jueves, 27 de junio de 2013

Juego de tronos, de George R. R. Martin

Después de la traumática Boda Roja, me recomendaron tener leídos los cuatro primeros libros para el estreno de la cuarta temporada. Dicen que así no te vuelves loco. Ya os contaré en su momento si es cierto o no. 
Os comentaba a propósito de la serie que esta historia no es la clásica de princesas y caballeros: es más oscuro que todo eso, más maduro. Sin embargo, no imaginaba hasta qué punto la serie podía ser una versión dulcificada de la novela. A mí me parece que, a pesar de esos pequeños cambios, la adaptación es bastante buena aunque reconozco que en algunos momentos me sentí un poco turbada: nunca entenderé del todo por qué pasan estas cosas. 
Esta novela me ha gustado bastante, en resumen. Me ha parecido entretenida y me ha enganchado, y eso que ya sabía lo que iba a ocurrir (o por lo menos tenía una idea). La historia está bien ambientada y, sobre todo, las relaciones entre los personajes son fuertes y sólidas. Este es un detalle que nunca llega a captarse del todo en la serie y que, personalmente, ahora echo en falta. 
Me gustaría destacar también la increíble capacidad de este autor para cambiar de punto de vista como quien cambia de canal, por así decir. No me parecía posible que una sola persona pudiese adoptar la perspectiva de tantos personajes distintos, y menos con tanto éxito, pero aquí está Martin para demostrarme que estaba equivocada.
Sólo hay un detalle que me tiene un poco incómoda. En la contraportada de mi libro dice: "La novela río más espectacular jamás escrita". No nos confundamos, sí es espectacular pero no estoy tan segura de que sea "la más espectacular".

miércoles, 26 de junio de 2013

Girls (T2)


Pues al final me decidí a ver la segunda temporada de Girls
Os hablé de la primera hace algún tiempo y, no sé si os acordáis, no estaba muy convencida. Bastante impresionada, sí, pero no entusiasmada. 
Ahora mismo estoy en medio de una gran sequía de series: estoy esperando por una nueva temporada de todas las que me gustaban y más fielmente seguía. Curioso ¿no? La promesa de una continuación es un arma de doble filo: te alegra porque quieres seguir pero la espera te mata exactamente por la misma razón. 
El caso es que acabé viendo Girls otra vez, así, como quien no quiere la cosa. La segunda temporada tiene también sólo diez capítulos, igual que la primera, pero se hace sorprendentemente corta. La verdad es que ha sido un reencuentro extraño; a lo mejor eso influye. Recuperé esta serie porque iba en busca de algo breve, que me distrajera mientras no apareciesen capítulos nuevos de mis predilectas. Y de pronto, fin de temporada. Así, sin más. Aún no me lo explico. 
Sé que no ha sido sólo cosa mía y de esta especie de trascendental tranquilidad que se ha apoderado de mí. Esta segunda temporada es mucho más madura que la anterior: ahonda en los personajes que antes parecían tan bien definidos y les da un nuevo carácter, uno más profundo y más real si cabe. Girls aprovecha la parte más oscura del abismo personal para afianzar su propia identidad. El resultado es un retrato complejo y coherente (salvo algunas idas de olla de Hannah, cómo no). A su manera, mantiene el interés de un modo elegante, ajeno al cotilleo tradicional. Esperemos que continúen por esta línea.
Por cierto, sigue haciendo falta alguien con quien comentar esta serie. Yo aún no tengo a nadie y... se nota.

lunes, 24 de junio de 2013

Ruby Sparks

Puede, y sólo puede, que esta sea una historia de amor; desde luego, no es una historia cualquiera. 
Hay pocas cosas que se puedan decir de Ruby Sparks sin revelar por completo su sentido, pero ahí está la gracia. Por lo menos eso es lo que más me ha gustado a mí.
Mis favoritas son, por así decir, las películas "en espiral". Son esas que parecen muy sencillas, casi simplonas, pero que al final puede, y sólo puede, que no lo sean tanto. Se retuercen sobre su propia base, se alejan de ella y vuelven, y así sucesivamente. 
Así podría describir Ruby Sparks sin deciros nada sobre su argumento. Creo que es mejor acercarse a películas como esta con menos información que de costumbre, dispuesto a ser sorprendido. De todas formas, si llego demasiado tarde y ya habéis leído la sinopsis por ahí, creo que aún os quedan un par de sorpresas guardadas. 
Lo que sí tengo claro es que llevo un par de días dándole vueltas a esta película. Hay una parte que no llega a resolverse del todo pero, si os soy sincera, no lo echo en falta. El final es muy claro si se le quiere escuchar y, en este caso, con eso me vale. 

