miércoles, 30 de diciembre de 2015

Los soldados lloran de noche, de Ana María Matute

Empecé Los soldados lloran de noche pensando que iba a leer la continuación de Primera memoria y, aunque técnicamente eso es verdad, visto con un poco de perspectiva casi parece mentira.
Yo imaginaba que la historia continuaría en el mismo punto donde Primera memoria se interrumpió tan brusca y trágicamente, pero Los soldados lloran de noche empieza algunos años después. Sin embargo, no creo que sea el tiempo lo que abre este abismo entre una novela y otra. 
No reconozco a los personajes de Los soldados lloran de noche. Aún quedan algunos rostros familiares, pero son poco más que el pretexto para introducir otros nuevos. Como Manuel, que enseguida cede su protagonismo a Marta. La transición entre una historia y otra es tan sutil que apenas se percibe hasta que ya es tarde.
Ahora bien, aunque Marta es un personaje muy logrado (el suyo es un relato escalofriante e inolvidable), su voz no se distingue tan claramente de la de Manuel. A veces da la sensación de que acaba siendo protagonista porque en la narrativa de Matute no podría ser de otra manera: siempre fue en las voces femeninas donde brillaba de verdad. 

domingo, 13 de diciembre de 2015

Daredevil (T1)


Me daba mucha pereza empezar Daredevil, no sé por qué, y al final se me hizo cortísima. 
Esta serie me devolvió a los primeros momentos de aquel maratón veraniego. Seguramente fue entonces cuando empecé a fijarme en lo que sigo llamando "villano" porque no encuentro una palabra mejor. En las películas de aquel verano había algunos personajes interesantísimos, pero creo que ninguno como Wilson Fisk. Puede que no exagere demasiado si digo que me ha gustado más este personaje que el protagonista. Y eso que yo suelo ser muy típica para estas cosas, que me enternece mucho la gente noble de corazón y todo eso. 
Supongo que lo mejor de Daredevil es que no dicotomiza esa bondad: en según qué momentos, los métodos de Matt Murdock no resultan menos cuestionables que los de Fisk, y encima a los dos se les llena la boca con aquello de "hacer de la ciudad un lugar mejor". Los dos son sinceros al respecto, que es lo que más me sorprende. Al menos yo nunca había visto a ningún villano con unos intereses tan "altruistas", si es que se puede decir así. Ahora bien, no descarto que fuese una tapadera buenísima (porque hay algo ahí más turbio que de costumbre) y que yo misma acabase cayendo en la trampa; no sería la primera vez que peco de ingenua, la verdad. 
Tengo la sensación de que la única diferencia entre héroe y villano en Daredevil es más bien de grado: los dos aceptan que el mal es inevitable, incluso necesario, en el camino hacia un bien mayor, pero sólo el héroe se impone unos límites. 
Lo cierto es que no hay nadie totalmente libre de culpa en Hell´s Kitchen (salvo Foggy, Claire, Elena Cardenas...) y tampoco nadie que no merezca algún tipo de redención (que no disculpa). Quizá eso es lo mejor que han hecho en Daredevil: enseñar que el bien y el mal viven puerta con puerta en un mundo más gris de lo que nos gustaría creer. 

jueves, 10 de diciembre de 2015

Primera memoria, de Ana María Matute

Creo que nunca lo había comentado abiertamente: en este blog tengo por norma escribir sólo sobre los libros que yo escojo leer, no los que necesito para clase. Es verdad que no siempre soy tan recta: hay por aquí algunos libros que sí tuve que utilizar para un trabajo, pero me marcaron tanto que no pude evitar hablar de ellos. 
Esa frontera que me había impuesto se ha ido difuminando con los años porque tengo la inmensa fortuna de estudiar lo que realmente me gusta. Lo único malo es que a veces me veo en situaciones como esta: sé que la novela me gustó pero siento que no la leí como debe leerse una novela. O como a mí me gusta leer una novela, vaya.
En general, no sólo por mis manías, la lectura de Primera memoria ha sido un poco extraña. Ya conocía sus temas porque los estudié en la obra más tardía de Ana María Matute y, sin embargo, este retorno a los orígenes tiene algo de novedad. Seguramente sólo será nuevo para mí, por ignorar la cronología, pero no dejo de pensar que sí debe de haber algo distinto en Primera memoria. Parece que se impone un sentimiento más intenso, más roto, más desgarrado. A lo mejor lo que yo había visto hasta ahora no era más que la versión dulcificada de la historia (a fin de cuentas, el tiempo no pasa en balde y hasta las heridas más profundas cicatrizan algún día). A lo mejor esto que me sorprendió tanto fue ver un corte reciente, aún sangrante. 

domingo, 29 de noviembre de 2015

Nimona, de Noelle Stevenson

En un paquete sin grandes adornos, ayer por la mañana llegó Nimona a mi casa. La tarde ya la pasé en crisis post-libro. 
El caso es que yo sólo iba a echarle un vistazo para centrarme luego en cosas de clase; este es mi primer cómic, así que sentía muchísima curiosidad. Leí las dos primeras páginas porque no sé hojear un libro de otra forma y, cuando quise darme cuenta, ya iba por la mitad. 
Estaba tan sorprendida que se lo iba comentando a unas amigas. Una de ellas me pidió un croquis del argumento y lo único que pude hacer fue esbozar una escuetísima lista de lo que debe de ser la esencia de Nimona: una adolescente que puede cambiar de forma a voluntad, un villano protagonista, Edad Media "contemporaneizada"... También llegué a decirles que me estaba riendo mucho, y ahí lo tuve que dejar. Faltan algunos elementos, claro, pero en realidad eso no es importante: Nimona es mucho más que la suma de sus partes. 
Creo que lo que terminó de atraparme fue entrever, ya desde el principio, que en esta historia no existe una línea recta que distinga el bien y el mal: todos los personajes son moralmente cuestionables, y encima es una institución la que decide quién es héroe y quién villano, y lo coordina como un trámite burocrático. Y esta, que parece una transgresión esencial, se explica de una forma tan natural que sólo queda hacer una brevísima pausa al final de un capítulo para maravillarse un segundo antes de seguir leyendo.
El final me dejó más preguntas que respuestas, pero a lo mejor ese es precisamente su encanto, quién sabe. La verdad es que soy incapaz de ponerle pegas a un libro que ya quiero volver a leer. 

viernes, 27 de noviembre de 2015

Sense8 (T1)

