jueves, 10 de noviembre de 2016

Maldita tesis, de Tiphaine Rivière

Casi me parecía demasiado masoquista echarle el ojo a Maldita tesis nada más entregar el tfm pero parece que la salida del mundo académico me sentó mucho peor de lo que jamás habría imaginado. 
Este es tiempo de incertidumbre, no puedo decirlo de otra manera. Como no tengo ni idea de cuánto me va a durar (bastante optimista me parece suponer que se acabará algún día) y tampoco es realmente importante para el post, mejor nos centramos en Maldita tesis.
Es verdad que empecé este cómic arrastrando el miedo del que os estoy hablando pero enseguida la protagonista, Jeanne, lo eclipsó. Será porque Rivière vivió una experiencia parecida y, de hecho, hay bastante de autobiográfico en esta historia. Lo que me encantó es que fuese capaz de transmitirlo de una manera tan limpia, divertida, honesta y realista. Como dato curioso, es la primera vez que un personaje de ficción plantea un trabajo de investigación como yo misma los imagino cuando los hago. En realidad no es un dato importante; lo comparto porque me encantó verlo.
Hay muchos detalles en Maldita tesis que entroncan con la experiencia de cualquier estudiante pero, si tengo que señalar algo como su punto fuerte, me decanto por la visión menos romántica de lo que debe de ser (imagino) una tesis doctoral. Aunque nunca hay duda de que Jeanne disfruta con su trabajo, Maldita tesis no omite lo amargo de la investigación. Esta historia dice adiós a las falsas promesas y, en su lugar, acoge la realidad más cruda, con todos sus sinsabores. No sé si es irónico o no, pero eso es lo que más me tranquilizó.

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