jueves, 25 de septiembre de 2014

Memento

Esta película es perfecta. Sin más.
En general me impresionan mucho las historias bien contadas (no son tan habituales como cabría esperar), pero cuando además una película consigue experimentar de esta manera y mantener la atención a lo largo de dos horas pierdo la cabeza.
Ya me habían dicho que Memento cuenta una historia al revés. Lo que no sabía, en serio, es que tenía que tomármelo en sentido literal. Y claro, empieza Memento y ya te llevas la primera en la frente: la imagen de un asesinato, clara, obvia, real, desapareciendo lentamente ante tus ojos. De pronto un movimiento extraño. "Ah vale, lo está soñando", pensé. Luego me acordé de lo que me habían dicho y empecé a pensar con más claridad, lo prometo. Este primer momento de confusión determina la dinámica de la película; a partir de aquí es más fácil desentrañar su funcionamiento. Sólo hay que estar un poco atento.
Me encantó que, a pesar de tanto experimento en lo narrativo, Memento se mantuviese canónica en la base de la historia. Al fin y al cabo, no deja de ser una historia de detectives ¿no? Salvando las distancias, claro. Por lo menos sí permite que el espectador indague por su cuenta y aún así se sorprenda al final. Aunque curiosamente llega a la misma conclusión que el protagonista y, además, los primeros minutos de la película adelantan este final tan arrollador. Tengo que morderme la lengua para no contaros más. 

Puesto #66 de las 200 de Cinemanía.

martes, 23 de septiembre de 2014

El cuento número trece, de Diane Setterfield

El cuento número trece es uno de los libros que más veces he releído en toda mi vida. Procuro hacerlo al menos una vez al año porque, por decirlo de alguna manera, me reconcilia con el mundo. No es que su mensaje sea optimista (aunque tampoco es pesimista) o que la suya sea una historia alegre (aunque cruda en ocasiones, tampoco se puede decir que sea amarga). Lo que siempre me maravilló de esta novela fue su pureza. 
El cuento número trece tiene una manera de acercarse a la literatura que rezuma entusiasmo infantil. Infantil por lo absoluto, por lo desbordante. Creo que pocas veces en la vida disfrutamos de las cosas con tanta intensidad como cuando somos niños. Por suerte, a veces se puede recuperar una parte de todo aquello, por mínima que sea. El cuento número trece siempre fue para mí una buena manera de conseguirlo.
No sé si contaros de qué trata. Me da un poco de rabia reducir de esa manera tan absurda los libros, sobre todo cuando es uno tan especial para mí. Mejor lo dejamos en que es una historia de libros, de lectores, de familias y hasta de fantasmas. Pero sobre todo es una historia de amor por la literatura.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Capitán América. El soldado de invierno

No sé si llegará el día en que por fin supere el trauma que me ha supuesto esta película. No entraré en detalles por lo mismo de siempre, pero tengo la sensación de que cualquier cosa que diga podrá suponer un spoiler. Lo siento, pero es que lo de El soldado de invierno es muy fuerte. 
Esta segunda parte tiene todo lo que echaba de menos en Capitán América. Recuerdo que el propio Capitán me sacaba de quicio, con esa mentalidad tan de soldado y esa falta total de pensamiento crítico que se podía ver también en Los vengadores. Lo bueno de El soldado de invierno es que se retrata a Steve Rogers, no como un símbolo de la patria y la guerra (tan irónicamente unidas), sino como un soldado fuera del campo de batalla. Ni siquiera se puede decir que esté de vuelta en casa porque apenas puede reconocer el mundo que lo rodea. A lo mejor sólo estaba intentando recomponer los pedazos de la vida que recordaba. A lo mejor por eso estaba tan metido en S.H.I.E.L.D. Es posible que haya sido muy injusta con el Capitán.
Pero S.H.I.E.L.D... Esa es otra. A su sombra crece la trama más brillante que he visto en todas estas películas. Si desde el principio lo mejor de la saga era detenerse a contemplar quién y cómo era el villano, en El soldado de invierno no hace falta desviar mucho la vista para contemplarlo. Tira del hilo que ya despuntaba en Capitán América y lo convierte en un tapiz rico y de tinte añejo, en uno de esos giros que son inesperados porque no quisiste contemplar esa posibilidad en su momento.
¿Qué va a pasar a partir de ahora? Es lo único que puedo preguntarme; acabo de darme cuenta de que la próxima película no se estrenará hasta dentro de seis meses.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Frances Ha

