domingo, 30 de septiembre de 2012

I Feria del Libro Antiguo de Oviedo

Hasta el día 14 de octubre en el Paseo de los Álamos de Oviedo podremos disfrutar de la Feria del Libro Antiguo, un lugar de culto para todo bibliófilo que se precie. 
Aunque los puestos son sólo una línea recta que recorre todo el paseo, no hace falta mucho tiempo para perderse entre todas las joyas que se pueden encontrar en los montones de volúmenes que se apilan entre ellos. El olor a libro viejo inunda el ambiente, las manos recorren frenéticas todo lo que encuentran a su paso: hay mucho que ver y muy poco tiempo.
Porque hay de todo y para todos: desde las (pen)últimas novedades de todos los géneros imaginables a libros históricos por sí mismos, todo a muy buen precio; hay que contenerse un poco para no arrasar con tanta oferta.
Yo estuve ayer. No sé cuánto tiempo; sé que me tuvieron que sacar de allí porque yo ya no tenía noción de nada. En fin, me marché muy satisfecha con mi compra (la podéis ver en la foto) y con ganas de volver.
Ya sabéis, tenéis hasta el día 14.

jueves, 27 de septiembre de 2012

¿Qué ves cuando cierras los ojos?

Eva es una película sobre robots. Al menos eso parece al principio. 
Ésa es la maravilla de este peliculón: te metes en ella pensando en todas esas cosas que la ciencia ficción nos ha estado enseñando y de pronto te encuentras con una historia sobre humanidad. Humanidad descontrolada y sin programar, para colmo. 
Eva tiene todos los matices, las subtramas y la profundidad que siempre se echan de menos en las clásicas películas de robots. Es, por decirlo en pocas palabras, mucho más de lo que ofrecían aquellas entonces y de lo que, por lo menos yo, podía imaginar. 
Y además está bien hecha. Quiero recalcar este aspecto porque normalmente, cuando una película que quiere ir de ciencia ficción y acaba potenciando otros aspectos más realistas, se queda en una especie de quiero-y-no-puedo que no convence a nadie. No ocurre lo mismo con Eva, todo lo contrario: en ella aparecen algunos cachivaches chulísimos que no se podrían ni soñar y que dan el pego. Hay ingenio en esta película, ingenio en cantidades industriales. 
La verdad es que tenía grandes esperanzas depositadas en Eva. Sabéis que opino que esperar mucho de una película no es bueno porque casi nunca llega al nivel esperado. Por suerte no es lo que ha ocurrido en este caso: no sólo se han cumplido mis expectativas, sino que se han visto superadas con creces. 

lunes, 24 de septiembre de 2012

La última polaroid


Hace algún tiempo os hablaba de cine español, pero no un cine cualquiera, sino el que yo considero el buen cine español. No sé si lo recordáis, pero en aquel post os decía que el panorama cinematográfico actual estaba viviendo sus años dorados. 
Os hablaba de Mar Coll, directora de Tres días con la familia (2009) y del corto que da título a este post, La última polaroid (2006) que fue su trabajo de graduación en la ESCAC.
Me gusta especialmente esta mujer porque siempre consigue resultados muy limpios y una sensación general de naturalidad. No sé cómo lo hace, pero es así. No sé cómo consigue que lo que se muestra en pantalla parezca tan auténtico. A lo mejor influye que Coll suele optar por historias muy normales, muy íntimas, sin ningún tipo de artificio, nada estrambótico. Es, por decirlo en una sola palabra, elegante. 
No os voy a decir de qué trata La última polaroid. Es una de esas cosas que vale más ir descubriendo poco a poco. Claro que, siendo un corto de veinte minutos, poco hay que esperar para que la línea argumental se revele por sí sola.
Os recomiendo que la veáis para que lo comprobéis por vosotros mismos. Aunque, si os digo la verdad, no sé hasta qué punto valdría más empezar por Tres días con la familia, más que nada porque quizá esté técnicamente más conseguida (tened en cuenta que esto ya es un largo, lógicamente tendrá más presupuesto que el corto de una recién titulada). Pero bueno, eso ya lo dejo al gusto de cada uno. Yo sólo os digo que vale la pena ver el cine de Mar Coll.

