Para mí esto es tan revival que no se me ocurrió hasta la sexta o séptima reescritura del post que existe gente en el mundo que nunca ha visto Las chicas Gilmore.
Así dicho parece que la posibilidad me escandaliza, pero no se trata de eso. Es sólo que a veces, qué queréis que os diga, una está tan integrada en su universo particular que tiene que forzarse a descubrir que el mundo tiene fronteras. En mi defensa sólo puedo alegar que, a estas alturas, ya no recuerdo cómo fue descubrir Las chicas Gilmore. Se estrenó en el año 2000, así con la tontería. Quiero creer que no soy la única que piensa que, cuando una serie lleva tanto tiempo en marcha, todo el mundo la ha oído mencionar al menos una vez. Eso sí, siempre tuve muy claro que Las chicas Gilmore era una serie muy particular, dirigida a un público muy concreto. Reconocerlo es sencillo; describirlo, no tanto.
Por los nuevos que me tuve que recordar, supongo que es justo decir que hay drama en la base de Las chicas Gilmore. Al fin y al cabo, no deja de ser la historia de una madre soltera y su hija adolescente que, por una serie de circunstancias, deben retomar el contacto con la familia materna. Sin embargo, lo que siempre me llevé de Las chicas Gilmore fue su sentido del humor. Para entendernos: el tono es parecido al de Chandler de Friends, pero con un fondo profundamente tierno.
Como siempre, me reservo la sinopsis porque dudo mucho que pudiese hacerle justicia a la realidad. En ningún resumen de Las chicas Gilmore os hablarán de los gloriosos secundarios que pueblan las calles de Stars Hollow ni de sus diálogos, siempre ingeniosos e increíblemente ágiles. De verdad creo que sólo por eso merece toda la pena darle al menos una oportunidad a Las chicas Gilmore.
No hay comentarios:
Publicar un comentario