Tirano Banderas cuenta una historia parecida a El Señor Presidente. Sin embargo, el efecto que produce es muy distinto.
El Señor Presidente contaba la historia desde dentro de una manera muy peculiar, además: tomaba distintas líneas argumentales y las fusionaba y entremezclaba, formando un mosaico que, contemplado en conjunto, simplemente sobrecogía.
Tirano Banderas, en cambio, parece más limitado. Supongo que influye el hecho de que el autor no está tan íntimamente ligado a la historia que cuenta. Eso no significa que escriba un relato frívolo y superficial, por supuesto; es sólo que le falta algo de aquella intensidad.
A ver, las comparaciones son odiosas, ya lo sé, pero en este caso no puedo evitarlo (entre otras cosas porque estoy haciendo un trabajo para clase sobre este tema). Es que Tirano Banderas y El Señor Presidente son, en cierto modo, las dos caras de la misma moneda: uno representa la visión del extraño (aunque no por ello menos apasionada); otro incorpora la más pura y sincera reivindicación de la propia identidad.
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