miércoles, 26 de diciembre de 2012

Los Miserables


Sí, Los Miserables es un fenómeno musical, pero es difícil que pase de ahí.
Los Miserables tenía todos los ingredientes para convertirse en una gran película y, sin embargo, no los supo aprovechar. El resultado final, obviando lo espectacular (que no se le puede negar), es algo mejor que mediocre, aunque no mucho. 
Antes de verla había leído algunas críticas por ahí, críticas en general malas o, como mucho, no excesivamente entusiastas. Que conste que me negué en redondo a creerlas y, de hecho, no terminé de leer ninguna. Ya no me gusta ir al cine sabiendo de mano qué opina la crítica, pero en este caso era diferente. No sé si habéis visto el trailer de Los Miserables. Los que sí lo hayáis hecho, supongo que entenderéis perfectamente de qué hablo cuando digo que, después de ver eso, no podía entender esas críticas. Sin embargo, parece que nos encontramos ante el típico caso de un trailer mejor que la propia película, un fenómeno por desgracia hoy muy extendido. 
No me interpretéis mal: no quiero decir que Los Miserables sea una mala película. Es más, os recomiendo verla en el cine porque la experiencia merece la pena, no sólo por la banda sonora (simplemente soberbia), sino por la espléndida actuación de todos y cada uno de los actores. En ese sentido Los Miserables rebosa intensidad.
Mi problema es sobre todo con el tratamiento de la historia. Aún no he leído la novela de Victor Hugo pero casi podría asegurar que la película omite mucha información que debería aparecer. Alguien que ya lo haya leído probablemente haya seguido el argumento sin problemas, pero yo me perdía. Creo que eso es síntoma de una mala adaptación. En mi opinión, una película, aunque se base en una novela, debe existir por sí misma y no dar nada por sentado, como parece ocurrir constantemente en el caso que nos ocupa.
Con todo, no conservaré un mal recuerdo de Los Miserables. Creo que podría haberse hecho mucho mejor (en momentos como este sí pegaría una segunda parte, mira), pero la intensidad de la que os hablaba antes es lo que ocupa casi toda mi impresión.
La que os dejo como conclusión de este post es una de las escenas que más me gustaron de toda la película y que mejor ejemplifica la fuerza a la que me refiero. 

lunes, 24 de diciembre de 2012

Ratatouille

Nunca he estado en París pero supongo que, como mucha otra gente, de tanto verla en películas, antiguas o nuevas, esta ciudad se ha convertido en una vieja conocida. 
Y es que parece que todo lo que toca París se convierte en oro. Crea un aura diferente, más romántica, más mágica. Una magia que ya posee Pixar por sí sola. Junta todo eso y tienes Ratatouille, una historia sobre pasión y sueños, cumplidos y por cumplir. 
Ratatouille tiene un sabor distinto, un sabor especial. Para mí la distingue de cualquier otra película, no sólo de animación. No sabría decir muy bien por qué, pero Ratatouille es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. La he visto un montón de veces, no sabría decir cuántas, y nunca me canso. 
Ya os he comentado muchas veces que me encantan las películas de animación. Creo que en ellas se aprecia la esencia misma del cine: poder ilusionarte de la misma forma que cuando eras niño, con la misma intensidad e ingenuidad. Porque, al fin y al cabo, ¿la labor del cine no es esa? ¿No se trata de trasladarte por un tiempo a mundos mejores? Para mí todo eso y más está en Ratatouille. Siempre que la veo me siento mejor persona y eso, amigos, no se paga con dinero. 

Por todo esto es un honor para mí que este post sea el número 100 de No olvides el paraguas. Cuando veía acercarse este momento pensé en hacer algo realmente diferente pero, la verdad, creo que eso iría directamente en contra de la esencia de este blog. Así que aquí me tenéis: emocionada por poder hablar de una de mis películas favoritas en un momento que, para qué nos vamos a engañar, es especial para todo bloggero. 
Sólo me queda dar las gracias a los que habéis seguido la evolución de este espacio (que, sinceramente, a mí misma me ha sorprendido) y a los que os habéis ido incorporando, y desearos a todos una feliz Navidad y próspero Año Nuevo. 

domingo, 23 de diciembre de 2012

Kramer contra Kramer

Ya me habían dicho que Kramer contra Kramer era una película lacrimógena pero, la verdad, no esperaba pasarme toda la película con los nervios a flor de piel y las lágrimas a punto. 
Supongo que alguien podría pensar que este tipo de películas, si no te consideras una persona especialmente sensible, no sirven ni para pasar una tarde de domingo. Yo no pienso en mí de esa manera ni, ahora que la he visto, de Kramer contra Kramer.
El planteamiento quizá no sea el más innovador, como tampoco parece serlo el desarrollo de los acontecimientos, pero no se le puede negar el asombroso cambio en la forma de ser de los personajes. Esto no habría sido posible sin las brillantes actuaciones de los protagonistas, los tres: Dustin Hoffman, Meryl Streep y Justin Henry. No recuerdo la última vez que vi a un personaje evolucionar de una forma tan sutil y al mismo tiempo tan evidente. Ahí se concentra, en mi opinión, el mejor trabajo y la mayor virtud de Kramer contra Kramer. A este respecto tengo que destacar la escena de las tostadas francesas, al principio y al final de la película. Personalmente, me pareció un giro brillante. 
Me quedo con eso de Kramer contra Kramer. Nunca la recordaré como una película de lágrima fácil aunque tampoco me expondré a verla en un día triste. 

Puesto #160 de las 200 de Cinemanía.

domingo, 16 de diciembre de 2012

El Hobbit. Un viaje inesperado


Mi mayor miedo cuando esperaba en el cine a que se apagasen las luces era que El Hobbit no llegara al nivel de El Señor de los Anillos. La cosa estaba complicada: la anterior trilogía había marcado un antes y un después en la historia, no sé si sólo en la del cine o también de la literatura; eso lo dejo al juicio de cada cual.
Os adelanto que no tardé mucho en respirar tranquila y dejarme envolver, de nuevo, por la atmósfera épica de la Tierra Media. 
Tengo que reconocer que hace ya mucho que leí El Hobbit, así que hay bastantes detalles que no recuerdo con claridad. No puedo, pues, hablar de hasta qué punto la película es fiel al libro. Eso sí, tengo el firme propósito de releerlo antes de que se estrene la segunda parte y así tenerlo todo más fresco. 
En cualquier caso, estoy encantada con el resultado. Es verdad, todo hay que decirlo, que no me acaba de convencer la forma en que se enlazó esta nueva saga con la anterior, aunque la considero necesaria para todos los que no han leído ninguno de los libros. Me parece todo un detalle por parte del equipo de la película, la verdad, porque no soporto esas adaptaciones que siempre se andan apoyando en la novela y acaban dejando unas lagunas tremendas. Es, en mi opinión, un quiero-y-no-puedo. Por suerte, con Tolkien no se ha hecho nada remotamente parecido. 
A partir del principio "real", cuando lo que vemos ya es El Hobbit propiamente dicho, la cosa mejora considerablemente. Aquí ya aparece la esencia de esta nueva saga. 
Poco más puedo decir. Sólo que como fan estoy plenamente satisfecha, deseando ver El Hobbit otra vez y ansiosa por que lleguen las siguientes partes, aunque para eso todavía queda un año...

