Me daba mucha pereza empezar Daredevil, no sé por qué, y al final se me hizo cortísima.
Esta serie me devolvió a los primeros momentos de aquel maratón veraniego. Seguramente fue entonces cuando empecé a fijarme en lo que sigo llamando "villano" porque no encuentro una palabra mejor. En las películas de aquel verano había algunos personajes interesantísimos, pero creo que ninguno como Wilson Fisk. Puede que no exagere demasiado si digo que me ha gustado más este personaje que el protagonista. Y eso que yo suelo ser muy típica para estas cosas, que me enternece mucho la gente noble de corazón y todo eso.
Supongo que lo mejor de Daredevil es que no dicotomiza esa bondad: en según qué momentos, los métodos de Matt Murdock no resultan menos cuestionables que los de Fisk, y encima a los dos se les llena la boca con aquello de "hacer de la ciudad un lugar mejor". Los dos son sinceros al respecto, que es lo que más me sorprende. Al menos yo nunca había visto a ningún villano con unos intereses tan "altruistas", si es que se puede decir así. Ahora bien, no descarto que fuese una tapadera buenísima (porque hay algo ahí más turbio que de costumbre) y que yo misma acabase cayendo en la trampa; no sería la primera vez que peco de ingenua, la verdad.
Tengo la sensación de que la única diferencia entre héroe y villano en Daredevil es más bien de grado: los dos aceptan que el mal es inevitable, incluso necesario, en el camino hacia un bien mayor, pero sólo el héroe se impone unos límites.
Lo cierto es que no hay nadie totalmente libre de culpa en Hell´s Kitchen (salvo Foggy, Claire, Elena Cardenas...) y tampoco nadie que no merezca algún tipo de redención (que no disculpa). Quizá eso es lo mejor que han hecho en Daredevil: enseñar que el bien y el mal viven puerta con puerta en un mundo más gris de lo que nos gustaría creer.
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