Soy consciente de que llego tardísimo al fenómeno Bridget Jones. Y mira que hace años que me recomiendan esta película. Reconozco que, aparte del hecho de que soy un desastre para todo, me dejé llevar por los prejuicios y repetí una y mil veces que este tipo de comedia romántica no es para mí. "Este tipo", como si Tienes un e-mail y Cuando Harry encontró a Sally, por decir sólo dos, no fuesen comedias románticas de manual y no las hubiese disfrutado.
En mi defensa sólo puedo decir que creía que El diario de Bridget Jones era una larga lamentación sobre la soltería. Es verdad que parte de ahí pero, más pronto de lo que esperaba, la protagonista da un giro hacia sí misma y antepone el crecimiento personal a la supuesta necesidad de tener pareja. Ahí es, para mí, donde la cosa se empieza a poner interesante. Vamos, que las comedias románticas me llaman la atención precisamente cuando el romance pasa a un segundo plano. Qué le vamos a hacer.
A estas alturas no creo que sea un spoiler para nadie decir que Bridget consigue el final de cuento que anhelaba al principio de la película. Sin embargo, lo más valioso es que llega a él en unas circunstancias completamente diferentes sin dejar de ser ella misma. Pocas veces aparecen en el cine personajes tan coherentes y tan redondos como Bridget Jones. Lo que pasa a un segundo plano en El diario de Bridget Jones no es el romance, sino la anécdota en general: Bridget podría protagonizar cualquier tipo de historia y siempre lograría hacerla suya. Su voz, su personalidad, su irreverencia es su auténtica marca.
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