Esta serie me maravilló. 
Es que no sé ni por dónde empezar el post. Si por un casual no me gustó todo en Sense8, ahora mismo no me puedo dar cuenta de cuál sería una nota discordante. 
A lo mejor me entusiasmo tanto porque, sinceramente, no esperaba gran cosa cuando la empecé. Imaginaba que debía de ser una historia entretenida y con cierto interés, claro, pero no creía que pudiese estar tan bien desarrollada. 
Supongo que, llegados a este punto, debería hablar al menos un poquito del argumento de Sense8. Nunca consigo que quede bien, pero me parece que en esta ocasión no me puedo librar. En fin. Sense8 reúne las historias de ocho personas de distintos puntos del planeta que pueden intercambiar sus pensamientos, sus habilidades, sus emociones. Y esto, que aquí parece tan prosaico y tan simplón, está extraordinariamente bien contado en Sense8
Yo diría que en parte eso se debe a que lo sobrenatural de esta historia se pone al servicio los personajes, y no al revés. De esta forma, se los va descubriendo poco a poco, casi más por la forma en que interactúan unos con otros que por los tradicionales flashbacks. Creo que es precisamente su primera reacción frente a estas cosas tan raras que les van pasando lo que sienta las bases de la temporada. 
Esa es otra. A nadie le sorprenderá que al principio todos los protagonistas piensen que sufren alucinaciones. La cuestión es que, tal y como está planteado el argumento, esas conexiones, aun las más inoportunas, son naturales para ellos. Es decir, la opción más racional convive con la inexplicable certeza de que eso es lo normal. Este conflicto, como todo en Sense8, sigue el ritmo de los personajes. Si tuviese que elegir uno solo, diría que este es el punto fuerte de la serie. 
Ahora sólo falta conocer los orígenes de todo. Anoche terminé la temporada así que aún no he tenido tiempo de asimilar que se me viene encima una larga espera. De momento puede más el alivio de saber que habrá una segunda temporada. 

jueves, 26 de noviembre de 2015

Ubik, de Philip K. Dick

"Comedia metafísica", decían. Terminé Ubik y aún no entiendo a qué se referían con eso. Sólo sé que no me reí leyendo este libro; incluso me hizo sentir incómoda, aunque eso no es necesariamente malo. 
A lo mejor el problema es que mi sentido del humor no encaja con el de Philip K. Dick; no sería la primera vez que me pasa esto con una novela. Por lo que se ve, la risa y la desazón son dos caras de la misma moneda, y está en la mano de cada uno decantarse por una u otra. Ahí yo tengo poco que hacer, si no nada. 
Lo único que puedo tener claro sobre Ubik es que dentro de un tiempo seguramente no me acordaré de qué ocurría ni cómo; sólo conservaré esta sensación extraña como de no haber entendido un chiste. De verdad que sigo sin encontrarle la comedia a esta novela. En fin, cosas que pasan, supongo. 
Recuerdo que ya en los primeros capítulos de Ubik las imágenes que se pasaban por mi imaginación no se correspondían con las descripciones del autor. No sé por qué, estaba adaptando el paisaje futurista de Dick a lo que a mí desde el siglo XXI me parecería futurista. No he sido justa, y lo lamento profundamente, pero no lo hice adrede: surgió así, sin más. Puede que eso sea lo más metafísico que ha supuesto este libro para mí. 
Escribiendo este post, me planteo que quizá acabé cayendo por esos derroteros porque no veía un gran valor literario en Ubik. No llegué a hacerlo nunca, ni siquiera al cerrarlo por última vez. También son cosas que pasan de vez en cuando; no siempre se da con el libro más adecuado para uno. 
No quiero caer en el miedo al género (a estas alturas...). No quiero creer que en algunas obras el fondo devora a la forma; prefiero pensar que hay por ahí algún libro que concilia una trama arrolladora con un estilo rotundo. Yo no encontré eso en Ubik, pero seguiré buscando. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

The Secret of Kells


Mi primer encuentro con The Secret of Kells se parece mucho a aquel episodio que os conté a propósito de La canción del mar. Parece que es lo que pasa con estas películas: no necesitan más que una imagen para atraparte, y con un par de notas ya les perteneces para siempre. 
Y de ahí mi conflicto, creo. 
No me queda más remedio que decirlo directamente: La canción del mar me gustó mil veces más que The Secret of Kells. El caso es que no creo que las esté comparando (no quiero compararlas), aunque son muchas las circunstancias que unen estas dos películas; no puedo obviar eso, por mucho que lo intente. 
Llevo un tiempo pensando qué es lo que tenía La canción del mar que me falta en The Secret of Kells. Las dos tienen ese aire como de cuento, las dos irradian el mismo encanto atemporal... Sé que todo lo bueno que hay en The Secret of Kells se repite en La canción del mar. Parece que lo que falla, entonces, es la historia. Aunque en ambas los cuentos y las leyendas constituyen uno de los pilares fundamentales de la trama, en The Secret of Kells nada de eso se llega a contar: sólo se ven sus efectos en la línea principal. Uno puede deleitarse con la imagen, pero sin los cuentos parece que alguien se ha guardado la mitad de la película y no la ha querido compartir. Creo que ese es mi conflicto con esta película, pero saberlo no es un alivio. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

Blancanieves

Esta es una película que me cautivó desde el primer momento en que vi el tráiler. Sería la música, o quizá el blanco y negro, o la promesa del retorno a algo nuevo. Creo que estas vueltas de tuerca a los cuentos de siempre me recuerdan a mi propia infancia y por eso me llegan tan hondo. 
No sé qué pasó entonces, pero en su momento no pude ver Blancanieves en cines. Ni cuando salió en DVD. Ni mucho después. Mientras, aquella primera impresión fue macerando y generando un recuerdo que, según he podido comprobar, tiene poco que ver con la realidad de la película. Es curioso que, incluso ahora, ese recuerdo siga ahí, reivindicando un camino paralelo y un sabor enteramente propio. La verdad es que no me había pasado nunca. En fin, voy a intentar volver al cauce normal. 
Blancanieves revisita el clásico en un ambiente muy concreto. Tengo que reconocer que este nuevo escenario a mí me resulta completamente ajeno: me parece que soy muy del norte como para saber de flamenco, toros..., y toda esa imaginería, en general. Y sin embargo, aunque no me puedo identificar con ello, verlo en esta película no me resulta chocante porque no encuentro puntos en que no resulte coherente. 
Me sorprendió que, a pesar de todos estos cambios, Blancanieves se mantuviese en general tan fiel a la tradición. Yo imaginaba que habría más transgresiones, sinceramente. Creo que ese es uno de los puntos que separan el recuerdo de la realidad. Igual yo me monté sin querer una historia de vendetta muy de Tarantino y, claro, eso aquí no sale. Como os digo, Blancanieves sigue la estela del cuento casi hasta el final.
Ahí es donde empieza mi gran conflicto: todavía no sé cómo me hizo sentir este desenlace. Lo único que tengo claro es que toda la crudeza que hasta ahora más o menos se había ajustado a los cánones de la narrativa infantil, de pronto se retuerce y se convierte en una de las escenas más sórdidas que podría haber imaginado. De pronto, es como si los cuentos y la realidad más fea se fundiesen en un único fotograma, como si toda la distancia anterior no significase nada. Aún no sé cómo entender este final; sólo sé que se me encoje el corazón cada vez que pienso en esa última imagen. 

miércoles, 28 de octubre de 2015

Agent Carter (T1)

