Jonathan Strange y el señor Norrell me costó un triunfo. ¿Y por qué? Pues, sinceramente, ahora mismo no tengo ni idea. Lo ideal sería aclararme según escribo este post; eso suele funcionarme bien.
Pero vayamos por partes. Creo que hoy sí compensa hablar un poco del argumento: el señor Norrell y su discípulo, Jonathan Strange, son los únicos magos prácticos de toda Gran Bretaña. Ojo a la puntualización: "mago práctico". Susanna Clarke plantea una Gran Bretaña en la que la magia es una realidad perfectamente integrada en la historia común, y las asociaciones de teóricos y estudiosos de la magia no son extrañas ni denostadas. Me encanta esta fantasía "porsupuestoquesícómono" pero en esta novela llegó un momento en que todo era tan ordinario que apenas quedaba emoción a la que aferrarse. El estilo costumbrista no me va nada, por lo que veo.
Mi mayor problema con Jonathan Strange y el señor Norrell, sin embargo, es que el detallado recorrido por este panorama deja de lado el que en teoría es el conflicto principal de la novela: el enfrentamiento de los magos con el caballero del pelo como el vilano del cardo (un duende trasteando con lo que le apetece entre nuestro mundo y Tierra de Duendes, para entendernos). La resolución de todo esto me encantó pero ocupa sólo las últimas ¿qué, 100 páginas? de las 800 que tenía mi edición. Lo encuentro un poco descompensado, sobre todo porque casi me quedo por el camino.
Es la primera vez en mi vida que me planteo que quizá un libro habría funcionado mejor dividido en más partes. Al menos yo llegué a perder de vista el auténtico nudo de Jonathan Strange y el señor Norrell: a lo largo de toda la novela fueron surgiendo distintos conflictos, cada uno con su propio desenlace, y se hacía raro seguir adelante porque no parecía haber más objetivos.
Bueno, ahora tengo las cosas un poco más claras. Espero que vosotros también.
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