jueves, 28 de febrero de 2013

Rain Man

A ver, Rain Man es una película muy bonita, no se me pasa por la cabeza negarlo. Pero precisamente porque ya sabía que era bonita, aunque no la había visto hasta ahora, me esperaba algo más, quizás algo distinto. Me ha dejado un poco fría, la verdad. 
Eso sí, Dustin Hoffman hace un papelón. Desde luego su fama tiene fundamento, y mucho. Tom Cruise también está bastante bien, pero comparado con Hoffman cualquier cosa se queda pequeña, aunque no necesariamente lo sea. 
El problema es que Rain Man, me parece a mí, se queda en una mezcla entre drama y road movie. Ocupa un escalón algo superior al de estos dos géneros pero no llega al nivel que yo suponía. Es como si pensase que el tema ya es bastante bueno, que con eso lo suple todo, que no hace falta más. A lo mejor depende de gustos pero a mí me gusta que una película vaya a por todas y aproveche (e incluso supere) su tema. La primera película que se viene a la cabeza cuando pienso en algo así es Eva, no Rain Man.
Ojo, aunque lo parezca no estoy diciendo que no merezca la pena ver esta película. Sólo digo que no es tan imprescindible como yo esperaba que llegara a ser.

sábado, 23 de febrero de 2013

Oh capitán, mi capitán

Quien no tenga la carne de gallina al final de esta escena no tiene alma o, como poco, tiene serios problemas con ella. 
El club de los poetas muertos es una de las películas más inspiradoras de la historia del cine, si realmente películas que no logren este efecto pueden considerarse parte de la historia del cine. 
No hay absolutamente nada, repito NADA, en esta película que no merezca atención ni invite a la reflexión. Esa es una de sus mayores virtudes: no se queda en la mera palabrería, sino que predica con el ejemplo, exprime cada fotograma y lo carga de significado. 
Claro que para llegar a atisbar parte de ese contenido es necesario ver El club de los poetas muertos unas cuantas veces y estar dispuesto a absorber, más que ver, cada escena, a beber de cada diálogo y atesorar cada pequeño gesto y detalle como la obra maestra que es. 
El club de los poetas muertos es una película tremenda y magníficamente teatral en la que no sobra ni falta nada. Además, algo cambia después de verla. Si alguien es capaz de ver El club de los poetas muertos y seguir como hasta entonces no tiene alma, o como poco, tiene serios problemas con ella.

Puesto #108 de las 200 de Cinemanía.

El acorazado Potemkin

Quién me iba a decir a mí que en El acorazado Potemkin me encontraría con una de las escenas más famosas del cine. Pista: hace poco hablamos de esa película. Parece poco, pero si os digo más ya os lo cuento todo.

La verdad es que El acorazado Potemkin me ha impresionado un poquito menos que Metrópolis. No sabría decir muy bien por qué: realmente las dos pertenecen al mismo periodo y la idea que pretenden representar es más o menos la misma. Supongo que lo que las separa es que El acorazado Potemkin, en su esfuerzo por ser clara y directa, abandona todos los elementos futuristas y creativos que tan especial y potente hicieron a Metrópolis en su momento. 
Por eso se me plantea un dilema: ¿hasta qué punto es El acorazado Potemkin una buena película? Clásica es, de eso no cabe duda, pero ¿dónde exactamente reside su calidad? Tengo la sensación de que su fuerte está sobre todo en su historicidad: es un testigo extraordinario de la época que la vio nacer pero, como película, no es demasiado difícil superarla. 
Sea como fuere, desde aquí quiero recomendaros ver El acorazado Potemkin, que a su manera constituye una ventana (o una puerta, depende de cada uno) a un pasado que ahora mismo no podríamos llamar demasiado remoto. 

lunes, 18 de febrero de 2013

Eternamente comprometidos

Quizá la comedia romántica sea uno de los géneros más sencillos y al mismo tiempo más complejos de todo el mercado: es muy fácil satisfacer al público, casi tanto como decepcionarlo. 
Veo que hay bastantes que intentan innovar un poco. La mayor dificultad probablemente reside en saber hasta dónde se pueden cambiar cosas y cuáles no se deben ni tocar, así que casi todas acaban en un quiero-y-no-puedo, por decirlo de alguna manera. 
En ese sentido Eternamente comprometidos resulta extrañamente novedosa y típica, todo al mismo tiempo. Por lo menos así es para mí, que no soy muy aficionada a este género; a lo mejor ese es el problema.
En cualquier caso, lo que nadie podría pasar por alto es que Eternamente comprometidos es extremadamente predecible: no puede haber emoción porque no hay sorpresa, salvo uno o dos detalles sin importancia para la trama. Lo único llamativo, por lo menos para mí, es la forma de representar el paso del tiempo. Si a alguien le da por verla, enseguida sabrá a qué me refiero. 
Para películas como esta yo recomiendo buena compañía: por mucho que los conozcas, los comentarios de tus amigos nunca son predecibles. 