Creo que fue la rabia lo que me trajo a Agent Carter. Después de ver La era de Ultrón necesitaba ver un personaje femenino tratado con un poco de respeto, cariño y ética.
Fue la misma persona que me montó el maratón de Marvel la que me habló de Agent Carter (no podría haber sido de otra manera) pero entonces no le hice mucho caso. A lo mejor es cierto que hay un momento para cada cosa, incluso para una serie. En ese sentido, llego a Agent Carter justo cuando más necesitaba un personaje como Peggy Carter.
Agent Carter se desarrolla tras los acontecimientos relatados en Capitán América, con todo lo que ello supone para la protagonista: es una veterana de guerra que se ve de pronto en una situación en que sus méritos y su trabajo importan mucho menos que su sexo. Resulta descorazonador ver cómo fracasan sus intentos por convertirse en una igual ante sus compañeros. Es una realidad muy dolorosa que se cuela en este paréntesis de ciencia ficción, pero no por ello es menos necesaria. Al fin y al cabo, todo cambio empieza por un retrato. 
Lo que más agradezco de esta serie es que esa faceta no hace sombra a la humanidad de Carter: llorar la pérdida de un ser querido no la hace más débil ni la convierte en una agente menos capaz. Hacía mucho tiempo que necesitaba que a un personaje femenino se le permitiese ser así de real. 

viernes, 23 de octubre de 2015

Los vengadores. La era de Ultrón

Cuando oigo hablar tan mal de una película, siempre la acabo viendo con miedo: miedo de no poder apreciarla por todo lo bueno que tenga, miedo de ser demasiado indulgente.
Por suerte, mi problema con La era de Ultrón acabó siendo otro completamente distinto. Es algo tan visceral que sé que sólo puede venir de mí. En cierto modo, es casi un alivio. 
Pero empecemos por un principio menos amargo. Recuerdo que ya en los inicios de aquel maratón veraniego me quedé de piedra cuando vi lo que Marvel tenía preparado para sus villanos. Me alegra muchísimo que haya sido una de sus constantes a lo largo de todas estas películas. No sé si yo había entendido mal el género o no lo conocía bien, pero cuando empezamos aquel maratón esperaba más de aquellas dicotomías tan claras que casi resultaban ofensivas. No sé si algún día conseguiré explicar en condiciones lo mucho que valoro este esfuerzo por crear personajes tan humanos. 
La era de Ultrón no defrauda en ese sentido. Me entusiasmó la idea de tomar un deseo tan heroico y retorcerlo hasta dejarlo irreconocible. Bueno, no "irreconocible": Ultrón tiene algo que resulta muy familiar, y eso es lo más escalofriante (y brillante) de todo. Claro, esta familiaridad tan sutil pero tan potente se consigue después de muchas películas ahondando en el personaje. Creo que el trabajo de Marvel en lo que respecta a este punto es impecable. 
Por eso me molesta tanto que a otros personajes se les empuje hacia el camino más cómodo (casi diría perezoso). ¿Qué es eso de una vida secreta? ¿Qué despropósito de romance es este? Esto no es profundizar, ni siquiera añadir información: para que tenga sentido y un poco de contundencia, tiene que haber algo en el pasado que lo pueda respaldar, que tenga un poco de relación. Por amor de dios... En Marvel saben hacerlo mucho mejor. ¿Por qué no han querido hacerlo?

domingo, 18 de octubre de 2015

Gilead, de Marilynne Robinson

No os hacéis idea de lo mucho que sentí terminar este libro. La verdad es que nunca me había pasado esto antes. Supongo que normalmente me puede el deseo de saber cómo acaba todo, así que no me preocupo tanto por lo que dejo atrás. 
Claro que eso sólo funciona cuando lo que te cuentan es una aventura. Iba a decir "historia" pero tuve que borrar a mitad de palabra. Llevo un rato contemplando este párrafo y aún no sé cómo describir Gilead. Sólo tengo claro que me recuerda mucho a Yo serví al rey de Inglaterra. Ahora me doy cuenta de que esa novela siempre será para mí un referente de todos estos maravillosos desvíos literarios. 
Para que os hagáis una idea, Gilead es la carta que un padre escribe a su hijo porque sabe que es ya demasiado anciano para verlo crecer. Lo sensacional de este libro es que no hay ningún tipo de intermediario: lo que tienes entre manos es esa misma carta. No hay cajas polvorientas en el desván ni descubrimientos afortunados: Marilynne Robinson no necesita adornar la realidad ni plantear misterios donde no los hay; con Gilead nos entrega la carta en mano y con eso es más que suficiente. 
No deja de ser curioso que haya escrito "realidad". Lo hice sin darme cuenta pero voy a dejarlo tal cual está, aunque soy la primera sorprendida. Creo que ya lo dije algunas veces: me da lo mismo que un letrero bien gordo pregone que la película o el libro que sea está basado en hechos reales porque me lo voy a tomar igualmente como ficción. Además de ser la única manera que tengo de sobrellevar la oleada de biopics de estos últimos años, sinceramente creo que toda reelaboración de una historia supone un grado de ficcionalización suficiente como para que la realidad ya sea otra cosa distinta. 
Pero Gilead hace con todo eso lo que quiere. Aunque siempre supe que no era real, mientras lo leía se me olvidaba. No sé cómo describirlo mejor. Gilead tiene una voz tan genuina que es difícil no perderse. Era inevitable, pero sigo un poco triste por haberme encontrado. 

Los juegos del hambre. Sinsajo I


Justo cuando iba a ver Sinsajo I, una amiga me dijo que esta era, para ella, la película más floja de las tres. Si no recuerdo mal, uno de sus mayores problemas era que suponía un giro demasiado brusco. Puede que yo partiese con ventaja en ese aspecto porque ya había leído cómo cambiaba la situación. Mi amiga, en cambio, se dio de bruces con una situación completamente nueva. 
De todas formas, este tipo de transiciones siempre son complicadas para todos porque suponen retroceder hasta la escasa tensión de las planteamientos iniciales en un momento en que tanto los personajes como los lectores (o espectadores, eso es lo de menos) sienten sobre ellos la espada de Damocles. En ese sentido, entiendo perfectamente la incomodidad de mi amiga. 
Así llegamos a un problema que de momento no he podido comentarle. Este sería un buen momento para que quien no haya leído Sinsajo o no haya visto esta película cierre esta ventana. 
Desde el principio intenté ser consciente de que los cambios son necesarios. A veces, como dije a propósito de Los juegos del hambre, algunas pequeñas modificaciones pueden aportar detalles estupendos e inesperados; un auténtico regalo, oye. Pero este es un terreno peligroso: en una situación como la que se presenta en Sinsajo, una pincelada dada a medias puede acabar tergiversando toda la verdad. Me refiero, por no marear más la perdiz, al retrato del Distrito 13 y de Coin, su líder. 
Llevo todo el párrafo dándole vueltas a la cuestión más importante: ¿qué es lo que me incomoda de esa imagen? Sé que no era lo que yo me esperaba: había imaginado el Distrito 13 como una sociedad más militarizada, más fría y más rígida. En Sinsajo I, en cambio, la sensación que predomina es la de una resistencia noble y justa. Como si los bandos opuestos estuviesen muy claros. Creo que esto me choca porque lo que más me gustó de Sinsajo fue precisamente que esa frontera ya no tenía sentido. 
Ahora bien, supongo que debería tener en cuenta que Sinsajo se ha dividido en dos películas distintas. Es posible que todo esto sirva para que el final sea más espectacular... Mejor dejo esta cuestión en pausa, entonces. Ya veremos qué ocurre en Sinsajo II
Lo que sí puedo decir, incluso ahora, es que no me convence el final de esta película. Esta es una buena muestra de lo que ocurre cuando las conclusiones se dividen en dos: la primera mitad necesita un nuevo schock. Es cierto que en Sinsajo ya ocurría algo de ese calibre antes de llegar al gran final pero la gracia estaba, precisamente, en que todo ocurría al margen de Katniss. En la novela se echaba en falta algo más, no diré que no, pero era incluso refrescante que Katniss no fuese por una vez la heroína absoluta: que incluso ella necesitase descansar es uno de los detalles más humanos de la novela. Es una pena que se haya perdido en la película.  