Podéis ver La última polaroid online y gratis en filmin.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Cinema Paradiso

Un cine cerrado siempre tiene algo de trágico. Pero claro, con los tiempos que corren tampoco es extraño que los viejos y semirruinosos cines se hayan convertido en auténticos monumentos. Aunque Midnight in Paris me enseñó a dejar de fantasear con épocas anteriores y disfrutar de la mía, reconozco que todavía me encojo un poco cuando paso delante del supermercado que antes era un cine.
Más o menos éste es el mensaje de Cinema Paradiso, con un detalle más que significativo: Alfredo, uno de esos grandes personajes secundarios que de vez en cuando tienen fuerza suficiente para hacerse con toda la película, nos empuja a seguir adelante. Tiene la dolorosa tarea de desmitificar el ayer, a veces de una forma casi violenta, todo por el bien de quien puede (y debe) seguir adelante. 
Cinema Paradiso me recuerda un poco a La invención de Hugo: ambas son homenajes al cine y, sobre todo, a la cinefilia. La diferencia es que Cinema Paradiso no necesita recurrir a ningún tipo de efecto. Si en su momento en La invención de Hugo eché en falta un malvado, en Cinema Paradiso tengo que decir que no sobra ni falta nada. Todo está ahí, aunque no lo veamos o lo hagamos demasiado tarde. Como en la vida real.


Puesto #43 de las 200 de Cinemanía.

viernes, 14 de septiembre de 2012

De la pantalla al papel

Quizá la mejor carta de presentación para un escritor sea hoy un blog. Y si no, que se lo digan a Miguel Floriano, de Si tuviesen corazón las autopistas, que hoy presentaba su primer libro, Cuentos para adornar los sueños.
Todavía no lo he leído, claro, pero si se parece a lo que acostumbra a publicar en el blog, será algo más que digno de consideración. Ya os contaré.
Lo que ya se puede observar en su blog es que la literatura de Floriano tiene algo muy curioso: la envuelve un aura de algo que sólo se me ocurre llamar atemporalidad. Miguel Floriano es más que joven y, a pesar de ello, tiene una voz personal y reconocible. Mucha gente nunca llega a poder decir lo mismo. 
De una forma que sigue maravillándome, recoge la esencia de todo lo que observa y lo trasforma en algo bello, claro y puro. Me resulta imposible describirlo mejor. Creo que vale más que leáis su blog y su libro para que podáis haceros una idea de lo que es la literatura de Miguel Floriano, un autor que ha dado el primer paso para construirse su propio lugar en el a veces tan ingrato mundo de la literatura.

martes, 11 de septiembre de 2012

Brave


Como puede deducirse de entradas anteriores, soy muy fan de Pixar, puede que ahora más que cuando era pequeña. No sé si han mejorado ellos, he cambiado yo o, quién sabe, a lo mejor las dos cosas. En cualquier caso, no es eso de lo que os quiero hablar hoy.
Esta tarde, después de mucho tiempo esperándolo, por fin fui a ver Brave, lo nuevo de Pixar. Fijaos en eso: "después de mucho tiempo esperándolo". Encima había leído por ahí que ésta era la película de animación del año. Parece que voy a decir que se aleja mucho de llegar a ese nivel pero... ni tanto ni tan poco. La verdad, yo me lo pasé como una enana viendo Brave porque tiene sus puntazos, muchos a lo largo de toda la película, un logro en mi opinión realmente digno de admiración. 
No obstante, tampoco es lo que me esperaba. Las películas de Pixar son, en general y por lo menos las de los últimos años, perfectas en su elaboración. Sencillas pero muy bien concebidas y desarrolladas. Sin embargo, Brave no llega a ese nivel. Quizá su trama se pasa de simple. Claro que, en honor a mis costumbres, eso no os lo voy a contar porque, por lo menos yo, si hubiese sabido de antemano qué me iba a encontrar igual no habría ido al cine a verla. 
Me diréis, "Bueno, pues eso que te ahorras, que el cine ahora está muy caro". Ya, pero la calidad de imagen de una pantalla gigante no hay ordenador ni televisión que la iguale. Y ya no sólo eso: el ambiente, el olor a palomitas, la compañía, de amigos o desconocidos, me da igual. A mí eso me encanta. Eso es lo especial del cine. Yo lo valoro y si considero que una película realmente merece la pena, me permito disfrutarlo porque, qué queréis que os diga, soy una hedonista sin remedio.
Pero a lo que voy, que me estoy perdiendo. Hay algo que distingue a Brave de otras tantas películas de animación, y es lo extraordinariamente bien hecha que está. Desde el punto de vista técnico, digo. Claro que yo no sé de estas cosas, no sé exactamente qué ni cuánto hay detrás de lo que se acaba viendo en pantalla pero creo que cualquier espectador puede notar cuándo algo está bien hecho. Brave, o más bien sus texturas y tejidos, están más que logrados; a ratos incluso te olvidas de que todo está hecho por ordenador. 
Brave no será la película del año, pero desde luego es una propuesta a considerar, aunque sólo sea como entretenimiento. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