Scott Pilgrim vs the world

Scott Pilgrim tiene, no nos engañemos, un argumento de lo más lineal. No se le puede negar, sin embargo, que lo aprovecha muy bien.
Supongo que la opinión que uno pueda tener sobre esta película depende casi exclusivamente de sus gustos. A mí personalmente me encantan las películas sin pretensiones pero que rebosan ingenio y humor absurdo. 
Me reí muchísimo con Scott Pilgrim, y hasta se me hizo corta. A mí eso ya me parece tremendo y muy digno de admiración, pero hay quien podría echar en falta algo más de profundidad en la historia.
Os pongo en situación: Scott se enamora de Ramona en una fiesta pero, antes de poder ser felices juntos, él debe derrotar a sus siete malvados ex. Es como un videojuego, uno de los clásicos, además, y así se desarrolla la película, adoptando todos los elementos característicos del mundo de las consolas. Esto le da, tal y como yo le veo, una frescura sin parangón, algo que hacía mucho tiempo que no veía. 
A mí me ha encantado Scott Pilgrim, poco más puedo decir. Bueno, me gustó más el final alternativo que se incluye en los extras del DVD que el definitivo, pero no me quejo.
Os dejo antes de terminar el post con un par de canciones de la película; la banda sonora también me chifla. 



Puesto #45 de las 200 de Cinemanía.

viernes, 15 de febrero de 2013

Los Intocables

Como otras tantas veces, estamos ante una película que ha pasado a la historia por las referencias o guiños con que muchas otras se han adornado. 
Ahora bien, qué tiene Los Intocables para haberse convertido en uno de los clásicos de la historia del cine, eso yo ya no lo sé pero ahí está y no lo discuto. 
La historia es estupenda: hay una proporción perfecta entre drama, honor, misterio y acción que no la hace excesiva en ningún sentido y facilita que el espectador entre de lleno en lo que le están contando.
También es verdad que se ve muy fácil y rápidamente: no llega nunca a resultar pesada precisamente porque alterna distintos ritmos, varía la trama y conjuga varias líneas. 
La verdad, a veces consigue poner los pelos de punta. Más que emocionar, este es el efecto que puede llegar a producir. No insinúo que sea menos importante o tenga menos mérito por ello; de hecho, son muchas más las películas que han acabado emocionándome en el sentido más convencional de la palabra que las que han conseguido que me den de pronto escalofríos. Y la escena de la estación... Qué no se podría decir de esa escena.
No puedo olvidarme, por supuesto, del papelón de Robert De Niro. De él se dijo que no era un actor de método, sino el método mismo; Los Intocables es la prueba perfecta de ello. La verdad, para mí los mejores momentos de esta película son los de De Niro. 

Puesto #186 de las 200 de Cinemanía.

lunes, 11 de febrero de 2013

1984, de George Orwell

Muy pocas veces he leído una novela que me hiciese sentir tan mal y, al mismo tiempo, ejerciese una atracción tan fuerte sobre mí. La verdad, no recuerdo la última vez que leí queriendo saber qué iba a ocurrir a continuación y temiéndolo al mismo tiempo. Pero, sobre todo, nunca había deseado tantísimo un final un poco más feliz. Alguna vez ya os había comentado que, como lectora, me considero bastante mezquina: me gustan los finales ambiguos y, no nos engañemos, no siempre buenos para quien los sufre, pero el de 1984 ya es demasiado. Quien lo haya leído sabrá perfectamente de qué estoy hablando. 
1984 es una novela turbadora. Parece ciencia ficción pero, en el fondo, es más realista que muchas novelas que se hacen llamar "costumbristas". Muy en el fondo, por supuesto. A pesar de esto, no se puede ignorar el trasfondo real, tanto como la vida misma,  que lo posee. Si nos ponemos muy técnicos, casi podríamos decir que esta característica, esencial en 1984, lo aproxima de un modo inquietante al género de terror. 
Pongámonos en situación: 1984 plantea cómo sería el año que le da título visto desde 1949, momento de su publicación. Orwell presenta un mundo dominado por la tecnología y divido en tres grandes potencias: Eurasia, Oceanía y Asia Oriental, en guerra constante unas con otras. En medio de todo ese caos, en Oceanía, conocemos a Winston Smith, "el último hombre"; leyendo el libro se sabe el porqué de este sobrenombre. 
En el mundo que Winston conoce no hay intimidad ni libertad: los humanos son observados, analizados y controlados constantemente. Cualquier preludio de sublevación o, lo que es más grave todavía, cualquier duda sobre el Partido y el Gran Hermano (quizás el elemento más conocido de la novela) se castiga del modo más horrible. 
No puedo seguir entrando en detalles; de otro modo sólo lograría destripar la novela a quien no la haya leído todavía. Sólo os digo que me ha dejado con una sensación que no estoy segura de poder describir: es una mezcla entre indefensión y paranoia con un toque de malestar general. No es plato de buen gusto, claro, pero eso no quita que 1984 sea una grandísima novela. Es uno de esos libros que hay que leer una y mil veces, más aún en los tiempos que corren. Eso no nos lo pueden quitar. 

