domingo, 10 de noviembre de 2013

Lawrence de Arabia

La de Lawrence de Arabia es una gran historia. Da igual que esté basada en un personaje real (o que se supone que lo esté, ya sabéis que nunca me tomo demasiado en serio esas cosas) o que esté extraordinariamente bien hecha. No es nada de eso lo que hace de esta una gran película.
Recuerdo que hace mucho años mi abuelo estaba viéndola en la televisión. De aquella veíamos muchas películas juntos y, como sabía que no podía oponerme a una película que ya hubiese empezado, me quedé a verla un rato. Debí de durar como cinco minutos y el trauma, unos diez años.
La semana pasada apareció en la Batalla de Películas de Paramount Channel y, claro, tuve que sobreponerme y verla. Aquella vez, cuando era pequeña, no podía aguantar una película tan larga; pero ahora, con lo curtida como estoy en maratones...
De todas formas, no creo que fuese eso lo que entonces me echó para atrás. Creo que, sencillamente, la historia de Lawrence de Arabia me iba grande. Ahora, sin embargo, ya tengo edad para apreciar que, a pesar de tratarse de una de esas películas "basadas en hechos reales", Lawrence de Arabia es perfectamente verosímil: está muy bien ambientada (o eso creo; la verdad es que el tema que trata no es precisamente mi especialidad) y, sobre todo, el protagonista es una persona real en todos los sentidos. Me encanta que en la película no intenten venderlo como líder, sino que muestren todos y cada uno de sus resquicios porque, realmente, no está mal tenerlos. Creo que es precisamente esa una de las cosas que hacen tan genial a Lawrence de Arabia: que nadie es perfecto y nada es lo que parece. 

Puesto #167 de las 200 de Cinemanía.

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