sábado, 28 de junio de 2014

Festín de cuervos, de George R. R. Martin

En su momento me habían dicho que este era el libro más aburrido de toda Canción de hielo y fuego porque es el único en el que no aparecen los personajes protagonistas de siempre: no están Daenerys, Jon ni Tyrion, por ejemplo. En su lugar leemos las historias de Brienne, Cersei, algún que otro kraken (mejor dejarlo así)...
Por supuesto que eché de menos a todos esos ausentes. Son los que hemos seguido desde el principio, así que en cierto modo se siente un cariño más profundo por ellos. Sin embargo, Festín de cuervos no se me hizo más pesado que los anteriores. No voy a decir que todo lo contrario, pero casi, aunque sólo sea porque por primera vez podemos conocer verdaderamente las culturas de lugares como Braavos, Dorne  y las Islas del Hierro, a cual mejor. 
Creo que es en Festín de cuervos cuando nos damos verdadera cuenta de la magnitud de esta historia: no es un simple cuento de dragones y brujos, ni intrigas que se limitan a un palacio; es un mundo entero colapsado y roto.
Así, Festín de cuervos no se centra en el ojo del huracán, sino que recorre todo el espacio y nos prepara para lo que va a venir. Vale, es posible que no sea tan espectacular y apoteósico como las novelas anteriores, sobre todo porque no se puede decir que tenga un final verdadero. Como digo, Festín de cuervos es una especie de precalentamiento, es el asentamiento de unas bases y la creación de un contexto que hasta ahora sólo se intuía: con Festín se hace real. 

domingo, 22 de junio de 2014

Capitán América

De todo lo que llevamos de maratón, esta es la película que menos me ha impactado. Pero supongo que es sobre todo porque hace tiempo que tengo un serio problema con eso de usar banderas como si fueran marcas, o con esa puñetera manía que tienen en Estados Unidos de considerarse los mayores héroes del planeta. En fin, allá ellos. Voy a intentar centrarme en la película.
Capitán América, como en el fondo no podría ser de otro modo, está protagonizada por un personaje perfecto. Así, sin más. Su único defecto es ser un poco enclenque, pero se le pasa enseguida. Todo gracias a un poco de ejercicio y mucha ciencia. 
Pero, como suele ocurrir, los grandes avances como este pasan por momentos de menos gloria, y en lugar de dar grandes héroes convierten hombres ligeramente trastocados en el peor enemigo de cualquiera. Vale, está bien; encaja. A mí personalmente me gusta que el mismo medio dé resultados tan opuestos, creo que es bastante interesante. Podría haberse explorado un poco más, pero bueno.
De todas formas, ya me habían comentado antes de ver esta película que el personaje surgió en una época en que era necesario reavivar el espíritu nacional. Funcionó, por lo que puedo imaginar, y el Capitán América acabó convertido en todo un símbolo. Así que no voy a seguir mareando la perdiz, porque al fin y al cabo todas estas son cuestiones de manías y gustos. 
Mi problema con Capitán América, dejando a un lado todo lo demás, es que parece que no sabe manejar la tensión: hay muchos momentos en la película que bien podrían ser el final; desde luego lo parecen. Así que como espectador acabas en una especie de limbo: hay unos minutos de drama y acción, unos minutos que parecen conclusión, y luego más drama y acción, y así otras tantas veces. Acaba mareando y, lo que es peor, resultando sumamente insatisfactorio. 
Me hablaron mejor de la segunda parte. A ver qué pasa entonces. 

sábado, 21 de junio de 2014

Thor

Este es el ejemplo perfecto de que a veces dar nombre a una película no significa necesariamente ser su protagonista. Porque, a ver, seamos sinceros, ¿qué interés tiene Thor? Desde luego mucho menos que Loki, el aparente villano de esta película.
Thor aparece ya el principio como el clásico héroe indómito e imprudente, excesivamente seguro de sí mismo y de sus capacidades. No es que este poder se cuestione, por cierto, es sólo que el héroe no lo sabe usar como y cuando corresponde. Pero madura, no os preocupéis por eso. Así ya tenemos historia.
El problema es que no sorprende. Ya hemos visto cosas como esta, y las hemos visto muchas veces. Loki, en cambio, es menos frecuente. 
Yo ya había visto cosas por internet que daban a entender que Loki era "el malo", por lo que en cierto modo la sorpresa para mí fue menor. Y sin embargo, al final quedé tan fascinada por este maravilloso personaje como cualquier afortunado que hubiese escapado de todos esos spoilers. 
A lo largo de todo este maratón de Marvel, casi sin quererlo he acabado centrándome más que nada en los antagonistas de estos héroes. Creo que es porque cuando un personaje es tan intrínsecamente bueno me acaba aburriendo. Yo busco motivaciones, y muchas veces son más interesantes en el bando contrario. Pero Loki sobrepasa cualquier razón de este tipo: es un gran personaje y punto, no importa qué haga ni cómo; lo que me intriga es el porqué. En Thor se anticipa algo de esto, pero también queda claro que aún queda mucho de Loki por ver. Menos mal.