Con Frances Ha cubro el cupo de relaciones complicadas con películas para una temporada larga. Es que, para empezar, aún no sé si me gustó o no. A lo mejor al final del post me aclaro; os lo digo para que os hagáis una idea del punto de partida de hoy.
Frances Ha empieza bien. Tiene un aire como de cuento urbano que a mí, personalmente, me pierde. Pero Frances no tarda mucho en entrar en una delirante espiral de autodestrucción que aún no consigo entender. Es como si no fuese capaz de continuar con su vida fuera de los límites que ella misma se ha impuesto. No os daré muchos detalles porque lo interesante es verlo sin más.
Supongo que se le puede perdonar porque cae bien. Frances es una chica especial y se entiende que todo lo que hace, por absurdo que sea, es parte de su idiosincrasia. Es como Nancy medio siglo después y con los pies más cerca del suelo. Bueno, Nancy no me gustaba, no sé si os acordáis, pero Frances me recuerda a ella porque las dos acaban pareciendo de carne y hueso. La diferencia es, como digo, que a Frances le cogí hasta cariño. No sé muy bien cómo pasó pero ahí está.
Sigo sin estar del todo segura de si esta película me gustó o no. Creo que "gusto" no es la palabra más adecuada para esta ocasión. "Reconfortante", "fascinante", "magnética" seguramente funcionen mejor. 
Ahora me apetece volver a verla.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Don Jon

Me pregunto si Don Jon cuenta como comedia romántica. No es que me preocupen mucho los géneros (creo que eso ya quedó claro en ocasiones anteriores); es que me parece curioso que se pueda llamar "romántica" a una historia en la que el amor es, como mucho, un fondo.
En una historia al uso, el chico se enamoraría de la chica y viceversa. En historias menos corrientes las cosas ocurren de otra manera. Acabarán mejor o peor pero eso es lo de menos. En Don Jon, sin embargo, no se puede hablar de amor como en cualquiera de estas historias, canónicas o no, porque lo que Jon ama de verdad es su porno. Sin más. Con la carina de buenín que tiene...
Lo interesante es que este asunto, que a fin de cuentas es el eje central de la historia, no se trata de una forma sórdida, ni mucho menos. Por mucho que lo de "romántica" sea cuestionable, Don Jon no deja de ser una comedia. Es como Shame si entonces se hubiesen tomado la cosas con un poco de humor. No recuerdo muy bien cómo terminaba esa película, por cierto, pero juraría que era muchísimo más ambigua que Don Jon.
Aún así, el problema de las dos es más o menos el mismo: las anécdotas se acaban convirtiendo en el principal sustento de la historia. Aunque se puede valorar que en Don Jon se esforzaron mucho por dar significado a los detalles, la auténtica esencia del personaje y la película acabó diluida. La repetición se generalizó, la rutina se impuso, los árboles ocultaron el bosque.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Chicago

Aún no me explico cómo es posible que esta película pase tan desapercibida. No es que no tuviese éxito en su momento: no sólo era popular, también consiguió unos cuantos premios. Sin embargo, lo que la gente recuerda más de estos primeros años 2000 es Moulin Rouge. Será una película muy cuca y todo lo que queráis, pero no pasa de ahí. Es puro espectáculo, una fachada con poco fondo. Nada que ver con Chicago
Hace ya unos cuantos años que la vi por primera vez. Y segunda, tercera y seguramente unas cuantas más. Lo malo de esto es que el reencuentro suele ser menos espectacular de lo esperado. En ese sentido Chicago se queda en un punto intermedio: no me ha decepcionado (ni mucho menos) pero tampoco he sacado nada nuevo de ella, ahora que lo pienso. Al fin y al cabo, han pasado muchos años. Yo noto que he cambiado en ese tiempo, ¿cómo es posible que una película signifique lo mismo ahora que entonces? Vaya misterios de pronto. 
En fin, dejemos eso a un lado de momento. Lo que siempre me encantó de Chicago (y para mí la sitúa a años luz de Moulin Rouge) es la inmensa carga crítica que tiene: pone encima de la mesa un sistema que no funciona más que como circo. Es muy cínico, poco discreto, pero genial y hasta divertido. Qué mejor ejemplo que este:

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Amigos de más

Es probable que este post también contenga spoilers. Era inevitable.
Hablando de cosas inevitables: que estos dos acaben juntos no lo parecía todo el tiempo. Es cierto que viendo el trailer de esta película, viendo los primeros minutos y viendo cómo se desarrolla la historia un final feliz es lo único que se le puede pasar por la cabeza a cualquiera. Reconozco que ese no es el mayor interés de Amigos de más. Pero, como os digo, la duda se impone en un momento determinado. Amigos de más se sobrepone al sino inevitable de toda comedia romántica para convertirse en un fiel reflejo de la vida misma: sin buenos ni malos ni destino que valga, sin fuegos artificiales en el momento que algunos llamarían culmen, sin soluciones únicas, sin caminos únicos.
Se la compara mucho con (500) días juntos. Supongo que eso también era inevitable. Aunque no podrían ser más diferentes, en general coinciden en el punto que las distingue y las hace tan geniales a su manera: consiguen que la misma historia de siempre no lo sea tanto, que aunque el final se vea claro al final del camino el recorrido no sea aburrido. Y no lo es.