domingo, 10 de febrero de 2013

El discurso del rey

Pocas películas desprenden más calidad que El discurso del rey. Es impecable e incuestionable desde cualquier punto de vista: las interpretaciones de los actores, el ambiente, la historia... Todo transmite el carácter regio que se le supone. 
No me suelo fiar de las películas que ensalzan la figura de un personaje tan "controvertido" como en ocasiones puede resultar un rey, máxime si todavía se le puede considerar contemporáneo. Así que para disfrutar de la película sin pegas me propuse no pensar en cuánto podría haber de verdad en ella o si había alguna intención propagandística subyacente. Y funcionó. Que oye, a lo mejor soy yo muy paranoica con estas cosas pero creo que en estos momentos hay que tener mucho cuidado con la manipulación porque nunca se sabe de dónde puede venir y en qué forma. Hay que estar alerta sobre todo porque, a veces, el envoltorio que esconde estas trampas es hasta bonito. 
Obviando todo esto, pude ver El discurso del rey con toda tranquilidad, empapándome de su belleza, que rezuma por todos sus costados.
No le puedo poner ninguna pega y, la verdad, me alegro. Es estupendo que sigan haciéndose películas tan absolutamente intachables como El discurso del rey, una auténtica obra de arte que tiene muy merecidos todos los premios que ha conseguido. 

Full Monty

Es posible que Full Monty frivolice un tema tan trágico como hoy es el paro. Hay quien, no sin razón, podría sentirse molesto con esto o, como poco, ver difícil hacer una comedia sobre ello. Eso ya depende de cada uno. 
También hay quien dice que en momentos de crisis es cuando salen a la luz los mejores sentimientos de la gente. Uno de ellos es, en mi opinión, el sentido del humor. 
En Full Monty nos encontramos con un grupo de hombres que podrían decirse maduros (unos más que otros y cada uno a su manera) sin empleo desde hace ya un tiempo. Téngase en cuenta que esta película es de 1997; entonces las circunstancias no eran las mismas, aunque supongo que la situación también era bastante peliaguda. No puedo decir mucho al respecto porque era demasiado pequeña como para interesarme por cualquier cosa que traspasase la puerta de mi casa.
En cualquier caso, el tema del paro acaba olvidándose. Es cierto que permanece presente, de un modo latente, a lo largo de toda la película. No consigue, sin embargo, empañar el abrumador humor de Full Monty. La verdad es que me reí mucho con esta película y eso se agradece.
No puedo olvidar, por supuesto, el compañerismo que desprenden los protagonistas de esta película: gente muy distinta que se conoce en una etapa de gran crisis personal y que, a pesar de ello, se aceptan sin reservas y por encima de todas las cosas. Es como aquello que dice mi madre: "En los peores momentos conocerás a tus mejores amigos". 

sábado, 9 de febrero de 2013

Taxi Driver

Taxi Driver no es una película de que uno pueda decir "me gusta" o "no me gusta". Está por encima de eso o, por lo menos, en una categoría distinta que nunca llega a cruzarse con los gustos. Igual que su protagonista.
Llevo dándole vueltas a esta cuestión desde el jueves, cuando llegó su turno en el Aula de Cine de la que ya os hablé. Lo primero que pregunta todo el mundo cuando saben que acabas de ver una película es si te gustó. A algunos incluso se les abren los ojos, esperanzados. Nunca sé qué contestar en estos momentos y menos en un caso tan peliagudo como el de Taxi Driver.
Sigo sin saber si me ha gustado o no. Sé que ahora entiendo por qué es una película de culto y por qué ha levantado tanto revuelo, tanta tinta y tantos odios y pasiones. 
Taxi Driver es una historia extraña. Podría decirse que trata sobre la soledad, una soledad que conduce a la enajenación, pero no en su sentido estricto. Sin embargo, sospecho que cualquier intento de resumen se quedaría muy corto comparado con la realidad. Me temo que la única solución es ver esta película porque, "guste" más o "guste" menos, es imprescindible en cualquier filmografía.