Eres una bestia, Viskovitz

Eres una bestia, Viskovitz, de Alessandro Boffa, es una colección de cuentos fabulados. Boffa recupera la clásica forma de las fábulas de toda la vida y les da un toque más humano, si cabe. 
Aunque todas las historias que constituyen esta pequeña joya literaria están protagonizadas por animales, las cubre un cierto halo de tragedia, perfectamente compatible con intermitentes destellos de humor. 
De alguna forma, al aparentar que no pretende enseñar nada al lector, las lecciones de Boffa calan mucho más hondo que cualquier fábula de antaño. Eso, o que precisamente por ser un relato contemporáneo, la información no se pierde con el paso del tiempo y el correspondiente cambio de perspectiva. 
Sea como fuere, es su estilo impecable, limpio y sencillo y su aparente inocencia, unida a una sabiduría inmanente, lo que hace de Eres una bestia, Viskovitz un libro imprescindible para cualquier amante de lo auténticamente clásico. 

jueves, 13 de diciembre de 2012

The Pelayos

Creo que ya ha quedado claro que tengo fe en el cine español. Por eso y por tráilers muy interesantes es por lo que me decidí a ver The Pelayos.
Basada en una historia real, esta película cuánta cómo una familia al completo intentó desbancar un casino de forma legal. Hasta donde yo sé, su hazaña en la vida real terminó con su expulsión de todos los casinos del país.
De todas formas, como me suele pasar en estos casos, no conozco el caso real ni a la familia en cuestión, así que lógicamente no puedo meterme en si están mejor o peor imitados o hasta qué punto la película es realista o no. Por lo que me han contado, se cambiaron unas cuantas cosas, más o menos importantes, pero a estas alturas ya considero eso algo inherente al cine. 
Sobre The Pelayos tengo que decir, en primer lugar, que me sorprendió lo bien hecha que está, lo limpio de su técnica. Ahora bien, quizá me ocurrió más o menos lo mismo que otras tantas veces: un comienzo brillante, un toque especialmente llamativo, disparó mis expectativas y acabé por perderme en ellas.
Yo esperaba, por lo que iba viendo según avanzaba la película, poder llegar a conocer a estos personajes pero no fue así, ni mucho menos. En ese sentido me pareció muy plana. Es impactante en cuanto a la estética pero, en lo que tiene que ver con el tratamiento de los personajes, se queda corta. 
Le reconozco que es entretenida, que nunca se siente el impulso de echar un vistazo, aunque sea rápido, al reloj. Sin embargo, no puedo pasar por alto que al final me quedé tal y como estaba al principio.

El túnel, de Ernesto Sábato

El argumento de El túnel es muy sencillo: se trata de la confesión de un asesinato. La miga está en que el propio asesino nos cuenta cómo conoció a su víctima y qué le llevó a acabar con ella. 
Esta macabra crónica no escatima en detalles, aunque nunca llega a ser excesivamente escabrosa. Lo que nosotros llegamos a conocer al dedillo, casi como la palma de nuestra mano, es la conciencia del asesino, su mente, sus manías y su forma de pensar. 
Pero, ante todo, El túnel es una novela sobre la soledad, el aislamiento y la necesidad, casi patológica, de sentirse comprendido. 
La historia que hay detrás de esta novela, y me estoy refiriendo al contexto histórico y cultural que sostiene cualquier obra artística, es más que digno de mención. Lo mejor que podéis hacer si os interesa un poco la novela argentina de mediados de siglo, con todas sus peculiaridades, es leer el prólogo de la edición que aparece en la imagen. 
Ya os hablé de Cátedra cuando leí Cien años de soledad, no sé si os acordáis, y no puedo sino repetir la jugada porque el prólogo de Ángel Leiva para El túnel es fantástico. Además, no estropea el libro, no desvela nada. Yo lo leí al final porque desde La metamorfosis les cogí miedo a los prólogos casi demasiado exhaustivos pero, si os pasa lo mismo, con este podéis estar tranquilos.
Ahora, os advierto que El túnel no es, ni muchos menos, una "novela de placer", como suele decirse. Su lectura es complicada en general, un poco extenuante y enrevesada a veces, pero siempre interesante. Merece la pena leer El túnel, pero no olvidéis que es una novela introspectiva: prácticamente toda la acción está en la mente del protagonista. Supongo que por eso esta es una de esas novelas que acabas amando u odiando, sin términos medios. Yo desde luego la voy a leer más veces. Muchas más.

Antes de irme os dejo un enlace al blog Un desván azul. Su autora, Raquel F., publicó el post al que me refiero mientras yo leía El túnel y, a lo mejor por esta coincidencia, no puedo desprenderme de una cierta inquietud e indignación. No sé de dónde viene ni adónde irá, pero tengo la sensación de que precisamente esta falta de definición es el origen de esta incomodidad y del problema que se plantea en el post, sutilmente relacionado con todo lo que supone El túnel como obra. 

No es tan fácil

Meryl Streep, haga lo que haga, siempre está estupenda. Por eso no suelo obviar sus películas, aunque de entrada me parezcan una chorrada. Claro que las cosas no siempre salen bien o, por lo menos no tan bien como una espera.
No es tan fácil es una película sencilla tirando a simplona, pero que acumula un reparto de lujo, como podéis ver en el cartel, debajo del pecholobo de Alec Baldwin. 
Este cartel me recuerda a esos novelones que ponen a la entrada las grandes librerías; esos que se convierten en best-sellers antes de salir; esos con un título pequeño, marginado y arrinconado, donde lo importante es el nombre del autor. Así va todo cuando lo que interesa no es el producto, sino quien lo firma. Es lo primero que se me ocurre cuando veo posters y así, y la verdad es que hasta me pongo de mal humor. 
De todas formas, aquí sí son los actores, y no sólo los principales, los que consiguen salvar No es tan fácil del más absoluto desastre porque, de otra forma, esta película no tiene nada de especial. Hay algún momento por ahí que hace gracia y realmente no es una película que deje un mal sabor de boca, pero tampoco un recuerdo imborrable. 

