Allen en estado puro, Midnight in Paris es una fantasía hedonista de corte más que decimonónico; dulce, sutil y sorprendentemente natural surrealismo.
Lo que empieza siendo una simple y breve estancia en París se convierte en el escenario de un dilema que acabará trascendiendo los límites del tiempo aunque, todo sea dicho, son poco importantes en esta historia. Nos interesa saber que quizá nuestro tiempo no es tan malo, no tan aburrido como puede parecer en uno o muchos momentos.
Ésta es una de esas películas que es mejor no intentar resumir. Sus líneas son tan claras, tan sencillas, que cualquier cosa podría chafarla. Nada más lejos de mi intención, claro. Por eso sólo os diré que Midnight in Paris es una película para nostálgicos, quizá incluso la cura para esa nostalgia. O por lo menos un pequeño paliativo.
Al principio de la película ya estaba pensando echarle en cara a Woody Allen que no tiene en cuenta los problemas de la gente corriente: sus personajes son siempre artistas, más o menos exitosos, pero siempre con una economía bien saludable de fondo. No es real. Claro que en esto tengo que ir con pies de plomo porque sólo he visto tres películas suyas (de todas os hablé aquí, por cierto). De todas formas, en este caso tengo que ser más flexible sí o sí porque realmente nada de eso importa. Al final, y eso es lo mejor de Midnight in Paris, lo que uno conserva cuando llegan los títulos de crédito es algo parecido a una cierta paz interior: algún tiempo pasado fue mejor, sí, pero nada es tan real como el presente.
Puesto #151 de las 200 de Cinemanía.
Si es para nostálgicos habrá que darle caña.
ResponderEliminarMe flipan tus escritos.
Muchísimas gracias, de verdad.
EliminarYa me contarás qué te parece la película, pero tengo la sensación de que te va a gustar.