Esta es una de esas novelas que hay que leer por lo menos una vez en la vida. Es imprescindible y, más que eso, es necesaria.
Es posible que seamos lo bastante afortunados como para no vivir una situación como la que se describe en El Señor Presidente pero eso no significa que no debamos tomarnos un tiempo para considerarla porque su esencia sirve, básicamente, para prevenir o, mejor dicho, para abrirnos los ojos.
Es una historia dura, de eso podéis estar seguros. Es violenta porque, a fin de cuentas, la situación que la enmarca lo es, y mucho. Con todo, lo más sobrecogedor del asunto es que El Señor Presidente es la versión novelada y, en consecuencia, dulcificada de la realidad.
Además, en El Señor Presidente pesan mucho los mitos. Por eso a veces parece un relato fantástico y más imaginado que otra cosa. Sin embargo, no debemos olvidar que, aunque es verdad que la realidad supera a la ficción, no es menos cierto que la ficción es real como la vida misma.
Es posible que seamos lo bastante afortunados como para no vivir una situación como la que se describe en El Señor Presidente pero eso no significa que no debamos tomarnos un tiempo para considerarla porque su esencia sirve, básicamente, para prevenir o, mejor dicho, para abrirnos los ojos.
Es una historia dura, de eso podéis estar seguros. Es violenta porque, a fin de cuentas, la situación que la enmarca lo es, y mucho. Con todo, lo más sobrecogedor del asunto es que El Señor Presidente es la versión novelada y, en consecuencia, dulcificada de la realidad.
Además, en El Señor Presidente pesan mucho los mitos. Por eso a veces parece un relato fantástico y más imaginado que otra cosa. Sin embargo, no debemos olvidar que, aunque es verdad que la realidad supera a la ficción, no es menos cierto que la ficción es real como la vida misma.
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