Todo el mundo hablaba muy bien de ¡Rompe Ralph!. Tanto que al final era difícil no contagiarse del entusiasmo general. Lo que pasa es que yo me tomo las cosas con calma, ya se sabe, y hasta que no apareció por televisión no me puse a verla. Es una pena que pasase tanto tiempo, la verdad, pero que conste que no estuve precisamente ociosa.
En fin, que ¡Rompe Ralph! es una película preciosa. Me lo habían dicho ya, lo pregonaba todo el mundo, no paraban de repetirlo, y aun así la realidad todavía les quedaba un poco lejos.
A lo mejor en este impacto influye que, a pesar de todo, no esperaba tantísimo de esta película. Sí, yo tenía muchas ganas de verla, mucha fe en ella y estaba muy dispuesta pero también me quedé corta.
Supongo que es porque no siempre las películas que podríamos llamar "preciosas" pasan de ahí. ¡Rompe Ralph!, sin embargo, abre su propia ventanita hacia algo nuevo y único, un espacio en el que un héroe no necesita dejar nada detrás de sí mismo para convertirse en el héroe que quería ser desde el principio.
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