viernes, 20 de junio de 2014

Iron Man 2

Como segunda parte, esta es una película un poco extraña. La continuidad respecto a la primera es estupenda, muy sutil y correcta. Hombre, influye que la tengo muy reciente, todo hay que decirlo. Lo que me sorprende es que, manejando tan bien esta transición, Iron Man 2 caiga en aquello de "segundas partes nunca fueron buenas".
En Iron Man 2 intentaron que se pudiese saborear el progreso. Aquí podemos ver a un Tony Stark más humano, más vulnerable. Se profundiza en el carácter del personaje, que por una vez se muestra dispuesto a aceptar ayuda. Pero no hasta el último momento, claro, porque si no acabamos con cualquier dramatismo.
Con todo, donde más se nota el trabajo es en lo que tiene que ver con la tecnología. Me gusta que no diesen el trabajo por concluido y que además lo integrasen como un pilar de la trama. Al fin y al cabo, si la tecnología está siempre avanzando, lo más lógico es que en la película ocurra lo mismo ¿no? 
Lo que pasa es que acabaron descuidando al malo de esta nueva película. Si en la anterior habían conseguido salirse un poco de lo más típico, en esta ya no: se nos junta un rival empresarial con un ruso vengativo, hijo de un enemigo del padre del protagonista. Vale, no está mal, no es que no cuadre; no está forzado. El problema es que está muy visto, tanto que ni siquiera se esfuerza nadie por ahondar en la cuestión: ya no es necesario hacerlo.  

jueves, 19 de junio de 2014

Un mundo feliz, de Aldous Huxley

Hace tiempo leí en twitter algo como "Sí que es un mundo feliz. Huxley estaría orgulloso". La verdad es que no me acuerdo de cómo decía exactamente. El caso es que la idea se me quedó grabada entonces, y no me abandonó mientras leía por fin Un mundo feliz.
Lo que suele ocurrir con este tipo de novelas es que descolocan una parte de ti y, con suerte, nunca la dejan en su sitio. De lo que se trata es de que estés alerta. 
Por supuesto, las situaciones que se plantean en la llamada "literatura distópica" están bastante exageradas. Y sin embargo, siempre queda algo reconocible, algo con lo que identificarse.
En Un mundo feliz, efectivamente, podemos ir captando ciertos detalles que acercan su entorno a nuestra propia actualidad, con una sorprendente y escalofriante exactitud. Lo curioso es que no se hace posible centrarse en un personaje ni en un punto de vista en concreto: no hay un protagonista único al que vayamos siguiendo a lo largo de todo el relato. 
Una de las cualidades más extraordinarias de Un mundo feliz, aparte de su inquietante valor casi profético, es precisamente esto, que no necesita un protagonista individual, y tampoco recurrir a esa especie de personalidad colectiva: se queda en un término medio, como en tierra de nadie, y narra al mismo tiempo la historia de varios personajes distintos. Con ciertas cualidades de cada uno de ellos, si queréis, se puede construir un protagonista espectacular. La verdad es que no sé cómo explicarlo mejor; simplemente hay que leerlo. 
Reconozco que al principio este detalle me inquietó un poco. Ahora, con un poco más de visión de conjunto, creo que sólo así la civilización de Un mundo feliz podría haber quedado justamente retratada. Sin esta imagen, la historia apenas tendría sentido ni valor. 

domingo, 15 de junio de 2014

Iron Man

Me tienen preparado un maratón de Marvel bien guapo para este verano. Además, por lo que me contaron, vamos a seguir un orden muy concreto. Dicen que así se pueden ver mejor los guiños de una película a otra.
Según todo esto, la primera que nos toca es Iron Man. Reconozco que en su momento no esperaba gran cosa de esta película, ni siquiera cuando empezamos a organizar este maratón. Pero me habían dicho que era muy divertida y que tenía un punto diferente, y a mí con eso me vale. Estaba motivada. 
Y Iron Man cumplió. Me entretuvo mucho y sí es cierto que se sale un poco de lo convencional. El protagonista, a pesar de lo que parece a menudo, puede llegar a sentir y padecer como cualquier otro. Se intuye que puede llegar a dar mucho de sí. 
Pero a mí lo que más me gustó fue la figura del "villano". Y mira que Iron Man empieza mal en ese sentido. Los primeros minutos de la película, que casi forman una historia independiente, los domina uno de esos personajes que quieren conquistar el mundo sin más. Hay acentos extranjeros, explosiones... Lo más típico que te podrías esperar de una clásica película americana. 
Menos mal que acaban dando un giro. Al final, en lugar de esa destrucción porque sí lo que tenemos es un malo al que se puede entender. Ojo, no me refiero a que se pueda empatizar con él, sino a que sus motivos son "terrenales", por así decir. Personalmente, me parece que queda todo mejor atado de esta manera. 
Ahora a por el resto. Me dijeron que la historia iba madurando con las siguientes películas. Hace falta, la verdad, aunque las bases que asienta Iron Man no son malas; sólo mejorables.

