Creo que fue la rabia lo que me trajo a Agent Carter. Después de ver La era de Ultrón necesitaba ver un personaje femenino tratado con un poco de respeto, cariño y ética.
Fue la misma persona que me montó el maratón de Marvel la que me habló de Agent Carter (no podría haber sido de otra manera) pero entonces no le hice mucho caso. A lo mejor es cierto que hay un momento para cada cosa, incluso para una serie. En ese sentido, llego a Agent Carter justo cuando más necesitaba un personaje como Peggy Carter.
Agent Carter se desarrolla tras los acontecimientos relatados en Capitán América, con todo lo que ello supone para la protagonista: es una veterana de guerra que se ve de pronto en una situación en que sus méritos y su trabajo importan mucho menos que su sexo. Resulta descorazonador ver cómo fracasan sus intentos por convertirse en una igual ante sus compañeros. Es una realidad muy dolorosa que se cuela en este paréntesis de ciencia ficción, pero no por ello es menos necesaria. Al fin y al cabo, todo cambio empieza por un retrato.
Lo que más agradezco de esta serie es que esa faceta no hace sombra a la humanidad de Carter: llorar la pérdida de un ser querido no la hace más débil ni la convierte en una agente menos capaz. Hacía mucho tiempo que necesitaba que a un personaje femenino se le permitiese ser así de real.
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