma podría haber sido una historia perfectamente normal. De pronto llega la revelación, y a menudo la sigue la angustia porque el problema no parece tener solución: es la sociedad el monstruo de la historia y nadie lo quiere ver.
¿Cómo trasladas eso a la pantalla? Esto es lo que yo no podía imaginar hasta que vi Fahrenheit 451. Es increíble el poder del simbolismo en esta película y hasta qué punto ningún detalle es gratuito. 
Me gustaría destacar también la última quema de libros. Seguramente es la escena más escalofriante de la película (y también la más brillante): consigue transmitir esa fascinación por quemar y, además, hace que parezca hermoso. Ver para creer.
Lo único que me pregunto ahora, pasado el trance, es ¿qué libro sería yo?

lunes, 25 de agosto de 2014

Halt and Catch Fire


Empecé a ver Halt and Catch Fire hace cinco días. Para probar, porque había visto imágenes por ahí y más o menos sabía de qué iba, pero sobre todo para ver algo diferente. Cinco días me ha durado la temporada. Cinco. Habrá algún seriéfilo en condiciones por ahí que no pueda evitar sonreír con condescendencia, pero es que para mí esto es nuevo. 
Recuerdo que al principio me costaba un poco seguir la historia, sobre todo en el episodio piloto: apenas sé nada de los ochenta y de ordenadores, no digamos de cómo eran los ordenadores en los ochenta. ¿Cómo iba a saber de qué me estaban hablando? Pude sobreponerme de alguna manera porque incorporaron otros factores a la trama, no porque abandonaran esa jerga más adelante o convirtieran la informática en un fondo sin más.
Es una de las cosas que más me gustaron de Halt and Catch Fire: los sucesivas capas que se van descubriendo conforme avanza la historia no distorsionan el concepto original, sino que lo enriquecen hasta un punto que no parecía posible al principio. Pero no surgen sin más: son cosas que estaban ahí desde el principio, aunque no podíamos verlas y apenas imaginarlas. Me recuerda un poco a Sherlock en ese sentido porque, como toda buena historia de detectives, te da la oportunidad de pensar por tu cuenta. Hasta cuando se plantea en forma de flashback perdura esta sensación (qué capitulazo aquel). 
Por no hablar de los personajes. Me encanta la manera en que se los retrata, cruda pero no cruel, natural, sincera, sin tapujos. No podría escoger un favorito.
Halt and Catch Fire ha conseguido que me emocione un tema que en principio no me podría ser más ajeno. Pero esa es precisamente su magia: no se trata de ordenadores, sino de personas, de una humanidad que se apodera de todo al final. Es perfecto. Es brillante. Es genuinamente apasionante. 
En fin, que me ha entusiasmado Halt and Catch Fire, como podéis comprobar. Además, justo cuando la estaba empezando anunciaron que se haría una segunda temporada así que todo ha salido a pedir de boca. Puede que el final de temporada no pida a gritos una continuación (es una historia bastante circular en ese sentido), pero yo desde luego no le voy a hacer ascos. Ahora a ver cuánto me toca esperar. 