El día de la marmota

Atrapado en el tiempo, por suerte más conocida como El día de la marmota, plantea las ventajas y los inconvenientes de algo parecido a la omnipotencia o, quizá, una forma primitiva de omnipresencia. Y es que, si pudieses repetir el mismo día un número infinito de veces, ¿no acabarías por saberlo todo de memoria?
Soy una gran fan de Bill Murray. Siempre me ha parecido un actor tremendamente carismático y mis impresiones quedaron del todo confirmadas después de ver Lost in Translation. Sin embargo, a pesar de su presencia en esta película y su impecable trabajo, El día de la marmota me ha parecido más bien flojilla. No sé, la he visto poco coherente en algunos aspectos: no se llega a saber por qué se repite el mismo día durante tantísimo tiempo (la friolera de diez años, por lo que dicen en Cinemanía) o por qué de pronto el tiempo vuelve a su curso normal. Puede no ser estrictamente fundamental para el desarrollo de los acontecimientos pero tampoco hay que pararse demasiado a pensar para plantearse estas cosas. Sí, El día de la marmota es bastante divertida pero no tanto como para obviar estos detalles. Es una pena porque la idea es buena, el dilema que se le plantea al protagonista es realmente interesante. No obstante, opino que no está tan bien explotado como cabía esperar en principio. La culpa parece ser de ese gusto en los noventa por las historias de amor aliñadas con un par de notas de saxo. A lo mejor soy yo la rancia, pero creo que sólo edulcoran la realidad, a veces con resultados catastróficos. Fijaos en una cosa antes de que empiece a sentirme como la amargada de turno: toda la historia queda al final reducida a una especie de lección vital sobre la honestidad, el amor verdadero y bla bla bla. Me recuerda mucho a esos telefilms de domingo por la tarde.
A pesar de todo esto, voy a intentar conservar en mi memoria las mejores partes de El día de la marmota, desperdigadas por todo su nudo. Ése es el Bill Murray que a mí me gusta.

Puesto #157 de las 200 de Cinemanía.

Si te dicen que caí, de Juan Marsé

Como puede que recordéis, siento cierta predilección por la novela de posguerra. En esta línea se sitúa Si te dicen que caí, de Juan Marsé. 
Claro que, ya os lo aviso de antemano, Juan Marsé es un poco más surrealista así que no se le puede leer como a cualquier otro autor. En las novelas que he leído, suele introducir algunos fragmentos de naturaleza extraña, algo confusos, pero que dan al conjunto del libro un toque que a mí personalmente me encanta. 
Con todo, me sentí hasta un poco perdida cuando empezaba a leer Si te dicen que caí: no sabía quién estaba hablando ni cuándo ni con quién. Y encima, si no tenía ya la cabeza bastante embotada, de pronto me encuentro con que en algunos capítulos el entorno cambia totalmente, no sólo el narrador, que nunca llega a estar claro, sino todo el conjunto. Me dije: "Dios mío, ¿y ahora qué hago? No me estoy enterando de nada". La solución, amigos míos, es tener fe. Fe en Marsé, no en nada raro; simplemente fe en que este magnífico autor es capaz de hacer que todo acabe funcionando.
Esto me dejó grata y francamente sorprendida: Marsé va proporcionando información de muchos personajes, en tiempos y lugares distintos, pero cuando cierras el libro te das cuenta de que todo encajaba a la perfección. Yo sigo pasmada con el resultado final, la verdad. 
La literatura de Marsé, y en especial Si te dicen que caí, no es precisamente un paseo por el parque, pero el esfuerzo siempre merece la pena.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Quiero ir al fin del mundo

Y tocarlo para asegurarme de que es real. 

