domingo, 17 de marzo de 2013

Manhattan


Volvemos a encontrarnos con Woody Allen, esta vez en su entorno natural. 
Manhattan es un homenaje a una ciudad, que casi tiene más protagonismo que los personajes que la habitan. Incluso diría que es la criatura que Allen trata con más mimo, por encima de cualquiera de sus personajes. Y es que la ciudad, no sólo Manhattan, sino todas las que el director ha decidido retratar, se convierte de alguna forma en el clavo ardiendo al que se aferra el protagonista, lo único que le puede aportar seguridad y firmeza en el estado más o menos lamentable en el que la película decide presentárnoslo. 
Eso es lo que parece dominar las películas de Woody Allen: la nostalgia por una felicidad pretérita y casi olvidada, sobre todo muy remota. Con todo, cuando conocemos a sus protagonistas, que parecen inmersos en un mar de dudas y desasosiego, siempre tienen un momento para detenerse y contemplar. 
Esto es lo que me quedo de Manhattan, una película de amor urbano y desamor humano.

Puesto #93 de las 200 de Cinemanía.

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