domingo, 28 de febrero de 2016

Star Wars. Episodio V. El imperio contraataca

A veces me pregunto cómo era el mundo antes de saber que Darth Vader era el padre de Luke y Leia, o cómo debió ser no saber qué le pasaría a Han Solo. 
Una vez más, la cultura popular se encargó de que aquellas ya no fueran incógnitas para nosotros y, sin embargo, El imperio contraataca sigue teniendo el mismo efecto. Nunca entenderé cómo es eso posible. 
Lo que sí parece claro es que no es el impacto de esas revelaciones lo que distingue a esta película. No sé vosotros, pero creo que era lo que yo pensaba hasta ahora; parece que me ha venido bien todo este tiempo extra para replantearme las cosas. 
Si echo la vista atrás y comparo El imperio contraataca con Una nueva esperanza, lo que más me llama la atención es que el episodio IV daba una cierta sensación de cierre que en esta ocasión brilla por su ausencia. Al final de Una nueva esperanza queda claro que aún hay mucho camino por recorrer, pero al menos los protagonistas están sanos y felices. La historia planteaba un conflicto que quedaba resuelto al final de la película, al menos en lo más inmediato. El imperio contraataca, por su parte, amplía las fronteras de su predecesora. En cierto modo, funciona como esas novelas de paso que detienen el avance de la trama para contemplar el paisaje y, por qué no, también para regodearse un poco. 
Quizá el auténtico valor de El imperio contraataca es que muestra por primera vez la inmensidad de un universo que, aunque magnético, en Una nueva esperanza aún parecía finito. 

Puesto #6 de las 200 de Cinemanía. 

viernes, 26 de febrero de 2016

Cosas raras que se oyen en las librerías, de Jen Campbell

El tiempo se transforma durante las navidades universitarias; no creo que haya muchos más momentos a lo largo del año en que se sobrestime de esta manera "un descansín de media hora". 
Al menos yo me encontré en diciembre con un montón de trabajo atrasado que poco pudo contra Cosas raras que se oyen en las librerías. Total, pensaba yo, es un librín de anécdotas, se lee en un momento. Puede que también pensase que, como no tiene argumento, no habría nada que tirase de mí irremediablemente. Supongo que eso me habría salvado en horas menos bajas, cuando no necesitase tanto reírme y dejar la mente en blanco.
Me olvidé completamente del tiempo, pero al final Cosas raras que se oyen en las librerías sí que me sirvió para lo que yo buscaba; la verdad es que pasé un rato estupendo leyendo este libro. No me parece poco, siempre lo digo, pero también tengo que reconocer que ahí terminó todo. Cosas raras que se oyen en las librerías es un paréntesis estupendo mientras dura; luego, la vida sigue como si nada. 
Me parece que me estoy poniendo transcendental fuera de turno. A fin de cuentas, lo que pretende Cosas raras que se oyen en las librerías es que unas personas que aman los libros tanto como nosotros puedan compartir lo que han visto. Puede que algunas de esas historias me incomodasen porque en el fondo (y no tan en el fondo) soy una persona demasiado ofuscada como para asumir sin más que existe todo un mundo que gira ajeno a las librerías. 

Releo este post y veo que aún necesito urgentemente reírme un rato. Sin más.

lunes, 22 de febrero de 2016

Star Wars. Episodio IV. Una nueva esperanza

Después de ver El despertar de la fuerza (y de todos los debates que siguieron), me di cuenta de que tenía muy borrosa la trilogía original. Recordaba, como de los cuentos de la infancia, los momentos más emblemáticos y poco más. En fin, se me presentó de pronto la excusa perfecta para volver a ver estas películas. 
No sé cuándo las vi por primera vez ni en qué condiciones. Conservo la sensación de absoluto asombro, pero todo lo demás está en blanco.

*    *    *

Llevo con este post parado en borradores muchísimo más tiempo del que me gustaría. Así con la tontería, va a hacer dos meses desde que vi El despertar de la fuerza y me metí de lleno en lo que yo esperaba que fuese un épico maratón. Las navidades universitarias se pusieron en medio pero, si nos empeñamos en mirar el lado positivo, bien podría decirse que me ha dado mucho tiempo para pensar. 
Ahora tengo muy claro que ni siquiera entonces, con Una nueva esperanza tan reciente, sabía realmente cómo abordar esta entrada: me quedo en blanco siempre que se trata de hablar de un clásico porque siento que no podré aportar nada nuevo.
Lo que sí puedo decir, sin embargo, es que en este retorno a los orígenes de la saga encontré justo lo que andaba buscando: la esencia misma de Star Wars, tan magnética como el primer día, el tiempo detenido en una historia tan sencilla y clásica como genuina. Es lo que vi en El despertar de la fuerza, casi calcado. Aún tengo mucha fe en la trilogía nueva; si se puede hablar de cambio, es que ahora valoro todavía más el impulso pionero de Una nueva esperanza

Puesto #12 de las 200 de Cinemanía.