sábado, 17 de octubre de 2015

Los juegos del hambre. En llamas


Recuerdo que en su momento En llamas me sorprendió por su sentido del humor. No es que sea una novela divertida per se: es que Suzanne Collins permitió a sus personajes reírse de sí mismos incluso cuando parecía totalmente fuera de lugar. ¿Y por qué no? Bien mirado, esto es lo que los hace más creíbles. Dejemos la coherencia para los personajes mientras las salidas de tono sacan a las personas del papel. 
Lo que pasa es que esto no aparece en la película. Supongo que, en el paso de la novela al cine, esto era algo que no se podía mantener. Creo que soy tan "benévola" porque En llamas, con todo, sigue siendo una adaptación muy inteligente, casi tanto como Los juegos del hambre. Lo único que echo en falta es esa chispita que sí aparece en el libro. 
Pero bueno, realmente no puedo quejarme: la historia está ahí, se sostiene por sí sola, camina segura. Incluso se puede palpar el miedo de Katniss y también la tensión que va creciendo en el ambiente. En ese sentido, En llamas es seguramente la película más dura de toda la saga (al menos de momento). Y es muy lógico que lo sea, no me entendáis mal: no reprocho cómo se construye esa tensión; sólo me escama que sea algo tan constante cuando en el libro se vio que no lo era, al menos no necesariamente. Sé que a una película no se le puede pedir lo mismo que a una novela pero, en este caso, tengo la sensación de que los personajes acabaron demasiado enredados en sus aventuras y se perdieron en el bosque.

domingo, 4 de octubre de 2015

Hannibal (T3)


No voy a intentar disimular: que cancelen Hannibal es poco menos que una tragedia. 
Me habían dicho que el final de esta tercera temporada servía bien como fin de serie, aunque aún mantenía abierta la puerta a una continuación. Y no es que no sea cierto: el final de la tercera temporada ha sido plenamente satisfactorio y brillante en todos los sentidos. Si me angustia que la serie acabe aquí es porque seguía siendo igual de espectacular que al principio.
Por lo que he podido ver, las terceras temporadas suelen ser un poco "complicadas" porque tienden a recuperar un conflicto que ya se creía resuelto en la primera. Hannibal no elude ese tradicional retorno, pero lo hace a su manera: aprovecha la ocasión para explorar los orígenes de los personajes y recuperar el eco de la dinámica que inauguró la serie en su momento (qué lejano parece ahora mismo). 
El ecuador de esta tercera temporada parece más acusado que en las anteriores. Precisamente el otro día estuve especulando con una amiga sobre el tema. Decíamos que a lo mejor este brusco cambio se debe a la prematura cancelación de la serie. Son sólo cábalas, claro, lo importante es que no parece fuera de lugar: el motivo central de la temporada sigue siendo el retorno a los orígenes: a los de Hannibal y a los de la misma serie. 
No olvidemos, sin embargo, que después de todo lo que ha ocurrido es imposible volver a aquellos primeros momentos de confianza, de inocencia, de credulidad. Ver a los protagonistas, más que conscientes de ello, caer sin remedio en viejas rutinas es a la vez enigmático y perturbador. Hannibal se despide así de la forma más humana que sabe.

martes, 29 de septiembre de 2015

Los juegos del hambre


Lo primero que me vino a la mente cuando vi Los juegos del hambre fue lo que aprendí en los textos de Arthur Miller y Nicholas Hytner en la edición de Tusquets de Las brujas de Salem. Decían, a grandes rasgos, que un texto se puede desarrollar a partir de palabras y conceptos, mientras que una película necesita imagen. Y esto, que parece tan sencillo y tan de cajón, no siempre se hace tan bien como en Los juegos del hambre
La novela de Suzanne Collins, por si no os acordáis, está narrada desde el punto de vista de su protagonista y, para colmo, la narración sigue el ritmo de los acontecimientos mismos. Recuerdo que la amiga que me recomendó esta saga me comentó en una ocasión que a veces las películas caían en silencios extraños que sólo se podían explicar leyendo las novelas. Es lo más frecuente en estos casos, por lo que he podido ver: muchas películas se obsesionan con repetir el discurso que les da origen, casi olvidando que su registro es completamente diferente. 
Por eso Los juegos del hambre me parece una adaptación tan inteligente: mantiene a Katniss como eje de la acción, protagonista indiscutible, pero se desprende de la narración en primera persona y, además, trasciende el punto de vista de Katniss para incorporar a la historia todo lo que ella misma desconoce. Así, el espectador puede asomarse al corazón mismo del Capitolio y entender cómo funciona el mundo de Los juegos del hambre de una manera mucho más natural. Creo que algunas de las escenas más brillantes de la película corresponden precisamente a esos momentos. Y esto, para que quede claro, es información nueva para todos; no aparece en las novelas. Lo que esto supone, en última instancia, es que novela y película se complementan entre sí, sin cojear ni pisarse terreno. 

lunes, 28 de septiembre de 2015

En el ojo de la tormenta

No sé si lo recordaréis, pero hace un tiempo vi Noé y me quedé un poco chafada cuando descubrí que, efectivamente, es un drama bíblico. Yo sí me acordaba, y sin embargó me sorprendió que En el ojo de la tormenta fuese una película de catástrofes. Nunca aprenderé.
Creo que el mayor problema cuando me pasa esto es que la película en cuestión acaba decepcionándome y, si lo piensas, la culpa es sólo mía: ¿cómo puedo pedirle a una película que haga algo distinto de lo que está anunciando desde su mismo título? Otra cosa no, pero estas películas suelen ser muy honestas acerca de sus intenciones. Lamentablemente, yo lo soy menos. Aunque siempre digo que es importante que una película sea entretenida, en el fondo espero que también sea novedosa. ¿Tengo derecho a sentirme defraudada cuando eso no ocurre? 
Lo único que puedo decir en mi defensa es que la repetición del patrón acaba anulando el suspense. En las películas como En el ojo de la tormenta está tan claro todo lo que va a ocurrir que el espectador sólo puede preguntarse cuándo y cómo: una curiosidad despreocupada ocupa el lugar del antiguo sinvivir. 
Con todo, tengo que reconocer que En el ojo de la tormenta me hizo dudar de todo lo establecido por el género durante unos angustiosos minutos. No os digo más, por si acaso. Lo señalo porque, para ser justos, el suspense en esa escena está lo bastante bien construido como para desmontar todo lo demás. No es poco ¿no?
Otro detalle que personalmente agradecí mucho fue que esta película prescindiese de esos absurdos romances tan fuera de lugar (¿en serio una evacuación es el mejor momento para jurar amor eterno o no sé qué mierdas?). Esto sí que es una manía, lo reconozco; aquí ya no hay defensa que valga.