viernes, 7 de diciembre de 2012

2001: Una odisea del espacio

Se dice, y con razón, que Una odisea del espacio es una de las mayores obras de ciencia ficción de la historia del cine. Creo que puedo añadir poco más, la verdad.
Mientras la veía pude por fin entender todas las referencias que se le han hecho y que lógicamente entonces no pude llegar a coger. Por ejemplo, aquel capítulo de Los Simpson en el que convierten su casa en una versión nueva, robotizada, inteligente, y un panel circular rojo, omnipresente, los observa y controla desde cualquier rincón del hogar. Éso es ser un clásico.
Ahora, preguntadme cómo una película se convierte en un clásico y sólo podré morderme el labio. Supongo que una de las claves debe ser la atemporalidad. En el caso de Una odisea del espacio, aunque hay muchos elementos muy típicos de los sesenta, ninguno de ellos ancla la película a aquel momento. Es más, diría que incluso hoy se mantiene el efecto futurista. 
Sin embargo, si hay una sensación que predomina es la de pequeñez, pero no esa ridiculez de tamaño que minimiza las cualidades del héroe de turno, sino esa pequeñez que, según dicen, contiene las grandes esencias. 
Una odisea en el espacio me pareció una historia de superación, pero no una cualquiera, sino superación humana. Los protagonistas, como en aquel capítulo de Los Simpson con el que casi inauguraba el post, se oponen a un cerebro perfecto que se supone a su servicio. A estas alturas, supongo que todos sabréis perfectamente de qué estoy hablando. 
Como llevo unos días diciendo, hay algunas novelas que hace falta leer varias veces, la primera para empaparse de su esencia, y el resto, para intentar descifrarla. Una odisea del espacio funciona más o menos de la misma manera: como cualquier película de Kubrick, su estética es más que potente, con una increíble fuerza en los detalles, que no se puede apreciar en un único visionado. 
2001: Una odisea del espacio simplemente impresiona. 


Puesto #38 de las 200 de Cinemanía.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La Lolita de Kubrick

A veces pasan estas cosas. A veces (pocas, para qué engañarnos) coincide que terminamos un libro, casi hemos dejado de darle vueltas, y de pronto nos ponen la película en bandeja. 
Este año la adaptación de Kubrick de la Lolita de Nabokov cumple medio siglo y TCM, como no podía ser de otra manera, anoche la emitió. Por desgracia no pude ver el corto que iba antes, una especie de mini documental; seguiré buscando y si lo encuentro os lo haré saber. 

Lolita es una adaptación soberbia. Está claro que ayuda que el propio Nabokov colaborase en el guión, sobre todo porque se logró un resumen y una reelaboración de contenidos que alguien ajeno a la concepción de la obra no habría podido igualar. Tengo que reconocer que, de hecho, la película me ayudó a darme cuenta de algunos detalles que en el libro se me pasaron totalmente. 
Eso es una adaptación, y una de las buenas, además. Puede tener su propia identidad más allá de la novela pero sigue siéndole fiel, sigue estando muy claro cuál es su origen. Ojo, hay por ahí películas fantásticas que no tienen nada que ver con el libro en que se basan. A mí, la verdad, me da igual que se parezcan más o menos siempre y cuando se mantenga la esencia de la novela o se cambien ciertos elementos para adaptarlos a las condiciones propias de una película. Hay auténticas maravillas en este sentido. Se me vienen a la cabeza El erizo, basada en La elegancia del erizo o Criadas y señoras, adaptación de la novela homónima.
Pero, independientemente de todo eso, Lolita es una buena película. Por eso no entiendo que años después se hiciese un remake. No sé, después de ver esta no me parece que fuera necesario. Es verdad que aún no la he visto entera y que en general soy reacia a los remakes; manías, oye. De momento, por lo poco que llegué a ver del remake, tengo la sensación de que se decidió repetir la jugada porque tanto en el momento en que se publicó la novela como en el que se hizo la película, Lolita causó un gran revuelo. Sin embargo, treinta años después, no. Aún así, sigue sin parecerme necesario: todo está ahí, todo se sabe; no hay necesidad de caer en nada remotamente parecido a la exhibición. Es, como ya dije de la novela, la perfecta encarnación de la elegancia. 

martes, 4 de diciembre de 2012

Lolita

Uno no puede empezar a leer Lolita pensando en lo típico: "Ah, es la historia de un pedófilo que se lió con su hijastra y la arrastró por Estados Unidos durante dos años". Si vais a quedaros con eso igual os vale más leer alguna de esas novelas pornográficas para señoras de mediana edad que están tan de moda ahora. 
Nabokov, por suerte, tenía sus prioridades bien claras: el arte por encima de todo. El resultado es (para mi sorpresa, lo reconozco) una de las novelas más elegantes que he leído en mi vida. 
Lolita, más que una historia -casi- cualquiera, es el recuerdo de una tróspida aventura: será el mismo protagonista, Humbert Humbert, quien nos cuente la historia de primera mano, sin ningún pudor ni reparo y sin olvidarse nunca del lector. 
De una manera o de otra, Nabokov siempre intenta mantener un diálogo abierto con el lector o, al menos, las voces que emplea que no son propiamente suyas apelan a alguien que podemos ser nosotros, si le echamos imaginación. Un ejercicio muy interesante después de leer Lolita, con todos los datos sobre la mesa, podría ser responder a la pregunta que de algún modo Humbert Humbert deja planteada (y que por supuesto yo no revelaré). Lo dejaré para una segunda lectura; la primera es para recrearse, sobre todo en  el caso de esta novela.
Lo que más me sorprendió de Lolita fue lo amoldada que está a la mente de Humbert. No hay más que eso en la novela: es sólo Humbert, Humbert desvariando en  pleno éxtasis, Humbert viajando con su obsesión de copiloto, Humbert cayendo al abismo rodeado de fantasmas. Bien podrían serlo, porque en comparación con el atormentado narrador el resto de personajes apenas llega a trozo de cartón. La verdad, esto puede llegar a ralentizar un poco el desarrollo de los acontecimientos, aunque no demasiado, lo justo para adecuarse a periodos de cierta calma.
Me alegro de haber leído por fin Lolita (qué mejor crítica podría hacer) porque, a pesar de conocer ya la historia, todavía pude sorprenderme con las increíbles descripciones de Nabokov. Tengo muchas ganas de leer otras cosas de este hombre. Ya os contaré.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Ciudadano Kane

Un peliculón donde los haya, una obra maestra de principio a fin. No tengo más palabras para describir Ciudadano Kane.