sábado, 22 de junio de 2013

El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald

A mí normalmente me gusta leer la novela antes de ver la película que la adapta, aunque a veces me salto esta norma. A lo mejor os acordáis de que este es el caso.
Tenía mis serias dudas sobre la película porque dejaba muchas lagunas, sobre todo en lo relativo al personaje que le da título. Entonces me planteaba que, a lo mejor, la historia estaba planteada así porque la condicionaba la perspectiva de un personaje que no era Gatsby y que, de hecho, era uno de los muchos que el resplandor del misterioso joven había cegado. 
Mis sospechas en torno a esta cuestión se han visto confirmadas gracias a la novela. Ahora sí puedo decir, sin reservas, que la película homónima es una buena adaptación, aunque quizá en algunos momentos se permita demasiadas licencias, sobre todo en lo que concierne al narrador personaje, Nick Carraway. Curiosamente, estos nuevos adornos no le dan más fuerza, sino al contrario: lo difuminan.  
Así que, en resumen, me ha gustado más el libro. No puedo evitarlo. Creo que es porque nunca me han gustado las voces en off. Supongo que en una novela la encuentro tan natural y tan propia de su género que en una película espero que se pueda traducir de otra manera. Porque, a ver, ¿no dicen que una imagen vale más que mil palabras? Pues ala, séptimo arte: dedícate a lo tuyo. 

Radio encubierta

Personalmente, no creo que una película tenga que ser necesariamente buena para conseguir transmitir lo que sea que pretenda. 
Creo que muchas veces nos centramos demasiado en lo que tiene que ver con el nivel de la película, la desnudamos y la despojamos del relato y, al final, no tenemos más que un esqueleto que, evidentemente, no puede decir nada. ¿Dónde queda el disfrute?
Por eso os recomiendo ver Radio encubierta. Es una película que no os hará pensar mucho pero que, de pronto, os volverá ingrávidos. 
Radio encubierta rezuma pasión por la música, pasión por una vocación, llevada al final a lo más extremo. Pero, a fin de cuentas, de eso se trata, ¿no?
Además, sólo por la banda sonora ya merece la pena ver esta película. Claro que, incluyendo temazos como este, a mí ya me tenían ganada desde el principio. 

jueves, 20 de junio de 2013

Blade Runner

Llovía cuando salí del Milán, justo el día en que el Aula de Cine de UniOvi se despide por este curso con la proyección de Blade Runner
Si tenéis oportunidad, ved esta fantástica película en buena compañía. Buscad gente con la que podáis hablar de cine, porque esta es una cinta que se nutre de los comentarios y que no termina con los títulos de crédito. Probablemente Blade Runner os acompañe el resto de vuestra vida. 
Porque, a fin de cuentas, Blade Runner es un retrato de todo lo humano y lo que lo empuja a ser tal. Lo asombroso es que la perspectiva de la que parte es, precisamente, lo no-humano. Juraría que en el coloquio que siguió a la proyección hubo un momento en que todos los presentes empezamos a cuestionarnos si nuestros recuerdos eran reales o si realmente somos lo que creemos ser. Al fin y al cabo, ¿cuántos de nuestros primeros recuerdos son realmente nuestros? ¿No nos los han contado todos?
Tradicionalmente se ha asociado lo humano con lo tierno, lo emocional, lo "blando", por decirlo de alguna manera. Siempre era, en resumen, algo positivo. Por eso no deja de resultar curioso que esta misma imagen conviva con aquella que nos convierte en el más ruin y cobarde de todos los depredadores. En ese sentido Blade Runner supone una grata sorpresa: por primera vez, el hombre puede ser tan bueno como malo. 

