miércoles, 30 de octubre de 2013

El diario de Noa

Al final van a tener razón mis amigas cuando me dicen que soy una insensible. 
En mi defensa alegaré que lo malo de este tipo de películas es que son hiper predecibles y El diario de Noa es la reina de todas ellas: desde la primerísima escena ya puedes saber qué va a pasar en cada momento (menos al final, todo hay decirlo). Y claro, a mí me entra la risa. 
Sinceramente, aún no consigo entender cómo me pudo hacer tanta gracia todo. Supongo que será el efecto domingo-noche porque, si no, no me explico esos ataques de risa tonta que me daban a cada momento. Me consuela pensar que no puedo ser la única a la que le pasan estas cosas. Aunque sólo sea por estadística. 
El caso es, que ya me estoy desviando del asunto, que no hay prácticamente nada sorprendente en El diario de Noa. Es que, no contentos con eso, encima se recrean en los tópicos: desde el romance chica rica-chico pobre hasta las cartas de amor que no llegan, pasando por, cómo no, la muerte en combate del amigo. Y otras muchas muchas cosas...
Supongo que habrá quien diga que estas historias son clásicas por sí mismas, no manidas ni repetitivas ni predecibles ni desgastadas. Y en cierto modo tienen razón: películas como El diario de Noa son clásicos de domingo, manta y palomitas en el sofá. Aunque yo, sinceramente, tengo otros planes.

Tirano Banderas, de Valle-Inclán

Tirano Banderas cuenta una historia parecida a El Señor Presidente. Sin embargo, el efecto que produce es muy distinto.
El Señor Presidente contaba la historia desde dentro de una manera muy peculiar, además: tomaba distintas líneas argumentales y las fusionaba y entremezclaba, formando un mosaico que, contemplado en conjunto, simplemente sobrecogía.
Tirano Banderas, en cambio, parece más limitado. Supongo que influye el hecho de que el autor no está tan íntimamente ligado a la historia que cuenta. Eso no significa que escriba un relato frívolo y superficial, por supuesto; es sólo que le falta algo de aquella intensidad.
A ver, las comparaciones son odiosas, ya lo sé, pero en este caso no puedo evitarlo (entre otras cosas porque estoy haciendo un trabajo para clase sobre este tema). Es que Tirano Banderas y El Señor Presidente son, en cierto modo, las dos caras de la misma moneda: uno representa la visión del extraño (aunque no por ello menos apasionada); otro incorpora la más pura y sincera reivindicación de la propia identidad.

martes, 29 de octubre de 2013

Desayuno con diamantes


Una película se convierte en clásico cuando es capaz de sobrevivir a su propio momento. No son pocas las veces que es un protagonista carismático el que abre este camino, como ocurre en Desayuno con diamantes, seguramente una de las cintas más homenajeadas de la historia. 
Audrey Hepburn interpreta, dulce e impecablemente, a una pobre infeliz con muchos o ningún nombre, según se mire, capaz de llenar una escena por sí sola y de cautivar al espectador en un tiempo record. La acompaña un excelentísimo George Peppard que, aunque personaje secundario, no se queda atrás en ningún momento. Además, será él quien guíe la visión fascinada de la protagonista. 
En ese sentido Desayuno con diamantes es muy curiosa porque, aunque parece presentar al personaje tal cual es, alterna la perspectiva interna con la externa de forma que se le va revelando muy poco a poco, casi como si ella misma marcase el ritmo.
Probablemente esa sea la mejor parte de la película y la que la haya distinguido de otras tantas: porque retrata a un personaje sólido como pocos, muchas veces más que su propia historia, todo hay que decirlo. Por lo menos yo, terminada la película, a la que recuerdo es a Holly Golightly. 

