Tengo que reconocer que acabo de terminar Hijo de bruja y estoy experimentando sentimientos contradictorios. Sabía cuando la empecé que, siendo una segunda parte (os acordáis de Wicked, ¿no?), estadísticamente era muy probable que no cumpliese mis expectativas. Sin embargo, Hijo de bruja ha roto todos mis esquemas y ni siquiera podría decir si en el buen o el mal sentido.
Me ha pasado con algunas series de televisión que han dejado de gustarme porque perdían el norte. De pronto, una escena suelta, vista en busca de algo mejor que ver, planteaba muchas preguntas y sentía la necesidad de ver todo lo que me había perdido, que a veces podía ser mucho. Esto me repatea, me molesta y mucho.
Con los libros a veces ocurre algo parecido: una secuela que no llega al nivel de su predecesora pero plantea un final tan abierto que no se puede evitar caer en la trampa y correr a por el siguiente volumen.
Es, por supuesto, lo que me ha pasado con Hijo de bruja. Nunca llegó al nivel de Wicked y de hecho hasta me planteé dejar la serie antes de que llegase a ser mala (porque, con todo, Hijo de bruja no es un mal libro; es sólo que el listón estaba muy alto). Pero leí el final y empecé a subirme por las paredes. No puedo parar ahora. No sé si la tercera parte, Un león entre hombres, irá a mejor o a peor. La verdad es que casi me da igual. No me puedo quedar así, tengo que saber qué pasa. Ya os contaré.
Sí, no llega al novel de Wicked.
ResponderEliminarUy, pero si no leí Un León entre Hombres!! Madre mía, muchas gracias, Z!
Pues espérate, que todavía queda un cuarto libro: Out of Oz.
EliminarDios, ¿no te puso de los nervios el final de Hijo de bruja? La última frase me dejó helada.