Begin Again

No puedo evitar sonreír cuando pienso en Begin Again. Bien podría dejar el comentario aquí, pero no es plan. 
Llevo un rato preguntándome por qué me gustó esta película. Creo que fue su honestidad lo que me cautivó. Aunque me encantaría no perder el tiempo explicando el argumento de Begin Again, llegados a este punto es inevitable un pequeño repaso. En pocas palabras, esta película une a un productor musical en horas bajas y a una artista que no sabe que lo es o que no quiere serlo o, más exactamente, que no quiere transigir en ciertos aspectos. Muy por amor al arte todo. 
Releo este resumen y encaja poco con lo que he visto. Por esto nunca hago sinopsis: nunca le hace justicia al conjunto. Si no lo borro es porque ese amor al arte aparece en la forma misma de hacer la película. Begin Again es una cinta sin grandes pretensiones pero se nota el mimo y el cariño con que se ha hecho. Abandona cualquier intento de grandilocuencia y se centra en lo más importante: la música, la historia. Recuerda a la magia de la música en directo. 
Quizá lo mejor que pueda hacer sea incluir un fragmento de la banda sonora. Recuerdo que fue como recomendé esta película a una amiga. Le dije, y tengo que repetirlo ahora, que este es un buen ejemplo del tono de Begin Again: cuidado, ingenioso, entusiasta.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Sputnik, mi amor, de Haruki Murakami

Creo que ya lo comenté en alguna ocasión: a mí lo que me gusta es que me cuenten cuentos. A su manera, hay mucho de eso en Sputnik, mi amor
Esta novela empieza como esos cuentos urbanos de todos los días: "un amigo mío...", "un conocido de mi tía...", "el vecino que teníamos en la antigua casa...". A mí me encantan. No dejan de ser anécdotas de segunda mano, heredadas de vete tú a saber quién, distorsionadas las más de las veces. Para mí ese es su mayor encanto: recuperan un poco de aquella ficción de buenas noches en un tiempo en que parece que sólo queda tomarse todo muy en serio. En fin, ese es otro asunto. 
Lo interesante de Sputnik, mi amor es que recupera esa forma de narrar pero no se aferra a ella como a un clavo ardiendo: el primer narrador deja paso a Sumire y a Myû para que, llegado el momento, ellas mismas puedan contar su historia. Al fin y al cabo, ellas son las protagonistas de la novela; el narrador es un espectador poco menos ajeno que el lector.
Aquí me acerco al dilema que aún no he resuelto. Me gustó mucho, como os digo, que en Sputnik, mi amor se alternasen distintas voces: le daba otro ritmo a la historia y, además, siempre es interesante ver cómo se compagina lo que un personaje da por sabido y al mismo tiempo es una revelación para otro; es una manera muy curiosa de ir construyendo el enigma que acabará apoderándose de la novela. 
Ahora bien, lo que no me termina de convencer es cómo se resuelve ese enigma. No tengo nada en contra de los finales abiertos; todo lo contrario. Lo único que pido es que se me dé un respiro: no me pongas la respuesta al alcance de la mano para luego cerrarme la novela en las narices.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Hannibal (T2)


La primera temporada de Hannibal es un círculo perfecto. Aunque los indicios nos podían ir guiando en la dirección correcta, no había manera de predecir el giro maestro que remata la temporada. Pero lo que realmente me tiene en shock es que el final de esta segunda temporada aún remite a los inicios de la serie. Nunca había visto nada igual. 
En esta temporada la evolución de los personajes se convierte en piedra angular de la trama. Ahora bien, no se trata de una evolución al uso. No sabría muy bien cómo explicarlo; es un tema que aún no se ha resuelto en lo que llevo de tercera temporada. Todo empezó con la exhaustiva descripción de los caracteres de Will Graham y Hannibal Lecter. Ya en los inicios de la serie, se intuía que no era tanto lo que separaba a estos dos personajes. Funcionan, más bien, como las dos caras de la misma moneda. 
Llevo algún tiempo reflexionando sobre ello, aunque repito que aún me parece muy pronto para concluir algo. De momento, lo único que puedo decir es que nunca habría podido imaginar una forma más brillante de enlazar la comprensión clínica de Hannibal con la empatía visceral de Will. ¿Cómo es posible que ambos caminos llevasen a un punto de encuentro como aquel?  
Sé que este post no vale gran cosa como comentario, pero no creo que pueda hacerlo mucho mejor. Con Hannibal las palabras no bastan: hay que ver. También es recomendable encontrar a alguien con quien comentar esta serie o, como yo, os encontraréis boqueando como pez fuera del agua intentando asimilar lo que habéis visto. 

lunes, 14 de septiembre de 2015

Mr. Holmes

A veces una película tiene todos los ingredientes necesarios para ser una gran experiencia y, al final, se queda en algún extraño limbo, muy lejos de aquellas expectativas. Y te parte el corazón. 
El atractivo de Mr. Holmes estaba en su regreso a los orígenes de la historia (qué mejor forma de hacerse notar en un momento en que abundan las versiones actualizadas, como la magnífica Sherlock) y, sobre todo, en la contraposición del conocido personaje y la persona que acabó eclipsando. El hecho de que Mr. Holmes se desarrolle a partir de los intentos frustrados de un anciano Holmes por recordar su último caso subraya lo brillante que era la idea. Sobre el papel. 
Aún no entiendo qué pasó, si os digo la verdad. En Mr. Holmes aparecen bien claros todos esos elementos, nada se pierde. Y sin embargo la película se acaba haciendo pesada. En teoría, ir intercalando nada más y nada menos que tres líneas argumentales distintas debería haber evitado que el ritmo de la película fuese lenta. 
Ahora que lo pienso, quizá fuera ese el problema. Creo que esas historias empezaban en momentos diferentes de la película, de modo que el planteamiento de una iba seguido del de otra. Sí, juraría que el planteamiento de las tres historias ocupaba, en proporción, una gran parte de la película. Lamentablemente, lo que eso supone es que al final se haga necesario terminar cada relato deprisa y corriendo, y que queden demasiados cabos sueltos. 
Es una auténtica lástima que todo esto eclipse el encanto que, a pesar de todo, tiene Mr. Holmes.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Sinsajo, de Suzanne Collins