Puesto #70 de las 200 de Cinemanía.

domingo, 27 de octubre de 2013

El mayordomo

Partamos de la base de que no me creo eso de "Basado en hechos reales". Tengo la sensación de que lo que menos interesa en este tipo de películas es la realidad. 
El mayordomo sigue los larguísimos años de servicio de un hombre negro en la Casa Blanca. Supongo que en la película intentaban dignificar el trabajo y de paso mostrar los muchos avances conseguidos por la comunidad negra en Estados Unidos. Y de paso enseñar lo buenísimos que son todos los Presidentes (los que salen en la película, claro).
El caso es que la historia del protagonista acaba reducida a la mínima expresión. Llega un punto en que no parece el protagonista de su historia, sino la excusa perfecta para todo lo demás.
Pero bueno, no es una película mala. A veces es insultantemente propagandística pero lleva un buen ritmo, asequible, dinámico. Pasa de largo algunas etapas aunque nunca llega a centrarse demasiado en otras así que el desequilibrio no está demasiado acentuado. Además, Forest Whitaker es simplemente brillante. Gracias a él la película se hace más llevadera. 

El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias

Esta es una de esas novelas que hay que leer por lo menos una vez en la vida. Es imprescindible y, más que eso, es necesaria. 
Es posible que seamos lo bastante afortunados como para no vivir una situación como la que se describe en El Señor Presidente pero eso no significa que no debamos tomarnos un tiempo para considerarla porque su esencia sirve, básicamente, para prevenir o, mejor dicho, para abrirnos los ojos.
Es una historia dura, de eso podéis estar seguros. Es violenta porque, a fin de cuentas, la situación que la enmarca lo es, y mucho. Con todo, lo más sobrecogedor del asunto es que El Señor Presidente es la versión novelada y, en consecuencia, dulcificada de la realidad.
Además, en El Señor Presidente pesan mucho los mitos. Por eso a veces parece un relato fantástico y más imaginado que otra cosa. Sin embargo, no debemos olvidar que, aunque es verdad que la realidad supera a la ficción, no es menos cierto que la ficción es real como la vida misma. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Una cuestión de tiempo

Con Love Actually el listón estaba muy alto. A lo mejor por eso salí tan decepcionada de Una cuestión de tiempo.
Los que hayáis visto el trailer probablemente entenderéis la trampa: te repiten mil veces quién es el director y, como siempre, te ponen algunas de las mejores escenas de la película. Claro, picas. El problema es que la historia de la película se agota en el trailer.
Os cuento: tenemos a Tim, un chico normal y corriente. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. Cuando cumple 21 años su padre le revela que los hombres de la familia pueden viajar en el tiempo. Y ya está. Le dice que se meta en el armario y se concentre en un momento al que le gustaría volver. Tim lo hace y retrocede lo justo para no hacer demasiado el ridículo en Nochevieja.
El resto de la película es más o menos así: lo único que hace Tim es arreglar las últimas horas (a veces sólo minutos) para conquistar a la chica de sus sueños. Lo consigue, son felices y comen perdices.
Sólo hay un momento de cierta tensión que no revelaré porque, no nos engañemos, probablemente sea el de mayor intriga de toda la película. Tampoco os contaré el final, aunque no es por falta de ganas. Sólo os diré que antes de una hora de película ya me gustaba más lo que me iba imaginando yo. Y cuando eso pasa... Mala señal.
Eso sí, los primeros diez minutos eran estupendos. Como en un cuento, la voz en off de Tim iba presentando a su familia y la pequeña historia de cada uno de sus miembros, a cual mejor. Tenían la magia de lo simple y esa promesa de un misterio que yo me esperaba.

lunes, 21 de octubre de 2013

Primos

Algo tiene el cine de Daniel Sánchez Arévalo. Creo que es esa simplicidad de doble fondo que hace que sus historias, tan sencillas, nunca lleguen a ser planas. Todo lo contrario: a cada momento se van descubriendo nuevas facetas, algunas esperables; otras, no tanto.
Primos empieza con una boda. O una preboda. O postboda. O casiboda. Como queráis llamarlo. A lo mejor es un evento demasiado particular como para ponerle un nombre tan típico. 
El caso es que estos tres primos acaban volviendo al pueblo en el que veraneaban todos los años. Es un momento de reencuentros, de abrazar el pasado, quizás con desesperación.
Cuántas películas se habrán hecho ya sobre este tipo de regresos, de todo menos triunfales, de todo menos originales. Pero aquí está Sánchez Arévalo para darle una vuelta de tuerca y convertir esta escapada en una aventura.
Lo mejor es que no podemos saber en ningún momento cómo van a terminar las cosas. Podemos hacernos una idea pero, ya se sabe, probablemente estemos equivocados. Hay un punto muy concreto en el que todo se desvía, cruza el punto de no retorno y ya no sabemos qué pensar. 
Por eso me gustó tanto el final de Primos: es muy digno de su historia y para conseguirlo, como en el fondo es lógico, se salta las normas que hagan falta: chico conoce a chica y no se enamoran, hombre y niño como una misma cosa, un chico que asume que los mitos no duran para siempre y no pasa nada.
Lo más gracioso es que parece fácil pero en realidad ni siquiera desayunar lo es tanto.