 Puesto #16 de las 200 de Cinemanía.

domingo, 16 de junio de 2013

The Big Bang Theory


El concepto en el que se basa The Big Bang Theory puede parecer fácil de agotar. Al fin y al cabo, parte de unos tópicos más que manidos: el freak y la vecina guapa (que siempre es rubia, aunque nunca entenderé por qué); el genio asocial y la tontita de buen corazón.
A lo largo de seis temporadas hemos podido ver cómo estos personajes en principio antagónicos se han ido transformando hasta construir una especie de zona neutral en la que ninguna de sus peculiaridades está de más e incluso llegan a adoptar alguno de los rasgos del grupo al que no pertenece. 
Pero, sobre todo, lo que más me asombra de esta serie es que ha ido incorporando personajes y tramas nuevos sin perder de vista su propia esencia. ¿De cuántas otras podemos decir lo mismo?

jueves, 13 de junio de 2013

Los falsificadores

Hay muchas películas sobre el Holocausto, casi tantas como de la Segunda Guerra Mundial, y desde luego las suficientes como para constituir un género aparte. 
Por eso se agradece que, de vez en cuando, alguien se decida a explorar otras facetas y, sobre todo, que obtenga resultados tan buenos como este. 
No esperéis que Los falsificadores sea una película agradable. Aunque no siga el esquema típico de las llamadas "pelis de nazis" no prescinde de su dureza. Lo que hace es centrarse en una especie de élite del campo de concentración: los forzosamente dedicados a la falsificación de moneda. Yo no sabía que esto había ocurrido pero por suerte queda bien explicado en la propia película. 
La situación acaba derivando en una de las representaciones más claras del conflicto entre el altruismo y el natural egoísmo según el cual estamos programados. 
Los falsificadores es, sobre todo, un relato coherente y sin fisuras, sólido como sus numerosos protagonistas a los que, sin embargo, se puede llegar a conocer: a lo largo de toda la película se dejan caer detalles que los descubren. 
Lo que me gustaría destacar, para terminar, es que, a pesar de ser una película basada en hechos reales (a partir de las memorias de uno de los miembros de este exclusivo grupo), no parece edulcorada. Alguna vez ya os comenté que solía ver estas películas con bastantes reparos porque la inmensa mayoría intenta hacer quedar bien a su protagonista (buena parte de las veces "homenajeado" sería más adecuado) y se despreocupan de lo demás. Los falsificadores se sobrepone a esa premisa y crea unos personajes coherentes, realistas, creíbles y, sobre todo, humanos. El resultado, como no podría ser de otro modo, es impecable.

miércoles, 12 de junio de 2013

La sonrisa etrusca, de José Luis Sampedro

Hace poco que este magnífico escritor falleció, dejándonos a todos un poco más huérfanos. 

Esta es una novela entrañable como pocas, pero muy poco empalagosa. Habla, por decirlo de algún modo, de la comunicación entre generaciones, de la recurrencia de caracteres en la familia, de la estructura circular que a veces puede adoptar la vida.
De todas formas, el argumento es lo de menos. La sonrisa etrusca es un gustazo de libro y punto: fluido, personal, tierno... En algunas ocasiones, aunque no muchas, se entreve la voz del propio Sampedro.
Sin embargo, esta no pasa por una novela autobiográfica. Es cierto, todo hay que decirlo, que no tengo manera de saber si lo es o no y, sinceramente, no me importa, no lo considero relevante para la lectura. Da igual si su protagonista, Salvatore Roncone, o Bruno, fue efectivamente real o no: se hace auténtico en las páginas de La sonrisa etrusca
Por eso hay que leer este libro con cuidado. Su comienzo es honesto, eso es verdad: nos deja saber desde el principio que Bruno va a morir. Es un planteamiento crudo, pero no cruel; te puedes tomar un par de capítulos para hacerte a la idea de que ese final va a llegar, más tarde o más temprano. Parece sencillo, ¿no? 
Pues no lo es. 
De pronto, el zío Roncone se ha convertido en uno más de tu propia familia. Llegas a conocerle y hasta a encariñarte con él; algunas veces, no sé cómo, el sentimiento parece mutuo. 
Os podréis imaginar, entonces, lo destrozada que estaba cuando pasé la última página de La sonrisa etrusca.