Recuerdo que cuando empecé En llamas me avisaron sobre el final. Que era uno de los cliffhangers más despiadados de los últimos años, decían. Y lo es, eso vamos a dejarlo claro desde el principio, pero lo cierto es que yo no quedé tan destrozada como me habían hecho creer. Supongo que si no me impactó tanto como el final de Los juegos del hambre fue porque ya empezaba a acusar el ligero cansancio del que os hablé en su momento y, además, porque En llamas me gustó un poquito menos que Los juegos del hambre
Con todo, diría que lo más determinante es que realmente el final de En llamas sí supone un cambio en la dinámica anterior, mientras que en Los juegos del hambre la certeza de que aún quedan asuntos sin resolver impide que la etapa se cierre. Lo que hace Sinsajo, por ir entrando en materia, es abrir la puerta a un mundo que hasta entonces no era más que un rumor. 
Con todo, la novedad no supera el nivel de lo aparente: muy pronto Sinsajo revela que la esencia de los dos bandos enfrentados es exactamente la misma. Este es un aspecto que ya se apuntaba en En llamas, si no recuerdo mal. Sí estoy segura de que me encantó la idea en su momento, y me impactó más todavía cuando la vi tan bien desarrollada como aparece en Sinsajo. Intentaré no decir más porque, en el fondo, el mayor encanto de este libro es que permite al lector ir recogiendo indicios hasta construir su propia visión. 
La verdad es que este desarrollo me conquistó, tanto que durante la lectura incluso me dejé arrastrar por un final que, en el fondo, se hace escaso. No deja de ser curioso, y hasta irónico, que al final de Sinsajo le ocurra justo lo contrario que al comienzo de Los juegos del hambre: si entonces dije que ciertos datos parecían fuera de lugar en el monólogo de Katniss, en Sinsajo la narradora se centra hasta tal punto en sus propias experiencias que apenas percibe lo que ocurre al margen de su visión. Este es el efecto más lógico de la narración en primera persona, eso es verdad, pero al final de este maratón yo no podía ser racional: sólo quería saber qué le pasaba a todas estas personas. 

viernes, 4 de septiembre de 2015

Hannibal (T1)

Como tantas otras veces, me sumerjo en un fenómeno del que sé lo justo, poco más que lo legado por la cultura popular. Aunque valoro el enfoque de frescura que eso me permite, a veces siento que tengo por novedosísimo algo que en el fondo no lo es tanto. 
Sin embargo, también intuyo que cualquier cosa que toque Bryan Fuller tiene todas las papeletas para convertirse en algo, si no nuevo, desde luego sí memorable por sí mismo; acordaos, por ejemplo, de la maravillosa Pushing Daisies
Pero centrémonos de una vez en Hannibal. Lo que me fascina de esta serie es cómo mima a sus personajes. No me refiero a esa protección mal entendida, sino a un retrato exhaustivo, con todas sus consecuencias. Una de ellas (mi favorita, por cierto) es que a menudo el espectador se ve trasladado al punto de vista del protagonista, Will Graham, que a su vez es capaz de empatizar hasta niveles increíbles con los asesinos que analiza. Esa identificación se hunde en el personaje y extiende sus raíces hasta embotar todos sus sentidos y, en última instancia, también los nuestros. El resultado es una conjunción escalofriante de imágenes fantasmagóricas, terroríficas por lo natural de su evolución. 
Y si se detuviese ahí... Pero es que no lo hace; lo que pasa es que yo ya no sé cómo explicarlo. Una serie como Hannibal, impecable de principio a fin, no se puede reducir a un par de comentarios; estas cosas hay que verlas porque, a diferencia de este intento, son capaces de envolverlo todo.  

lunes, 31 de agosto de 2015

Un día perfecto

Para ir situándonos, Un día perfecto tiene lugar en algún momento a lo largo de las labores de cooperación tras el conflicto en los Balcanes. Lo curioso es que cualquier dato concreto acaba desdibujado; el bosque se pierde en los árboles. 
Un día perfecto empieza con un cadáver en un pozo y una cuerda rota. Y ya está. No es una excusa para presentar a los personajes; ni siquiera parece que el objetivo sea retratar la cruda realidad de entonces. Sin embargo, al final de Un día perfecto eso es justo lo que tenemos. 
Creo que el hecho de no atarse a convenciones tipo planteamiento-nudo-desenlace permite que esta película se acerque más a la realidad más pura. Eso supone que cualquier descubrimiento se hace poco a poco, casi a trompicones; no hay revelaciones súbitas aquí. 
Una escena se ha quedado grabada en mi memoria: dos de los protagonistas buscan la pelota de un niño en su casa, tomada por la maleza, destruida por la guerra. A pesar de que lo que encuentran es decisivo en una de las líneas de esta historia, en pantalla nunca abandona el fondo de la escena. Se convierte así, tanto para los personajes como para nosotros, en un accidente. 
Eso es Un día perfecto: una cadena de sucesos fortuitos. No se me ocurre mejor forma de asomarse a la auténtica realidad.
La verdad es que cuanto más lo pienso, más me gusta. 

En llamas, de Suzanne Collins

Me zambullí en En llamas con la sed del que aún no ha llegado al final que esperaba. Supongo que, en el fondo, tendría que haberme imaginado algo así: si en Los juegos del hambre apenas hay descanso para los personajes, tampoco lo habrá en la saga para el lector. 
No se me ocurre cómo abordar el comentario evitando spoilers, así que, si alguien no sabe qué pasa en esta novela y no quiere saberlo, sería mejor que dejase de leer aquí mismo. 
Los juegos del hambre termina con una victoria agridulce. Hasta ahí, muy consistente; es más, diría que uno de los puntos fuertes de esta saga es cuestionar hasta qué punto ganar según ciertas reglas supone realmente una victoria. Así, la certeza de que aún quedan asuntos pendientes es una de las principales razones por las que lanzarse a En llamas se convierte casi en una necesidad. 
Lo que pasa es que un supuesto triángulo amoroso va escalando posiciones y, en un momento dado, eclipsa al resto de la historia. Reconozco que esto es una manía mía, no un criterio objetivo. No seguiré ahondando en esta cuestión porque sé que en el fondo es sólo que a mí, personalmente, no me gustan este tipo de historias. Si acaso, lo único que podría alegar es que esta dinámica parece estar más cerca de la dicotomía de siempre: el Bien contra el Mal. Sé que esta línea no es tan importante en En llamas, de verdad que lo sé. Pierdo el tiempo en comentarla porque, por lo que se ve, soy más maniática de lo que yo misma pensaba y me resulta muy difícil pasar por alto las cosas que me ponen nerviosa. 
En fin. 
Prefiero quedarme con el hecho de que el regreso a la arena que constituye el auténtico centro de En llamas no es una repetición desesperada de la genial fórmula de Los juegos del hambre: los paralelismos se mantienen lo suficiente como para que las diferencias resulten todavía más significativas. Me parece una progresión de lo más inteligente. 
Ya empecé Sinsajo, como os habréis podido imaginar, aunque no arrastro las mismas ansias que cuando empecé En llamas.Creo que ahora estoy más centrada en el final que se acerca, no en el que dejo atrás, porque por primera vez no tengo ni la más remota idea de cómo puede terminar la historia. 

