Creo que estoy empezando a pillarle el punto a Michael Haneke. Bueno, más bien me estoy acercando al que considero que es el denominador común de todas sus películas. Es algo que sólo se me ocurre llamar inmovilismo, aunque quizá sería más exacto decir que su cine es predominantemente pictórico. Es como si sus películas fuesen una sucesión de imágenes, de cuadros, comentados de modo que formen parte de un todo. Por lo menos esa es la impresión que tengo después de ver La cinta blanca.

También tengo que reconocer la gran coherencia interna de La cinta blanca. La historia se conoce a través de los recuerdos de uno de los personajes, que no llega, ni mucho menos, a ser protagonista de la misma. La verdad es que es un personaje bastante inocente, sobre todo si se le compara con los que le rodean. Este personaje, profesor del pueblo, no llega a saber nunca qué ocurre realmente; se acerca peligrosamente a la clave, pero nunca resuelve el misterio. Nosotros, lógicamente, tampoco.
La cinta blanca es una película bastante dura y, precisamente por ser su concepto tan rígido, el final queda abierto a todo tipo de suposiciones. Al principio, debo reconocerlo, me sentó hasta mal no obtener la respuesta a la pregunta que se plantea desde el primer minuto. Luego, después de pensarlo un poco, no pude sino darle la razón a Haneke. Era mejor así.
So eine gute Schülerin! ;-)
ResponderEliminarPrecisamente ese final aparentemente abierto no lo es tanto en cuanto te pones a pensar en la trama de la peli.Ese es su encanto precisamente,aparentar lo que no es...
Me alegro de que le hayas pillado el punto a Haneke.
¡Sabía que lo harías! ;-)
Danke schön jaja
EliminarPues a lo mejor necesito verla otra vez, entonces. Pero voy a dejar pasar algo de tiempo; la verdad es que esta peli me ha dejado un poco saturada.