domingo, 20 de octubre de 2013

El Padrino. Parte II

Vale, es una muy digna sucesora de El Padrino pero, en mi opinión está muy lejos de superarla.
Lo mejor de El Padrino es que era una historia perfecta, sólida, sin fisuras. No necesitaba muchas tramas para llenar un argumento contundente. Esta segunda parte, sin embargo, no parece tener un centro definido.
La verdad es que me gustaron más las partes del joven Vito, esa especie de precuela, que las de Michael. Tenían esa riqueza esencial de la primera parte, esa integridad, que en esta película aparece más diluida.
El Padrino. Parte II permite conocer mejor al mítico Don Vito. Es una pena que el mero recuerdo del padre llegue a eclipsar al hijo:  si en El Padrino Michael era un personaje a tener en cuenta, complejo, a veces informe pero siempre de interés, en esta película apenas se incide en su figura. Es como si la luz nunca lo iluminase directamente y sólo pudiese mostrar las sombras que lo rodean. Que no está mal, es cierto, pero desde luego no tan bien; el listón estaba muy alto.
En el fondo, Michael funciona en esta película como un nexo entre el abuelo y el nieto. El paralelismo casi poético que se establece entre ambos es la mejor muestra de la evolución de esta histórica familia y del paso mismo del tiempo, a veces más aparente que real. Pero es que a mí, es cierto, siempre me han gustado las historias así.

Puesto #5 de las 200 de Cinemanía.

El Padrino

Seguramente esta es la película sobre la que más se ha escrito en toda la historia del cine. Y no es de extrañar: su estilo impecable, esos intensos diálogos que no eclipsan lo que no se dice, y sus personajes, perfectos, reales, hacen de El Padrino una película redonda.
Impresiona ver cómo la trama se complica por sí sola, desde el principio, sin llegar a ser difícil de seguir para el espectador. Está tan rematadamente bien contada que no hay ningún desequilibrio entre lo que se cuenta y lo que se tiene que deducir; es más, es una de las combinaciones más elegantes que he visto nunca. Es, en suma, una gran historia narrada de un modo magistral.
Y qué decir del reparto: cada segundo que Marlon Brando está en pantalla es una obra de arte, y Al Pacino sabe estar a la altura. Claro que una película no puede llegar a estos niveles sin unos secundarios tan carismáticos como los que aparecen en El PadrinoNo en vano es la experiencia cinematográfica por excelencia.

Puesto #1 de las 200 de Cinemanía.

viernes, 18 de octubre de 2013

La pianista

Aprovechando los Premios Príncipe de Asturias, se están organizando por aquí algunas exposiciones, coloquios, proyecciones y otros eventos sobre Haneke. Este jueves, por ejemplo, fui a ver La pianista al Filarmónica, gratis y con música en directo antes de la película. Porque aquí, de vez en cuando, sabemos hacer las cosas más que bien.
Claro que todo habría sido mejor si me gustase Haneke. Ojo, no creo que sea un mal cineasta, ni mucho menos. Sé que sus películas son buenas; no se puede negar lo innegable. Pero no me gustan. Las encuentro violentas, incómodas, incompresibles y normalmente poco resueltas. No me entendáis mal, no busco un final de cuento, sólo algo en lo que apoyarme. 
En el caso de La pianista, por ejemplo, uno puede pasarse media película intentando seguir los acontecimientos para luego acabar preguntándose hasta qué punto era real lo que estaba viendo. Es un juego muy interesante, sí, pero el final no sigue ninguno de los caminos que parecían posibles. Es más, no parece un final en absoluto. Haneke no cierra el telón: lo tira y prende fuego al teatro.