sábado, 14 de junio de 2014

La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes

La muerte de Artemio Cruz es una novela muy particular. No ya por su forma, que de momento podríamos dejar a un lado, sino por lo que supone por sí misma: son los últimos momentos de la vida de un hombre, y nada más. 
La historia comienza cuando Artemio Cruz está ya gravemente enfermo y la certeza de la muerte flota en el ambiente. Carlos Fuentes consigue que lo que Artemio siente en ese momento, sus monólogos internos y los episodios que va recordando se integren en un todo homogéneo y multiforme al mismo tiempo, y recrear una extraña sensación de atemporalidad que se apodera del relato en su conjunto. 
Se hace raro porque al final casi casi llegas a conocer a Artemio Cruz, aunque nunca dejas de tener la sensación de que es (o era) una persona completamente inaccesible. Le vemos en sus últimos momentos, se nos cuentan sus peores y sus mejores recuerdos, todo ello envuelto por una cierta tragedia, y aún así... 
Tal vez sea porque, en el fondo, Artemio Cruz no es una persona como tal. Es sólo la punta de un gran iceberg, no más que un rostro visible de un tema mayor que él: la Revolución Mexicana. La impresión que se deduce de La muerte de Artemio Cruz no podría ser más pesimista al respecto. Eso sí queda claro, a diferencia de lo que tiene que ver con Artemio. Mi problema ahora es que apenas sé nada de la Revolución Mexicana, por lo que partes de esta imagen se me escapan sin remedio. Tendré que investigar un poco. Mientras, me queda esta sensación como de desgarro y vacío y nada; como estar en medio de la oscuridad con una brújula rota por toda compañía.

viernes, 6 de junio de 2014

Las ¿precuelas? de X-Men


Con esta oleada de segundas partes, a muchos cines se les ha ocurrido reponer primeras entregas a precio reducido y preestrenar las segundas, todo casi seguido; un maratón en condiciones, vaya. Hay que aprovechar.
La verdad es que Primera generación me gustó más la primera vez que la vi. Entonces me sorprendió mucho. Respondía a todas las preguntas que alguna vez me había hecho, y resolvía cualquier laguna de una manera impecable. 
No es que todo eso haya desaparecido en esta ocasión. Sigue pareciéndome una buena película, bien planteada y bien desarrollada. Es sólo que, desaparecida la novedad, pierde un poco. Sólo un poco, no nos volvamos locos. 
Si tengo que ser sincera, no sé hasta qué punto había necesidad de una segunda parte: Primera generación ya enlazaba muy bien con la trilogía original (en los puntos en que tenía que hacerlo, por supuesto). Aunque, la verdad sea dicha, también era mejor que aquellas películas. Por lo menos a mí me dio esa sensación. Primera generación todavía tiene esa especie de hieratismo de las originales, pero lo acaba superando y profundiza en el que para mí es uno de los mejores temas de X-Men: la relación entre el Profesor Xavier y Magneto y, por extensión, ese tratamiento tan interesante de lo que es el bien y el mal. 
Lo que yo me planteaba cuando supe de Días del futuro pasado es que la idea era explotar aquella historia tan buena y que tan bien funcionó. Un tema de números, vaya, más que interés por el relato. A lo mejor esto sale en los cómics y estoy metiendo la pata a más no poder. Soy consciente de que existe esa posibilidad. Por eso quiero aclarar que las películas son la única información que manejo sobre este tema. Tenedlo en cuenta, por favor.
El caso es que, vista esta segunda parte, me veo obligada a entender aquella trilogía original y estas nuevas películas como historias casi independientes. Mi dilema en ese sentido parece resuelto, así que ni tan mal. Lo que ahora me parece más curioso es que Primera generación y Días del futuro pasado tienen menos relación de la que esperaba en principio. No voy a decir que se puede ver la segunda sin la primera, pero casi. De todas formas, y hasta donde yo sé, es así como suele funcionar esta serie.
A mí esta continuidad tan particular, casi ausente, me incomoda un poco, a falta de una palabra mejor, pero no implica que mi impresión global sobre Días del futuro pasado sea negativa, ni mucho menos. Tenía un poco de miedo por aquello de "Segundas partes nunca fueron buenas" pero, la verdad, ahora mismo no sabría decidirme por una película u otra. Es que son completamente diferentes, cada una con sus propios puntos fuertes. 
Creo que lo único que puedo decir en ese sentido es que me entretuvo, me emocionó a su manera, y a veces hasta me hizo reír. Con todo, creo que la mayor sorpresa de Días del futuro pasado es que tiene una integridad lo bastante firme como para no depender de ninguna otra película, ni de su predecesora ni de la trilogía original, sin perder por ello el rumbo ya fijado. Aporta algo propio y más que digno.