lunes, 30 de mayo de 2016

Unbreakable Kimmy Schmidt (T1)


El otro día estaba hablando de series con una compañera de clase. Tenía tan reciente Unbreakable Kimmy Schmidt que era inevitable hablar de ella. Lo que me dejó totalmente descolocada es que no sabía cómo explicarle de qué trataba; no me refiero a lo que me pasa siempre y repito tanto en este blog. Debió de ser raro, sobre todo porque empecé, bueno, por lo que es: un grupo de mujeres de vuelta en el mundo exterior después de pasar quince años secuestradas en un búnquer. Supongo que esta premisa al lado de "sitcom" dio una imagen muy extraña. Pero es que ni siquiera ahora se me ocurre otra cosa. Realmente es eso de lo que trata Unbreakable Kimmy Schmidt, y lo hace siempre en clave de comedia.
Ahora bien, recordemos quién está detrás de esta serie: nada menos que Tina Fey. De esta mujer no me sorprende tanto que sea capaz de hacer una comedia tan buena a partir de un tema tan poco dado a bromas. Lo que más me gusta de Unbreakable Kimmy Schmidt es precisamente el punto en que ambas dimensiones, la cómica y la seria, se solapan: aunque domine la comedia, la humanidad nunca está ausente en Unbreakable Kimmy Schmidt
Por supuesto, esta no deja de ser una sitcom de manual, con todos los elementos a los que ya estamos más que acostumbrados: las exageraciones, los escenarios estáticos, esa temporalidad tan propia... Creo que son "convenciones" que deben aceptarse sin más para poder disfrutar un poco. Sin embargo, Unbreakable Kimmy Schmidt da un pequeño paso hacia un cierto realismo y plantea detalles nimios en apariencia pero que acaban revelando una importancia capital. En esa línea es imprescindible destacar el mimo con que están concebidos los personajes; es imposible no acabar queriéndolos a todos, a cada uno por lo que demuestra ser. 
Sólo hay que tener un poco de paciencia: Unbreakable Kimmy Schmidt nace como una comedia de siempre; su carácter propio se va demostrando poco a poco. 

domingo, 29 de mayo de 2016

El mago de Oz, de Lyman Frank Baum

Tenía pendiente El mago de Oz desde que leí Wicked, de Gregory Maguire, hace unos cuatro años. Adoré ese libro en su momento, pero ya sabéis que yo hasta mis obsesiones más vehementes me las tomo con calma. 
Entonces me preocupaba bastante no conocer la historia original. No podía dejar de pensar que a lo mejor lo que a mí me parecía tan sorprendente y tan original no era más que desconocimiento. No sé... Puede que mi memoria haya ido adornando Wicked con el tiempo, pero lo cierto es que no encontré nada tan impactante en El mago de Oz. Supongo que influye que la perspectiva de cada obra es distinta: la de El mago de Oz buscaba la ingenuidad sorprendida del extraño, mientras que Wicked se basaba en la inmersión del nativo. 
La verdad es que se me hace muy raro escribir todas estas cosas cuando, en el fondo, la cuestión que se impone es que definitivamente soy demasiado mayor para El mago de Oz. Debía de serlo ya cuando leí Wicked así que ni tan mal.
El mago de Oz es un relato tan planito, tan tranquilo y tan amable, que no puede entenderse más allá del cuento de buenas noches. En su época, claro. Yo no me atrevería a recomendar este libro a un niño del siglo XXI porque, bueno, no podemos obviar que la sensibilidad va cambiando; el imaginario de cada generación evoluciona más rápido de lo que nos gustaría creer. Lo que no se puede negar es que El mago de Oz incluye algunos puntos muy interesantes, especialmente el propio Mago. Tendré que seguir imaginando el impacto que debió causar en los niños de su tiempo porque para mí, desde luego, el momento ya pasó.
Ahora sólo me queda la película. 