La verdad, esta vez sí sabía qué me iba a encontrar cuando empecé a ver El show de Truman. También os digo que nada de lo que yo hubiese imaginado antes se acerca lo suficiente a lo escalofriante que puede llegar a resultar. 
No es sólo que sea una especie de Gran Hermano elevado a la máxima potencia, es que presenta una vida falsificada o, lo que es peor, una macroincubadora. Al creador de este programa le consuela pensar que lo que hace es por el bien de Truman, que en el entorno que le ha creado va a estar más seguro y ser más feliz que en el mundo exterior, el real. ¿Qué opináis vosotros? ¿Qué es mejor: cometer un error y sufrir sus consecuencias o no poder llegar a equivocarse nunca?
Parezco especialmente indignada y en realidad El show de Truman me ha gustado mucho. Es siniestra, sí, pero también sobrecogedora y, sobre todo, muy buena. No tengo ningún dilema interno: El show de Truman acaba de convertirse en una de mis películas favoritas. 
Alguna vez os hablé de películas que acababan por no gustarme porque alguno de sus personajes, normalmente uno con mucho peso, acababa cayéndome mal. Sería de esperar que me ocurriese lo mismo con el realizador de El show de Truman, pero no. No estoy diciendo que me caiga bien, sólo que no es tan enervante, a lo mejor porque no sale demasiado. Aunque probablemente mi impresión sobre esta película no cambiaría si así fuese: sólo tenéis que ver el principio para comprobar por qué. Parecen poco más que retazos de entrevistas, apenas declaraciones, y unos cuantos nombres por la pantalla. Caras que conocemos, nombres que no. Todo medido al milímetro.
No os cuento más, que poco falta para que termine de estropear la película a los que aún no la han visto. Baste decir que el comienzo es más que prometedor y el final, brillante con un punto escalofriante que no puedo pasar por alto. 

Puesto #159 de las 200 de Cinemanía.

viernes, 7 de septiembre de 2012

The Artist. El regreso del cine mudo

Muda me he quedado yo después de ver The Artist.
Me encantó que, por una vez, se hiciese una película muda sobre la transición al cine sonoro y no una película hablada sobre el cine mudo. Porque claro, al principio, cuando te sitúan a finales de los años veinte y tienes las primeras películas sonoras como telón de fondo, rápidamente piensas en Cantando bajo la lluvia. Cómo me gustó estar equivocada al respecto. No porque Cantando bajo la lluvia no me guste, que me gusta, sino porque soy consciente de que le falta profundidad: es un buen entretenimiento pero no pasa de ahí. The Artist, en cambio, es una auténtica obra maestra, una joya que se ha ganado un lugar propio en la historia del cine.
Casi podríamos decir que The Artist es una película muda porque, aparte de ser lo mejor para el argumento, no le hacen falta palabras: basta (y sobra) con un sólo gesto de Jean Dujardin. En serio, este hombre está simplemente increíble. Pero eso tenéis que verlo, nada de lo que yo diga podrá hacerle justicia.
Todo esto y mucho más hace de The Artist un clásico contemporáneo imprescindible en cualquier filmoteca que se precie. De, por y para el arte.

Puesto #84 de las 200 de Cinemanía.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Midnight in Paris

Allen en estado puro, Midnight in Paris es una fantasía hedonista de corte más que decimonónico; dulce, sutil y sorprendentemente natural surrealismo.
Lo que empieza siendo una simple y breve estancia en París se convierte en el escenario de un dilema que acabará trascendiendo los límites del tiempo aunque, todo sea dicho, son poco importantes en esta historia. Nos interesa saber que quizá nuestro tiempo no es tan malo, no tan aburrido como puede parecer en uno o muchos momentos.
Ésta es una de esas películas que es mejor no intentar resumir. Sus líneas son tan claras, tan sencillas, que cualquier cosa podría chafarla. Nada más lejos de mi intención, claro. Por eso sólo os diré que Midnight in Paris es una película para nostálgicos, quizá incluso la cura para esa nostalgia. O por lo menos un pequeño paliativo. 
Al principio de la película ya estaba pensando echarle en cara a Woody Allen que no tiene en cuenta los problemas de la gente corriente: sus personajes son siempre artistas, más o menos exitosos, pero siempre con una economía bien saludable de fondo. No es real. Claro que en esto tengo que ir con pies de plomo porque sólo he visto tres películas suyas (de todas os hablé aquí, por cierto). De todas formas, en este caso tengo que ser más flexible sí o sí porque realmente nada de eso importa. Al final, y eso es lo mejor de Midnight in Paris, lo que uno conserva cuando llegan los títulos de crédito es algo parecido a una cierta paz interior: algún tiempo pasado fue mejor, sí, pero nada es tan real como el presente.

Puesto #151 de las 200 de Cinemanía. 

