jueves, 17 de noviembre de 2016

The Imitation Game

Oye, en serio, ¿veo muchos biopics o es cosa mía? Es que parece que no veo otra cosa desde que confesé que les tengo manía. 
No sé si lo dije en su momento, pero de este tipo de películas me revienta que, cuando realmente tocan la verdad en que se basan, dan muchas cosas por sentadas o bien obvian ciertos detalles incómodos (muchas veces de sobra conocidos). El resultado final es una verdad a medias y, sobre todo, una historia con lagunas. The Imitation Game, sin embargo, consigue bastante autonomía. 
No se trata de que lo histórico pase a un segundo plano, sino de que la realidad no interfiera con la ficción, y viceversa. Aquí habla el desencanto, claro; hace mucho que renuncié a que un biopic fuese completamente sincero así que sólo pido que, al menos, la historia esté bien contada. 
En ese sentido, me pareció muy interesante que The Imitation Game empezase con un flashback. Sé que ese no es un recurso novedoso, menos aún en una historia como esta, pero se introduce de una manera tan descaradamente peliculera que sólo me queda adorarlo. Creo que merece la pena contarlo porque enlaza dos momentos muy importantes en la vida de Alan Turing: la gran proeza por la que hoy lo conocemos y las acusaciones de homosexualidad que aceleraron su muerte. Recordemos que por aquel entonces la homosexualidad se consideraba una enfermedad, casi un delito, y por ello muchos como Turing se vieron sometidos a despiadados tratamientos "para suprimir sus deseos antinaturales".
Estos dos acontecimientos funcionan como los grandes pilares del Alan Turing que aparece en The Imitation Game; de esta forma se concilia el relato de su trabajo con el de su vida personal. La agilidad de la película se debe, precisamente, a que intercala fragmentos de tres épocas diferentes: el presente del que se parte al comienzo, el trabajo de Turing durante la Segunda Guerra Mundial, y la infancia del propio Turing. 
Esto es lo que más aprecio de The Imitation Game: no llega a ser invasiva ni morbosa, pero tampoco deja de contar lo que merece ser contado, y además sabe muy bien cómo hacerlo.

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho "Descifrando Enigma", Ana.

    Cosas que he leído últimamente y que te recomiendo: "El Gatopardo", de Lampedusa; "¡Gracias, Jeeves!", de P. D. Wodehouse; "Pasado perfecto", de Leonardo Padura. Tres títulos, tres estilos, tres temas y un punto en común: la calidad.
    ¡Ah!, también es lectura reciente "Carta al padre", de Kafka. Me ha dejado más fría que otra cosa. Ventajas de la edad: puedes decir lo que piensas y todo el mundo acompaña tu opinión con una sonrisa ligeramente torcida, sin llegar a ser vertical.
    Te recuerdo, Ana (la canción dice Amanda).
    María José

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    1. ¡Cuánto tiempo, María José! :D
      Como siempre, me apunto tus recomendaciones. Tengo El gatopardo por casa, de mi madre; y de Padura me regalaron El hombre que amaba a los perros este año por mi cumpleaños. De ¡Gracias, Jeeves! no había oído hablar nunca. Desde luego suena divertido.
      Vaya chasco con Kafka. Siempre sentí mucha curiosidad por la Carta al padre.
      Muchas gracias por tus comentarios :)

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