sábado, 28 de mayo de 2016

El juego de Ender

Pocas novelas me impactaron tanto como El juego de Ender, de Orson Scott Card. Hace casi seis años que la leí, pero aún recuerdo la desazón que sentí cuando cerré este libro por última vez. En su momento no me veía capaz de subsistir sin la secuela, pero no la tenían en mi librería de confianza así que tuve que pasar otra cosa. Y hasta ahora. 
Sobreviví al final de El juego de Ender y a todo el drama que yo misma me monté, pero la impresión nunca me abandonó del todo. Por eso me puse tan nerviosa cuando apareció esta película; siempre fui muy maniática. Lo único que puedo decir en mi defensa es que todos tenemos en mente esa adaptación que nos pone en guardia a la mínima ocasión. 
Os podéis dar cuenta por el póster de que también pasaron unos cuantos años desde el estreno de El juego de Ender hasta que por fin la vi. Qué le voy a hacer. A lo mejor mi subconsciente me estaba forzando a postergar el drama como había hecho con los libros. Nunca lo sabremos. 
El caso, por ir entrando en materia, es que El juego de Ender me encantó. Sin más. Esta adaptación me tenía casi completamente aterrorizada porque la novela de Scott Card se mueve en esa riquísima zona gris de la moral que muchas superproducciones no terminan de encajar. A menudo parece que el cine comercial necesita un héroe al que seguir y un villano que odiar. El juego de Ender, que empieza como un clásico relato de ciencia ficción, abandona muy pronto ese terreno y logra plantear uno de los conflictos más maduros y más humanos que he leído en mi vida. Qué alivio poder decir que todo eso aparece en la película. 
Creo que debo añadir, sólo para que conste, que sí faltan un par de detalles. No es una queja, ni mucho menos; a fin de cuentas, lo que quedó fuera de la película es una subtrama muy basada en la palabra, un elemento casi abstracto, que probablemente habría ralentizado demasiado la trama principal. También es  verdad, sin embargo, que suprimirla por completo redujo a dos personajes a poco más que extras. Pero bueno, no me lamentaré demasiado. Entiendo que esta subtrama se sostiene mucho mejor en un libro que en una película. Lo comento sobre todo para poneros la miel en los labios, a ver si alguien se anima a leer El juego de Ender, aunque la película ya se lo haya dado casi todo.

viernes, 20 de mayo de 2016

Jessica Jones (T1)


A estas alturas ni yo misma sé muy bien en qué punto estoy con todo esto de los super héroes. Sigo sin considerarme una fan del género en sí aunque, así con la tontería, estoy viendo bastantes de estas series. Queda muy lejos el ya paradigmático maratón veraniego; todo esto lo he hecho por mi cuenta (de hecho, la amiga que me metió en estas historias no ha visto Agent Carter ni Daredevil ni Jessica Jones; escarnio público para ella). A lo mejor debería ir replanteándome unas cuantas cosas. 
Mientras tanto, podemos pararnos un poquito en Jessica Jones
Esta es una serie que me enamoró completamente, casi desde el primer capítulo. El otro día un compañero de clase me preguntaba si realmente merecía la pena; os podréis imaginar que entonces me puse muy vehemente. Sin embargo, tampoco puedo obviar que este es un chico que conoce el universo de los cómics; yo no sé qué puede haber más allá de la pantalla. Lo único que puedo decir es que Jessica Jones me dio los personajes femeninos que llevaba años buscando sin saberlo. Quién me iba a decir que los encontraría en una serie de ¿super héroes detectives? Por favor, que alguien que sepa le ponga la etiqueta; yo estoy en crisis. 
La verdad es que cuanto más lo pienso más me sorprende lo mucho que me gustó Jessica Jones. Si repaso el argumento y, no sé, convenciones varias de esas que usan los navegadores, sólo encuentro detalles que en teoría me habrían alejado de esta serie. Supongo que nunca sabré por qué me lancé con tantas ganas; sólo sé que me quedé por los personajes. Hay algo en ellos, sobre todo en Jessica, que revive los tópicos de siempre con un sabor más genuino y más humano que nunca. Quizá lo que los hace tan accesibles es que todos hemos topado alguna vez con un Kilgrave.
De verdad, el mejor consejo que puedo dar sobre esta serie es que os dejéis guiar por lo estrictamente personal; los géneros en Jessica Jones son más mentira que nunca.