Y de pronto una nueva película favorita; una de las grandes maravillas de los viernes particularmente agotadores.
Hace tiempo que quería ver The Fall. No sé, me entró por los ojos, como suele decirse, así que cuando por fin la vi estaba muy motivada. Tanto quería que me gustase que llegó un momento en que empecé a preocuparme. Se me pasó por la cabeza que tanta emoción no siempre es buena. En fin, no sería la primera vez que unas expectativas excesivas me juegan una mala pasada, y estoy segura de que no soy la única. Por suerte aquí está The Fall para devolverme la fe en esos primeros instintos.
Lo que me encanta de esta película es que permite al espectador que se sienta como uno más. Al fin y al cabo, a nosotros también se nos está contando una historia, igual que a Alexandria. Además, Alexandria vive esa historia, se integra en ella, y nosotros no podemos evitar seguirla. Yo desde luego no recuerdo haber vivido una película con tanta angustia como The Fall. Como le pasó a Alexandria, yo también deseaba intervenir porque no podía soportar el rumbo que estaba tomando la historia. Será mejor no entrar en detalles, por si acaso.
En fin, me faltan palabras para explicar lo mucho que me ha gustado The Fall. Por su encanto, por su intensidad, por sus proezas narrativas, por ser un cuento de los de siempre como nunca lo habían vivido.
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