viernes, 7 de junio de 2013

Barry Lyndon

Por todos es sabido que en la obra de Kubrick la imagen tiene una grandísima importancia, que cobra aún más  protagonismo en Barry Lyndon.
Este es un viaje a través de la Europa del siglo XVIII que, conforme avanza, se va haciendo cada vez más real. Esto no significa que prescinda de los toques grotescos que caracterizan a este cineasta, sino que los acomoda a la época y al contexto y se pone a su servicio. 
Recordemos que, ante todo, Barry Lyndon es un relato sobre el ascenso social y los obstáculos que debe afrontar quien lo emprende. La diferencia entre esta y otras historias similares es que Barry Lyndon es mucho más sutil: te obliga a estar atento a los detalles, piedra angular de la trama. 
Pero a mí, personalmente, se me hizo bastante lenta. No olvido que la atención al detalle es extrema y que eso, lógicamente, ralentiza algo la acción. Sí, el tapiz que se construye en Barry Lyndon está lleno de matices, de luces y de sombras; es un retrato sincero y, lo que es más, sin miedo a la verdad. Lo que a mí se me hace pesado, no sólo de esta sino de todas las películas de este corte, son esos gestos tan lánguidos, expresiones afectadas y suavidad pretendida. Me exasperan. 
Reconozco la calidad de Barry Lyndon: cumple su objetivo con creces y ciertamente tiene un toque que se graba a fuego en la memoria. Además, constituye la mejor prueba de la versatilidad de Kubrick: también sabía hacer cine de época, y además hacerlo en condiciones. 
Pero a mí me sigue pareciendo lenta.

Puesto #181 de las 200 de Cinemanía.

jueves, 6 de junio de 2013

La naranja mecánica

Soy consciente de que hay una parte de la película que se me escapa: yo no sé psicología, así que el trasfondo que tiene que ver con ella me es totalmente inaccesible. 
Que eso no os desanime a los que estéis en estas mismas condiciones. Sólo tenéis que levantar una piedra para encontrar unos cuantos amables psicólogos que os explicarán todo el asunto. 
Además, aun sin llegar a entender del todo esa parte, La naranja mecánica se puede disfrutar. Bueno, igual "disfrutar" no es la palabra más adecuada al hablar de esta película. 
La leyenda que precede a La naranja mecánica advierte de su dureza y aleja a los sensibles. No sin razón, claro, pero no es tan desagradable como esperaba. O, mejor dicho, no lo es de la forma que yo había supuesto. Es cierto que es una película muy violenta pero su mayor crudeza reside en el enfoque, en lo tumultuoso, en la psicodelia que la impregna. No sé exactamente cómo, pero no incomoda de una manera convencional.
Eso sí, es una historia bien contada y bien hilada, con una estructura circular perfecta como pocas. Claro que esta misma forma la convierte en un relato descorazonador. De alguna manera, lo que pone de manifiesto es que, a la hora de la verdad, las personas no cuentan si no es por el papel que se les asigne. Lo que más asusta de La naranja mecánica es precisamente esto: comprobar hasta qué punto podemos no ser dueños de nosotros mismos. 

Puesto #13 de las 200 de Cinemanía.

miércoles, 5 de junio de 2013

El gran Gatsby


La historia de El gran Gatsby gira en torno a las diferencias entre la clase alta, esa moderna nobleza, y la eterna clase trabajadora. Como no podía ser de otra forma, las une una apasionada, escandalosa y tórrida historia de amor que, todo sea dicho, no termina de resolverse. 
A decir verdad, hay muchos asuntos en El gran Gatsby que quedan a medias, o por lo menos da esa sensación. Aún no he leído la novela así que no sé si esa era la idea o es un defecto de la película (o, quién sabe, de la historia). También es verdad que, de ser de otro modo, podría resultar incoherente; al fin y al cabo, nosotros conocemos la historia a través de uno de sus mismos personajes, Nick Carraway, que en no pocas ocasiones reconoce sentirse perdido. En ese sentido, es muy lógico que El gran Gatsby esté llena de lagunas. Sin embargo, sigue sin quedar claro si la película buscaba este efecto o no. Quizá debería verla otra vez para salir de dudas.  
Parece que esta cinta me ha dejado algo fría pero no es así, no exactamente. La vería otra vez sin ninguna pereza, no os digo más. Las dos horas que dura se pasan (en general) como un suspiro, la estética es todo lo vibrante que cabría esperar y todavía sorprende un poco más, y los actores son sencillamente estupendos. 
¿Cuál es la pega, entonces? El gran Gatsby da pie a algunos momentos apoteósicos, que alternan con efectos vacíos, puramente ornamentales, sin significado. En ese sentido es una de las películas más descompensadas que he visto en mucho tiempo. 
Pero sigo sin saber si está hecho así para reflejar lo vertiginoso de esos años veinte o si ha sido un accidente. Voy a tener que verla otra vez...