Al principio no daba un duro por esta película. Ni siquiera la artífice del maratón de Marvel que ha marcado este verano parecía muy entusiasmada. Nos planteábamos que Guardianes de la galaxia no era una película que mereciese lo que cuesta la entrada. Pero nos equivocamos. Y menos mal.
Guardianes de la galaxia mantiene muy dignamente el nivel marcado hasta ahora pero es inevitable que acabe separándose. No es sólo que sus protagonistas sean el colmo del antihéroe; es que ellos mismos son conscientes de que no encajan en el canon, hecho que parecen adoptar como su propia denominación.
Lo que pasa es que no parece una maniobra para darle interés a la historia. Todos estos personajes tienen carisma y profundidad suficientes para que la historia en conjunto parezca más orgánica, más real, aunque sea en efecto increíble.
Me gusta que se haya puesto tanto mimo en Guardianes de la galaxia. Han conseguido que una anticlásica historia de super héroes como es esta funcione a todos los niveles, sin necesidad de explotar los opuestos de los grandes tópicos, que a menudo parece la única opción.
Aunque sí hay sitio para esos tópicos en Guardianes de la galaxia. Un lugar casi de honor, diría yo. Un lugar desde el que se puede ver perfectamente cómo se los deconstruye. Son los grandes momentos de esta película, los de la clásica tensión dramática renovada y casi irreconocible.
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