No voy a intentar disimular: que cancelen Hannibal es poco menos que una tragedia.
Me habían dicho que el final de esta tercera temporada servía bien como fin de serie, aunque aún mantenía abierta la puerta a una continuación. Y no es que no sea cierto: el final de la tercera temporada ha sido plenamente satisfactorio y brillante en todos los sentidos. Si me angustia que la serie acabe aquí es porque seguía siendo igual de espectacular que al principio.
Por lo que he podido ver, las terceras temporadas suelen ser un poco "complicadas" porque tienden a recuperar un conflicto que ya se creía resuelto en la primera. Hannibal no elude ese tradicional retorno, pero lo hace a su manera: aprovecha la ocasión para explorar los orígenes de los personajes y recuperar el eco de la dinámica que inauguró la serie en su momento (qué lejano parece ahora mismo).
El ecuador de esta tercera temporada parece más acusado que en las anteriores. Precisamente el otro día estuve especulando con una amiga sobre el tema. Decíamos que a lo mejor este brusco cambio se debe a la prematura cancelación de la serie. Son sólo cábalas, claro, lo importante es que no parece fuera de lugar: el motivo central de la temporada sigue siendo el retorno a los orígenes: a los de Hannibal y a los de la misma serie.
No olvidemos, sin embargo, que después de todo lo que ha ocurrido es imposible volver a aquellos primeros momentos de confianza, de inocencia, de credulidad. Ver a los protagonistas, más que conscientes de ello, caer sin remedio en viejas rutinas es a la vez enigmático y perturbador. Hannibal se despide así de la forma más humana que sabe.
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