Tierno bárbaro es una historia en la medida en que todos los homenajes pueden serlo: porque siempre tenemos algo que contar de las personas a las que recordamos con cariño.
Tardé mucho en darme cuenta de esto, aunque no fue por falta de avisos: si no me equivoco, ya en la contraportada del libro se especifica que esto es en realidad un recuerdo dedicado a Vladimír Boudník, artista y amigo personal de Hrabal. Pero yo suelo ir a mi ritmo con esas cosas, así que muchas veces obvio estas útiles guías y acabo cayendo en unas lecturas absurdamente complicadas. En este caso en concreto, mi mayor error fue empezar a leer Tierno bárbaro como si fuese una novela.
A lo mejor tenía demasiado presente Yo serví al rey de Inglaterra. Aunque son dos obras muy distintas, en Tierno bárbaro se mantiene lo que me cautivó entonces: una voz tan directa y clara que no parece afectarle el paso del tiempo, ni el formato, ni la traducción. Nada, en fin. Es como si Bohumil Hrabal te diese la mano y, simplemente, te contase. Supongo que perdí el norte de Tierno bárbaro en ese estilo tan particular y tan magnético. Afortunadamente, el camino correcto acaba apareciendo y, por fin, se puede disfrutar el entrañable y honesto homenaje que es Tierno bárbaro.
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