domingo, 29 de enero de 2012

Millenium, o las alegrías que aún puede dar el espíritu yanki

¿Remake de una película reciente o nueva adaptación? ¿Es la Millenium de David Fincher una muestra más del nuevo imperialismo estadounidense, o simplemente la prueba patente de que se podía hacer una mejor adaptación de la novela homónima?
No soy crítica de cine, a la vista está, pero sí soy una buena lectora y una cinéfila apasionada; por algo se empieza. Partiendo de esta base, sólo puedo decantarme por la segunda opción. 
Leí los libros de Stieg Larsson (bueno, me queda el tercero, pero para eso todavía falta) y vi las versiones suecas unas cuantas veces. 
Pero vayamos por partes:

Los libros.
En resumidas cuentas, podemos decir que Millenium es la clásica novela negra... pero con una vuelta de tuerca. Vuelta y media, más bien. Me encantó Los hombres que no amaban a las mujeres simplemente -aunque no es poco- porque no me pude imaginar quién era el malo, el asesino o como queráis llamarlo, hasta el mismo final. Y me fui devanando los sesos para averiguarlo eh. Ésa fue otra de las cosas que me encantó del libro, que te daban indicios con los que tú podías construir teorías propias, aunque no sirviesen para nada.
En el segundo libro, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, no ocurre exactamente esto. Pude adivinar la supuesta gran revelación de la novela antes de cien páginas, cosa que me decepcionó un poco, pero no por ello dejé de disfrutar la novela.
Ya comentaré qué ocurre con el tercero y último, La reina en el palacio de las corrientes de aire, pero de momento, basándome en la película que ya he visto (fue sin querer, lo juro), tengo grandes esperanzas puestas en él.

Las películas.
Me ha parecido oír por ahí a algún crítico decir que a la última adaptación de Millenium le sobra metraje. Como digo, no me dedico a esto pero, llámese deformación "profesional", llámese manía, me gusta que cuando un libro pasa a la gran pantalla se respeten algunos puntos. Muchas veces esto se refleja en películas largas. Muy largas, otras tantas. Demasiado, algunas. 
En este caso concreto yo no creo que sobren minutos (bueno, si acaso en los créditos iniciales, demasiado abstractos para todo el tiempo que ocuparon, diría yo). De hecho, el problema que tuve con la película sueca fue que la encontré escasa: trataba todo lo relacionado con Wennerström de una forma muy superficial. 
Pero como el asunto se soluciona con la mini serie, no puedo, ni mucho menos, quejarme. De hecho, cuando supe que en Estados Unidos se iba a hacer una adaptación hasta me molestó. ¿Por qué cojones se tienen que meter en todo?, pensaba. Por todos es sabido que a los yankis les encanta hacer su propia versión de cualquier cosa, pero esto ya parecía demasiado. ¿El remake de una película de hace dos años? Sin embargo, después de verla  concluyo que la nueva Millenium se constituye como una visión propia de la obra de Stieg Larsson, independiente de la de sus paisanos. 

En conclusión, recomiendo leer los libros, primero de todo, y ver las dos versiones, la sueca y la americana. No las comparéis demasiado; valorad las virtudes de cada una.

miércoles, 11 de enero de 2012

Maldito karma

Hace tiempo fui con una buena amiga a un centro comercial. No recuerdo qué estábamos haciendo allí exactamente. Sé que no fuimos porque sí, a dar una vuelta o algo por el estilo, porque este centro no nos queda precisamente cerca de casa y, además, no soy de las de:


En cualquier caso, ahí estábamos mi amiga y yo, sin nada que hacer. Caminamos, caminamos... y topamos con una tienda de mascotas. 
No me paro demasiado en este tipo de tiendas. Mi niña interior ya sufrió bastante en su momento. Pero mi amiga, en uno de esos arrebatos de entusiasmo infantil que la caracterizan desde que nos hemos hecho mayores, corrió hacia el escaparate. 
Había conejos (siempre los hay, en absolutamente todas las tiendas; es increíble) y perritos. Unos cachorritos preciosos, negros, peluditos, preciosos, pequeñitos, preciosos... 
El arrebato de mi amiga nos llevó hasta dentro de la tienda. Al lado de su jaula. Mi amiga metió un dedo entre los barrotes. Bueno, más bien estampó la yema del dedo y algo de carne pasó al otro lado. Uno de los cachorros se acercó y empezó a lamerla y, de paso, a la palanquita que mantenía cerrada la jaula.

No pude evitar acordarme de Maldito karma, de David Safier. La protagonista de esta novela es Kim, una agresiva y ambiciosa reportera que, un buen día, muere. Se le cae un satélite ruso encima. No entraré en detalles para evitar probables spoilers. Baste decir que, cuando muere, se reencarna en hormiga. A partir de ese momento, tendrá que hacer buenas acciones para, a su muerte, reencarnarse en un animal superior, así hasta volver a ser humana.
Os preguntaréis  por qué me acordé de este libro. Suena absurdo. Lo hizo en su momento y siempre lo hará, pero aquel perrito... Parecía desesperado por salir de allí (ayudan todas las leyendas urbanas en torno a las tiendas de animales, por lo menos las de mi ciudad) o por decir algo. No lo típico de "Llévame a tu casa y quiéreme". No, parecía algo más serio. Como una misión, como la misión de Kim Lange. 
En mi defensa diré que cuando pasó esto acababa de leer el libro.

A propósito, en un post anterior, El guionista, los peces y la lectora que no sabía lo que decía, ya hablaba de Maldito karma. Dije que tenía ganas de leerlo para comprobar si todos los guionistas tenían los mismos "problemillas" a la hora de pasarse a la novela. Pues bien: no voy a dar el mito por cazado aún. Mi madre ha comprado los otros libros de Safier, Jesús me quiere y Yo, mi me... contigo, así que los tomaré prestados en algún momento del año para confirmar mi hipótesis. Os mantendré informados. 
De momento, lo que sí es seguro con este hombre es que te ríes. No llegas a llorar, porque por lo menos en Maldito karma el drama no es tan intenso, pero te ríes mucho. Y hace falta. 
No sé qué habrá sido de aquel perrito, por cierto...