domingo, 13 de octubre de 2013

An Education

Esta película me produce sentimientos encontrados. Por una parte, la encuentro necesaria por lo que implica; por otra, me siento ofendida por lo que cuenta.
Hoy sí voy a contaros de qué va la historia. An Education empieza con Jenny: buena estudiante, culta, con planes de futuro. Un día, como por casualidad, conoce a un hombre mayor, David, que la lleva a conciertos, a las ciudades que se moría por conocer; que le da muchas cosas bonitas y que se lo promete todo. Una de las historias más viejas del mundo, vaya.
Lo que me descoloca totalmente es que no pasa nada: a los padres de ella les parece estupendo. A fin de cuentas, David es para ellos la solución a la carísima educación de Jenny: ya no necesitará ir a la universidad porque tendrá un marido que la mantenga antes de cumplir dieciocho. Qué bien ¿no?
Ese es el meollo de la cuestión: la educación. Jenny era toda una experta en Jane Eyre pero nadie le había enseñado a ser crítica y se dejó deslumbrar por las luces de un coche bonito. 
Porque a Jenny le habían enseñado que eso era lo importante y que la educación era sólo una vía para conseguir lo que sus padres querían, un fruto que había que exprimir, no un fin por sí misma. En estas condiciones había muchas chicas y, lamentablemente, las sigue habiendo.

Gravity

Algunas veces parece que la ciencia ficción se centra tanto en la aventura que tiene que contar que deja de lado a sus personajes. Es como si no pudiesen ser más que una carcasa del relato o una marioneta de la acción.
Sin embargo, otras veces tengo la sensación de que la ciencia ficción trabaja con cuentos abstractos y sus personajes son sólo el ejemplo que permite contarlos. 
Ayer Sandra Bullock era una astronauta a la deriva en el espacio que debía sobreponerse a sí misma para sobrevivir. Ahora bien, ¿realmente hace falta poner a una astronauta en el espacio para transmitir el mismo mensaje de superación? Realmente no, pero es una historia que merece ser contada de una y mil maneras. Además, cuando se hace tan bien como en Gravity poco importa lo demás.
Os recomiendo que vayáis a verla al cine porque esta película es un espectáculo más que digno de ver. Es más, incluso diría que es una de las pocas ocasiones en que el 3D está más que justificado.
Por supuesto, no creo que eso sea lo más importante de todo; está claro que la técnica, por impecable que sea, no salva una película entera por sí sola. Lo mejor de Gravity realmente es que te mantiene pegado a tu asiento, inmóvil, en tensión y ajeno a tu cuerpo durante hora y media. Eso es cine: una conexión completa entre la pantalla y el espectador. 

sábado, 5 de octubre de 2013

Señales

Vale que yo no soy una persona especialmente valiente pero creo que lo de Señales ya es pasarse. En serio, que alguien me explique cómo es posible que una película dé tantísimo miedo.
A ver, no es que se vean cosas terroríficas. Ocurre precisamente todo lo contrario: apenas se ve nada pero siempre estás a la expectativa, que es aún peor. Y claro, como te vas sugestionando tú solo, como te vas imaginando lo que puede estar pasando, cualquier cosa te hace saltar del sitio. Lo mejor de todo, sin embargo, es que nunca terminas de estar preparado para lo que sí se ve. 
También os digo que, terminada la película y con las luces encendidas, hay que reconocer que Señales está muy bien hecha. Es coherente, entretenida, cuenta con unos actores geniales y no deja fuera algunos momentos que se podrían llamar cómicos, bien situados y repartidos.
Ahora bien, si tuviese que destacar una sola cosa de las que me impresionaron de Señales, tendría que ser su magnífica dosificación de la información y el genial juego de suspense que supone.
Pero no la veáis solos. Aunque, bien pensado, ¿lo estamos realmente?