domingo, 16 de noviembre de 2014

Spider-Man

Sí, la de Tobey Maguire. Sí, a estas alturas. Yo a mi ritmo.
Será por el maratón veraniego que ahora soy más receptiva con este tipo de películas. También es verdad que Spider-Man va un poco aparte porque a estas alturas todos conocemos más o menos la historia; es una de esas películas que la cultura popular se encarga de estropear. 
Por suerte siempre quedan cosas fuera o, lo que es todavía más frecuente, se tergiversan algunos elementos o se obvian convenientemente.  De esta forma, aunque en Spider-Man ya quedaba poco sitio para lo desconocido, la sorpresa no desapareció del todo. 
Como con las otras películas de Marvel, lo que más me llamó la atención fue el villano. Sí, es un científico al que el experimento le sale mal, hasta ahí nada nuevo. A continuación vendrán spoilers, así que el que lo necesite debería dejar de leer ahora mismo. 
Me pasé la mitad de la película preguntándome quién era en realidad el Duende Verde. ¿Es el resultado del experimento o ya estaba en alguna parte del señor Osborn? ¿Quién se aprovechó de quién? ¿Cómo es posible que un antagonista tan claro sea, sin embargo, uno de los mejores padres de estas películas (a pesar de que lo demuestre pronto y mal, todo sea dicho)? No me encuentro con estas cuestiones tan a menudo; la verdad es que me encantó, aunque aún no tenga respuesta para ninguna.
Spider-Man, por otra parte, parece menos aprovechado como personaje. Creo que podría haberse hecho mucho a propósito del sentimiento de culpa y de esa súbita responsabilidad, pero en lugar de eso apenas se supera lo del adolescente con poderes. También es cierto que de otra forma la historia no habría salido adelante.
El final me gustó más. No es que sea perfecto; quizá es demasiado precipitado y abrupto, pero por lo menos a mí me pareció adecuado, por decirlo en una sola palabra. Lo encontré extremadamente coherente. Ahora a ver qué pasa en las siguientes. Sí, de esas sé todavía menos.

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