Definitivamente, Fox no es Pixar.
Me levanté esta mañana y la cabeza sólo me daba para buscar algo que ver mientras desayunaba. Me topé con Rio en Canal+ (cómo no) y decidí probar suerte. En su momento no me llamó la atención, pero a estas alturas ya debéis de saber que rara vez rechazo una película de animación.
Rio dura cerca de hora y media y, si tenemos en cuenta que la vi entera y no tuve ganas de levantarme en ningún momento, no podemos concluir que fuera mala. Ahora, ya os adelanto que tampoco es una joya.
Este tipo de situaciones siempre me plantea un problema: no quiero ser tan pedante como para afirmar que una película tiene que ser una pieza de museo para tenerla en consideración. Yo procuro no dejar de lado el "factor entretenimiento", aunque luego me veo en medio de estos dilemas.
Creo que hay un límite para todo: ni los planos perfectos hacen la película perfecta, ni los chistes pueden salvar un truñaco.
Rio se queda en un término medio, algo escaso, sí, pero tampoco le pedía demasiado. Tengo que decir que es entretenida pero nada sorprendente. Sigue un esquema clásico: protagonista lleva vida acomodada, aparentemente perfecta; sale de su entorno; su carencia se hace patente; cambia de estilo de vida y ya es totalmente feliz. Punto.
Tengo que reconocer que Rio deja un regusto dulce y que es buena para pasar un rato. Pero nada más: nada la libra de su simpleza; es una historia simplona donde las haya y no tiene nada que lo disimule.
Rio dura cerca de hora y media y, si tenemos en cuenta que la vi entera y no tuve ganas de levantarme en ningún momento, no podemos concluir que fuera mala. Ahora, ya os adelanto que tampoco es una joya.
Este tipo de situaciones siempre me plantea un problema: no quiero ser tan pedante como para afirmar que una película tiene que ser una pieza de museo para tenerla en consideración. Yo procuro no dejar de lado el "factor entretenimiento", aunque luego me veo en medio de estos dilemas.
Creo que hay un límite para todo: ni los planos perfectos hacen la película perfecta, ni los chistes pueden salvar un truñaco.
Rio se queda en un término medio, algo escaso, sí, pero tampoco le pedía demasiado. Tengo que decir que es entretenida pero nada sorprendente. Sigue un esquema clásico: protagonista lleva vida acomodada, aparentemente perfecta; sale de su entorno; su carencia se hace patente; cambia de estilo de vida y ya es totalmente feliz. Punto.
Tengo que reconocer que Rio deja un regusto dulce y que es buena para pasar un rato. Pero nada más: nada la libra de su simpleza; es una historia simplona donde las haya y no tiene nada que lo disimule.
No hay comentarios:
Publicar un comentario