Recuerdo que en su momento En llamas me sorprendió por su sentido del humor. No es que sea una novela divertida per se: es que Suzanne Collins permitió a sus personajes reírse de sí mismos incluso cuando parecía totalmente fuera de lugar. ¿Y por qué no? Bien mirado, esto es lo que los hace más creíbles. Dejemos la coherencia para los personajes mientras las salidas de tono sacan a las personas del papel.
Lo que pasa es que esto no aparece en la película. Supongo que, en el paso de la novela al cine, esto era algo que no se podía mantener. Creo que soy tan "benévola" porque En llamas, con todo, sigue siendo una adaptación muy inteligente, casi tanto como Los juegos del hambre. Lo único que echo en falta es esa chispita que sí aparece en el libro.
Pero bueno, realmente no puedo quejarme: la historia está ahí, se sostiene por sí sola, camina segura. Incluso se puede palpar el miedo de Katniss y también la tensión que va creciendo en el ambiente. En ese sentido, En llamas es seguramente la película más dura de toda la saga (al menos de momento). Y es muy lógico que lo sea, no me entendáis mal: no reprocho cómo se construye esa tensión; sólo me escama que sea algo tan constante cuando en el libro se vio que no lo era, al menos no necesariamente. Sé que a una película no se le puede pedir lo mismo que a una novela pero, en este caso, tengo la sensación de que los personajes acabaron demasiado enredados en sus aventuras y se perdieron en el bosque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario