Hace algún tiempo os hablaba de un bloggero que dio el salto a las imprentas. Hace un par de días, por fin, terminé su primera obra, Cuentos para adornar los sueños.
Por supuesto, la idea que tengo ahora sobre la obra de Miguel Floriano no es como la que tenía entonces, cuando hace algo más de un mes os contaba qué pensaba encontrarme en sus cuentos.
Los cuentos de Floriano son francamente sorprendentes. En muy poco espacio (nunca más de cinco páginas) condensan tantísimo que no sabría por dónde empezar.
Temáticamente resulta difícil relacionar unas historias con otras. Lo que las une es, en mi opinión, un íntimo carácter poético, que empiezo a pensar inherente a su autor. Sigue chocándome, aun después de leer este libro, lo lírico de la narrativa de Miguel Floriano. Personalmente, para mí es algo así como "poesía para principiantes". Yo no soy una asidua de la poesía, no creo que sepa leer poesía. Sin embargo, sí puedo leer cuentos y puedo adivinar que en sus párrafos, entre comas, se esconden versos.
Pero, ante todo, la narrativa de Floriano es un canto a la sensibilidad, a la ternura y la pasión, a veces agradecida; otras tantas, desgarrada. De una u otra forma, hay algo ahí que no se queda igual al pasar la última página.
Mis cuentos favoritos (no para que vayáis a ellos en primer lugar, sólo quiero hacer patente el buen sabor de boca que me dejaron) son "Las nubes de poniente", "El tipo que pereció de augurios" y "Manual para la conservación de las camisas". Como suele ocurrir, no podría explicar por qué estos y no otros captaron tan especialmente mi atención. De todas formas, ésta sólo ha sido mi primera lectura de Cuentos para adornar los sueños. Vendrán más, estoy segura.
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