Kick-Ass

Si te gustan las pelis de superhéroes, probablemente Kick-Ass está hecha para ti. Y si no, también; puede ser una buena forma de empezar.
Lo que plantea Kick-Ass es que no todos los héroes son huérfanos vengativos o jóvenes de pronto mutados, bien conscientes de que algo sobrenatural los hace distintos del resto. Es, como bien dice el protagonista, su responsabilidad luchar por aquellos que no pueden defenderse. Pero, ¿qué pasa cuando no tienes nada de eso? ¿Debes quedarte en casa a esperar que te salven o puedes tomar tu destino en tus manos? En suma, ¿cualquiera puede ser un héroe? 
Una de las cosas que más me gusta de Kick-Ass es el clima como de mediocridad que la envuelve. Y ni siquiera podría decirse eso. No sé, es algo extraño de explicar. Sí puedo deciros con toda seguridad que no es algo frecuente. Kick-Ass es la reinvención del cine de acción.
Fijaos bien en lo que os voy a decir ahora: ésta es, además, una de las pocas películas de las que espero una segunda parte. Sí veo que el final pide a gritos una continuación, y mirad que me gustan los finales abiertos. Acaban de confirmar una secuela y ya he decidido, pocas horas después de ver Kick-Ass, que cuando salga voy para allá de cabeza. Ya os contaré entonces si se le hace justicia o no, porque siendo como es esta primera parte es igual de fácil que se mantenga en su línea o que caiga en los estereotipos tan frecuentes de este género que hasta ahora evitaba de una forma bastante digna.

lunes, 3 de septiembre de 2012

¡Olvídate de mí! (Eternal Sunshine of the Spotless Mind)

¿Alguna vez habéis hecho algo de lo que luego os arrepentisteis? ¿Habéis sentido tanta vergüenza que quisisteis desaparecer? En momentos como ese, ¿no sería bonito poder olvidar? Pasar no sólo una página, sino todas; empezar de cero.
Todo eso es posible en ¡Olvídate de mí! (o mejor en el original: Eternal Sunshine if the Spotless Mind, un título con bastante más significado, ya veréis por qué).
Lo que se nos ofrece en esta película no es la clásica historia de amor. Es, más bien, la deconstrucción de un romance. Y su destrucción. Todo a la vez. Con un muy sutil toque de ciencia ficción.
Es posible que alguien por ahí no le dé crédito porque el protagonista es Jim Carrey, o que quiera verla precisamente por lo contrario. A todos les digo que no es, ni mucho menos, el tipo de película al que Carrey nos tiene acostumbrados. Tiene algún guiño, algún punto cómico, porque no todo pueden (ni deben) ser lágrimas, pero desde luego Eternal Sunshine of the Spotless Mind no exhibe el humor absurdo que podríamos asociar a esta cara.

No quiero seguir comentando más esta película porque su encanto, tanto para los personajes como para el espectador, es no saber muy bien por dónde van los tiros.
Me resulta complicado callarme porque, la verdad, me ha encantado. Hacía tiempo que le había echado el ojo aunque no sé muy bien por qué. No sabía de qué iba ni había indagado sobre ella. No sé, no me importaba; tenía buena pinta y punto. Me encanta ir descubriendo estas cosillas en los primeros minutos de una película; es una sensación indescriptible... Precisamente para que podáis experimentarla casi nunca os cuento nada, sobre todo cuando estoy tan entusiasmada como ahora. 
Eternal Sunshine of the Spotless Mind se ha colado directamente en mi lista de favoritísimas, no os digo más.

Puesto #80 de las 200 de Cinemanía.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Lost in Translation

Lost in Translation es una película triste. Tengo que reconocer que mientras la veía me sentí así. A lo mejor es cosa mía. Hombre, estoy segura de que no será sólo cosa mía, pero desde luego tengo que reconocer que soy muy sensible para este tipo de "asuntos".
Supongo que será una máxima universal: de una manera o de otra, necesitamos saber adónde vamos, hacia dónde va todo. Tampoco estaría de más saber que podemos equivocarnos y que nuestros errores, aunque nos hayan llevado en la dirección opuesta a la que teníamos planeada, tienen solución. Estaría bien, ¿a que sí? Pues de eso va Lost in Translation.

Creo que ya os hablé en algún post de esas películas que, de tan profundas, acaban haciéndose lentas. Pues bien, para mí éste es uno de esos casos. Y, la verdad, no me lo esperaba. Tenía grandes esperanzas depositadas en esta película y me encontré con que no era tan tan buena como yo imaginaba.
La verdad, eché en falta algo más de diálogo, entre otras cosas porque era lo mejor de la película. Era divertido, agudo, fresco. No entiendo por qué había tan poco. Ahora, también os digo que no soy precisamente fan de esas secuencias de paisajes urbanos, con lluvia, café, humo y miradas melancólicas que se adivinan debajo del frondoso flequillo de quien sea. Me recuerdan demasiado a tumblr.
Y dicho esto, me voy. Voy a intentar encauzar mi vida porque, si yo ya tenía las cosas más o menos claras, Lost in Translation me ha hecho replantearme unas cuantas.

Puesto #102 de las 200 de Cinemanía.