Con Jupiter Ascending tengo el mismo problema que con Tomorrowland: veo un concepto que, en esencia, parece interesante pero que se acaba convirtiendo en un trabalenguas sin mucho sentido. Es una pena.
Estoy intentando recordar qué me llevó a ver Jupiter Ascending. Porque la vi con toda la intención eh; no fue uno de esos accidentes tontos de domingo por la tarde. Creo que fue cosa de la nostalgia. Estoy en pleno revival de juventud, así que cualquier cosa que me recuerde a mi adolescencia tiene muchas posibilidades de acabar captando mi atención. Debió de ser eso, porque no me acuerdo del tráiler de esta película, pero sí de que circulaba por ahí la idea de que Jupiter Ascending era la típica historia que toda adolescente ha imaginado alguna vez.
Y vaya sí es típica. Madre mía. No tengo nada en contra de recuperar grandes tópicos, siempre y cuando se aporte alguna novedad. Pero apenas hay renovación en Jupiter Ascending.
Lo cierto es que el principal interés de esta película pasa por su logradísima estética. La historia, en cambio, acaba cayendo en esos remansos de diálogo más vistoso que significativo: quedan demasiadas cosas sin explicar, a pesar de lo muchísimo que se habla y discute a lo largo de las dos largas horas de película. Es una auténtica pena, porque el universo en el que se desarrolla Jupiter Ascending parecía realmente interesante.
Reconozco que lo que peor llevo, con todo, es que la única diferencia entre el planteamiento del conflicto y su resolución se sustenta sobre un romance más que predecible que, para colmo, se sujeta con pinzas. Creo que las historias que yo leía de adolescente no hacían estas cosas. Eso, o me estoy haciendo más mayor de lo que calculaba.
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