El fallecimiento de cualquier personaje célebre lleva siempre consigo un gran revuelo, pero en este caso no se trata de un personaje cualquiera así que, como no podría ser de otro modo, su última palabra, rosebudabre un misterio que, se espera, arroje algo de luz sobre la vida del fallecido. 
Es increíble ver cómo a partir de algo en apariencia tan nimio, una única palabra, se intenta desgranar toda una vida. Más sorprendente aún, sin embargo, es ver hasta qué punto hay distancia entre personaje y persona; hasta qué punto es enorme el abismo que separa la grandeza pública y las miserias de la intimidad. 
Va a ser verdad eso de que no somos nadie.

Puesto #23 de las 200 de Cinemanía.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Melancholia

Una se plantea cuando empieza Melancholia que a lo mejor toda la película son imágenes a cámara lenta. Imágenes muy bien hechas, eso sí. Imágenes tan inquietantes que no se puede decir de ellas que sean bonitas pero tampoco negar, ni mucho menos, que se graban en la retina o adonde puedan agarrarse.
Por fin parece que la historia va de una boda. Una pareja feliz y enamorada que se casa. Que llega tarde al banquete porque la limusina no puede llegar: tanta elegancia es demasiado alargada para esta carreterita (si somos buenos la podemos llamar así). Una pareja que de pronto no parece tan feliz. Yo no he ido a muchas bodas, pero desde luego el brindis de esta era muy raro.
Como ya es tradición en este blog, no os contaré cómo acaba la celebración. Sólo os adelanto que se va haciendo cada vez más raro y así sigue hasta que termina toda la película.
No podría decir si me gustó o no. Quizá en algunos momentos se llega a hacer excesivamente lenta (recuerdo un par de miradas al reloj) pero lo que sí tengo que reconocerle, quitándome el sombrero, es lo sorprendente de cada momento y lo perfectamente que encajan todas las piezas al final. Pista: los primeros minutos de Melancholia son el mayor spoiler que he visto en mi vida. Lo más gracioso es que no funciona como spoiler: llega un punto en que no puedes creer que vaya a ocurrir aquello. "Tiene que ser un sueño", piensas. "O una metáfora", insistes, iluso. Ése es el punto fuerte de Melancholia.

martes, 13 de noviembre de 2012

Hijo de bruja, de Gregory Maguire

Tengo que reconocer que acabo de terminar Hijo de bruja y estoy experimentando sentimientos contradictorios. Sabía cuando la empecé que, siendo una segunda parte (os acordáis de Wicked, ¿no?), estadísticamente era muy probable que no cumpliese mis expectativas. Sin embargo, Hijo de bruja ha roto todos mis esquemas y ni siquiera podría decir si en el buen o el mal sentido.
Me ha pasado con algunas series de televisión que han dejado de gustarme porque perdían el norte. De pronto, una escena suelta, vista en busca de algo mejor que ver, planteaba muchas preguntas y sentía la necesidad de ver todo lo que me había perdido, que a veces podía ser mucho. Esto me repatea, me molesta y mucho.
Con los libros a veces ocurre algo parecido: una secuela que no llega al nivel de su predecesora pero plantea un final tan abierto que no se puede evitar caer en la trampa y correr a por el siguiente volumen. 
Es, por supuesto, lo que me ha pasado con Hijo de bruja. Nunca llegó al nivel de Wicked y de hecho hasta me planteé dejar la serie antes de que llegase a ser mala (porque, con todo, Hijo de bruja no es un mal libro; es sólo que el listón estaba muy alto). Pero leí el final y empecé a subirme por las paredes. No puedo parar ahora. No sé si la tercera parte, Un león entre hombres, irá a mejor o a peor. La verdad es que casi me da igual. No me puedo quedar así, tengo que saber qué pasa. Ya os contaré.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Kill Bill Volumen 1

Tarantino trasciende géneros; es su don. 
Una se pone a ver una película de Tarantino y sabe que sobre todo se va a encontrar mucha sangre.
Ya habíamos hablado de Tarantino a propósito de Reservoir Dogs y, la verdad, después de aquello no queda mucho más que decir. No suele pasarme, pero mantengo lo que dije en su momento. Como mucho, estoy hasta más entusiasmada que entonces. 
Lo que me gusta de este director es que consigue darle una forma nueva a películas clásicas como, en el caso de Kill Bill, las de artes marciales. Se puede ver que esto no es lo típico. No sé exactamente qué cambia porque no soy una forofa de este tipo de cine pero sí creo que hay algo que hace a Kill Bill muy diferente. Me baso más que nada en que nunca pude aguantar una de esas películas hasta el final y, sin embargo, Kill Bill hasta se me hizo corta.
Está claro que la venganza, piedra angular de esta saga, no es algo ni mucho menos nuevo. El sello de Tarantino quizá esté en la hábil conjugación de tradición y vanguardia, solemnidad e innovación. Además de, por supuesto, los litros y litros de sangre que casi constituyen la marca de la casa.
Kill Bill, que en principio no parece más que la historia de una mujer que desea vengarse de aquellos que casi la destruyeron, es una película brillantemente concebida y realizada. Es simplemente apabullante, imprescindible.

Puesto #36 de las 200 de Cinemanía.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Memorias de una geisha

Es bastante probable que Memorias de una geisha sea de esas novelas que, una vez adaptadas al cine, pierden. No me refiero sólo a detalles. No podría decir qué es exactamente pero creo que todo buen lector sabe a lo que me refiero. 
A veces ni siquiera hacer falta leer la novela para darse cuenta de que debe de ser mejor que la película o, por lo menos, más completa. Sospecho que es lo que ocurre con Memorias de una geisha. La película me dejó con muchas ganas de leer el libro así que ya os contaré entonces.
Pero, centrándonos en lo que nos ocupa hoy: Memorias de una geisha es una película muy bonita. Yo no sé nada de geishas y de cultura japonesa ya ni hablamos. Tampoco se puede tomar esta película como un documental: no vas a saber más cuando la acabes que antes de empezar. Que a mí eso me da igual, pero hay gente para todo.
Lo que sí me maravilló fue su fotografía. No suelo fijarme en estas cosas pero la de Memorias de una geisha, por su expresividad, me llamó especialmente la atención. La estética de esta película está muy cuidada y quizá sólo por eso merece la pena pararse a ver Memorias de una geisha, porque la evolución de la imagen, el cambio de colores de una etapa a otra, es casi un personaje más.
Lo único que casi diría que sobra es la voz en off de la protagonista haciendo una retrospectiva sobre su vida. Es verdad que la narración en primera persona (como supongo que está la novela) es muy difícil de trasladar al cine pero juraría que he visto películas en las que se solucionaba de una forma mejor, más elegante o, más bien, más carismática. Pero bueno, eso va por etapas, supongo, etapas mías.
Voy a quedarme con que Memorias de una geisha me dejó muy buen sabor de boca (aunque el final no me gustó mucho, la verdad). La volvería a ver, con eso os lo digo todo.

