Esta novela logra algo asombroso: crea, no ya un personaje, sino una persona. Pongámonos en situación: La tesis de Nancy es una colección de cartas que Nancy, una estudiante americana, escribe desde Sevilla a su prima Betsy. Al parecer estas cartas acaban trascendiendo el ámbito familiar y, finalmente, Sender las traduce al español por considerarlas de gran interés.
Por supuesto, todo esto es mentira: Nancy, Betsy y todos los demás son personajes que se inventa el autor. La cuestión es, como os decía al principio, que llega un momento en que la línea que separa lo real de lo apócrifo desaparece casi por completo.
De esta forma, dejando a un lado la diferencia entre realidad y ficción, podemos echar un vistazo a nuestra propia cultura (salvando las distancias, claro) desde un punto de vista ajeno. Es un análisis de conciencia, autodiagnóstico, o como queráis llamarlo, extremadamente interesante. A veces hasta hace reír.
Lo que pasa es que Nancy es bastante petarda. No es la primera vez que una película o una novela, como en este caso, se me hace cuesta arriba porque no me cae bien el protagonista pero La tesis de Nancy es algo diferente, por lo menos para mí, porque ella no es sólo la protagonista sino la obra al completo: ella es todo lo que vemos, todo lo que sabemos de la historia; no hay otras versiones posibles.
Ahora mismo, con la lectura terminada, todavía se me hace un poco difícil compaginar estos dos aspectos de La tesis de Nancy. Sigo creyendo que es muy interesante como concepto y por lo que aporta. Pero es que Nancy...
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