Puesto #30 de las 200 de Cinemanía.

sábado, 2 de febrero de 2013

Cuenta conmigo

Algo tenía el cine en los ochenta que lo hace único. Todavía no sé qué es ni si algún día lo averiguaré, de hecho. De momento me conformo con deleitarme con películas como esta. 
Cuenta conmigo narra la historia de cuatro jóvenes amigos que un día deciden ir en busca del cuerpo de un vecino del pueblo, perdido en el bosque. Hasta aquí se parece mucho al capítulo de Los Simpson que lo parodió. 
Realmente no parece una historia original ni mucho menos nueva. Y puede que de verdad no lo sea, pero a todas luces es distinta. A mí, lo reconozco, es que me gustan mucho las películas que toman un esquema clásico y casi demasiado usado, y le dan su toque. 
Lo que más me impresionó de Cuenta conmigo, sin embargo, fueron los personajes. Es bastante raro que una película llegue a profundizar tanto en la psicología de sus protagonistas y más aún que lo consiga en hora y media escasa. El caso es que, cuando termina, tienes la sensación de que has conocido a estos chicos. Es más, casi los echas de menos y agradeces cualquier noticia que se te pueda dar de ellos. La verdad, hacía mucho tiempo que no me pasaba esto.

Metrópolis

El Aula de Cine de la Universidad de Oviedo organiza este curso una serie de proyecciones en las que reúnen grandes títulos de la historia del cine. Es la mejor oportunidad para ver y comentar indiscutibles clásicos. De verdad os recomiendo ir algún día, aunque sólo sea uno, porque este tipo de eventos, no sólo por escasos, deben aprovecharse al máximo. He compartido en facebook una tabla con los títulos, fechas y horarios para que le echéis un ojo y vayáis buscando un hueco.
Este martes el ciclo quedó inaugurado con Metrópolis, en versión original y con subtítulos en español, extendida y restaurada. Para que veáis que no son sólo gente que se reúne a ver cosas raras, que lo tienen todo muy bien organizado.
Metrópolis, por otra parte, es una película que hay ver comentada. Daos cuenta de que se estrenó por primera vez en 1927 y que aquellos eran años difíciles y de gran complejidad ideológica aunque, curiosamente, en su momento esta película fue tachada de simplona.
A mí, sinceramente, me pareció, sobre todo, increíblemente alegórica, muy poética. Es posible, sí, que en algún momento concreto pecase de una ingenuidad ligeramente excesiva pero, ¿quién no? También hay que tener en cuenta que lo que hoy nos resulta cotidiano entonces era casi una revolución. Ese es el encanto del primer cine: es historia viva. 
Además, Metrópolis se deja ver, que es lo importante, pero no olvida el paso siguiente: no te abandona en cuanto acaba, la idea se queda contigo mucho tiempo más. 

Puesto #127 de las 200 de Cinemanía.

El lado bueno de las cosas

Yo fui al cine el otro día esperando encontrarme con una comedia romántica diferente, "indie", si se quiere, y me encontré con una película que iba de indie y no pasaba de comedia romántica. Ese es el problema de trailers que enseñan más de la crítica que de la película en sí.
Me sabe mal decir que El lado bueno de las cosas sea una mala película porque, sinceramente, creo que a tanto no llega. Ahora, también os digo que no es tan buena como la crítica dice. Aprovecho la ocasión para recomendaros, una vez más, que probéis a ver una película sin tener ni idea de qué va ni quién sale ni qué dice no sé quién. 
Lo que salva a El lado bueno de las cosas del más absoluto fracaso es su reparto. Es lo único que aporta firmeza, credibilidad y peso específico al film pero ni siquiera unos actores tan estupendos pueden convertirlo en algo que valga la pena ver más de una vez.
Es una verdadera lástima porque la historia tenía mucho potencial; prometía no ser la típica comedia dramática y al final resulta un híbrido entre eso y algo más, una mezcla muy extraña y perturbadora. 
Probablemente el mayor problema de El lado bueno de las cosas es que hay demasiada distancia entre lo que promete y lo que es. De no haber sido así, tengo la sensación de que el balance (por lo menos el mío) habría sido más positivo.