sábado, 27 de octubre de 2012

Looper

Desde Origen le pillé el gustillo a esas películas que funcionan más o menos como un puzzle. Esas historias, ya sabéis, que se construyen a distintos niveles y, al final, descubiertas todas las piezas, esas escenas en apariencia inconexas cobran sentido.
Por supuesto, este tipo de juegos son muy difíciles de hacer. La película no puede ser tan enrevesada que no se pueda seguir ni tan simple que no tenga gracia; no debe dejar demasiado a la imaginación de cada uno ni cerrar demasiado el final (claro que esto es discutible, es una manía mía). No debe, en resumen, sobrar ni faltar nada.
Desgraciadamente, Looper no cumplió mis expectativas en este sentido. Tenía muchísimas ganas de verla y, sobre todo, mucha fe. Tenía la sensación de que realmente podía ser la película del año y este pálpito se vio alimentado por buena parte de la crítica. A lo mejor tener tantas esperanzas depositadas en ella influyó; quién sabe.
Con todo, Looper no es una mala película. Lo que plantea es muy interesante y sí que ofrece, a pesar de lo que pueda parecer después de leer lo que va de post, un espectáculo más que digno. Tengo que reconocer que las dos horas que dura se me pasaron volando y siempre considero eso un mérito tremendo.
Ahora bien, aunque reconozco que Looper me ha dado en qué pensar, está lejos de ser el tremendo peliculón que yo suponía. Está bien, pero me gustaba más lo que iba deduciendo yo y que al final no tenía nada que ver con lo que ocurría. Es, en fin, de esas películas que se disfrutan más comentando que viendo.

miércoles, 24 de octubre de 2012

La soledad del corredor de fondo

Este mes de octubre se organizaban en el Teatro Filarmónica de Oviedo unas jornadas de "cine con conciencia social". Todos los martes del mes se proyectaba de forma gratuita una película que respondiese a este esquema. Ayer tocaba La soledad del corredor de fondo y todavía queda una última película para el martes que viene, Interferències.
Lo bueno de este tipo de eventos (aparte del precio) es la presentación previa. Ayer corrió a cargo de Juan Pastor, profesor de Psicología Social de la Universidad de Oviedo. El suyo fue, francamente, un discurso muy inspirador, perfecto para la película y el momento; hacía muy fácil prepararse para lo que íbamos a ver a continuación. Creo sinceramente que no habría podido estar tan atenta a la película, a su significado, sin la intervención de Juan Pastor. 

La soledad del corredor de fondo puede parecer a primera vista una película bastante simple, aunque su desarrollo no es ni mucho menos lineal: la mitad de la historia se nos da a conocer por medio de flashbacks. No sigue el modelo tan enrevesado de Juan Marsé, pero puede llegar a parecerse.
Este corredor de fondo es un chico problemático, hijo de obrero, ratero por aburrimiento. Es un chico listo, lo vamos viendo a lo largo de la película, pero no siempre eso es suficiente. Se descubre su intervención en un sustancioso robo y es enviado a un correccional. En este punto  fue muy importante el repaso histórico que inauguró la jornada. Algunos de los que estábamos en la sala (muy pocos, la verdad) conocíamos los sesenta sólo de oídas; vamos, nada. A mí personalmente me vino muy bien que antes de la proyección se recordasen sucesos importantes de la década, así como un esbozo de la ideología general.
El caso es que el protagonista se ve de pronto con una prometedora carrera de atletismo delante de sus narices. La cuestión es: ¿aprovechará la oportunidad que se le presenta?

martes, 23 de octubre de 2012

Cuentos para adornar los sueños, de Miguel Floriano

Hace algún tiempo os hablaba de un bloggero que dio el salto a las imprentas. Hace un par de días, por fin, terminé su primera obra, Cuentos para adornar los sueños.
Por supuesto, la idea que tengo ahora sobre la obra de Miguel Floriano no es como la que tenía entonces, cuando hace algo más de un mes os contaba qué pensaba encontrarme en sus cuentos.
Los cuentos de Floriano son francamente sorprendentes. En muy poco espacio (nunca más de cinco páginas) condensan tantísimo que no sabría por dónde empezar. 
Temáticamente resulta difícil relacionar unas historias con otras. Lo que las une es, en mi opinión, un íntimo carácter poético, que empiezo a pensar inherente a su autor. Sigue chocándome, aun después de leer este libro, lo lírico de la narrativa de Miguel Floriano. Personalmente, para mí es algo así como "poesía para principiantes". Yo no soy una asidua de la poesía, no creo que sepa leer poesía. Sin embargo, sí puedo leer cuentos y puedo adivinar que en sus párrafos, entre comas, se esconden versos.
Pero, ante todo, la narrativa de Floriano es un canto a la sensibilidad, a la ternura y la pasión, a veces agradecida; otras tantas, desgarrada. De una u otra forma, hay algo a que no se queda igual al pasar la última página.

Mis cuentos favoritos (no para que vayáis a ellos en primer lugar, sólo quiero hacer patente el buen sabor de boca que me dejaron) son "Las nubes de poniente", "El tipo que pereció de augurios" y "Manual para la conservación de las camisas". Como suele ocurrir, no podría explicar por qué estos y no otros captaron tan especialmente mi atención. De todas formas, ésta sólo ha sido mi primera lectura de Cuentos para adornar los sueños. Vendrán más, estoy segura.

domingo, 21 de octubre de 2012

El monstruo de Nix

Puede que los fans de Tim Burton sean los que más disfruten con este corto. A la vista está que lo que uno va a encontrarse en El monstruo de Nix es algo raro, oscuro y siniestro. En lo que podemos fijarnos los demás es en la forma que tienen los personajes de moverse y en la textura de los ambientes; la expresividad de las caras y el movimiento de sus cuerpos. 
La técnica del animador Rosto es más que brillante. Yo, que no entiendo (siempre lo digo) pero disfruto como una niña con estas cosas, no pude sino quedarme con la boca abierta nada más ver a Willy, el protagonista del corto, dar sus primeros pasos en la pantalla. Ninguna descripción que se haga puede hacerle justicia: esto hay que verlo.
El argumento quizá resulte un tanto extraño y de entrada difícil de coger pero si te gustan las historias así, desde luego te vas a quedar embobado con El monstruo de Nix
No quiero desvelar mucho porque ésta es, como otras tantas de las que ya hemos hablado, una de esas historias con un argumento tan relativamente sencillo que cualquier detalle dicho antes de tiempo puede arruinarla. La magia está, como os he dicho, en el desarrollo; la sorpresa es el punto fuerte de El monstruo de Nix
Aquí os dejo el trailer para que le echéis un ojo a su increíble técnica. Ahora, si veis el corto entero, mucho mejor. Te guste más o te guste menos, es imposible arrepentirse de ver algo así.

