domingo, 13 de septiembre de 2015

Sinsajo, de Suzanne Collins

Recuerdo que cuando empecé En llamas me avisaron sobre el final. Que era uno de los cliffhangers más despiadados de los últimos años, decían. Y lo es, eso vamos a dejarlo claro desde el principio, pero lo cierto es que yo no quedé tan destrozada como me habían hecho creer. Supongo que si no me impactó tanto como el final de Los juegos del hambre fue porque ya empezaba a acusar el ligero cansancio del que os hablé en su momento y, además, porque En llamas me gustó un poquito menos que Los juegos del hambre
Con todo, diría que lo más determinante es que realmente el final de En llamas sí supone un cambio en la dinámica anterior, mientras que en Los juegos del hambre la certeza de que aún quedan asuntos sin resolver impide que la etapa se cierre. Lo que hace Sinsajo, por ir entrando en materia, es abrir la puerta a un mundo que hasta entonces no era más que un rumor. 
Con todo, la novedad no supera el nivel de lo aparente: muy pronto Sinsajo revela que la esencia de los dos bandos enfrentados es exactamente la misma. Este es un aspecto que ya se apuntaba en En llamas, si no recuerdo mal. Sí estoy segura de que me encantó la idea en su momento, y me impactó más todavía cuando la vi tan bien desarrollada como aparece en Sinsajo. Intentaré no decir más porque, en el fondo, el mayor encanto de este libro es que permite al lector ir recogiendo indicios hasta construir su propia visión. 
La verdad es que este desarrollo me conquistó, tanto que durante la lectura incluso me dejé arrastrar por un final que, en el fondo, se hace escaso. No deja de ser curioso, y hasta irónico, que al final de Sinsajo le ocurra justo lo contrario que al comienzo de Los juegos del hambre: si entonces dije que ciertos datos parecían fuera de lugar en el monólogo de Katniss, en Sinsajo la narradora se centra hasta tal punto en sus propias experiencias que apenas percibe lo que ocurre al margen de su visión. Este es el efecto más lógico de la narración en primera persona, eso es verdad, pero al final de este maratón yo no podía ser racional: sólo quería saber qué le pasaba a todas estas personas. 

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