lunes, 11 de noviembre de 2013

Las vírgenes suicidas

Aún no leí la novela en la que se basa esta película pero, si ya tenía ganas antes de verla, ahora casi no quepo en mí de la emoción. 
Lo más curioso de Las vírgenes suicidas es que no te llega a contar una historia entera: en realidad se trata de cómo una historia queda incompleta y, lo que es más, de la imposibilidad de completarla. 
Sin embargo, nunca da la sensación de ser una película a medias ni tiene demasiadas lagunas como para no seguir la trama. Todo lo contrario. Consigue fascinar al espectador con las cosas que no cuenta, que se equilibran perfectamente con las que sí se dicen.
La cubre una atmósfera de cierta irrealidad, que no es más que el mejor reflejo posible de la fascinación que despiertan las protagonistas en los chicos que relatan su historia. Es simplemente embriagadora pero, sorprendentemente, no por ello delicada: Las vírgenes suicidas no tiene ningún problema para lanzarte una cruda verdad a la cara.
Por cierto, esta es la película que me reconcilió con Sofia Coppola

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