miércoles, 26 de agosto de 2015

Los juegos del hambre, de Suzanne Collins

Llegar a tiempo a los fenómenos no es cosa mía, ya lo sabéis. Y si no, que se lo digan a la amiga que lleva dos o tres años recomendándome Los juegos del hambre
Ahora la susodicha está de vacaciones en el pueblo, pero antes de irse me prestó la trilogía completa. Qué exageración, pensé yo cuando la vi llegar con los libros. Tengo la manía de no leer sagas enteras de una sentada; sólo la idea me agota, sinceramente. Y sin embargo aquí estoy, a la mitad de En llamas. Qué razón tenía mi amiga. 
Lo cierto es que ninguna de las dos tenía muy claro qué esperar cuando empecé a leer Los juegos del hambre. Yo imaginaba que sería una historia en la línea de la clásica literatura juvenil, como Sabriel; y, aunque al principio sí lo parece, Los juegos del hambre no tarda en dar un salto más que notable. No abandona el "género" (si es que puede hablarse de género en este caso), sino que cubre sus lagunas. 
Creo que el ejemplo más representativo de todo esto es la propia protagonista. Los juegos del hambre se narra desde el punto de vista de Katniss y, además, en presente. Se introduce algún flashback en pasado de cuando en cuando pero, en general, la historia se va construyendo al mismo ritmo que Katniss la vive y, sobre todo, la desmenuza en un constante monólogo interior. Aún me impresiona hasta qué punto la duda se integra en el desarrollo de los acontecimientos sin socavar la solidez de la narración.
La única desventaja de someter el relato a la protagonista es que a veces se corre el riesgo de dejar al lector en blanco. A menudo, cuando se introduce un mundo distinto al del lector, un personaje también ajeno al entorno sirve como excusa para explicar esas diferencias. Sin embargo, en Los juegos del hambre no existe esta posibilidad: el lector sólo puede conocer lo que Katniss comparta. Sé que esas respuestas eran necesarias, pero no puedo dejar de pensar que las digresiones sobre el Capitolio, los distritos y los juegos al comienzo de la novela parecen un poco fuera de lugar en las reflexiones de alguien que ha nacido en un mundo donde todo esto es normal. 
Dicho esto, también tengo que reconocer que no sé de qué otra manera se habría podido plantear. Me quedo con el hecho de que Suzanne Collins eligió una forma de narrar complicada y la respetó hasta las últimas consecuencias, con todo lo que ello supone. 

domingo, 9 de agosto de 2015

Tierno bárbaro, de Bohumil Hrabal

Tierno bárbaro es una historia en la medida en que todos los homenajes pueden serlo: porque siempre tenemos algo que contar de las personas a las que recordamos con cariño. 
Tardé mucho en darme cuenta de esto, aunque no fue por falta de avisos: si no me equivoco, ya en la contraportada del libro se especifica que esto es en realidad un recuerdo dedicado a Vladimír Boudník, artista y amigo personal de Hrabal. Pero yo suelo ir a mi ritmo con esas cosas, así que muchas veces obvio estas útiles guías y acabo cayendo en unas lecturas absurdamente complicadas. En este caso en concreto, mi mayor error fue empezar a leer Tierno bárbaro como si fuese una novela. 
A lo mejor tenía demasiado presente Yo serví al rey de Inglaterra. Aunque son dos obras muy distintas, en Tierno bárbaro se mantiene lo que me cautivó entonces: una voz tan directa y clara que no parece afectarle el paso del tiempo, ni el formato, ni la traducción. Nada, en fin. Es como si Bohumil Hrabal te diese la mano y, simplemente, te contase. Supongo que perdí el norte de Tierno bárbaro en ese estilo tan particular y tan magnético. Afortunadamente, el camino correcto acaba apareciendo y, por fin, se puede disfrutar el entrañable y honesto homenaje que es Tierno bárbaro

martes, 4 de agosto de 2015

Inside Out (Del revés)

Tengo un dilema. Yo salí del cine entusiasmada con Inside Out, prácticamente como en una nube. Pero los primeros comentarios que escuché cuando contrasté opiniones con el grupo iban en la línea de "predecible" o "poco original". Al principio me escandalicé. Luego lo fui pensando mejor. 
Creo que en Inside Out, en lo que a originalidad se refiere, debemos distinguir dos medios: el de las emociones y el del mundo exterior. Es cierto que la historia que le proporciona el marco a Inside Out no podría ser más típica: una niña que se muda a una ciudad nueva y trata de hacerse al entorno, con todo el drama propio del cine. Vale, eso lo asumo. Pero seguiré diciendo que ese cliché está magistralmente traducido a una serie muy limitada de emociones básicas. 
Jamás habría imaginado que una historia podría funcionar con unos elementos tan concretos que, además, nunca abandonan la que es su naturaleza por definición: sus variaciones sólo abarcan una serie de grados, siguen siempre en la misma línea. Yo misma pensaba al principio que algo acabaría quedando bidimensional si el concepto era tan rígido. Cuánto me equivocaba. Este es, y siempre será, uno de los grandes logros de Pixar: llegar a la esencia misma de una idea, a lo más simple, y reorganizarla hasta crear algo completamente nuevo. Eso es para mí Inside Out

lunes, 3 de agosto de 2015

Las brujas de Salem / El crisol, de Arthur Miller

Hace mucho tiempo que tenía ganas de leer Las brujas de Salem. Recuerdo que estuve como loca buscando este libro y que me puse muy picajosa: no entendía por qué todas las ediciones que encontraba incluían también el guion de la película, El crisol. Qué diferencia podía haber entre una cosa y otra, me preguntaba; qué necesidad de ser tan redundantes. Pocas veces he estado más equivocada. 
En la edición de Tusquets que acabé comprando (afortunada resignación) se incluyen, además de los textos en sí, dos "prólogos" al guion escritos por Arthur Miller y Nicholas Hytner, director de El crisol. Ahí es donde se habla de las muchas diferencias entre un guion cinematográfico y un texto teatral. Si, como a mí, os gusta el tema de las adaptaciones al cine, estos son unos textos que no os podéis perder. 
Aunque eso me encantó, la fascinación por Las brujas de Salem venía ya del texto mismo. Llevo unos cuantos días dándole vueltas, a ver si por fin doy con la razón de ser de todo esto. Creo que para llegar a conclusiones más claras tendría que leer este libro otra vez. De momento sí puedo decir que Las brujas de Salem es un retrato magistral de una situación no tan concreta como podría parecer en principio: aunque hay un trabajo de investigación tremendo detrás, esta obra no se ata a las circunstancias, sino que se eleva hasta lo intemporal, presente tristemente reconocible.
Y, sobre todo, nunca prescinde de lo humano. Tengo la sensación de que en este tipo de cuadros muchas veces se acaba identificando a cada personaje con una única cualidad, como si no pudiese contener más. En Las brujas de Salem la realidad es más compleja que todo eso: nadie es completamente inocente, y tampoco culpable del todo. Creo que una de las cosas que más me impresionó de esta obra fue poder atisbar todo esto con claridad sólo a través de las palabras y los movimientos de los personajes. Sé que son los medios propios del teatro, y que seguramente el hecho de estar más acostumbrada a la novela influye en todo esto, pero, a pesar de ello, seguiré creyendo que Arthur Miller logra en esta obra una profundidad apabullante: no es lo mismo entender a un personaje hasta poder incluso anticipar sus reacciones, que asistir al descubrimiento de su alma y en verdad entenderlo.