jueves, 21 de agosto de 2014

Avatar. La leyenda de Aang


Siempre es un placer redescubrir clásicos de infancia, sobre todo cuando en aquellos tiempos no había otra forma de seguir una serie que pillarla en televisión, con todos los problemas y lagunas que ello acarrea. En este caso, por ejemplo, me debí de perder casi la mitad de Avatar, y lo que vi del final no parecía un final propiamente dicho porque me faltaba demasiada información.
Lo importante es que el recuerdo perduró durante todos estos años. Ahora bien, no iba a caer en la misma trampa dos veces "seguidas". Esta vez hice las cosas bien, aprovechando que tenía más medios y muchísimo tiempo libre; para eso sirve el verano ¿no? Y por fin pude ver Avatar entera, casi del tirón, para gran satisfacción de la frustrada niña de entonces.
Lo que se me hace raro ahora, escribiendo este post, es que me veo en la necesidad, casi la obligación, de comentar la serie como un conjunto cuando cada temporada es capaz de aportar algo muy propio. Así, la primera temporada está muy cerca de aquella tierna infancia, momento del primer contacto. La segunda, sin embargo, acaba planteando una trama muy interesante, tan escalofriante como rica, y el desenlace no podría más apoteósico. La tercera y última inaugura un tono más sombrío, que ahonda en los propios claroscuros de los personajes. Creo que es todo un acierto plantear que hasta los llamados "héroes" tienen momentos bajos y, lo que es más, que pueden dudar. Por eso me gustó tanto el final de la serie: reconoce los dilemas morales de las grandes batallas y los resuelve dinamitando la ya manida costumbre de enfrentar a muerte al bien y el mal. 
Nada de esto sería posible sin unos personajes bien trazados; a fin de cuentas, son ellos los que mueven la historia. Esta serie me sorprendió mucho en ese sentido. A lo mejor no son más que prejuicios, pero que una historia dirigida a un público infantil (en teoría) consiguiese este resultado me pareció curioso. Por muy buenos recuerdos que tuviese de Avatar, no esperaba encontrarme tal nivel de profundidad a estas alturas de mi vida. Pero dejemos a un lado los temas del público, que a la hora de la verdad importan poco. La cuestión es que ahora, después de tantos años, he podido disfrutar Avatar tanto como la primera vez que la vi, aunque no lo haya hecho de la misma manera. 
Soy consciente de que os doy poquísima información sobre esta serie en comparación con otras de las que os he hablado. Creo que es mejor dejarlo así, entre otras cosas porque me resulta imposible comentarla sin spoilers y, como suele ocurrir, un resumen sólo la reduciría al absurdo. Mejor la veis sin más. Tiene mucho más que ofrecer de lo que parece en principio; sólo hay que tener un poco de paciencia.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Guardianes de la galaxia

Al principio no daba un duro por esta película. Ni siquiera la artífice del maratón de Marvel que ha marcado este verano parecía muy entusiasmada. Nos planteábamos que Guardianes de la galaxia no era una película que mereciese lo que cuesta la entrada. Pero nos equivocamos. Y menos mal.
Guardianes de la galaxia mantiene muy dignamente el nivel marcado hasta ahora pero es inevitable que acabe separándose. No es sólo que sus protagonistas sean el colmo del antihéroe; es que ellos mismos son conscientes de que no encajan en el canon, hecho que parecen adoptar como su propia denominación. 
Lo que pasa es que no parece una maniobra para darle interés a la historia. Todos estos personajes tienen carisma y profundidad suficientes para que la historia en conjunto parezca más orgánica, más real, aunque sea en efecto increíble. 
Me gusta que se haya puesto tanto mimo en Guardianes de la galaxia. Han conseguido que una anticlásica historia de super héroes como es esta funcione a todos los niveles, sin necesidad de explotar los opuestos de los grandes tópicos, que a menudo parece la única opción. 
Aunque sí hay sitio para esos tópicos en Guardianes de la galaxia. Un lugar casi de honor, diría yo. Un lugar desde el que se puede ver perfectamente cómo se los deconstruye. Son los grandes momentos de esta película, los de la clásica tensión dramática renovada y casi irreconocible.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Luces de la ciudad

A estas alturas se hace complicado valorar una película como esta. Las cosas han cambiado tanto que muchas referencias se entienden de otra manera o ya se han perdido por completo. Es como la supuesta gran catástrofe de ¡Qué bello es vivir!, por ejemplo. Afortunadamente, una historia genuinamente bonita sobrevive a su tiempo, aunque la película en conjunto no permanezca intacta. 
Luces de la ciudad evoca un estilo de vida y unas circunstancias que apenas se entienden hoy día, pero debajo de todo eso late una historia tan simple como hermosa y sincera. Siempre me llamó mucho la atención el cine mudo en ese sentido. Al no poder contar con el diálogo, tiene que servirse de recursos más teatrales, más exagerados, y más honestos por la misma razón. No hay ningún malentendido que no sea provocado y el interés que despierta la historia es el mismo. Aunque sólo sea por eso, ya es más que recomendable acercarse a una película como esta. 
Yo de Luces de la ciudad me quedo con el final. Hasta un poco antes había podido prever más o menos cómo iban a ir las cosas pero pasado cierto momento me vi sin saber cómo iban a reaccionar los protagonistas. Es posible que toda la tensión de la película se reduzca a esta escena, a ese gesto, a esa mirada. 

Puesto #114 de las 200 de Cinemanía.