No sé exactamente por qué pero tuve muchas ganas de ver esta película desde el primer momento en que oí hablar de ella. Supongo que sería por eso y por el tiempo que pasó entre entonces y el día que por fin pude verla por lo que mis expectativas eran altísimas, probablemente demasiado.
Me imaginaba Las ventajas de ser un marginado como una reinvención de las películas de adolescentes, pero no de la manera que vimos el otro día con Rumores y mentiras, sino más sutil, más delicada y menos inclinada a la comedia.
Las ventajas de ser un marginado intenta ser una reflexión profunda (en el sentido más superficial de la palabra) sobre las relaciones humanas pero se acaba quedando en una mera recopilación de escenas apenas conectadas entre sí. Parece que se apoya demasiado en un guión que no es tan potente como les gustaría. Y no sé por qué ocurre así, la verdad, no sé qué ha podido pasar. No he leído la novela en la que se basa esta película pero tengo la sensación de que el problema no está en ella, sino en el proceso de adaptación. Voy a tardar bastante en poder averiguarlo pero podéis estar seguros de que no se me va a olvidar.
De momento lo único que puedo saber a ciencia cierta es que el relato de esta película resulta impermeable, completamente ajeno al espectador. No es sólo que no haya nada con lo que identificarse, sino que apenas hay hilos de los que tirar: nunca se llega a conocer a ningún personaje, ni siquiera al protagonista. Este es un buen ejemplo de que una voz en off y un relato pretendidamente intimista no siempre producen una historia auténtica.
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