Vale, es una muy digna sucesora de El Padrino pero, en mi opinión está muy lejos de superarla.
Lo mejor de El Padrino es que era una historia perfecta, sólida, sin fisuras. No necesitaba muchas tramas para llenar un argumento contundente. Esta segunda parte, sin embargo, no parece tener un centro definido.
La verdad es que me gustaron más las partes del joven Vito, esa especie de precuela, que las de Michael. Tenían esa riqueza esencial de la primera parte, esa integridad, que en esta película aparece más diluida.
El Padrino. Parte II permite conocer mejor al mítico Don Vito. Es una pena que el mero recuerdo del padre llegue a eclipsar al hijo: si en El Padrino Michael era un personaje a tener en cuenta, complejo, a veces informe pero siempre de interés, en esta película apenas se incide en su figura. Es como si la luz nunca lo iluminase directamente y sólo pudiese mostrar las sombras que lo rodean. Que no está mal, es cierto, pero desde luego no tan bien; el listón estaba muy alto.
En el fondo, Michael funciona en esta película como un nexo entre el abuelo y el nieto. El paralelismo casi poético que se establece entre ambos es la mejor muestra de la evolución de esta histórica familia y del paso mismo del tiempo, a veces más aparente que real. Pero es que a mí, es cierto, siempre me han gustado las historias así.
Puesto #5 de las 200 de Cinemanía.
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