Va a ser cierto eso de que se puede hacer comedia con cualquier tema. Incluso con el nazismo. Es posible que suene extraño así dicho, casi cruel, pero nada más lejos de la realidad: Ser o no ser es una de las películas más divertidas que he visto nunca.
Para vuestra tranquilidad, os voy a comentar un poco de qué va el asunto si, como yo, no habíais oído hablar de ella. Ser o no ser se sitúa en Polonia, en los momentos inmediatamente anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Los protagonistas son los miembros de una compañía teatral polaca, que deben decir adiós a la obra sobre Hitler que habían preparado aunque sí podrán darle buen uso al vestuario.
El caso es que estos actores se proponen dinamitar la ocupación nazi desde dentro, aunque no en sentido literal y desde luego no de la forma convencional. Y es que esta trama tan seria a veces parece más un telón de fondo que otra cosa. Pero, la verdad, apenas se echa en falta: es una película brillante que no tiene miedo a elevar al nivel de arte la más ácida crítica. Sinceramente, este tipo de ejercicios siempre me parecieron las más grandes muestras de valentía, sobre todo en el momento en que apareció Ser o no ser.
Eso no significa, sin embargo, que esta película se haya quedado obsoleta: no dejó de ser relevante pasado su tiempo, sino que todavía hoy podemos encontrar algunos detalles que nos son cercanos y, lo que es más, podemos reconocer en Ser o no ser al predecesor de uno de los géneros más populares y extendidos hoy. Ya veréis cuál.
Puesto #150 de las 200 de Cinemanía.
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