lunes, 15 de octubre de 2012

Cien años de soledad

Empecé a leer Cien años de soledad con ganas, con entusiasmo, y con un poco de miedo, no nos engañemos. Normalmente me acerco a los grandes clasicazos con respeto, con cuidado, como busca un fotógrafo el mejor plano de la leona. No rechazo ayuda, por eso suelo buscar ediciones críticas, como esta de Cátedra que veis en la imagen. Las notas al pie han sido de muchísima ayuda; no sé qué habría hecho sin ellas. 
Sin embargo, a pesar de las precauciones que tomé, Cien años de soledad realmente me sorprendió. Cuando uno lee una novela de esta envergadura, normalmente piensa que va a ser algo pesado, muy cerebral, una de esas lecturas que no admiten el más mínimo descuido y que acaban cansando, como es lógico después de un trabajo así. He aquí mi sorpresa: éste no es el caso de Cien años de soledad. Sí es una lectura compleja, por supuesto (como os digo, la ayuda de los comentarios del editor es inestimable), pero es una gozada. Como se suele decir, disfruté con cada página y, en cierto modo, no quería que se acabase. Todavía sigo dándole vueltas al final, por cierto, uno de los más sobrecogedores que he leído nunca, si no el que más.
No cuesta meterse en la historia y perderse por Macondo al leer Cien años de soledad. Lo más difícil quizá sea manejar tanta información, y no sólo eso, sino decidir cuándo recuperar tal o cual dato. Recuerdo que al final, con la última pareja, tuve que pararme a pensar que lo que para mí eran tan obvio, era totalmente desconocido para ellos. Un juego muy interesante, sí señor, y no es el único ni el mejor.

Ésta ha sido mi primera lectura de Cien años de soledad. Por supuesto, aún me quedan unas cuantas antes de captar todo el significado de esta gran joya literaria. Todo se andará. 

sábado, 13 de octubre de 2012

Chocolat

Está claro que Chocolat es una película sobre sabores, regustos y, sobre todo, cambios. 
La verdad es que no puedo decir que el resultado me haya parecido malo, ni siquiera remotamente pobre. Desde luego Chocolat rezuma carisma, eso nadie lo puede negar. Lo único que quizá podría reprocharle es ser un poco demasiado dulce. Lo digo con tiento porque realmente la película me ha gustado mucho, es sólo que a lo mejor yo soy muy fácil de empalagar, nada más. En cualquier caso, eso ya es cuestión de gustos.
Sí me gustó mucho la forma de enfocar el cambio, de una manera clara pero no demasiado obvia, sutil y gradual pero no lenta. Muy elegante, en resumen. Con ese cambio me refiero a la evolución que deben sufrir todas las sociedades para avanzar. Sin embargo, un cierto sector siempre se opone al cambio. Adivinad quién. 

Me estoy acordando de algo que os dije cuando vi La invención de Hugo. Entonces me quejé de la ausencia de malvado. Ahora me doy cuenta de que, siguiendo el razonamiento de entonces, Chocolat tiene el mismo "problema". No sé muy bien cómo explicar por qué aquí esa figura del malvado no es necesaria y en La invención de Hugo le hubiese dado un toque. Supongo que aquí me sirvió la idea del inmovilismo social, como buena lectora de Buero Vallejo. 
Sea como fuere, os invito a ver Chocolat, no una, sino varias veces. Siempre con algo dulce a mano. 

Rio

Definitivamente, Fox no es Pixar. 

Me levanté esta mañana y la cabeza sólo me daba para buscar algo que ver mientras desayunaba. Me topé con Rio en Canal+ (cómo no) y decidí probar suerte. En su momento no me llamó la atención, pero a estas alturas ya debéis de saber que rara vez rechazo una película de animación.
Rio dura cerca de hora y media y, si tenemos en cuenta que la vi entera y no tuve ganas de levantarme en ningún momento, no podemos concluir que fuera mala. Ahora, ya os adelanto que tampoco es una joya.
Este tipo de situaciones siempre me plantea un problema: no quiero ser tan pedante como para afirmar que una película tiene que ser una pieza de museo para tenerla en consideración. Yo procuro no dejar de lado el "factor entretenimiento", aunque luego me veo en medio de estos dilemas.
Creo que hay un límite para todo: ni los planos perfectos hacen la película perfecta, ni los chistes pueden salvar un truñaco.

Rio se queda en un término medio, algo escaso, sí, pero tampoco le pedía demasiado. Tengo que decir que es entretenida pero nada sorprendente. Sigue un esquema clásico: protagonista lleva vida acomodada, aparentemente perfecta; sale de su entorno; su carencia se hace patente; cambia de estilo de vida y ya es totalmente feliz. Punto. 
Tengo que reconocer que Rio deja un regusto dulce y que es buena para pasar un rato. Pero nada más: nada la libra de su simpleza; es una historia simplona donde las haya y no tiene nada que lo disimule.

domingo, 7 de octubre de 2012

Threesome


Threesome es la serie británica que ha venido para romper moldes. 
Estamos acostumbrados a series como Downton Abbey, Arriba y Abajo o Los Tudor y claro, suponemos que todo lo british es eso: tramas ambientadas en tiempos pasados, protocolos, finura y delicadeza. Pues bien, cuando vayáis a ver el primer episodio de Threesome olvidaos de todo eso: aquí no hay límites de ningún tipo. 
Soy una gran fan de las series que he mencionado antes pero reconozco que me encanta el soplo de aire fresco que Threesome supone. No tienen pelos en la lengua: hablan de todo con la mayor naturalidad y nadie se extraña de nada. Sinceramente, agradezco que de vez en cuando surjan historias así de surrealistas pero tan sencillas.
A estas alturas ya tendría que haber comentado más o menos de qué va pero, como supongo que es bastante obvio por el título y la foto, me voy a limitar a decir que en Threesome encontraréis mucho más de lo que se deduce en un primer momento. Todo lo que necesitáis saber está en el capítulo piloto: adelanta todo lo que vendrá a continuación, no sólo la trama principal, sino la tónica de toda la serie. Hacía tiempo que no veía un capítulo piloto tan potente, por cierto.
Lo más curioso, sin embargo, es que lo que interesa de la historia no es lo que va a ocurrir (esa parte es más o menos evidente) sino cómo se van a desarrollar los acontecimientos; también en ese sentido es contraria a las clásicas series británicas. Ya sólo por eso creo sinceramente que merece la pena asomarse y probar.

