Esta película me produce sentimientos encontrados. Por una parte, la encuentro necesaria por lo que implica; por otra, me siento ofendida por lo que cuenta.
Hoy sí voy a contaros de qué va la historia. An Education empieza con Jenny: buena estudiante, culta, con planes de futuro. Un día, como por casualidad, conoce a un hombre mayor, David, que la lleva a conciertos, a las ciudades que se moría por conocer; que le da muchas cosas bonitas y que se lo promete todo. Una de las historias más viejas del mundo, vaya.
Lo que me descoloca totalmente es que no pasa nada: a los padres de ella les parece estupendo. A fin de cuentas, David es para ellos la solución a la carísima educación de Jenny: ya no necesitará ir a la universidad porque tendrá un marido que la mantenga antes de cumplir dieciocho. Qué bien ¿no?
Ese es el meollo de la cuestión: la educación. Jenny era toda una experta en Jane Eyre pero nadie le había enseñado a ser crítica y se dejó deslumbrar por las luces de un coche bonito.
Porque a Jenny le habían enseñado que eso era lo importante y que la educación era sólo una vía para conseguir lo que sus padres querían, un fruto que había que exprimir, no un fin por sí misma. En estas condiciones había muchas chicas y, lamentablemente, las sigue habiendo.
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