viernes, 31 de julio de 2015

Ant-Man

Reconozco que en su momento no esperaba gran cosa de Ant-Man. Entré en el cine pensando que pasaría un buen rato, sin más. Cómo iba a imaginarme que esta se acabaría convirtiendo en una de mis películas favoritas de Marvel. 
Claro, influyen mis expectativas, como suele pasar. Lo que no es tan habitual es que esas ideas previas aparezcan en la película y, de alguna forma, contribuyan a su construcción. Parece que Ant-Man fue muy consciente desde el principio de que generaría menos interés que otras películas de Marvel (para colmo, hace apenas unos meses que se estrenó la esperadísima secuela de Los vengadores) y decidió convertir esa aparente desventaja en uno de los principales pilares de su encanto personal. Supongo que por eso en Ant-Man resulta más creíble la historia del héroe inesperado: porque, en cierto modo, en ella es real. 
Afortunadamente, Ant-Man no se pierde en estos dilemas de heroísmo. En ese sentido, camina muy cerca de Guardianes de la galaxia. Tengo muy buen recuerdo de aquella película, aunque ahora, con una cierta distancia, diría que algunas de las líneas que planteaba no quedaban del todo resueltas. A lo mejor era algo intencionado, vete tú a saber; es posible que fuese una pista para las secuelas. No puedo evitar sacar esto a colación ahora porque en Ant-Man, a pesar de que queda muy claro que habrá más películas que continúen la historia, no da la sensación de que falten explicaciones. Bueno, hay un detalle que sí habría estado bien aclarar. A ver si puedo decirlo sin desvelar nada. Digamos que a lo largo de la película se hacen referencias a cierto objeto, imprescindible en el desenlace, pero esta sucesión de pistas llega a un hueco que permanece vacío. No sé si sería esa la intención. 
Con todo, lo cierto es que Ant-Man me dejó muy buen sabor de boca: en ella encontré un brillante desafío a tópicos de los que ni siquiera era consciente; una película de super héroes muy solvente y bien resuelta, que además me hizo reír muchísimo más de lo que habría podido esperar; y, como guinda, la promesa de una nueva super heroína (con eso ya os estoy contando demasiado).

jueves, 30 de julio de 2015

Sabriel, de Garth Nix

Recuerdo que, en su momento, Sabriel marcó un antes y un después en las lecturas que yo solía hacer. Es cierto que su estilo no se aleja de lo que me interesaba entonces, pero sí introdujo una poderosa novedad: el miedo.
La verdad es que siempre fui una niña muy impresionable; para qué disimular. Todavía hay por casa algunos libros que no pude leer porque me resultaba absolutamente imposible sobreponerme al terror que me inspiraban. Sabriel se movía muy cerca de esa línea pero, a pesar de todo, no lo abandoné. Un buen día decidí que aquello no podía ser y continué leyendo. Fue la primera vez que lo conseguí. A lo mejor por eso le tengo tanto cariño a Sabriel
Lo bueno de releer estos libros es que, con un poco de suerte, te pueden transportar a las sensaciones de aquellas primeras lecturas. Sin embargo, aunque siempre conservaré ese cándido (pero trascendental) triunfo, no he podido leer Sabriel con el mismo entusiasmo que entonces. Me diréis que es normal, que ha pasado mucho tiempo y no podía esperar otra cosa. Os daría la razón si no tuviese tan relativamente reciente la relectura de Harry Potter, que me permitió apreciar detalles que antes había ignorado. En Sabriel, en cambio, han saltado a un primer plano algunos defectillos con los que antes podía convivir pacíficamente. Sigo creyendo que es una historia muy bien planteada y resuelta, muy ingeniosa y entretenida; es sólo que no está a la altura de mi recuerdo. A veces estas cosas pasan. 

sábado, 25 de julio de 2015

El planeta del tesoro

De pequeña me fascinaban las historias de piratas y marineros. Y este tipo de cosas, ya se sabe, nunca desaparecen del todo. 
La verdad es que no recuerdo qué llegó antes: El planeta del tesoro o La isla del tesoro. Supongo que, en el fondo, eso es lo de menos ahora mismo; para mí estas historias siempre fueron de la mano. 
Sí os puedo decir, por mucho que me falle la memoria, que El planeta del tesoro es una de las mejores adaptaciones que he visto. Es posible que suene extraño, teniendo en cuenta el registro y la ambientación, pero lo cierto es que El planeta del tesoro es muy muy fiel a la historia original. Aunque ahora no me acuerdo de todo lo que ocurría en La isla del tesoro, sí tengo grabados en la memoria algunos episodios que se traducen casi literalmente (en la medida de lo posible) en El planeta del tesoro
Claro que cuando era pequeña a mí esto me importaba poco. Era bonito ver estos detalles, por supuesto, pero para mí entonces pesaban otros aspectos. Supongo que me cautivó el colorido, la inmensidad del espacio, la armónica convivencia de la vida marinera con ese ambiente futurista. 
Espero que se me oiga suspirar, porque no puedo evitar pensar que este es un pobre resumen de lo que El planeta del tesoro supuso para mí. 

martes, 21 de julio de 2015

Jupiter Ascending (El destino de Júpiter)

Con Jupiter Ascending tengo el mismo problema que con Tomorrowland: veo un concepto que, en esencia, parece interesante pero que se acaba convirtiendo en un trabalenguas sin mucho sentido. Es una pena. 
Estoy intentando recordar qué me llevó a ver Jupiter Ascending. Porque la vi con toda la intención eh; no fue uno de esos accidentes tontos de domingo por la tarde. Creo que fue cosa de la nostalgia. Estoy en pleno revival de juventud, así que cualquier cosa que me recuerde a mi adolescencia tiene muchas posibilidades de acabar captando mi atención. Debió de ser eso, porque no me acuerdo del tráiler de esta película, pero sí de que circulaba por ahí la idea de que Jupiter Ascending era la típica historia que toda adolescente ha imaginado alguna vez. 
Y vaya sí es típica. Madre mía. No tengo nada en contra de recuperar grandes tópicos, siempre y cuando se aporte alguna novedad. Pero apenas hay renovación en Jupiter Ascending
Lo cierto es que el principal interés de esta película pasa por su logradísima estética. La historia, en cambio, acaba cayendo en esos remansos de diálogo más vistoso que significativo: quedan demasiadas cosas sin explicar, a pesar de lo muchísimo que se habla y discute a lo largo de las dos largas horas de película. Es una auténtica pena, porque el universo en el que se desarrolla Jupiter Ascending parecía realmente interesante. 
Reconozco que lo que peor llevo, con todo, es que la única diferencia entre el planteamiento del conflicto y su resolución se sustenta sobre un romance más que predecible que, para colmo, se sujeta con pinzas. Creo que las historias que yo leía de adolescente no hacían estas cosas. Eso, o me estoy haciendo más mayor de lo que calculaba.