Siempre es un placer redescubrir clásicos de infancia, sobre todo cuando en aquellos tiempos no había otra forma de seguir una serie que pillarla en televisión, con todos los problemas y lagunas que ello acarrea. En este caso, por ejemplo, me debí de perder casi la mitad de Avatar, y lo que vi del final no parecía un final propiamente dicho porque me faltaba demasiada información.
Lo importante es que el recuerdo perduró durante todos estos años. Ahora bien, no iba a caer en la misma trampa dos veces "seguidas". Esta vez hice las cosas bien, aprovechando que tenía más medios y muchísimo tiempo libre; para eso sirve el verano ¿no? Y por fin pude ver Avatar entera, casi del tirón, para gran satisfacción de la frustrada niña de entonces.
Lo que se me hace raro ahora, escribiendo este post, es que me veo en la necesidad, casi la obligación, de comentar la serie como un conjunto cuando cada temporada es capaz de aportar algo muy propio. Así, la primera temporada está muy cerca de aquella tierna infancia, momento del primer contacto. La segunda, sin embargo, acaba planteando una trama muy interesante, tan escalofriante como rica, y el desenlace no podría más apoteósico. La tercera y última inaugura un tono más sombrío, que ahonda en los propios claroscuros de los personajes. Creo que es todo un acierto plantear que hasta los llamados "héroes" tienen momentos bajos y, lo que es más, que pueden dudar. Por eso me gustó tanto el final de la serie: reconoce los dilemas morales de las grandes batallas y los resuelve dinamitando la ya manida costumbre de enfrentar a muerte al bien y el mal.
Nada de esto sería posible sin unos personajes bien trazados; a fin de cuentas, son ellos los que mueven la historia. Esta serie me sorprendió mucho en ese sentido. A lo mejor no son más que prejuicios, pero que una historia dirigida a un público infantil (en teoría) consiguiese este resultado me pareció curioso. Por muy buenos recuerdos que tuviese de Avatar, no esperaba encontrarme tal nivel de profundidad a estas alturas de mi vida. Pero dejemos a un lado los temas del público, que a la hora de la verdad importan poco. La cuestión es que ahora, después de tantos años, he podido disfrutar Avatar tanto como la primera vez que la vi, aunque no lo haya hecho de la misma manera.
Soy consciente de que os doy poquísima información sobre esta serie en comparación con otras de las que os he hablado. Creo que es mejor dejarlo así, entre otras cosas porque me resulta imposible comentarla sin spoilers y, como suele ocurrir, un resumen sólo la reduciría al absurdo. Mejor la veis sin más. Tiene mucho más que ofrecer de lo que parece en principio; sólo hay que tener un poco de paciencia.
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