domingo, 30 de septiembre de 2012

I Feria del Libro Antiguo de Oviedo

Hasta el día 14 de octubre en el Paseo de los Álamos de Oviedo podremos disfrutar de la Feria del Libro Antiguo, un lugar de culto para todo bibliófilo que se precie. 
Aunque los puestos son sólo una línea recta que recorre todo el paseo, no hace falta mucho tiempo para perderse entre todas las joyas que se pueden encontrar en los montones de volúmenes que se apilan entre ellos. El olor a libro viejo inunda el ambiente, las manos recorren frenéticas todo lo que encuentran a su paso: hay mucho que ver y muy poco tiempo.
Porque hay de todo y para todos: desde las (pen)últimas novedades de todos los géneros imaginables a libros históricos por sí mismos, todo a muy buen precio; hay que contenerse un poco para no arrasar con tanta oferta.
Yo estuve ayer. No sé cuánto tiempo; sé que me tuvieron que sacar de allí porque yo ya no tenía noción de nada. En fin, me marché muy satisfecha con mi compra (la podéis ver en la foto) y con ganas de volver.
Ya sabéis, tenéis hasta el día 14.

jueves, 27 de septiembre de 2012

¿Qué ves cuando cierras los ojos?

Eva es una película sobre robots. Al menos eso parece al principio. 
Ésa es la maravilla de este peliculón: te metes en ella pensando en todas esas cosas que la ciencia ficción nos ha estado enseñando y de pronto te encuentras con una historia sobre humanidad. Humanidad descontrolada y sin programar, para colmo. 
Eva tiene todos los matices, las subtramas y la profundidad que siempre se echan de menos en las clásicas películas de robots. Es, por decirlo en pocas palabras, mucho más de lo que ofrecían aquellas entonces y de lo que, por lo menos yo, podía imaginar. 
Y además está bien hecha. Quiero recalcar este aspecto porque normalmente, cuando una película que quiere ir de ciencia ficción y acaba potenciando otros aspectos más realistas, se queda en una especie de quiero-y-no-puedo que no convence a nadie. No ocurre lo mismo con Eva, todo lo contrario: en ella aparecen algunos cachivaches chulísimos que no se podrían ni soñar y que dan el pego. Hay ingenio en esta película, ingenio en cantidades industriales. 
La verdad es que tenía grandes esperanzas depositadas en Eva. Sabéis que opino que esperar mucho de una película no es bueno porque casi nunca llega al nivel esperado. Por suerte no es lo que ha ocurrido en este caso: no sólo se han cumplido mis expectativas, sino que se han visto superadas con creces. 

lunes, 24 de septiembre de 2012

La última polaroid


Hace algún tiempo os hablaba de cine español, pero no un cine cualquiera, sino el que yo considero el buen cine español. No sé si lo recordáis, pero en aquel post os decía que el panorama cinematográfico actual estaba viviendo sus años dorados. 
Os hablaba de Mar Coll, directora de Tres días con la familia (2009) y del corto que da título a este post, La última polaroid (2006) que fue su trabajo de graduación en la ESCAC.
Me gusta especialmente esta mujer porque siempre consigue resultados muy limpios y una sensación general de naturalidad. No sé cómo lo hace, pero es así. No sé cómo consigue que lo que se muestra en pantalla parezca tan auténtico. A lo mejor influye que Coll suele optar por historias muy normales, muy íntimas, sin ningún tipo de artificio, nada estrambótico. Es, por decirlo en una sola palabra, elegante. 
No os voy a decir de qué trata La última polaroid. Es una de esas cosas que vale más ir descubriendo poco a poco. Claro que, siendo un corto de veinte minutos, poco hay que esperar para que la línea argumental se revele por sí sola.
Os recomiendo que la veáis para que lo comprobéis por vosotros mismos. Aunque, si os digo la verdad, no sé hasta qué punto valdría más empezar por Tres días con la familia, más que nada porque quizá esté técnicamente más conseguida (tened en cuenta que esto ya es un largo, lógicamente tendrá más presupuesto que el corto de una recién titulada). Pero bueno, eso ya lo dejo al gusto de cada uno. Yo sólo os digo que vale la pena ver el cine de Mar Coll.

Podéis ver La última polaroid online y gratis en filmin.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Cinema Paradiso

Un cine cerrado siempre tiene algo de trágico. Pero claro, con los tiempos que corren tampoco es extraño que los viejos y semirruinosos cines se hayan convertido en auténticos monumentos. Aunque Midnight in Paris me enseñó a dejar de fantasear con épocas anteriores y disfrutar de la mía, reconozco que todavía me encojo un poco cuando paso delante del supermercado que antes era un cine.
Más o menos éste es el mensaje de Cinema Paradiso, con un detalle más que significativo: Alfredo, uno de esos grandes personajes secundarios que de vez en cuando tienen fuerza suficiente para hacerse con toda la película, nos empuja a seguir adelante. Tiene la dolorosa tarea de desmitificar el ayer, a veces de una forma casi violenta, todo por el bien de quien puede (y debe) seguir adelante. 
Cinema Paradiso me recuerda un poco a La invención de Hugo: ambas son homenajes al cine y, sobre todo, a la cinefilia. La diferencia es que Cinema Paradiso no necesita recurrir a ningún tipo de efecto. Si en su momento en La invención de Hugo eché en falta un malvado, en Cinema Paradiso tengo que decir que no sobra ni falta nada. Todo está ahí, aunque no lo veamos o lo hagamos demasiado tarde. Como en la vida real.


