Sé que las comparaciones son odiosas pero no soy capaz de evitarlas ahora mismo. La sombra de El bosque es alargada.
Lo curioso es que en su momento no tuve tanto en cuenta que Múltiple la dirigía Shyamalan. Este pobre hombre tiene una trayectoria tan irregular que su nombre, más que altas expectativas, genera una curiosidad casi malsana. Y sin embargo aquí estoy: repitiéndome que en El bosque esto, en El bosque aquello... En fin.
En defensa de Múltiple debo decir que esto sólo empecé a pensarlo cuando salí del cine: mientras la veía, la película me tenía totalmente atrapada. Es cierto que el desenlace, a grandes rasgos, se ve venir pero en realidad no es eso lo magnético de Múltiple, al menos no lo fue para mí. Lo que me fascinó fue el retrato de las muchas personalidades del personaje de James McAvoy. Cada una de ellas tiene una definición propia, diseñada al milímetro: sus gestos, su manera de andar, de mirar..., y sus miedos y pasiones. Me pregunto qué habría sido de todo esto sin James McAvoy, que puede pasar de una a otra en mitad de un giro de la cabeza, en una transición tan sutil como rotunda. Magistral es quedarse corto.
Lo único que no me termina de encajar es la trama de la protagonista, no por el personaje en sí, sino porque su incorporación a la historia es demasiado perfecta: todo lo que esa chica ha pasado antes de llegar a esto le ha dado justo lo que necesitaba para afrontar la situación. Estaba tan calculado como la historia de McAvoy, y sin embargo su encuentro se plantea como una casualidad. Mira que Múltiple tiene toques de ciencia ficción pero, curiosamente, ese es el momento que no me pude creer del todo.
Lo curioso es que en su momento no tuve tanto en cuenta que Múltiple la dirigía Shyamalan. Este pobre hombre tiene una trayectoria tan irregular que su nombre, más que altas expectativas, genera una curiosidad casi malsana. Y sin embargo aquí estoy: repitiéndome que en El bosque esto, en El bosque aquello... En fin.
En defensa de Múltiple debo decir que esto sólo empecé a pensarlo cuando salí del cine: mientras la veía, la película me tenía totalmente atrapada. Es cierto que el desenlace, a grandes rasgos, se ve venir pero en realidad no es eso lo magnético de Múltiple, al menos no lo fue para mí. Lo que me fascinó fue el retrato de las muchas personalidades del personaje de James McAvoy. Cada una de ellas tiene una definición propia, diseñada al milímetro: sus gestos, su manera de andar, de mirar..., y sus miedos y pasiones. Me pregunto qué habría sido de todo esto sin James McAvoy, que puede pasar de una a otra en mitad de un giro de la cabeza, en una transición tan sutil como rotunda. Magistral es quedarse corto.
Lo único que no me termina de encajar es la trama de la protagonista, no por el personaje en sí, sino porque su incorporación a la historia es demasiado perfecta: todo lo que esa chica ha pasado antes de llegar a esto le ha dado justo lo que necesitaba para afrontar la situación. Estaba tan calculado como la historia de McAvoy, y sin embargo su encuentro se plantea como una casualidad. Mira que Múltiple tiene toques de ciencia ficción pero, curiosamente, ese es el momento que no me pude creer del todo.
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