Puesto #43 de las 200 de Cinemanía.

viernes, 14 de septiembre de 2012

De la pantalla al papel

Quizá la mejor carta de presentación para un escritor sea hoy un blog. Y si no, que se lo digan a Miguel Floriano, de Si tuviesen corazón las autopistas, que hoy presentaba su primer libro, Cuentos para adornar los sueños.
Todavía no lo he leído, claro, pero si se parece a lo que acostumbra a publicar en el blog, será algo más que digno de consideración. Ya os contaré.
Lo que ya se puede observar en su blog es que la literatura de Floriano tiene algo muy curioso: la envuelve un aura de algo que sólo se me ocurre llamar atemporalidad. Miguel Floriano es más que joven y, a pesar de ello, tiene una voz personal y reconocible. Mucha gente nunca llega a poder decir lo mismo. 
De una forma que sigue maravillándome, recoge la esencia de todo lo que observa y lo trasforma en algo bello, claro y puro. Me resulta imposible describirlo mejor. Creo que vale más que leáis su blog y su libro para que podáis haceros una idea de lo que es la literatura de Miguel Floriano, un autor que ha dado el primer paso para construirse su propio lugar en el a veces tan ingrato mundo de la literatura.

martes, 11 de septiembre de 2012

Brave


Como puede deducirse de entradas anteriores, soy muy fan de Pixar, puede que ahora más que cuando era pequeña. No sé si han mejorado ellos, he cambiado yo o, quién sabe, a lo mejor las dos cosas. En cualquier caso, no es eso de lo que os quiero hablar hoy.
Esta tarde, después de mucho tiempo esperándolo, por fin fui a ver Brave, lo nuevo de Pixar. Fijaos en eso: "después de mucho tiempo esperándolo". Encima había leído por ahí que ésta era la película de animación del año. Parece que voy a decir que se aleja mucho de llegar a ese nivel pero... ni tanto ni tan poco. La verdad, yo me lo pasé como una enana viendo Brave porque tiene sus puntazos, muchos a lo largo de toda la película, un logro en mi opinión realmente digno de admiración. 
No obstante, tampoco es lo que me esperaba. Las películas de Pixar son, en general y por lo menos las de los últimos años, perfectas en su elaboración. Sencillas pero muy bien concebidas y desarrolladas. Sin embargo, Brave no llega a ese nivel. Quizá su trama se pasa de simple. Claro que, en honor a mis costumbres, eso no os lo voy a contar porque, por lo menos yo, si hubiese sabido de antemano qué me iba a encontrar igual no habría ido al cine a verla. 
Me diréis, "Bueno, pues eso que te ahorras, que el cine ahora está muy caro". Ya, pero la calidad de imagen de una pantalla gigante no hay ordenador ni televisión que la iguale. Y ya no sólo eso: el ambiente, el olor a palomitas, la compañía, de amigos o desconocidos, me da igual. A mí eso me encanta. Eso es lo especial del cine. Yo lo valoro y si considero que una película realmente merece la pena, me permito disfrutarlo porque, qué queréis que os diga, soy una hedonista sin remedio.
Pero a lo que voy, que me estoy perdiendo. Hay algo que distingue a Brave de otras tantas películas de animación, y es lo extraordinariamente bien hecha que está. Desde el punto de vista técnico, digo. Claro que yo no sé de estas cosas, no sé exactamente qué ni cuánto hay detrás de lo que se acaba viendo en pantalla pero creo que cualquier espectador puede notar cuándo algo está bien hecho. Brave, o más bien sus texturas y tejidos, están más que logrados; a ratos incluso te olvidas de que todo está hecho por ordenador. 
Brave no será la película del año, pero desde luego es una propuesta a considerar, aunque sólo sea como entretenimiento. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

El día de la marmota

Atrapado en el tiempo, por suerte más conocida como El día de la marmota, plantea las ventajas y los inconvenientes de algo parecido a la omnipotencia o, quizá, una forma primitiva de omnipresencia. Y es que, si pudieses repetir el mismo día un número infinito de veces, ¿no acabarías por saberlo todo de memoria?
Soy una gran fan de Bill Murray. Siempre me ha parecido un actor tremendamente carismático y mis impresiones quedaron del todo confirmadas después de ver Lost in Translation. Sin embargo, a pesar de su presencia en esta película y su impecable trabajo, El día de la marmota me ha parecido más bien flojilla. No sé, la he visto poco coherente en algunos aspectos: no se llega a saber por qué se repite el mismo día durante tantísimo tiempo (la friolera de diez años, por lo que dicen en Cinemanía) o por qué de pronto el tiempo vuelve a su curso normal. Puede no ser estrictamente fundamental para el desarrollo de los acontecimientos pero tampoco hay que pararse demasiado a pensar para plantearse estas cosas. Sí, El día de la marmota es bastante divertida pero no tanto como para obviar estos detalles. Es una pena porque la idea es buena, el dilema que se le plantea al protagonista es realmente interesante. No obstante, opino que no está tan bien explotado como cabía esperar en principio. La culpa parece ser de ese gusto en los noventa por las historias de amor aliñadas con un par de notas de saxo. A lo mejor soy yo la rancia, pero creo que sólo edulcoran la realidad, a veces con resultados catastróficos. Fijaos en una cosa antes de que empiece a sentirme como la amargada de turno: toda la historia queda al final reducida a una especie de lección vital sobre la honestidad, el amor verdadero y bla bla bla. Me recuerda mucho a esos telefilms de domingo por la tarde.
A pesar de todo esto, voy a intentar conservar en mi memoria las mejores partes de El día de la marmota, desperdigadas por todo su nudo. Ése es el Bill Murray que a mí me gusta.

Puesto #157 de las 200 de Cinemanía.

Si te dicen que caí, de Juan Marsé

Como puede que recordéis, siento cierta predilección por la novela de posguerra. En esta línea se sitúa Si te dicen que caí, de Juan Marsé. 
Claro que, ya os lo aviso de antemano, Juan Marsé es un poco más surrealista así que no se le puede leer como a cualquier otro autor. En las novelas que he leído, suele introducir algunos fragmentos de naturaleza extraña, algo confusos, pero que dan al conjunto del libro un toque que a mí personalmente me encanta. 
Con todo, me sentí hasta un poco perdida cuando empezaba a leer Si te dicen que caí: no sabía quién estaba hablando ni cuándo ni con quién. Y encima, si no tenía ya la cabeza bastante embotada, de pronto me encuentro con que en algunos capítulos el entorno cambia totalmente, no sólo el narrador, que nunca llega a estar claro, sino todo el conjunto. Me dije: "Dios mío, ¿y ahora qué hago? No me estoy enterando de nada". La solución, amigos míos, es tener fe. Fe en Marsé, no en nada raro; simplemente fe en que este magnífico autor es capaz de hacer que todo acabe funcionando.
Esto me dejó grata y francamente sorprendida: Marsé va proporcionando información de muchos personajes, en tiempos y lugares distintos, pero cuando cierras el libro te das cuenta de que todo encajaba a la perfección. Yo sigo pasmada con el resultado final, la verdad. 
La literatura de Marsé, y en especial Si te dicen que caí, no es precisamente un paseo por el parque, pero el esfuerzo siempre merece la pena.